Son tres purificaciones

Las tres purificacionesTodo el que baja a la Forja de los Cíclopes tiene que echar para abajo, porque no es allá arriba donde hay que buscar, hay que ir para abajo, porque si uno no baja, tampoco tiene derecho a subir.

Eso va acompañado de terribles pruebas, pero el que tiene que bajar baja, sumergirse en el infier­no allá entre la super-oscuridad y el silencio augusto de los sabios, donde hay que forjar el Oro, hacer el Oro del Espíritu.

Cuando uno baja al noveno círculo dantesco, todo se llena de ti­nie­blas, es la hora de tinieblas, y uno queda allí como un demonio entre los demonios, y el que no sabe, dice: el Iniciado fulano de tal se cayó. No hay tal que se cayó, echó para abajo.

Lucifer es escalera para bajar, Lucifer es escalera para subir. Son Tres Purificaciones a base de hierro y fuego.

Ya sabemos noso­tros que el Phalo vertical hace inserción dentro del Ectéis Formal, por lo tanto forma cruz, de manera que la cruz se relaciona con los Misterios del Sexo, es sexual.

Si uno baja pues, tiene que trabajar con la Santa Cruz, en la Forja de los Cíclopes. Si miramos la cruz, veremos que tiene tres cla­vos; los tres clavos. Estos  tres clavos significan las Tres Purificaciones. También vemos sobre la cruz la palabra INRI, que traducida correctamente significa: Ignis Natura Renovatur Integram (El Fuego Renueva Ince­santemente la Naturaleza).

INRI: tiene uno que trabajar con el hierro y con el fuego en la Forja de los Cíclopes y con la Santa Cruz. Es pues allí abajo, en las tinieblas, donde se tiene que hacer la Gran Obra; hay que arran­carle la luz a las tinieblas, el tesoro que tanto buscamos, el Ve­llocino de Oro.

No es allá arriba en los cielos donde uno lo encuen­tra, es en los in­fier­nos donde tiene uno que bajar, al noveno Círculo Dantesco, allá en el inte­rior de la tierra, allá se encuentra el Vellocino de Oro y eso está muy bien custodiado por el Dragón; el Dragón es Lucifer, no vayan ustedes a pensar que es un demonio te­rrible allá, único y soberano. ¡No señor! Cada cual carga su propio Luci­fer interior profundo, eso es indu­bitable, nadie lo puede negar, ese Lucifer es terrible. El es escalera para bajar y escale­ra para subir también.

Lucifer es escalera, por eso es que Lucifer es grandioso, claro está, sin el impulso luciferino, rebelde, revolucionario, sexual, nadie baja, nadie puede trabajar en la Forja de los Cíclopes, por eso es que es escalera para bajar y escalera para subir; por esa escalera se baja, por esa escalera se sube. Lucifer aporta el impul­so ígneo sexual, pero uno tiene que darle con la lanza y quebrantar­lo.

Si el alquimista no derrama el Vaso de Hermes y usa la lanza para romper la coraza de Luci­fer, lo hiere posiblemente y cada vez que eso sea, sube un grado por la escalera de Lucifer. Así cuando ha logrado subir por todos los grados de la espina dorsal, se encuentra con el Monte de las Calaveras donde el Señor fue crucificado. Poste­riormente viene la muerte y la resurrec­ción del Señor.

Así pues, son Tres Purificaciones por las que hay que pasar. La primera es la Primera Montaña de la Iniciación, cuando uno recibe las 8 Iniciaciones. La segunda es trabajando intensivamente en las 9 esfe­ras: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptu­no.

Y la Tercera Purificación es sobre la cima de la Segunda Montaña, en vísperas de la Resurrección. Yo estoy ahora en la Terce­ra Purifica­ción, en vísperas de  resurrección, abajo, con los demo­nios, trabajan­do, para poder destruir los demonios que tengo en la Luna Negra.

Así como ven ustedes que hay una luna blanca, mejor dicho, que hay una luna que nos da la luz de la noche y que tiene dos caras; la que se ve y la que está oculta, escondida, así también sucede con la Luna Psicológica.

Cada cual lleva su Luna Psicológica dentro de sí mismo y ésta está gobernada por 96 leyes. En ese mundo de su propia Luna Psico­lógica, cada cual carga sus demonios que se ven a simple vista, los que resaltan, y también está la cara oculta de la Luna Psicológica, los que no se ven, los ocultos.

En la Tercera Purificación tiene uno que destruir los demonios de la Luna Negra, quebrantarlos y eso solamente es posible con la fuerza eléctrica sexual, trabajando en la Forja de los Cíclopes, solo así es posible destruir con la lanza de Longibus, volver pedazos, todos esos elementos inhumanos, indeseables que se cargan en la parte oculta de la Luna Negra que no se ve.

La parte oculta es denominada la Iniciación de Judas, entonces el Iniciado en vísperas de redención, se ve traicionado, se ve criticado, se ve odiado, incomprendido por todo el mundo, nadie lo entiende, lo califican de malo, de perverso.

La pasión por el Señor es el hondo significado de la Iniciación de Judas, yo estoy pasando ahora por eso, en vísperas de Resurrección, la Resurrección la tendré para el 78, entonces el señor será levantado de su sepulcro de cristal y hablará, se manifestará a través de la forma densa para bien de la humanidad.

De manera que entonces el Maestro, nunca es entendido, es descali­ficado por los virtuosos, odiado por los altos, perseguido por las gentes de experiencia, aborrecido por los intelectuales de su época, recriminado por los sacerdotes, por las gentes religiosas, así es el Super-Hombre, así es el Cristo Intimo, el Cristo Resurrecto viviendo dentro del cuerpo de un Hombre, hace de este Hombre, el Super-Hombre.

El Cristo Rojo es lo que cuenta, no el Cristo de los mojigatos, ese Cristo afeminado, majadero, que nos ponen en las iglesias, no, sino el Cristo Hombre, el Cristo que tiene su sacerdotisa, su esposa, el Cristo que viaja por el Mediterráneo, el Cristo que va al Tíbet, el Cristo que va al Indostán, el Cristo que trabaja en Persia y Caldea, que luego llega a la Tierra Santa para hablarle a las multitudes, el Cristo que escribe en las obras del Iniciado, que tiene poder sobre los elementos, sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas, sobre la tierra; el Cristo-Hombre, Hombre de verdad, no el Cristo castrado, no el Cristo mutilado, no el eunuco Cristo, no, sino el Cristo-Hombre, macho en un ciento por ciento y muy macho. ¡Estoy hablándole a ustedes a lo macho!

Así pues, que hay necesidad de trabajar, pero trabajar de verdad, dentro de uno mismo aquí y ahora para poder lograr lo que hay que lograr, de lo contrario no se logra nada. Tiene uno que romper con los prejuicios de la época, trabajar como se debe trabajar, solo así se puede levantar.

El Cristo Intimo tiene su círculo esotérico y jamás podría enseñar la doctrina del Super-Hombre porque las gentes, las multitudes, no entienden la doctrina del Super-Hombre. El Cristo nunca publica sus enseñanzas esotéricas, si las publicara, las gentes no las entenderían, entonces se destruirían unas con otras.

El Cristo Secreto, el Cristo Vivo, el Cristo Rojo, el Cristo Re­belde, tiene que escribir su Doctrina en forma muy distinta para el público, pero la enseñanza secreta solamente la enseña a los que en secreto instruye, nada más, de lo contrario no sería entendido.

Hay necesidad de comprender cada vez más lo que es el Cristo Inti­mo. Las gentes todas, piensan en el Cristo histórico, en el Gran Kabir Jesús, en el Super-Hombre que enseñó a la humanidad la doctrina secreta del Cristo Intimo. A nosotros nos toca seguir la Doctrina del Cristo Intimo, conocer los misterios del Cristo Rojo. El Cristo Intimo es lo que cuenta, ese Cristo Intimo tiene que nacer en el corazón del Hombre, porque, ¿de qué serviría que el Cristo naciera en Belén si no nace en nuestro corazón también? ¿De qué serviría que fuese muerto y resucita­do si no muere y resucita en nosotros también?

Es necesario pues, que Cristo nazca en el corazón del hombre pero para eso tiene uno que hacerse Hombre primero que todo, tiene uno que trabajar sobre sí mismo. Después de que se ha hecho Hombre, y Hombre de verdad, entonces tiene la dicha de poder encarnar al Cristo, o de reci­bir al Cristo, así es el acontecimiento de Belén.

El Cristo encarnado en el corazón del Hombre es lo que cuenta, pero ese Cristo Intimo tiene que vivir todo el drama cósmico, tal como está estipulado en los cuatro libros. Los Cuatro Evangelios, tiene que vivirlos dentro de uno mismo, aquí y ahora; vivir intensamente los Cuatro Evangelios, y luego que haya pasado por todos esos procesos, entonces tiene que ser juzgado. Los tres traidores lo condenan; las multitudes, o sea los yoes, gri­tan: “Crucifixia, Crucifixia, Crucifixia”.

Los tres traidores lo condenan. Judas, el demonio del deseo, ese malvado lo vende por treinta monedas de plata, es decir, por todos los placeres de la tierra. Pila­tos, ese terrible Pilatos, que siempre justifica sus peores perversidades, busca evasivas, disculpas, no hace frente a sus errores. En cuanto a Caifás, el sumo sacerdote, traiciona al Cristo Intimo miserablemente, vende los Sacramentos, etc., etc., etc. Así pues, que en verdad los tres traidores lo traicionan definitivamente y eso es muy grave. Por último, el señor después de ser azotado, coronado con corona de espinas en el interior del Alma, es crucificado.

Después de la crucifixión, poste­riormente, el Cristo Intimo es depositado en su Santo Sepulcro; cuando esto sucede, viene la Tercera Purificación el trabajo más terrible, para que el Cristo Intimo pueda resucitar en el corazón del Hombre; y resucita, es claro que sí resucita, pero hay que trabajar muy duro para que El pueda resucitar en el corazón del Hombre.

Ya resurrecto, he ahí el Super-Hombre; está más allá del Bien y del Mal, se aparta del bien y se aleja del mal, porque nada tiene que ver ni con lo bueno ni con lo malo; es el Super-Hombre. Está más allá de las virtudes y de los defectos, domina el fuego, tiene poder sobre los aires y sobre las aguas, eso es el Super-Hombre; pero hay necesidad de que el Cristo Intimo resucite en nosotros, para que pueda uno con­vertirse en Super-Hombre.

Nadie podría llegar a las alturas del Super-Hombre sin el Cáliz y sin la Lanza, por eso es que esas dos joyas figuran en todos los anti­guos Misterios. Longibus hiere al Cristo con la Lanza; Amfortas es sanado con la lanza con sólo aplicarle fuego en el costado. En cuanto al Santo Cáliz, la Urna Sagrada de los grandes Misterios, el Santo Grial, nunca falta sobre los Templos de Misterios. Yo no puedo concebir un templo de un Mahatma, de un Hierofante donde no exista el Santo Cáliz, siempre está en el Altar. En ese Santo Cáliz está la bebida de los dioses, el Néctar de la Inmortalidad con que se alimentan los dio­ses.

Porque si las glándulas sexuales no se aprovechan para la tran­smutación se degeneran, es la decrepitud, y si esas glándulas entran en decrepitud si se degeneran, se degenerará también la Epífisis, la Hipófisis y todas las glándulas de secreción inter­na, todas se degeneran y se degeneran las áreas del cerebro; comienza el proceso de la vejez y de la muerte, y llega hasta la muerte. Es imposible que el Super-Hombre se deje degenerar, el Super-Hombre vive del Cáliz de la Inmorta­lidad, del Néctar de los Dioses, el Elixir de la larga Vida.

Así pues, que el Cáliz nunca falta sobre los Templos de los Miste­rios en el Altar, el Santo Grial, y sí se mira con mucho cuidado a uno u otro lado del Altar, está la Lanza, esas son las joyas sagra­das, por eso es que el sexo es sagrado y hay que utilizar la potencia­lidad del sexo para poder lograr la Auto-realización Intima del Ser, eso es obvio.

El sexo es sagra­do: ¡Ay de aquéllos que abusen del sexo, ay de aquéllos que lo utilicen como instrumento de placer animal, ay de aquéllos que lo miren con morbosidad!, porque es sagrado en un ciento por ciento, sólo debe ser utilizado para la regeneración, no más que para la regeneración.

Pero hacer del sexo algo tabú, pecado, motivo de vergüenza, disimulo, es un absurdo; así pues que el sacerdote bendiga al pueblo con el Santo Cáliz y así se realiza la Gran Obra.

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