Normas Intelectuales

El dominio de la menteLa Gran Rebelión Capítulo 16. Normas Intelectuales. En el terreno de la vida práctica cada persona tiene su criterio, su forma más o menos rancia de pensar, y nunca se abre a lo nuevo; esto es irrefutable, irrebatible, incontrovertible.

La mente del humanoide intelectual está degenerada, deteriorada, en franco estado de involución.

Realmente el entendimiento de la humanidad actual es similar a una vieja estructura mecánica inerte y absurda, incapaz por sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad auténtica.

Falta ductibilidad en la mente, se encuentra enfrascada en múltiples normas rígidas y extemporáneas. Cada cual tiene su criterio y determinadas normas rígidas dentro de las cuales acciona y reacciona incesantemente.

Lo más grave de toda esta cuestión es que las millonadas de criterios equivalen a millonadas de normas putrefactas y absurdas.

En todo caso las gentes nunca se sienten equivocadas, cada cabeza es un mundo y no hay duda que entre tantos recovecos mentales existen muchos sofismas de distracción y estupideces insoportables.

Mas el criterio estrecho de las multitudes ni remotamente sospecha el embotellamiento intelectivo en que se encuentra. Estas gentes modernas con cerebro de cucaracha piensan de sí mismas lo mejor, presumen de liberales, de súper-genios, creen que tienen muy amplio criterio.

Los ignorantes ilustrados resultan ser los más difíciles, pues en realidad, hablando esta vez en sentido socrático diremos: "no solamente no saben, sino que, además, ignoran que no saben". Los bribones del intelecto aferrados a esas normas anticuadas del pasado se procesan violentamente en virtud de su propio embotellamiento y se niegan en forma enfática a aceptar algo que en modo alguno puede encajar dentro de sus normas de acero.

Piensan los sabihondos ilustrados que todo aquello que por una o otra causa se salga del camino rígido de sus procedimientos oxidados es absurdo en un ciento por ciento. Así de este modo esas pobres gentes de criterio tan difícil se auto-engañan miserablemente.

Presumen de geniales los seudo-sapientes de esta época, ven con desdén a quienes tienen valor de apartarse de sus normas carcomidas por el tiempo, lo peor de todo es que ni remotamente sospechan la cruda realidad de su propia torpeza. La mezquindad intelectual de las mentes rancias es tal que hasta se da el lujo de exigir demostraciones sobre eso que es lo real, sobre eso que no es de la mente. No quieren entender las gentes del entendimiento raquítico e intolerante que la experiencia de lo real sólo adviene en ausencia del ego.

Incuestionablemente en modo alguno sería posible reconocer directamente los misterios de la vida y de la muerte en tanto no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente interior. No está de más repetir en este capítulo que sólo la conciencia superlativa del Ser puede conocer la verdad. La mente interior sólo puede funcionar con los datos que aporta la conciencia Cósmica del SER.

El intelecto subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede saber sobre eso que escapa a su jurisdicción. Ya sabemos que los conceptos de contenido de la dialéctica razonativa se elaboran con los datos aportados por los sentidos de percepción externa. Quienes se encuentran embotellados dentro de sus procedimientos intelectuales y normas fijas, presentan siempre resistencia a estas ideas revolucionarias.

Sólo disolviendo el EGO en forma radical y definitiva es posible despertar la conciencia y abrir realmente la mente interior. Sin embargo, como quiera que estas declaraciones revolucionarias no caben dentro de la lógica formal, ni tampoco dentro de la lógica dialéctica, la reacción subjetiva de las mentes involucionantes opone resistencia violenta.

Quieren esas pobres gentes del intelecto meter el océano dentro de un vaso de cristal, suponen que la universidad puede controlar toda la sabiduría del universo y que todas las leyes del Cosmos están obligadas a someterse a sus viejas normas académicas. Ni lejanamente sospechan esos intonsos, dechados de sabiduría, el estado degenerativo en que se encuentran.

A veces resaltan tales gentes por un momento cuando vienen al mundo Esoterista, mas pronto se apagan como fuegos fatuos, desaparecen del panorama de las inquietudes espirituales, se los traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre. La superficialidad del intelecto nunca puede penetrar en el fondo legítimo del SER, empero los procesos subjetivos del racionalismo pueden llevar a los necios a cualquier clase de conclusiones muy brillantes pero absurdas.

El poder formulativo de conceptos lógicos en modo alguno implica la experiencia de lo real. El juego convincente de la dialéctica razonativa, auto-fascina al razonador haciéndole confundir siempre gato con liebre. La brillante procesión de ideas ofusca al bribón del intelecto y le da cierta auto-suficiencia tan absurda como para rechazar a todo eso que no huela a polvo de bibliotecas y tinta de universidad.

El "delirium tremens" de los borrachos alcohólicos tienen síntomas inconfundibles, pero el de los ebrios de las teorías se confunde fácilmente con la genialidad. Al llegar a esta parte de nuestro capítulo, diremos que ciertamente resulta muy difícil saber donde termina el intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura. En tanto continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo más que imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso que no es del tiempo, de eso que es lo real.

Samael Aun Weor  La Gran Rebelión  Capítulo 16 Normas Intelectuales

LA GRAN REBELIÓN  CAPÍTULO 16º  Normas intelectuales  comentado en video por Sagrario S.G., M.G.

 

Cada persona tiene su criterio y su forma de pensar, de acuerdo a su cultura y su educación, lo que en psicología se conoce 1º) como “fenotipo” o influencias sociales; 2º) “paratipo” o influencias impuestas por la educación; y 3º) “genotipo” que son las influencias propias de sí mismo, inscritas en su ADN. Pero estas tres características generalmente lo rigen mecánicamente. Solo el genotipo le puede dar cierta autonomía.

La neurociencia postula que las células nerviosas que viajan juntas se unen una y otra vez de forma automática. Si tenemos los mismos pensamientos, tomamos las mismas decisiones que producen los mismos comportamientos, se crean las mismas experiencias y esto produce los mismos sentimientos y emociones durante años. Esto produce programas en el cerebro, con un patrón casi infinito.

Por ello la persona nunca se abre a lo nuevo, a otra forma de pensar, de sentir y de actuar; está bastante petrificada en sus propios conceptos y normas intelectuales adaptadas al sistema: pueden más los valores externos que los internos. Sus comportamientos son memorizados y las reacciones son inconscientes, pues han sido creadas como hábitos automáticos.

Actitudes, creencias y percepciones cableadas en la masa cerebral funcionan como un programa de computadora. La mente del humanoide intelectual está degenerada, deteriorada, en franco estado de involución porque no se revoluciona o subleva ante lo viejo que hay en su propia mente. El entendimiento de la humanidad actual es similar a una vieja estructura mecánica inerte y absurda, incapaz por sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad auténtica. Esta falta ductibilidad se debe a que la mente está enfrascada en múltiples normas rígidas y extemporáneas, que mecanizan la existencia humana.

Cada cual tiene su criterio y sus normas rígidas del pensamiento, dentro de las cuales accionan y reaccionan incesantemente sin apenas control. Sin embargo las gentes nunca se sienten equivocadas, cada cabeza es un mundo y entre tantos recovecos mentales existen muchos sofismas de distracción absurdos que deberíamos analizar.

 Lamentablemente nuestro estrecho criterio, nos impide apreciar el embotellamiento intelectivo en que nos encontramos. Tenemos un 97% del cerebro inconsciente, pero pensamos de nosotros mismos lo mejor porque no hay auto-crítica. Presumimos de ser liberales y de genios, cuando en realidad estamos embotellados entre miles de dogmas y pensamientos subjetivos automáticos.

 “Los ignorantes ilustrados” resultan ser los más difíciles por su adoctrinamiento intelectivo, pues -hablando en sentido socrático-: "no solamente no saben, sino que, además, ignoran que no saben". Esta lamentable situación está directamente vinculada al mal uso de la energía vital. Al despilfarrar la energía creadora, se pierde el alimento más básico para el cerebro.

 En el campo de la antropología se ha comprobado que “Cuando la actividad sexual de una sociedad degenera, ésta, en tres generaciones se auto-destruye”. Al dar “rienda suelta” y promover socialmente las ideologías que van en deterioro de la moral natural y de la propia naturaleza, se hace tanto daño a la institución familiar, como al correcto desarrollo de la infancia y de la propia sociedad.

 Cuando a una sociedad la inmoralidad sexual le parece aceptable, es el inicio de su franca decadencia. Si el pueblo no se pronuncia contra la degeneración de los valores vitales del ser humano, la política absolutista se impondrá mediante la educación bajo la premisa de una “hegemonía cultural”, a la cual le seguirá la caída de los valores religiosos y los medios de comunicación serán, el principal instrumento de las normas intelectuales del ego.

 Lamentablemente este descalabro no es impuesto por la fuerza sino por el sueño de la conciencia en la hipnosis colectiva del existencialismo actual, origen de las normas intelectuales equivocadas. Y la mano negra aprovecha esta coyuntura para promover conflictos en la sociedad bajo el viejo eslogan: “Divide y vencerás” 

Los poderes oligarcas promueven enfrentamientos entre las clases sociales, entre los géneros y entre las razas. Radicalizan la supuesta democracia, estimulan conflictos entre hombres contra mujeres, promueven las desavenencias de pobres contra ricos, de homosexuales contra heterosexuales y de las diversas etnias como blancos contra negros.

“Los bribones del intelecto” aferrados a estas normas desarrolladas a favor de su ideología, se procesan violentamente en virtud de su propio embotellamiento y se niegan a aceptar lo nuevo, lo moral, lo natural, porque no puede encajar dentro de sus normas perversas.

Cuando la actividad sexual de una sociedad degenera se auto-destruye desde sus propias instituciones. Sus bases políticas y cívicas se vuelven “campos de batalla” donde lo único importante es ganar, donde no existe cooperación, ni dialogo, ni armonía.

 Aquellos que pretenden dominar el mundo, presumen de geniales, pero son los seudo-sapientes de esta época negra del Kali-yuga. Ven con desdén a quienes tienen el valor de apartarse de sus normas intelectuales degeneradas. Lo peor de todo, es que están dirigidos por diablos perversos.

 Así, cuando la actividad sexual de la sociedad degenera, las diferencias que debieran resolverse mediante el diálogo y el consenso, se tornan violentas, subjetivas y partidistas, sin atender al “hombre social” donde radica la célula individual y familiar, expresándose tanto en lo económico, como en lo empresarial.

 La mezquindad intelectual de las mentes rancias es tal que hasta se dan el lujo de exigir demostraciones sobre eso que es lo real, sobre eso que no es de la mente. No quieren entender las gentes del entendimiento raquítico e intolerante que la experiencia de lo real sólo adviene en ausencia del ego.

 Y nuevamente, cuando la actividad sexual de una sociedad degenerada reina por doquier, se impone en las escuelas y se introduce en el individuo el pragmatismo, justificando por lo tanto al ateísmo. Así se destruye la religión, el matrimonio y desaparecen los valores de la familia que son la clave fundamental de la ley natural.

 Y efectivamente cuando la actividad sexual degenerada toca fondo, tomando el control absoluto, solo queda apelar a lo sagrado que es nuestra esencia y raíz como seres humanos para que lo sagrado restituya lo violado, restituya también la sacralidad de la vida, la familia y la religión.

El intelecto subjetivo, con su dialéctica razonativa, nada puede saber sobre lo sagrado, porque eso escapa a su jurisdicción. Pues los conceptos de contenido de la dialéctica razonativa se elaboran con los datos aportados por los sentidos de percepción externa, cuyo método es ineficaz para la investigación tetradimensional.

Sería imposible conocer directamente los misterios de la vida y de la muerte, mientras no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente interior. Pues sólo la conciencia superlativa del Ser puede conocer la verdad. Recordemos que la mente interior sólo puede funcionar con los datos que aporta la conciencia Cósmica del Ser.

Quienes se encuentran embotellados dentro de sus procedimientos intelectuales y normas fijas, se resisten a estas ideas revolucionarias. Sólo disolviendo el EGO en forma radical y definitiva es posible despertar la conciencia y abrir la mente interior.

Cuando se trata de ir en contra de lo que hemos voluntariamente aceptado y reforzado por tantos años de ignorancia, la mente interior empieza a abrirse. Es la gran rebelión. Es el triunfo de David contra el gigante Goliat interior.

Aunque queramos lo mejor, la acción de la consciencia es muy limitada es un 3% contra el 97% de subconsciente, Entonces comprobamos la gran dificultad porque los pensamientos nos traicionan. Se dice que el consciente está diciendo una cosa y su programación inconsciente dice otra, completamente diferente, o lo que es igual: “Lo que afirma el consciente, lo niega el subconsciente” Sin embargo esta programación puede ser alterada, con la didáctica adecuada.

“Los bribones del intelecto secuaces del anticristo” lucharán por su supremacía queriendo meter el océano dentro de un vaso de agua. Suponen que la universidad existencialista y materialista es absoluta, que se puede controlar toda la sabiduría del universo y que todas las leyes del Cosmos están obligadas a someterse a sus criterios y normas académicas de pseudo-intelección limitada.

Así se vive constantemente en el pasado de la propia programación, siempre predecible. Es como si cada mañana dieran cuerda a nuestro robot interior, que solo vive en el pasado… y mecánicamente accionásemos y reaccionásemos sin más. Sentimientos y emociones son registros del pasado que fatalmente se convierte en un posible futuro mecánico, si no apelamos a la consciencia.

A veces algunas personas resaltan por un momento cuando llegan al mundo Esoterista, más pronto se apagan como fuegos fatuos, desaparecen del panorama de las inquietudes espirituales, se los traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre. Porque no pasaron su comprensión conceptual, desde la conciencia hasta los niveles más profundos del subconsciente.

 No podemos dejarnos atrapar por esas programaciones sin enfrentarnos a ellas con el choque de la consciencia. Como quiera que estos conceptos revolucionarios no caben dentro de la lógica formal, ni tampoco dentro de la lógica dialéctica, la reacción subjetiva de las mentes involucionantes oponen mucha resistencia.

El poder formulativo de conceptos lógicos no implica la experiencia de lo real. El juego intelectualoide de la dialéctica razonativa, apantalla, auto-fascina al razonador haciéndole confundir siempre gato con liebre, porque carece de objetividad.

La brillante procesión de ideas subjetivas, ofusca y alucina al bribón del intelecto, auto-percibiéndose con cierta auto-suficiencia absurda y grandilocuente como para rechazar a todo lo que no implique la pseudo-erudición bibliotecaria.

 Por tanto, resulta muy difícil saber donde termina el intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura. En tanto continuemos embotellados dentro de las normas rancias del intelecto, será imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso que no es del tiempo, de eso que es lo real.

Debemos alimentar a nuestra mente con el “maná” de los sabios, con las normas intelectuales conscientes, que como maná harán florecer a la “mente interior”, para crear una nueva civilización, una nueva cultura y un nuevo ser humano. Un nuevo ser humano que origine con vigor en Justicia y en Verdad las leyes naturales que deben caracterizar a toda sociedad que se precie, en los insustituibles valores del Ser.

Sagrario G.E.

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