Los tarahumaras

Tarahumara 1Los tarahumaras se llaman a sí mismos rarámuri, que significa corredores a pie; proviene de las raíces: rara (pie) y muri (correr). Para ellos es sinónimo de las personas o los humanos.

A los mestizos en general se les designa con el término chabochi, que significa los que tienen barbas, y a los que conviven con ellos y comparten su cultura, les llaman napurega rarámuri.

Habitan la parte de la Sierra Madre Occidental que atraviesa el estado de Chihuahua y el suroeste de Durango y Sonora. Comparten este territorio con los tepehuanes, pimas, guarojíos y mestizos.

De los grupos originarios de la región es el más numeroso y habita un espacio más amplio que los demás, por lo que a su territorio también se le denomina sierra Tarahumara.

La sierra Tarahumara está formada por elevadas montañas que alcanzan de 2,000 a 3,000 msnm y profundas barrancas. Se le ha dividido geográficamente en Alta y Baja Tarahumara. Este grupo vive de manera dispersa en rancherías y pueblos en los municipios de Guadalupe y Calvo, Morelos, Balleza, Guachochi, Batopilas, Urique, Guazaparez, Moris, Uruachi, Chínipas, Maguarichi, Bocoyna, Nonoava, Carichí, Ocampo, Guerrero y Temósachi.

Los tarahumaras ocupaban el territorio que recorre la estribación este de la sierra Tarahumara. Se tiene poca información acerca de su cultura y forma de vida. Al parecer, su organización se fundaba en el parentesco basado en relaciones recíprocas y contaban con un cacique o "principal". Se supone que estos caciques gobernaban una o varias rancherías, pero no existía un gobierno unificado para toda la nación rarámuri. Eran agricultores, sembraban principalmente maíz y frijol, actividad que complementaban con la caza y la recolección.

En 1631 se empezó a explotar la mina de San José del Parral, por lo que Parral se convirtió en importante mercado de productos y mano de obra para los rarámuri. Pronto, ganaderos y agricultores empezaron a apoderarse de las mejores tierras, lo cual obligó a los tarahumaras a internarse cada vez más en la sierra. Éstos, reducidos a pueblos de misión eran forzados a prestar trabajo en las minas cuando esta actividad cobró auge a mediados del siglo XVII.

Al momento de la expulsión de los jesuitas de la Nueva España en 1767, tenían 28 misiones en la Alta y Baja Tarahumara, que pasaron al clero secular del obispado de Durango y a los franciscanos de Zacatecas.

En 1876 se rebelaron los rarámuri de Nonoava, debido al despojo de tierras de que fueron objeto por parte de mestizos amparados en las leyes de desamortización dictadas en 1856. Aunque el conflicto se solucionó con la devolución de las tierras, nuevos levantamientos se registran en Agua Amarilla en 1895 y en Chinatú en 1898 debido a los abusos de los mestizos.

A fines del siglo XIX y principios del XX se intensificó la actividad minera, que se vino abajo finalmente con la caída mundial del precio de la plata y el auge de la explotación forestal, que trajo consigo la llegada de extranjeros a territorio rarámuri y la construcción del ferrocarril Kansas City.

En 1938 se estableció en Guachochi una escuela Normal para maestros indígenas, cuyos egresados crearon el Consejo Supremo Tarahumara. Con la reforma agraria los tarahumaras fueron dotados de tierras ejidales; es entonces cuando el bosque es demandado para la instalación de aserraderos o contrataciones con las compañías madereras. Entre estas últimas destacan las que se desprenden del Grupo Chihuahua.

La explotación del bosque y la tenencia de la tierra marcan significativamente los procesos sociales que se desarrollan en la actualidad en la región y que han derivado en relaciones asimétricas entre mestizos y rarámuris.

La lengua tarahumara forma parte de la familia yuto-azteca, que se extiende desde Utah en los Estados Unidos hasta Centroamérica y está considerada junto con el concho y el guarojío dentro del subgrupo cahíta-ópata-tarahumara, emparentado con el subgrupo pima-tepehuano y el cora-huichol.

La diversidad de lenguas yuto-aztecas que se hablan en el noroeste de México puede ser indicativa de que los hablantes de estas lenguas han ocupado el territorio por miles de años. Existen diferencias dialectales en la lengua tarahumara que, sin llegar a ser muy profundas, provocan una cierta inteligibilidad entre todos los hablantes de tarahumara.

Desde la perspectiva de este grupo, la salud refleja la calidad de las relaciones del individuo con otros seres del universo, pues el que sean protegidos o dañados por ellos, depende de la interacción del hombre con los seres sobrenaturales.

Los tarahumaras consideran que el ser humano se compone de un cuerpo y de una o más almas. El cuerpo está constituido por sapá (partes carnosas o músculos), ochí (huesos) y lá (sangre), animados por una o más almas. Las enfermedades más serias son aquellas que pueden causar la pérdida definitiva de las almas y que suelen ser provocadas por algún hechicero o por la ingestión de las plantas jícuri o bakánowi.

Los trastornos comunes son tratados a nivel doméstico, en tanto que las enfermedades más serias requieren de la atención de un especialista. Entre estos últimos encontramos al sipáame o raspador, quien cura por medio de la raspa del jícuri y el bakánow; el owirúame que cura por succión; el onéame que sana a través de los sueños; y el wanáame quien también succiona el mal.

El médico rarámuri es respetado e incluso temido ya que puede utilizar su poder para hacer daño o para curar. Establece una relación de reciprocidad con sus pacientes; él debe cuidar de la salud de éstos, a cambio de lo cual obtendrá prestigio y obsequios materiales, ya sea dinero, alimentos o animales.

Los tarahumaras habitan en ranchos; su vivienda consiste en una casa-habitación, un granero y un corral de madera. Las casas se construyen con madera, adobe, cantera o piedra, dependiendo del material que haya en la región. Lo más común es encontrar viviendas hechas de troncos de pino dispuestos de manera horizontal, uno sobre otro, con techo de canoa o de vigas de dos aguas; los troncos son ensamblados en las esquinas y las rendijas son tapadas con una mezcla de lodo.

Para construir una casa generalmente se organiza una tesgüinada.

Los tarahumaras fabrican objetos para satisfacer las necesidades de la familia, tanto para el uso cotidiano como para las ceremonias y rituales. La producción de estos objetos está dirigida primeramente al autoconsumo y el excedente se comercializa.

Las mujeres hacen ollas de barro, cajetes, platos, vasos, tazas y jarros; en algunos lugares también usan la palma y palmilla para tejer canastas de diversos tamaños. Los hombres fabrican violines, bolas, arcos y tambores, bateas, cucharas y tallan figuras con madera. Unos y otros tejen cobijas y fajas de lana con figuras geométricas. La artesanía producida se vende en Creel, Carichí, Batopilas, Guachochi y Bocoyna. Algunos forasteros se acercan a los pueblos para comprar artesanía y exportarla. INPI | Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas 

 

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