Belcebú
Belcebú de grandes pecadores nacen grandes virtuosos. Todo en la vida es solo cuestión de costumbres.
Un fornicario es un sujeto que acostumbró sus órganos genitales a cohabitar intensamente; pero si ese mismo sujeto cambia la costumbre de cohabitar por la costumbre de no cohabitar, entonces se transforma en un casto.
Tenemos por ejemplo el caso asombroso de María Magdalena, la famosa prostituta; María Magdalena vino a ser la famosa Santa Magdalena, prostituta arrepentida. María Magdalena vino a ser la casta discípula del Cristo.
Pablo de Tarso, el encarnizado perseguidor de los gnósticos, después del acontecimiento que le sucedió en su camino a Damasco, recibió la sagrada iniciación y dejó la costumbre de perseguir a los cristianos, y en cambio adoptó las costumbres gnósticas, y se volvió un profeta gnóstico, cristiano.
Un malvado, si cambia sus costumbres de malvado, por las costumbres de santo, se vuelve santo.
Y después de este preámbulo, entremos en el interesante tema de nuestro presente capítulo. Belcebú, el antiguo príncipe de los demonios, en nuestro actual período terrestre llegó a un grado de perversidad imposible de pintar con palabras.
Cuando el mago quería llamarlo en el astral tenía que armarse de un valor terrible para poder hacerle frente a la bestia más monstruosa que hayan podido conocer los innumerables ciclos de evolución histórica. El mago pronunciaba el siniestro Mantras de evocaciones tenebrosas que se escribe así:
Antia rara rá rá........y se pronuncia así: aaaaannn...... tiiiii Aaaaaa! ra........ rá........ rá........rá........! Y llamando a Belcebú tres veces por su nombre. Entonces una brisa de muerte helaba la atmósfera del evocador, y el príncipe de los demonios contestaba con un rugido aterrador que parecía salir de todas las cavernas de la tierra. Belcebú concurría al llamado del valeroso mago, y sus pasos eran como el trotar de un potro Infernal, y su presencia, mil veces más terrible, mil veces más horrible que la muerte.
¡Ay¡ de aquel osado que se atreviera a llamar al príncipe de los demonios sin estar debidamente preparado. ¡Ay! del atrevido, porque moría bajo las garras de la horrible bestia. Pero el mago bien disciplinado, firme como un guerrero, extendía su mano derecha hacia el príncipe de los demonios y lo conjura con las siguientes palabras: "En nombre de Júpiter, padre de los dioses, yo te conjuro, "Te vigos cossilim" y el monstruo queda entonces apabullado.
Su presencia era como la de un melenudo y gigantesco gorila. Con su larga cola envolvía a sus discípulos o amigos mientras hablaba con ellos. Sus ojos eran como de toro, su nariz como de caballo, boca como de mula, sus pies y manos enormes y horribles, su cuerpo peludo como el cuerpo de un gorila. En la cabeza llevaba un bonete y en sus hombros una capa negra de príncipe de los demonios, y en su cintura un cordón con siete nudos, como el que usan los caballeros templarios de Cherenzi y los magos negros de la escuela Amorc de California.
Todas estas prendas denotaban que era un príncipe de los demonios, un mago negro de 13º iniciación negra. Cuando firmaba pacto con los magos negros escribía en un documento lo siguiente: "Bel tengo mental la petra, y que a el la anduve sedra vao genizar ledes". Belcebú sabía abandonar el plano astral momentáneamente para entrar en el plano físico y así se hacía visible y tangible para sus atrevidos invocadores del plano físico.
Enriquecía a aquellos con quienes firmaba pactos y el alma del pactante quedaba esclava de Belcebú. Él les daba dinero, pero el invocador tenía que resolverse a seguir a Belcebú en determinado momento en día, hora y minuto determinado. Belcebú mismo desencarnaba al pactante y se lo llevaba para ponerlo a su servicio, pues le exigía la vida y el alma de su hijo más querido.
Sé de un rico hacendado que tiene pacto firmado con otro demonio que no es Bel, y cada año desaparece misteriosamente un obrero de su finca. Una niña contempló a su madre precisamente en el momento en que por mano misteriosa desaparecía arrancada por alguien sin ser visto, quedando la niña huérfana, y es que los magos negros pueden llevarse al plano astral a sus víctimas aun con carne y hueso para ponerlas a su servicio en ese plano.
Tanto los rosacrucistas como sus congéneres los seudo rosacrucistas dirán que esto es un imposible, que el autor anda desquiciado de banda a banda; yo les recomiendo que estudien la novela Iniciática de ocultismo de Krumm Heller (Huiracocha) para que se den cuenta de la historia del Santo Grial. Ese cáliz estuvo en el plano físico y ahora está metido dentro del plano astral, junto con el templo que antes era físico y una parte de la montaña de Monserrate en España, Cataluña.
Esto se llama estado de Jinas. (Dicho cáliz está lleno de la sangre del Redentor del mundo, que José de Arimatea recogió al pié de la cruz del Gólgota). En dicha obra vemos cómo el Comandante Montero entró con su cuerpo físico al templo auténtico Rosacruz de Chapultepec. Ese templo está en estado de Jinas, y Montero entró a ese templo con su cuerpo en estado de Jinas.
El doctor Rudolf Esteiner, gran médico alemán, dijo: "Un cuerpo puede estar dentro de los mundos internos sin perder sus características físicas". Mario Rosso de Luna, hace bellos estudios sobre las tierras de Jinas, don Mario murió desilusionado de la Sociedad Teosófica. La Rosacruz es uno de los siete santuarios iniciáticos que están en el astral; pero todas las escuelas rosacrucistas conocidas en el mundo físico actualmente, son falsas: dichas escuelas cayeron en manos de Yahvé.
Los indios de América conocieron a fondo los estados de Jinas, y cuando llegaron los conquistadores españoles, escondieron sus templos más sagrados dentro del plano astral, y así salvaron sus misterios Mayas de la profanación española. El Santuario de misterios Mayas es otro de los siete grandes santuarios ocultos que están ahora dentro del plano astral.
Cuando un cuerpo físico actúa dentro del plano astral, queda sujeto a las leyes de dicho plano, sin perder sus características fisiológicas. Sé de un sujeto que se hurtó dos barras de oro de la profunda cueva de los Pregoneros (Estado Mérida, Venezuela) y ya fuera de la cueva el hombre en cuestión sintió que las barras se movían en sus manos simultáneamente con una tempestad que estalló cuando el hombre salió de la cueva. Al mirar vio que sus dos barras de oro se le habían vuelto dos horribles culebras; el hombre las arrojó de sus manos y huyó despavorido.
También sucede que un desencarnado abandone momentáneamente el plano astral y se meta dentro del plano físico; entonces dicho individuo se hace invisible para los del plano astral, pero queda visible y tangible para los del mundo físico; en ese caso queda el desencarnado sujeto momentáneamente a las leyes que rigen en el plano físico, pero sin que su cuerpo astral pierda sus características. De esos casos se cuentan por miles en los anales de las apariciones de las sociedades psíquicas.
Estas son las apariciones de fallecidos de que hablan los espiritistas. Pero éstos jamás han sabido explicar estas cosas y solo superficialmente dicen que esos son fenómenos de materialización y los llenan de un millón de teorías.
Ellos ignoran que el alma puede entrar a los distintos departamentos del reino. Lo que se requiere es aprender a hacerlo tal como lo saben los magos. El mago no necesita de médiums espiritistas para realizar estos fenómenos de magia práctica; lo que sucede es que cuando se explica la magia tal como es, a los fantásticos se les hace algo sin razón y prefieren seguir su mundo de ilusión. Conozco el caso de un evocador que llamó a Belcebú con la clavícula (clave) de Salomón, que es como sigue:
"Agíon tetra-gram vaicheón estimilia matón espares tetragrammaton orgoran irion. Erglion existion eryona ómera brasin moim mesias soler, Emanuel Sabaot Adonai. Te adoro y te invoco".
Cuando el evocador vio a Belcebú en mitad de la pieza, se llenó de infinito terror y no se atrevió a hacer con él ningún pacto porque se le trabó la lengua. Belcebú tenía siempre su caverna llena de armas y de sellos para marcar los cuerpos astrales de sus discípulos. Yo, Aun Weor, observaba siempre en el astral a Bel y procuré ganarme su cariño, porque me llamaba sobre manera la atención el hecho de que irradiaba amor a sus amigos.
Era un caso rarísimo y único en su género, pues yo jamás había oído hablar de que un demonio irradiara luz azul que es la del amor. Ciertamente que me hacía terribles amenazas, pero yo lo vencía con mis Mantras y lo acompañaba a sus cavernas en el astral, y llegué hasta tomar parte en sus festines fingiéndome mago negro y hasta su colega, para así estudiar más de cerca a aquel personaje. Mi intención a largo plazo era realizar la hazaña más grande del cosmos: sacar a Bel de la Logia Negra y convertirlo en discípulo de la Logia Blanca.
Mis discípulos consideraban todo aquello como un verdadero imposible y Bel no dejaba de amenazarme, pero a pesar de todo yo no desmayaba. Hubo un curioso suceso que vino a darme ánimo en mi intento. Una noche, junto con un Chela, invocamos a Belcebú en astral, y una vez que él concurrió a nuestro llamado, lo invitamos a cenar.
Él aceptó la invitación y concurrimos a un restaurante del plano astral. (Como ya hemos explicado el cuerpo astral también come elementos afines a su organismo y el mundo astral es casi igual al nuestro); así fue que pedí, para Bel un alimento, y yo me contenté con beber un vaso de agua. Cuando Bel se sentó a la mesa se quitó el bonete de la cabeza y caballerosamente empezó a comer.
Era curioso ver a aquel especie de gorila comiendo en la mesa como todo un señor. Algunos Chelas que se hallaban en aquel recinto se dirigieron a mí diciéndome que eso era falta de respeto mío, llevando a ese demonio a aquel recinto y como era de esperar, lo miraban con asco e hicieron el vacío. Yo les contesté: éste también es un hombre y merece que se le respete. Bel tomó la palabra y en tono de profunda tristeza dijo: "todos me desprecian. El único que no me desprecia es mi amigo Aun Weor". Esta exp