EL Cristo Intimo

El cristo intimoMe alegra verlos a todos ustedes reunidos, me alegra verlos en este ágape. Sentimos nosotros, en verdad, que nuestro corazón se inflama de amor, al contemplar cada uno de estos rostros hermanos.

Solo anhelo en nombre de la Gran Verdad Cósmica que ella les ilumine, que brille, en cada uno de los aquí presentes, la luz. Deseo, sinceramente, que cada cual marche por el camino de la Auto-Realización Intima, hasta el triunfo total.

Deseo, sinceramente, que la Estrella Interior que a cada cual guía- los conduzca finalmente hasta la Bienaventuranza. Deseo, sinceramente, que este pueblo gnóstico a base de sacrificios, de esfuerzos conscientes y padecimientos voluntarios, llegue por último a la liberación real.

Que todos los aquí presentes no olviden el trabajo esotérico, que en verdad se dediquen sinceramente a trabajar sobre sí mismos, aquí y ahora. Aquel que escucha la palabra y no la hace dentro de sí mismo, se parece en verdad al hombre que se mira ante un espejo y luego da la espalda y se retira. No basta, hermanos, escuchar la palabra; es necesario hacer la palabra.

Conforme nosotros luchemos más y más, recibiremos auxilio interior. Quiero que sepáis que el Cristo Íntimo viene a nosotros cuando realmente trabajamos incansablemente, noche y día. Quiero que sepáis que Jesús, el Gran Kabir, le dio al mundo, trajo a nosotros hace 1.975 años- la Doctrina del Cristo Íntimo. Si por algo es grandiosa la venida de Jesús, el Gran Kabir, es porque nos trajo en verdad, la Doctrina del Cristo Interior. Cuando Pablo de Tarso habla sobre El Cristo, no se refiere exclusivamente al Jesús histórico: se refiere al Jesús Íntimo.

Muchos aguardan la venida del Gran Maestro, pero en verdad os digo, mis queridos hermanos, que Él viene desde adentro, desde el fondo mismo de nuestras Almas. Conforme nosotros perseveremos en el trabajo, conforme luchemos por eliminar los elementos inhumanos que llevamos en nuestro interior, nos acercaremos cada vez más y más al Cristo Íntimo. Un día, Él vendrá a nosotros para salvarnos; un día Él se hará cargo de todos nuestros procesos mentales, emotivos, sentimentales, sexuales, etc.; un día, Él se incorporará en nosotros, se convertirá en un hombre de carne y hueso -en cada uno de nos- para podernos transformar, embellecer y dignificar.

Ha llegado la hora de amar al Señor de los martirios, a aquel que en verdad está dispuesto a sacrificarse en nosotros y por nosotros y dentro de nosotros, aquí y ahora.

El Cristo Íntimo es nuestro Salvador. Así lo declaro formalmente, aquí ante ustedes, en este ágape. El Cristo Intimo es algo sublime: nos ama y nosotros debemos amarle. Él se ofrece como Cordero Inmolado para redimirnos, sufre dentro de nosotros y quiere transformarnos radicalmente. ¿Quién no amaría -por ejemplo- a un buen amigo, que estando nosotros presos, viniese a visitarnos y hasta consiguiese nuestra libertad?

¿Quién no amaría a un gran amigo, que estando nosotros enfermos y abandonados, nos trajese medicinas y al fin lograra curarnos? ¿Quién no amaría a un amigo, que estando nosotros en miseria, nos diera la mano y nos alimentara? ¿Quién no amaría a su madre, que desde niños veló por nosotros, que nos alimentó con sus pechos, que hizo por nosotros todo lo que hubo y que sufrió por nosotros, hasta levantarnos al estado actual en que nos encontramos?. Pues bien, mis queridos hermanos,

El Cristo Íntimo hace más que todo eso:  Él viene a nosotros cuando nosotros trabajamos sinceramente en la Gran Obra del Padre, cuando nosotros luchamos -en verdad- por eliminar nuestros defectos psicológicos, cuando nosotros bregamos por eliminar todos esos "Yoes" que en su conjunto constituyen el "mí mismo", el "sí mismo...". Él viene a nosotros cuando de verdad estamos trabajando por nuestra propia liberación.

Él sufre, desde el fondo mismo de nuestra Alma; Él viene, para hacerse cargo de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, de nuestros deseos. Él viene para combatir, en sí mismo, los "elementos inhumanos" que nosotros llevamos en nuestro interior; Él se convierte en una persona de carne y hueso, aunque las personas no le conozcan; Él vuelve a vivir el Drama Cósmico, aquí y ahora y dentro de nosotros mismos, de instante en instante, de momento en momento.

Él vuelve a ser otra vez traicionado por Judas, el demonio del deseo; por Pilatos, el demonio de la mente, que para todo encuentra disculpas, y por Caifás, el demonio de la mala voluntad. Él vuelve a ser otra vez humillado, abofeteado por todos esos "Yoes" que cargamos en nuestro interior; Él vuelve a soportar la corona de espinas, Él vuelve otra vez a ser azotado, con cinco mil y más azotes, dentro de nosotros mismos, aquí y ahora.

Y por último, Él que se convierte en el Cordero Inmolado, en el Cordero que borra nuestros propios pecados, sube al gólgota del supremo sacrificio y exclama con gran voz: "¡Padre mío, en tus manos encomiendo mi Espíritu!". Por último baja al Sepulcro y con su muerte mata a la muerte. ¡Sórbida es la muerte con victoria!. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria?

Así pues, hermanos, ha llegado la hora de amar al Cristo Íntimo; esa es la Enseñanza que nos trajo el Gran Kabir Jesús... Cuando el Señor de Perfecciones dentro de nosotros mismos, aquí y ahora resucita, nosotros resucitamos en Él y Él en nosotros, y nos convertimos de hecho en criaturas espléndidas, inmortales. Antes de poseer al Cristo Íntimo, estamos verdaderamente muertos. Solamente después de poseer en nuestro interior al Cristo Íntimo, tenemos vida en abundancia.

Hermanos gnósticos, que esta noche nos hemos reunido en este ágape místico: quiero que améis en forma más profunda al Cristo Íntimo; quiero que verdaderamente trabajéis sobre vosotros mismos, a fin de que un día pueda Él surgir en vosotros para transformaros definitivamente. Aunque el Cristo haya nacido mil veces en Belén, de nada serviría si no nace en nuestro corazón también; aunque haya sido muerto y resucitado, de nada serviría eso si no muere y resucita en nosotros también.

¡Amemos al Adorable, a ese que verdaderamente se sacrifica por nosotros, aquí y ahora! ¡Amémosle, hermanos, amémosle! Samael Aun Weor 

Cristo es el Fuego del Fuego, la Llama de la Llama, la Signatura Astral del Fuego. Sobre la Cruz del Mártir del Calvario está definido el Misterio del Cristo con una sola palabra que consta de cuatro letras: INRI. Ignis Natura Renovatur Integram. El Fuego Renueva Incesantemente la Naturaleza.

El Advenimiento del Cristo en el corazón del hombre, nos transforma radicalmente. Cristo es el LOGOS SOLAR, Unidad Múltiple perfecta. Cristo es la vida que palpita en el universo entero, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será. Mucho se ha dicho sobre el Drama Cósmico; incuestionablemente este Drama está formado por los cuatro evangelios.

Se nos ha dicho que el Drama Cósmico fue traído por los Elohim a la tierra; el Gran Señor de la Atlántida representó este drama en Carne y Hueso. El Gran KABIR JESÚS también hubo de representar el mismo Drama Públicamente en la Tierra Santa. Aunque Cristo nazca mil veces en Belem, de nada sirve si no nace en nuestro corazón también.

Aunque hubiese Muerto y resucitado al tercer día de entre los muertos, de nada sirve eso si no muere y resucita en nosotros también. Tratar de descubrir la naturaleza y la esencia del fuego es tratar de descubrir a Dios, cuya presencia real siempre se ha revelado bajo la apariencia ígnea. La zarza ardiente (Éxodo, III, 2) y el incendio del Sinaí a raíz del otorgamiento del Decálogo (Éxodo, XIX, 18): son dos manifestaciones por las que Dios apareció a Moisés.

Bajo la figura de un ser de Jaspe y Sardónico de color de llama, sentado en un Trono incandescente y fulgurante, San Juan describe al dueño del Universo. (Apocalipsis, IV, 3,5). "Nuestro Dios es un Fuego Devorador", escribe San Pablo en su Epístola a los Hebreos.

El Cristo íntimo, el Fuego Celestial, debe nacer en nosotros y nace en realidad cuando hemos avanzado bastante en el trabajo Psicológico. El Cristo íntimo debe eliminar de nuestra Naturaleza Psicológica, las mismas causas de error; los YOES CAUSAS. No sería posible la disolución de las causas del EGO en tanto el Cristo Intimo no haya nacido en nosotros.

El fuego viviente y Filosofal, el Cristo íntimo, es el Fuego del Fuego, lo puro de lo puro. El Fuego nos envuelve y nos baña por todas partes, viene a nosotros por el aire, por el agua y por la misma tierra que son conservadores y sus diversos vehículos. El Fuego Celestial debe cristalizar en nosotros, es el Cristo intimo, nuestro Salvador interior profundo.

El Señor Intimo debe hacerse cargo de toda nuestra Psiquis de los Cinco Cilindros de la máquina Orgánica; de todos nuestros procesos Mentales, Emocionales, Motores, Instintivos Sexuales.

Samael Aun Weor  La Gran Rebelión. Capítulo 23 EL Cristo Intimo

LA GRAN REBELIÓN  CAPÍTULO 23 El Cristo Intimo comentado en video por Sagrario S.G., M.G

 El V. Maestro Samael, liga el final del anterior capítulo con el presente, como una consecución del estudio del Cristo Íntimo, pues para salirse del ciclo mecánico del retorno y de la recurrencia, debemos apelar al Cristo Íntimo.

Cristo es el Fuego del Fuego, la Llama de la llama, la signatura, firma o señal astral del Fuego. Este fuego se hace cargo de todos los procesos de nuestros 5 cilindros sintetizados en los tres cerebros, que debemos purificar con los 5 elementos de la Natu­raleza. Tierra, aire, agua, fuego y éter. Este fuego está al servicio de nuestra Bendita Madre RAM-IO. Ella lo domina y lo dosifica según la necesidad del alma.

Sobre la cruz del mártir del Calvario está definido el Misterio del Cristo con una sola palabra que consta de cuatro letras: INRI. Estas iniciales definen a las palabras latinas Ignis Natura Renovatur Integram, que significan: “El Fuego Renueva completa e Incesantemente a la Naturaleza”  El Advenimiento del Cristo en el corazón del hombre, nos transforma radicalmente. El Cristo es el Logos Solar, la Unidad Múltiple perfecta. El Cristo es la vida que palpita en el universo entero. Es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.

El Drama Cósmico está formado por los cuatro evangelios, más el quinto evangelio que los devela para bien de toda la Humanidad. El Drama Cósmico fue traído por los Elohim a la tierra; el Gran Señor de la Atlántida representó este drama en carne y hueso. El Gran Kabir Jesús de Nazaret también hubo de representar el mismo drama públicamente en Tierra Santa, como testimonio del camino que todo iniciado debe recorrer para alcanzar la liberación final y poder entrar en el Absoluto.

Aunque Cristo nazca mil veces en el portal de Belén, de nada sirve si no nace en nuestro corazón. Aunque hubiese muerto y resucitado al tercer día de entre los muertos, de nada sirve, si no muere y resucita en nosotros. Debemos tratar de descubrir la naturaleza y esencia del fuego en nosotros. Tratar de descubrir a Dios en nuestra vida, esencia y conciencia, tratar de descubrir su Presencia real, que siempre se revela bajo la apariencia ígnea. El Cristo está en nuestra sangre, en nuestro aire y en nuestras energías vitales.

Él es “el camino, la verdad y la vida”. El es lo más divino en nosotros; toda la Creación es Verbo condensado, sin la vibración no existiría el Universo. Todos los valores positivos son su expresión, porque irradia el más sublime y puro amor, como primera ley del Infinito. El Cristo nos envía a conocer -lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno-; nos envía a conectar con nuestra parte oscura para que su Luz brille en las tinieblas. Se sufre en el trabajo de la disolución del ego hasta que toda imperfección haya sido eliminada. Ese trabajo lo realiza Él Cristo y la conciencia, es su beneficiaria.

 La purificación de la conciencia es indispensable para disfrutar de las bondades del alma fusionada con su Cristo Íntimo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el Señor al que ama, disciplina”. Así cantaba San Juan de la Cruz: “Ho llama de amor viva”. Hay tantos padres en el cielo como hijos en la tierra. Todos somos iguales, llamados a la cristificación, con las mismas posibilidades.

Nadie sobra en la Creación. Todos somos expresión de nuestro Dios interno y Él quiere manifestar su Gloria “así en el cielo como en la tierra”... Todos tenemos una labor que realizar hasta alcanzar el Aeon 13

Pero no es una obligación, tenemos el libre albedrío para aceptar al Cristo o desobedecerlo... Esto es algo que los bribones del intelecto prefieren ignorar por su ceguera espiritual… Nadie está de sobra en esta manifestación, cada reino cumple un orden perfecto en la armonía del Cosmos Infinito…

Dios nos ha dotado de todos los elementos necesarios para llegar a cristalizar en nosotros al CristoSin embargo en este kali-yuga, -donde abundan las tinieblas y reina el anti-cristo- las elites gobernantes dicen que muchos sobramos, que no somos tan necesarios porque siendo tantos no pueden dominarnos a su placer…Desconociendo totalmente la inmensidad de planetas que llenan el espacio con su inmensa vida.

Dicen que no somos necesarios para enriquecerlos, ni para ocupar puestos de trabajos que serán suplidos por los robots… Dicen que prefieren un mundo robotizado, un mundo mecanizado y digitalizado al extremo. Un mundo en donde todo esté saturado por la inteligencia artificial sin conciencia ni valores humanos…

Pero resulta ser un descalabro y un gran fracaso pretender quitar al ser humano su posibilidad de cristificación, intentando cambiar el ADN de su estructura atómica mediante inoculaciones químicas. Ahora prima más el trabajo mecánico o robótico, ya está implantado hasta en las profesiones más sensibles como la medicina y otros servicios.

Como si fuéramos entes físicos o materia manipulable, se fomenta la sexualidad degenerada, la educación artificiosa, la vida sin religión ni moral que solo atiende a sus demandas instintivas y animales. Lamentablemente quien llega a ostentar el poder, es porque ha tenido un mecenas que a cambio le exigirá cierto comportamiento acorde a sus propios intereses. Como un pastor que no vela por el bien de las ovejas, ni va en favor del ser humano, sino que trabaja por los intereses personales del jefe del rebaño.

 En estos tiempos del fin… Los secuaces del anticristo se asegurarán de que nos mantengamos endeudados para tenernos oprimidos. Los intereses de los secuaces del anticristo comercializarán con nuestra salud. Los belicosos amigos del anticristo que fabrican todo tipo de armas, seguirán promoviendo conflictos. La información defectuosa de los bribones del intelecto, se sustentará en la mentira… Y los legisladores, modificarán las leyes a su gusto y conveniencia.

Pero quien confía en el Cristo logrará el triunfo. Hemos sido creados para alcanzar la perfección mediante el fuego crístico. La zarza ardiente y el incendio del Sinaí con la entrega de los diez mandamientos, son dos manifestaciones por las que Dios apareció a Moisés en forma de fuego. En Apocalipsis 4; San Juan describe al Señor del Universo en un trono establecido en el cielo. Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a una piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante a la esmeralda… Y del trono salían relámpagos y truenos y voces… 

Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, echan sus coronas delante del trono, diciendo: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.

San Pablo en  hebreos 12 dice: “En estos postreros días –Dios- nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”-Por su mediación- "recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella, sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia, porque nuestro Dios es fuego consumidor"

La Gran Obra de la cristificación es ardua. El Cristo íntimo, es el Fuego consumidor Celestial, que debe nacer en nosotros y que nace en realidad cuando hemos avanzado bastante en el trabajo psicológico. Porque el Cristo íntimo debe eliminar de nuestra naturaleza psicológica, las mismas causas de error o los llamados “yoes causa”.No sería posible la disolución total de las causas del ego, en tanto el Cristo Intimo no haya nacido en nosotros. En esto estriban los doce trabajos de Hércules y de todos los iniciados que aspiran -arrepentidos- a la trascendencia y a la ascensión mediante su Redención.

 El fuego viviente y fuego filosofal es el Cristo íntimo. El Fuego del Fuego, lo puro de lo puro. El Fuego nos envuelve y nos baña por todas partes, está en el aire, en el agua, en la misma tierra como receptáculos vivientes en sus diversos vehículos de todo lo creado.

Ese Fuego Celestial debe cristalizar en nosotros, como camino iniciático con Verdad Única, con su objetivo último y su galardón será el mismo Padre. Porque el Cristo Íntimo, es nuestro Salvador interior profundo. El Señor Intimo debe hacerse cargo de toda nuestra Psiquis de los Cinco Cilindros de la máquina Orgánica; de todos nuestros procesos Mentales, Emocionales, Motores, Instintivos y Sexuales.

“¡Salve Oh, Osiris, Ser Bueno, señor del Amenti, Cristo egipcio! ¡En tu reino de fuego déjame entrar!

Que me reciban con cantos júbilo Los señores de la Tierra santa e incandescente

¡Que a Tu lado me concedan un puesto como llama viviente! ¡Que en el momento propicio encuentre a Isis y a Neftis

Expresión de la purificación como antorcha del Kundalini! ¡Qué favorablemente me acoja -mi Padre- el Ser Bueno!

¡Que en el mundo del Re-Stau pueda acompañar a Horus y a Osiris a Djedú! ¡Que pase por todas las regiones del Más allá como pábilo prendido!

¡Que mi corazón redimido brille en todas sus metamorfosis!

LA GRAN REBELIÓN  CAPÍTULO 23 El Cristo Intimo comentado en video por Sagrario S.G., M.G

 

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