Belcebú

Belcebú de grandes pecadores nacen grandes virtuosos

BelcebuTodo en la vida es solo cuestión de costumbres. Un fornicario es un sujeto que acostumbró sus órganos genitales a cohabitar intensamente; pero si ese mismo sujeto cambia la costumbre de cohabitar por la costumbre de no cohabitar, entonces se transforma en un casto.

Tenemos por ejemplo el caso asombroso de María Magdalena, la famosa prostituta; María Magdalena vino a ser la famosa Santa Magdalena, prostituta arrepentida. María Magdalena vino a ser la casta discípula del Cristo.

Pablo de Tarso, el encarnizado perseguidor de los gnósticos, después del acontecimiento que le sucedió en su camino a Damasco, recibió la sagrada iniciación y dejó la costumbre de perseguir a los cristianos, y en cambio adoptó las costumbres gnósticas, y se volvió un profeta gnóstico, cristiano.

Un malvado, si cambia sus costumbres de malvado, por las costumbres de santo, se vuelve santo.

Y después de este preámbulo, entremos en el interesante tema de nuestro presente capítulo. Belcebú, el antiguo príncipe de los demonios, en nuestro actual período terrestre llegó a un grado de perversidad imposible de pintar con palabras. Cuando el mago quería llamarlo en el astral tenía que armarse de un valor terrible para poder hacerle frente a la bestia más monstruosa que hayan podido conocer los innumerables ciclos de evolución histórica. El mago pronunciaba el siniestro Mantras de evocaciones tenebrosas que se escribe así:

Antia rara rá rá........y se pronuncia así: aaaaannn...... tiiiii Aaaaaa! ra........ rá........ rá........rá........! Y llamando a Belcebú tres veces por su nombre. Entonces una brisa de muerte helaba la atmósfera del evocador, y el príncipe de los demonios contestaba con un rugido aterrador que parecía salir de todas las cavernas de la tierra. Belcebú concurría al llamado del valeroso mago, y sus pasos eran como el trotar de un potro Infernal, y su presencia, mil veces más terrible, mil veces más horrible que la muerte.

¡Ay¡ de aquel osado que se atreviera a llamar al príncipe de los demonios sin estar debidamente preparado. ¡Ay! del atrevido, porque moría bajo las garras de la horrible bestia. Pero el mago bien disciplinado, firme como un guerrero, extendía su mano derecha hacia el príncipe de los demonios y lo conjura con las siguientes palabras: "En nombre de Júpiter, padre de los dioses, yo te conjuro" "Te vigos cossilim" y el monstruo queda entonces apabullado.

Su presencia era como la de un melenudo y gigantesco gorila. Con su larga cola envolvía a sus discípulos o amigos mientras hablaba con ellos. Sus ojos eran como de toro, su nariz como de caballo, boca como de mula, sus pies y manos enormes y horribles, su cuerpo peludo como el cuerpo de un gorila. En la cabeza llevaba un bonete y en sus hombros una capa negra de príncipe de los demonios, y en su cintura un cordón con siete nudos, como el que usan los caballeros templarios de Cherenzi y los magos negros de la escuela Amorc de California.

Todas estas prendas denotaban que era un príncipe de los demonios, un mago negro de 13º iniciación negra. Cuando firmaba pacto con los magos negros escribía en un documento lo siguiente: "Bel tengo mental la petra, y que a el la anduve sedra vao genizar ledes". Belcebú sabía abandonar el plano astral momentáneamente para entrar en el plano físico y así se hacía visible y tangible para sus atrevidos invocadores del plano físico.

Enriquecía a aquellos con quienes firmaba pactos y el alma del pactante quedaba esclava de Belcebú. Él les daba dinero, pero el invocador tenía que resolverse a seguir a Belcebú en determinado momento en día, hora y minuto determinado. Belcebú mismo desencarnaba al pactante y se lo llevaba para ponerlo a su servicio, pues le exigía la vida y el alma de su hijo más querido.

Sé de un rico hacendado que tiene pacto firmado con otro demonio que no es Bel, y cada año desaparece misteriosamente un obrero de su finca. Una niña contempló a su madre precisamente en el momento en que por mano misteriosa desaparecía arrancada por alguien sin ser visto, quedando la niña huérfana, y es que los magos negros pueden llevarse al plano astral a sus víctimas aun con carne y hueso para ponerlas a su servicio en ese plano.

Tanto los rosacrucistas como sus congéneres los seudo rosacrucistas dirán que esto es un imposible, que el autor anda desquiciado de banda a banda; yo les recomiendo que estudien la novela Iniciática de ocultismo de Krumm Heller (Huiracocha) para que se den cuenta de la historia del Santo Grial. Ese cáliz estuvo en el plano físico y ahora está metido dentro del plano astral, junto con el templo que antes era físico y una parte de la montaña de Monserrate en España, Cataluña.

Esto se llama estado de Jinas. (Dicho cáliz está lleno de la sangre del Redentor del mundo, que José de Arimatea recogió al pié de la cruz del Gólgota). En dicha obra vemos cómo el Comandante Montero entró con su cuerpo físico al templo auténtico Rosacruz de Chapultepec. Ese templo está en estado de Jinas, y Montero entró a ese templo con su cuerpo en estado de Jinas.

El doctor Rudolf Esteiner, gran médico alemán, dijo: "Un cuerpo puede estar dentro de los mundos internos sin perder sus características físicas". Mario Rosso de Luna, hace bellos estudios sobre las tierras de Jinas, don Mario murió desilusionado de la Sociedad Teosófica. La Rosacruz es uno de los siete santuarios iniciáticos que están en el astral; pero todas las escuelas rosacrucistas conocidas en el mundo físico actualmente, son falsas: dichas escuelas cayeron en manos de Yahvé.

Los indios de América conocieron a fondo los estados de Jinas, y cuando llegaron los conquistadores españoles, escondieron sus templos más sagrados dentro del plano astral, y así salvaron sus misterios Mayas de la profanación española. El Santuario de misterios Mayas es otro de los siete grandes santuarios ocultos que están ahora dentro del plano astral.

Cuando un cuerpo físico actúa dentro del plano astral, queda sujeto a las leyes de dicho plano, sin perder sus características fisiológicas. Sé de un sujeto que se hurtó dos barras de oro de la profunda cueva de los Pregoneros (Estado Mérida, Venezuela) y ya fuera de la cueva el hombre en cuestión sintió que las barras se movían en sus manos simultáneamente con una tempestad que estalló cuando el hombre salió de la cueva. Al mirar vio que sus dos barras de oro se le habían vuelto dos horribles culebras; el hombre las arrojó de sus manos y huyó despavorido.

También sucede que un desencarnado abandone momentáneamente el plano astral y se meta dentro del plano físico; entonces dicho individuo se hace invisible para los del plano astral, pero queda visible y tangible para los del mundo físico; en ese caso queda el desencarnado sujeto momentáneamente a las leyes que rigen en el plano físico, pero sin que su cuerpo astral pierda sus características. De esos casos se cuentan por miles en los anales de las apariciones de las sociedades psíquicas.

Estas son las apariciones de fallecidos de que hablan los espiritistas. Pero éstos jamás han sabido explicar estas cosas y solo superficialmente dicen que esos son fenómenos de materialización y los llenan de un millón de teorías.

Ellos ignoran que el alma puede entrar a los distintos departamentos del reino. Lo que se requiere es aprender a hacerlo tal como lo saben los magos. El mago no necesita de médiums espiritistas para realizar estos fenómenos de magia práctica; lo que sucede es que cuando se explica la magia tal como es, a los fantásticos se les hace algo sin razón y prefieren seguir su mundo de ilusión. Conozco el caso de un evocador que llamó a Belcebú con la clavícula (clave) de Salomón, que es como sigue:

"Agíon tetra-gram vaicheón estimilia matón espares tetragrammaton orgoran irion. Erglion existion eryona ómera brasin moim mesias soler, Emanuel Sabaot Adonai. Te adoro y te invoco".

Cuando el evocador vio a Belcebú en mitad de la pieza, se llenó de infinito terror y no se atrevió a hacer con él ningún pacto porque se le trabó la lengua. Belcebú tenía siempre su caverna llena de armas y de sellos para marcar los cuerpos astrales de sus discípulos. Yo, Aun Weor, observaba siempre en el astral a Bel y procuré ganarme su cariño, porque me llamaba sobre manera la atención el hecho de que irradiaba amor a sus amigos.

Era un caso rarísimo y único en su género, pues yo jamás había oído hablar de que un demonio irradiara luz azul que es la del amor. Ciertamente que me hacía terribles amenazas, pero yo lo vencía con mis Mantrams y lo acompañaba a sus cavernas en el astral, y llegué hasta tomar parte en sus festines fingiéndome mago negro y hasta su colega, para así estudiar más de cerca a aquel personaje. Mi intención a largo plazo era realizar la hazaña más grande del cosmos: sacar a Bel de la Logia Negra y convertirlo en discípulo de la Logia Blanca.

Mis discípulos consideraban todo aquello como un verdadero imposible y Bel no dejaba de amenazarme, pero a pesar de todo yo no desmayaba. Hubo un curioso suceso que vino a darme ánimo en mi intento. Una noche, junto con un Chela, invocamos a Belcebú en astral, y una vez que él concurrió a nuestro llamado, lo invitamos a cenar.

Él aceptó la invitación y concurrimos a un restaurante del plano astral. (Como ya hemos explicado el cuerpo astral también come elementos afines a su organismo y el mundo astral es casi igual al nuestro); así fue que pedí, para Bel un alimento, y yo me contenté con beber un vaso de agua. Cuando Bel se sentó a la mesa se quitó el bonete de la cabeza y caballerosamente empezó a comer.

Era curioso ver a aquel especie de gorila comiendo en la mesa como todo un señor. Algunos Chelas que se hallaban en aquel recinto se dirigieron a mí diciéndome que eso era falta de respeto mío, llevando a ese demonio a aquel recinto y como era de esperar, lo miraban con asco e hicieron el vacío. Yo les contesté: éste también es un hombre y merece que se le respete. Bel tomó la palabra y en tono de profunda tristeza dijo: "todos me desprecian. El único que no me desprecia es mi amigo Aun Weor". Esta experiencia astral me dio ánimo para continuar con mi anhelado propósito de sacar a Bel de la Logia Negra y hacerlo discípulo de la Fraternidad Blanca.

A algunos teosofistas se les hará imposible que el cuerpo astral pueda beber y comer, pero es que a ellos su mística morbosa les vive diciendo que el cuerpo astral es algo vago, un fluido vaporoso, intangible e inmaterial y como sólo son teorizantes, no se les ocurre comprobar: Que se estudien dichos señores a Vivekananda para que se enteren de que los cuerpos internos (cuerpo astral) también son materiales. Los gnósticos decimos que nada puede existir, ni aun Dios, sin el auxilio de la materia. El cuerpo astral también es material y es un organismo tan denso como el físico.

Por el hecho de que la materia en última instancia se reduzca a energía, por ello no se va a negar cuando pase a dicho estado, si con nuestro sentido de la vista no lo podemos ver, es porque pertenece a la cuarta dimensión, y nuestros ojos físicos no sirven para ver el astral hasta tanto que los hagamos aptos o que nos metamos en el mundo astral con nuestro cuerpo físico. El organismo astral es tan denso como el físico, pero pertenece a otro departamento del reino.

El cuerpo astral es muchísimo más sensitivo que el cuerpo físico. El organismo astral es como un duplicado del físico y tiene que nutrirse con alimentos afines, tal como lo hace el cuerpo físico. El ocultista utiliza el cuerpo astral para estudiar y para sus grandes investigaciones porque dicho cuerpo está colocado ventajosamente sobre el material, para él no existe tiempo ni distancia, y lo que él aprende queda de inmediato grabado para siempre en la conciencia del ser. Así mi caro lector, no se os haga raro el que Belcebú haya cenado conmigo en dicho campo.

Varias veces había yo llamado la atención al Íntimo de Bel para que hiciera algo por su alma, pero la contestación de su Íntimo era: "no puedo", no me obedece, mucho he luchado, pero es imposible. Y es que Belcebú, como los magos negros de la escuela Amorc, consideraba que el espíritu es inferior y que el alma es superior, por ser dizque más psíquica. Belcebú, al igual que los discípulos de la escuela Amorc, estaba convencido de que el Guardián del Umbral era su Yo superior. Precisamente por ellos Bel no escuchaba a su Íntimo. Él ignoraba que estaba en el mal y atacaba furioso a los magos blancos creyéndolos perversos. El se sentía santo y bueno y a los magos blancos los consideraban demonios.

Él ignoraba nuestro principio gnóstico que dice: "Un alma se tiene, y un espíritu se "es". "Antes de que la falsa aurora apareciera sobre la tierra, aquellos que sobrevivieron al huracán y a la tormenta, alabaron al Íntimo y a ellos se les aparecieron los heraldos de la aurora" (Del testamento de la sabiduría). El Íntimo es nuestro sol interno, y el alma que se aleja del Íntimo, va al abismo. El espíritu es nuestro Yo superior, y el alma que se aleje de su espíritu, se desintegra: esa es la muerte segunda.

Lleno de ánimo por aquellas palabras que Belcebú manifestó en medio de la cena, hice un nuevo experimento: lo invoqué nuevamente en el astral, y una vez que concurrió a mi llamado, diplomáticamente lo invité a tomarse algunas copas conmigo. Belcebú alegre y feliz aceptó mi invitación, y conforme caminábamos por el plano astral, le iba yo cambiando la vibración, hasta que al fin lo saqué del plano astral y lo llevé al plano de conciencia más divino del cosmos. Este plano es llamado por la Maestra Blavatsky en su primer tomo de la Doctrina Secreta, "El anillo no se pasa".

Consideremos al cosmos como un gran árbol, con sus raíces en el absoluto: esas raíces vienen a ser el "Anillo no se pasa", porque de ese plano no puede pasar nadie, ni los dioses más grandes del cosmos pueden pasar de ese anillo.

Quedó Belcebú realmente deslumbrado ante la terrible luminosidad de esa inefable región indescriptible por su belleza y felicidad, pero sintió terror, hacia cuatro eternidades que Belcebú vivía entre las tinieblas de las cavernas tenebrosas, y ahora al ver la luz, sentía miedo... y con voz ronca, exclamó: "Esto siempre es terrorífico". Más terroríficas son las tinieblas en que tú vives le respondí, y caminando por ese plano pasamos por frente a una casa. ¿Se puede entrar? Me preguntó, y yo le contesté afirmativamente. Inmediatamente entramos y estuvimos en ella un rato.

Para Belcebú todo aquello era realmente nuevo y se sentía mal: él estaba acostumbrado a vivir entre los profetas velados y, por lo tanto la luminosidad terrible de ese plano lo fastidiaba horriblemente. Después de un rato de luz lo llevé al otro extremo, a las terribles tinieblas del Avitchi de nuestra tierra, donde no se ven sino pedazos de almas en estado de desintegración, almas de prostitutas que a fuerza de tanto cohabitar se separaron totalmente del Íntimo, quienes acostadas en sus inmundos lechos se van desintegrando, cual velas que se derriten con el fuego de la pasión.

Había allí almas de demonios que ya parecían sólo pedazos. "Aquí me siento un poco mejor", me dijo Belcebú y yo le contesté: tendrás que acostumbrarte a la luz. Eso da trabajo porque hace mucho tiempo que vivo en las tinieblas, me respondió, y yo mostrándole los pedazos de almas, le advertí: aquí vendrás si sigues con tus maldades. Luego lo llevé nuevamente a su plano astral.

A pesar de que no fue del todo satisfactoria para mí aquella prueba, yo no desmayé. Comprendí que él tenía el Guardián del Umbral dentro de sus cuerpos internos y, como es lógico, ese guardián tan respetado por los magos negros de Cherenzi y de la Amorc lo esclavizaba totalmente a pesar de las esperanzas prometedoras que yo observaba en Belcebú.

No se había enfurecido contra la luz, únicamente lo había fastidiado. En el astral sufría mucho: todos los espiritualistas le hacían el asco y él estaba muy desilusionado de su gente. Siempre el mismo déspota que detrás del altar dirigía su templo, siempre los mismos vicios, y esos vicios lo tenían ya hecho un gorila, una bestia inmunda. Todo esto, yo, Aun Weor, lo comprendía y por ello no desmayaba, máxime cuando ya él trataba de sentir cariño por mí y me consideraba su mejor amigo.

Realicé un tercer experimento, el cual fue realmente decisivo: Llevé a Bel por segunda vez al "Anillo no se pasa", ya allí, invoqué sus mejores y antiquísimos amigos de la época de Saturno: esos amigos eran ahora luminosos señores de la mente, señores de la luz y, llenos de dolor abrazaron a Belcebú y le dijo uno de ellos: jamás creí llegar a verte en este estado. Bel respondió: ya veis a donde he llegado. Parecía Bel en aquel plano algo así como un gorila de la selva africana dentro de un elegante salón de París.

Pero Belcebú al reconocer a sus amigos más queridos, se consternó en lo hondo de su alma y comprendió totalmente su extravío. Ese era Belcebú, el simpático y apuesto galán de la Arcadia. Si no hubiera sido por las tabernas, no hubiera conocido al horrible mago negro que lo extravió.

Pedí permiso a los maestros de aquel luminoso plano, para dejar a Belcebú por un tiempo en esa luminosa región, y los Maestros accedieron gustosos a mi petición a condición de estarlo visitando constantemente, y formamos cadena de amor al rededor de Bel. Y lo inundamos con nuestro amor, y lo llenamos con nuestros mejores átomos y lo saturamos de luz y esplendor. Constantemente visitaba yo a Belcebú; él permanecía triste, era el único gorila en aquel plano de dioses... todos los seres de aquella región lo miraban con curiosidad y los antiguos amigos del período de Saturno lo aconsejaban y ayudaban.

Belcebú se iba acostumbrando poco a poco a la luz, y en el fondo de su alma sentía, remordimiento por el tiempo perdido, vergüenza con sus mejores amigos y ansias de mejoramiento. Lo ayudamos y lo unimos temporalmente con su Dios interior, con su Íntimo, y el "Glorían" también hizo un esfuerzo supremo para llamar a su alma a la unión con el Íntimo.

Al llegar a esta parte de nuestro libro, a los ocultistas se les hará raro oír hablar del "Glorían". En realidad el "Glorían" no es más que un rayo de donde emanó el Íntimo. El "Glorían" es sustancia pero no es espíritu ni materia. El "Glorían" es un hálito para sí mismo ignoto, un hálito del Absoluto, uno de los tantos hálitos del Gran Aliento. El hilo "Átmico" de los hindúes. El Absoluto en nosotros, nuestro rayo Individual, nuestro "Real Ser" todo hecho gloria, el alma aspira a unirse con el Íntimo, y el Íntimo aspira a unirse con el "Glorían".

La sede de nuestro "Glorían" es la silla turca de nuestro organismo. La silla turca está formada por las vértebras cervicales de nuestra columna espinal, ahí tiene el "Glorían" sus átomos de plata, y al unirse Bel con su "Glorían" brillaba la luz blanca del "Glorían con todo su esplendor en esa parte de su organismo astral. La momentánea fusión con el Íntimo le quitó la horrible apariencia de gorila, y vestido con las vestiduras del Íntimo tomó la presencia del simpático joven de la Arcadia, no debemos olvidar que los átomos del "Glorían" son de plata y que el Santo Grial es de plata y no de oro como pretenden algunos Rosacrucistas, y el Cáliz que llevan sobre la capucha de su frente los iniciados del Dios Sirio, es de plata.

Cualquier Chela que visite la iglesia trascendida de la estrella Sirio, se convencerá de mi afirmación. En Belcebú se producía una gran Revolución interior, una noche, la más quieta, la más callada, hice unos experimentos de Teurgia que fueron realmente decisivos. Proyecté para Bel, sobre el escenario cósmico, algunas escenas de los Archivos Akáshicos. Allí aparecían aquellas primitivas épocas del período de Saturno, cuando aun Belcebú era un hombre bueno y sencillo, cuando todavía no había cogido vicios, cuando aun no era amigo de lupanares ni tabernas. Aquellas escenas se deslizaban todas en sucesivo orden, y Belcebú las contemplaba silencioso. Luego aparecieron las tabernas y las Fiestecitas y las noches de vela, y vinieron los lupanares y la orgía.

Belcebú lleno de terrible emoción interna, contemplaba aquellas antiquísimas escenas y recordaba sus errores. Estaba en presencia de las primitivas causas que lo habían conducido a su actual estado. Una verdadera revolución de Bel estaba en actividad. Se revolucionaba Bel contra el odio, contra el egoísmo, contra los vicios, contra la fornicación, contra la ira, contra el crimen, etc. De pronto surge dentro de la escena algo tétrico y horrible, este ser, era un horrible demonio, vestido con túnica negra, y en sus orejas llevaba dos aretes.

Los ojos de semejante demonio se brotaban hacia afuera, y lo envolvía una atmósfera de profundas tinieblas. Belcebú se quedó atónito contemplándolo, era su antiquísimo Maestro, era el horrible mago negro que con sus claves maravillosas lo sacaba siempre triunfal en el vicio del juego, era el horrible demonio que lo condujo a la primera iniciación negra.

Fue quien lo esclavizó del guardián del umbral en aquel antiquísimo templo tenebroso, donde pasó el primer ritual que hoy en día pasan los magos negros de la escuela Amorc de California. Sonriente se acercó el siniestro personaje a Bel para saludarlo, y Belcebú como atraído por un hechizo hipnótico, quiso acercarse para corresponder el saludo, pero se detuvo, un gesto de rebeldía surgió en el fondo de su alma y exclamó heroicamente no, no te saludo, nada quiero contigo, tú eres el culpable de que yo esté en este estado.

Entonces el siniestro personaje respondió con una voz muy ronca, que parecía emanar del fondo de los siglos, y de la profundidad de las cavernas tenebrosas: ¿Este es el pago que dais a mis servicios? ¿Ya no te acuerdas de mis sacrificios? ¿Ya no te acuerdas de las enseñanzas que yo te di? Te estáis dejando llevar por el camino malo". Pero Belcebú respondió lleno de energía: "No quiero escucharte, tú eres el culpable de que yo esté en este estado; los favores recibidos, creo habértelos pagado". Entonces yo conjuré al siniestro personaje para que se retirara, y el mago negro se retiró con sus profundas tinieblas. Pareció hundirse en el abismo. Esta fue una prueba para Bel y salió bien de la prueba.

Bel se revolucionó contra la magia negra. Un gesto de rebeldía estallaba en el fondo de su alma. Y después que hube proyectado estos archivos Akáshicos en la atmósfera, para que Bel los contemplara, los maestros y mis discípulos hicimos cadenas de amor para irradiar luz a Belcebú. Luego proyecté para Bel y en forma de cuadros, el porvenir que le aguardaba si seguía el camino negro. Aparecían cuadros donde se veía a Belcebú feliz en las tabernas entregado a todos los vicios de la tierra. Por último aparecía el crepúsculo de la noche cósmica los mares desbordados sobre la tierra, todo ruinas y hielo, y allá en una playa arrojado un pedazo de la cabeza con su pecho y brazos del que antes había sido Belcebú.

Una vez terminado este cuadro le dije: "he aquí el porvenir que te aguarda si sigues el camino negro". Luego le proyecté en cuadros el porvenir que le aguardaba si seguía el camino de la magia blanca. En esos cuadros se veía a Belcebú ya unido con su "Íntimo" vestido con la túnica del Maestro, con su capa larga de Hierofante y su cetro de poder. Aparecía un luminoso jardín y Belcebú se paseaba en él como un Dios omnipotente y celestial.

"Este es el porvenir que te aguarda si sigues el camino de la magia blanca". ¡Resuélvete ahora mismo!, ¿Sigues con la magia blanca, o continúas por el camino negro? Belcebú contestó: sigo con la magia blanca. Su contestación fue firme, y Belcebú cayó de rodillas llorando como un niño, levantó sus ojos al cielo, juntó sus manos sobre el pecho, y entre lágrimas y sollozos oró al cielo. Un demonio arrepentido; brillaban los cuernos de su frente, como si quisieran ya desvanecerse con la luz. Los hermanos mayores lo abrazaban con lágrimas en los ojos, todos se regocijaban entre sí y una marcha triunfal y deliciosa con sus inefables melodías en los cielos estrellados de Urania.

Y es que "hay más alegría en el cielo, por un pecador que se arrepiente, que por mil justos que no necesitan de arrepentimiento". Luego de rodillas me postré ante el Jerarca más poderoso del cosmos, llamado por los tibetanos la madre de misericordia, o la voz melodiosa Oeaoeh. Ese es el único Engendrado, el gran verbo universal de vida, cuyo cuerpo son todos los sonidos que se producen en el infinito; su belleza es inefable; lleva una corona de tres picos, y su larguísima capa es llevada por los Elohim. Ellos llevan la larga cola de su capa. Y rogué al único Engendrado que tuviera a Belcebú junto para que le arreglara el Kundalini.

El Kundalini de Belcebú fluía hacia abajo formando el rabo del Demonio, ahora tocaba al único Engendrado subirle el Kundalini hacia la cabeza para que se convirtiera en ángel. El Maestro aceptó mi ruego, y en aquel plano de luz diamantina colocó a Belcebú dentro de un resplandeciente jardín, y le entregó un libro cósmico para que lo estudiara, y lo instruyó en el sendero de la luz y lo llenó de átomos de sabiduría.

Más tarde le hice "revivir" a Belcebú toda su vida a través de los cuatro grandes períodos cósmicos, y le mostré el bello porvenir que le aguardaba si seguía por el luminoso sendero, y al verse "Bel" ya hecho un Jerarca del futuro me preguntó: ¿Esto será pronto? Yo le contesté afirmativamente. Cuando ya revivió todo esto llegó a donde el único hijo diciendo: "vengo con el alma transformada" y el maestro continuó ayudándolo; el Kundalini subió y desapareció "la cola" del Demonio.

Pero los cuernos seguían sobre su frente, porque los cuernos son del Guardián del Umbral y él estaba estrechamente fusionado con el Guardián del Umbral. Esa bestia interna era realmente un obstáculo terrible para su evolución, y había necesidad de que él la expulsara fuera, para liberarse de ese monstruo interno que hacía edades innumerables, lo tenía esclavizado.

Ese monstruo interno se había adueñado de su voluntad, de su pensamiento, de su conciencia, de todo, y había necesidad de expulsarlo fuera de su ser para realizar un rápido progreso interno. Entonces fue cuando lo llevé al astral para sujetarlo a la primera prueba Iniciática, por la cual tiene que pasar irremediablemente todo el que quiera llegar a la "iniciación". Esta es la prueba del Guardián del Umbral. Al invocar al monstruo, éste sale fuera de nosotros y se nos lanza amenazadoramente.

Belcebú llamó varias veces, una brisa horrible soplaba por doquiera, y entonces apareció el espectro del Umbral en forma terrible y amenazadora; aquel ser era un gigante como de tres metros de estatura, y como de dos metros de grueso; tenía la apariencia de un gorila monstruoso, de rostro chato y redondo, con cuernos y ojos saltados. Belcebú lo había fortificado a través de las edades, y ahora no le quedaba más remedio que combatirlo; así pues, se lanzó Bel sobre el monstruo valerosamente y lo puso en derrota.

Este era el monstruo que daba a Bel esa horrible apariencia de gorila; esa era la bestia del Umbral. Un ruido seco resonó en el espacio, este sonido es distinto al sonido metálico que se produce en casos similares con nuestros discípulos actuales, y es que Belcebú es de otro período mundial.

Se le recibió en el salón de los niños con gran fiesta y música deliciosa, y quedó convertido en discípulo de los hermanos mayores. Los Maestros le regalaron una simbólica copa de plata. Pasada la primera prueba lo llevé nuevamente a donde el único Engendrado para que lo siguiera ayudando, los cuernos desaparecieron de su frente, porque esos cuernos eran de su bestia interna del Guardián del Umbral llamado por los Rosacruces de Amorc "El Guardián de su Cámara, el Guardián de su Sanctum".

La monstruosa figura de gorila también desapareció porque esa no era suya, era del Guardián del Umbral, llamado por los Rosacruces de Amorc el guardián de su conciencia. Belcebú se embelleció, pero ahora debía cumplir con lo que dijo el Maestro: "Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César". Él tenía que devolverle a los magos negros las prendas que tenía de ellos; el Bonete, el cordón de siete nudos, y la capa de príncipe de los demonios. También tenía que borrar su nombre del libro donde estaba inscrito.

Al llegar a esta parte de nuestro presente capítulo hemos de dar algunas explicaciones sobre el particular, porque a muchos lectores se les hace raro oír hablar de libros en el mundo astral; y es que la gente está acostumbrada a pensar que el plano astral es un mundo "vago, fluido, vaporoso, intangible, inmaterial, etc.". Nosotros los gnósticos somos esencialmente "realistas" y hemos llegado a la conclusión de que nada puede existir, ni aun Dios, sin el auxilio de la materia, y es que esta última es absolutamente desconocida para las así llamadas escuelas materialistas.

Dichas escuelas son tan solo "jaulas de loros" teorizantes, porque en realidad de verdad, los sabihondos del materialismo, no conocen sino los estados más groseros de la materia. Pero ¿Qué saben ellos por ejemplo, sobre la química oculta y la anatomía y ultra-biología de los cuerpos internos del hombre? Tampoco compartimos nosotros con los apotegmas doctrinales de esos pietistas mojigatos de las escuelas espiritualistas. Dichos intonsos fantásticos están totalmente alejados de las realidades fundamentales de la vida.

Todo el mundo ha sido testigo del desquiciamiento mental y de las aberraciones místicas de esos ilusos del rosacrucismo, del teosofismo y del espiritismo; ya es hora de que las autoridades de policía acaben con esas aulas de espiritismos morbosos y de Rosacrucismos y teosofismos enfermizos y ampulosos que están llevando a la degeneración y a la demencia a muchas personas. Las ciudades están llenas de espiritistas "chiflados" con ínfulas de trascendidos y de rosacrucistas y teosofistas que están causando gravísimos daños a los cerebros jóvenes de ambos sexos. Tanto las teorías materialistas como las espiritualistas han llevado a muchos "ilusos" al manicomio.

El escepticismo materialista es el resultado de una demencia cerebral, esto lo acabaron de confirmar los médicos psiquiatras de París al analizar el cerebro de un existencialista. Y es que en realidad de verdad dentro de todo hombre normal existe una mística natural sin aberraciones de ninguna especie, y tanto las teorías materialistas como las espiritualistas están llenas de aberraciones y fantasías; así pues nosotros los gnósticos no somos espiritualistas ni materialistas, "somos realistas". Conocemos a fondo las infinitas manifestaciones de la materia y del espíritu, y sabemos que la base fundamental del ser, no es espíritu ni materia. El Glorían es sustancia que así mismo, se da sustancia, pero no es espíritu ni materia.

Cuando afirmamos que Belcebú debía de borrar su nombre del libro de un templo, hablamos con tanta seguridad, como cuando decimos que debemos borrar un nombre de un libro físico-material y es que si en el plano físico existen objetos materiales, en la región astral, también existen objetos sólidos materiales porque dicho plano es tan material como el físico, y aun podemos visitarlo cada vez que queramos, penetrando dentro de él, con cuerpo de carne y hueso, vestidos y preparados como si saliéramos a la calle a pasear.

En todo templo de magia negra existen libros de materia astral en los cuales están anotados los nombres de sus afiliados, y todo mago negro al retirarse de un templo de magia negra debe siempre borrar su nombre del libro donde está anotado. También deberá devolverse todas las prendas a sus dueños:

Dad a Dios lo que es de Dios, y al César, lo que es del César. Así pues, después de la prueba del Guardián del Umbral, se presentó Belcebú a su tenebroso templo para borrar su nombre del libro donde estaba anotado. Aquel es un enorme y gigantesco templo de magia negra. Detrás del altar estaba el Gran Jerarca del templo; y cuando vio venir a Belcebú, impaciente y colérico exclamó: ¿Al fin te acordaste de venir? Siendo Ud. quien dirige este templo, ¿Por qué se demoró tanto para venir?

Entonces Belcebú contestó en tono enérgico: yo ya no pertenezco a este templo, ahora sigo el camino de la magia blanca. Enseguida se quitó el bonete de la cabeza y el cordón de la cintura y lo arrojó sobre el altar diciendo: ahí le dejo eso porque ya no lo necesito; ahora soy de la Logia Blanca; y añadió: alcánceme el libro para borrar mi nombre; entonces contestó el tenebroso sacerdote en forma déspota: busque el libro Ud., yo no me pongo en ese trabajo.

Y Bel buscó el libro y borró su nombre y salió del templo con paso firme y triunfal. Enseguida nos dirigimos a cierta caverna tenebrosa, donde debía entregar la capa de Príncipe de los Demonios. Al entrar Bel a la negra caverna habló diciendo: "vengo a entregar esta capa que ya no me pertenece porque ahora soy discípulo de la Logia Blanca". Y les arrojó la capa; mientras aquellos magos negros de la caverna le insultaban, salía Bel de la caverna. Una vez fuera de esa caverna nos dirigimos a la propia de Bel. Allí se veían innumerables armas y sellos de magia negra.

Bel quemó todo aquello con las salamandras del fuego. Y así querido lector, fue como se liberó de la magia negra el antiguo príncipe de los demonios "Belcebú". Belcebú siguió morando entre la luz del "Anillo no se Pasa" y el Único Hijo siguió enseñándolo. Días después, se presentó la prueba del Gran Guardián del Umbral mundial, esta es la segunda prueba que todo discípulo debe pasar y Belcebú se enfrentó al segundo Guardián valerosamente, y se le celebró fiesta en otro templo, y se le entregó otra simbólica copa de plata.

Pasada la segunda prueba viene otra prueba para quemar con fuego las escorias que hayan quedado en el discípulo. Belcebú entró al salón de fuego y se sostuvo entre las llamas valerosamente. Esta es la tercera prueba y Belcebú la pasó bien, el fuego quemó todas las larvas de su cuerpo astral y así quedó limpio. Más tarde pasó las cuatro pruebas y probó en ellas que estaba dispuesto hasta a besar el látigo del verdugo. Estas cuatro pruebas son: la de Tierra, Fuego, Agua y Aire. Belcebú pasó esas cuatro pruebas valerosamente y entonces recibió la capa de Chela de la Logia Blanca, y se le vistió con túnica morada. Belcebú se hizo discípulo de la Logia Blanca y se santificó totalmente. Los hermanos mayores celebraron con tal motivo una gran fiesta cósmica, y el divino Rabí de Galilea lo recibió entre sus brazos y a mí Aun Weor me felicitó por el triunfo.

El acontecimiento quedó escrito en el libro de los 24 ancianos y el cosmos todo se estremeció. Este es el acontecimiento más grande de la evolución cósmica. Yo había oído hablar de ángeles caídos, pero jamás había oído hablar de un demonio arrepentido. Se entregó Belcebú a curar enfermos y a llevarlos por la noche en cuerpo astral al templo de Alden para su curación. Se entregó al bien, a la bondad y a la justicia, cambió sus costumbres demoníacas por costumbres de santo y se volvió santo, perdido el principal eslabón, que era Belcebú, cundió el pánico entre la Logia Negra.

Los magos negros desenrollaban viejos pergaminos y se asombraban al leer los innumerables grados que tenía Belcebú, y como los había "dizque" traicionado, algunos comentaban el caso diciendo: Ahora no nos queda sino el Jefe Yahvé, el "Patrón", si él nos abandona, estamos perdidos". Después que Bel pasó las cuatro pruebas de Tierra, Fuego, Agua y Aire, visitó a Yahvé su antiguo jefe, y le dijo: "vengo a despedirme; ahora ya no dependo más de tu gobierno, porque ahora soy discípulo de la Logia Blanca".

Yahvé furioso le respondió: "¡Traidor! ¡Miserable! ¡Canalla!, te dejaste convencer por Aun Weor, pero Aun Weor no tiene tus grados ni los míos, fíjate que vais por el camino malo". Entonces Bel le respondió en tono enérgico: "el que va por el camino malo eres tú, yo sigo con Aun Weor, yo no había visto la luz, pero ahora que él me la mostró ya no me vuelvo a salir de ella, y sigo a Aun Weor como lo siguen todos sus discípulos". Entonces Yahvé le dijo: "¡maldito! ¡maldito! ¡maldito!, mi maldición te perseguirá eternamente", pero Belcebú sonriendo le respondió: "tu maldición no me entra porque estoy protegido por la Logia Blanca".

Y después que hubo hablado Bel, se volvió Yahvé contra mí diciéndome: "a ti es a quien debo atacar porque tú eres el responsable de todo esto". Acto seguido, me atacó con todo su siniestro poder oculto, pero lo conjuré fácilmente y lo puse en derrota. Siguió Bel curando enfermos y llegó el instante en que se hizo necesario pedir cuerpo físico para escalar el sendero de la "Iniciación". Y Bel pidió el cuerpo y fue aceptada su petición, y se inscribió en la oficina Kármica número 9 e ingresó en nuestra evolución humana.

El iniciado "Gargha Cuichin" ofreció generosamente su cooperación para que Belcebú tomara cuerpo en su hogar, pero aquello fue completamente imposible por motivos de salud de su esposa, ella no pudo soportar la terrible vibración de Bel. Pero los hermanos mayores todo lo tenían bien previsto, y el "Chela" Belcebú, se encarnó en cuerpo femenino en Francia. Ahora es una bella niña de Francia que asombrará al mundo por su Santidad, Poder y Sabiduría.

Sus padres son un matrimonio joven y bello, donde solo reina el amor y la comprensión, pues ambos son "iniciados", son obreros pero gozan de una vida sencilla y hermosa. Belcebú nació con cuerpo de niña, porque el cuerpo femenino es indispensable para el desarrollo del sentimiento, de la ternura y del amor, ahora ya con cuerpo físico podrá ir pasando rápidamente las 9 iniciaciones de misterios menores, y al fin se unirá con el Íntimo y se convertirá en un maestro de misterios mayores de la Fraternidad Blanca. "De los grandes pecadores nacen los grandes virtuosos".

Samael Aun Weor

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