¿Queremos cambiar? ¿No queremos tener más los problemas que nos afligen, los económicos, los políticos, sociales, espirituales, familiares, lujuriosos, etc.? ¿Queremos salvarnos de las dificultades? No tenemos sino más que pasar a un nivel superior del Ser. Cada vez que nosotros demos un paso hacia un nivel superior del Ser, nos independizaremos de las fuerzas ejecutivas de la catexis suelta. De manera que si nosotros no conocemos nuestro RPCP vamos muy mal. Necesitamos conocerlo si es que queremos pasar a un nivel superior del Ser y eliminar de nosotros los elementos indeseables que constituyen ese RPCP, de lo contrario, ¿cómo pasaremos a un nivel superior del Ser?. El animal intelectual quiere dejar de sufrir, pero no hace nada por cambiar, no lucha por pasar a un nivel superior del Ser, entonces, ¿cómo puede cambiar?.
Todos los fenómenos son discontinuos; el dogma de la Evolución no sirve para nada, como no sea para estancarnos. Yo conozco a muchos pseudo‑esoteristas, gente sincera y de buen corazón, que están embotellados en el dogma de la Evolución, que aguardan que el tiempo los perfeccione y pasan millones de años y nunca se perfeccionan. ¿Por qué? Porque tales personas no hacen nada por cambiar los niveles del Ser, permanecen siempre en el mismo escalón. Entonces se necesita pasar más allá de la Evolución y meternos por el camino revolucionario, por el camino de la Revolución de la Conciencia o de la Dialéctica.
La Evolución y la Involución son dos leyes que se procesan simultáneamente en todo lo creado, constituyen el eje mecánico de la naturaleza, pero jamás nos llevan a la Liberación. Las leyes de la Evolución e Involución son puramente materiales y nada tienen que ver con la Autorrealización íntima del Ser. No las negamos, existen, pero no sirven para la Revolución Psicológica. Nosotros necesitamos ser revolucionarios, necesitamos meternos por el camino de la Revolución de la Conciencia. ¿Cómo podríamos pasar a un nivel superior del Ser si no fuéramos revolucionarios? Observemos los distintos peldaños de una escalera, son discontinuos, así también son los distintos niveles del Ser.
A cada nivel del Ser le pertenece determinado número de actividades. Cuando uno pasa a un nivel superior del Ser, tiene que dar un salto y dejar todas las actividades que tenía en el nivel inferior del Ser. Me vienen todavía a la memoria aquellos tiempos de mi vida, hace veinte, treinta, cuarenta años atrás, los cuales fueron trascendidos, ¿Por qué? Porque encontré niveles superiores del Ser. Era lo que para mí constituía la máxima importancia.
Mis actividades de aquella época fueron suspendidas, cortadas, porque en los escalones superiores del Ser hay otras actividades que son completamente diferentes. Si se pasa a un nivel superior del Ser, se tienen que dejar muchas cosas que actualmente nos son importantes, que pertenecen al nivel en el que nos encontramos. El paso a otro nivel del Ser incluye, pues, un salto, y ese salto es rebelde, jamás es de tipo evolutivo, siempre es revolucionario, dialéctico.
Hay hombres, mequetrefes, que se sienten como un dios, esta clase de individuos son mitómanos de la peor clase, del peor gusto. El que se siente un sabio porque tiene algunos conocimientos pseudo‑esotéricos en su mente y piensa que ya es un gran iniciado, ha caído en la mitomanía, está lleno de sí mismo. Cada uno de nosotros no es más que un vil gusano del lodo de la tierra; cuando hablo así empiezo por mí. Estar llenos de sí mismos, tener falsas imágenes de sí mismos, fantasías de sí mismos, es estar en niveles inferiores del Ser.
Uno se identifica consigo mismo pensando que va a tener mucho dinero, un lindo automóvil último modelo o que la novia le quiere, que es un gran señor o que es un sabio. Hay muchas formas de identificarse con uno mismo. Uno tiene que empezar por no identificarse consigo mismo, y después, no identificarse con las cosas de afuera. Cuando uno no se identifica, por ejemplo, con un insultador, le perdona, le ama, no puede herirle; y si alguien le hiere a uno el amor propio, pero uno no se identifica con el amor propio, pues es claro que no puede sentir dolor alguno, puesto que no le duele.
Si uno no se identifica con la vanidad, no le importa andar por la calle aunque sea con unos calzones remendados. ¿Por qué? Porque no está identificado con la vanidad. Si primero que todo nos identificamos consigo mismos y luego con las vanidades del mundo exterior, entonces no podemos perdonar; recordemos la oración del Señor: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores"... Pero digo algo más: no basta simplemente con perdonar, sino que hay que cancelar las deudas. Alguien podría perdonar a un enemigo pero no cancelaría las deudas jamás. Hay que ser sinceros, necesitamos cancelar...
Dice también el Evangelio del Señor: "Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad"... Esta es una frase que nadie ha entendido. Bienaventurados, dijéramos, los no resentidos. Si uno está resentido, ¿cómo puede ser manso? El resentido se las pasa haciendo cuentas; ¡Yo que le hice tantos favores... Yo le protegí, le hice tantas obras de caridad y vea cómo me ha pagado, este amigo a quien tanto le serví y ahora no es capaz de servirme! Estas son las "cuentas" del resentido. ¿Cómo podría ser uno manso si se está lleno de resentimientos? El que está lleno de resentimientos vive haciendo cuentas a todas horas, luego, no es manso. ¿Cómo podría ser bienaventurado?.
¿Qué se entiende por bienaventurado? ¿Qué se entiende por felicidad? ¿Estamos seguros de que somos felices? ¿Quién es feliz? He conocido personas que dicen ¡yo soy feliz! ¡Estoy contento con mi vida! ¡Soy dichoso! Pero a estos mismos les he escuchado decir: ¡Me molesta fulano de tal! ¡Aquél tipo me cae gordo! ¡No sé por qué no se me hace esto que tanto he deseado! Entonces, no son felices, lo que sucede realmente es que son hipócritas, eso es todo. Ser feliz es muy difícil, para ello se necesita antes que todo ser manso. La palabra bienaventuranza significa felicidad íntima, no dentro de mil años, sino ahora, aquí mismo, en el instante que estamos viviendo.
Si nosotros verdaderamente nos tornamos mansos mediante la no-identificación, entonces llegaremos a ser felices. Pero es necesario no solamente no identificarnos con nuestros pensamientos de lujuria, de odio, de venganza, de rencor, de resentimiento, no; hay que eliminar de nosotros a los Demonios Rojos de Seth, a esos agregados psíquicos que personifican nuestros defectos de tipo psicológico.
Tenemos que comprender, por ejemplo, lo que es el proceso del resentimiento, hay que hacerle la disección al resentimiento. Cuando uno llega a la conclusión de que el resentimiento se debe a que poseemos en nuestro interior el amor propio, entonces luchamos por eliminar el ego del amor propio. Pero hay que comprenderlo para poderlo eliminar, no podríamos eliminarlo si antes no lo hemos comprendido previamente.
Para poder eliminar se necesita de Devi Kundalini Shakti, sólo ella puede desintegrar cualquier defecto psicológico, incluyendo al yo del amor propio. ¿Estamos nosotros seguros de no estar resentidos con alguien? ¿Quién de nosotros está seguro de no estar resentido y de no estar haciendo cuentas? ¿Quién?. Si queremos independizarnos de la mecánica lunar, tenemos que eliminar de nosotros mismos al yo del resentimiento y del amor propio. Cuando uno va entendiendo esto, avanza por el camino que conduce a la Liberación final.
Sólo mediante el fuego de Aries, del Cordero, del Carnero encarnado, del Cristo íntimo, nosotros podemos en verdad quemar esos elementos inhumanos que en nuestro interior llevamos, y a medida que la conciencia se vaya desembotellando, iremos despertando. La conciencia no puede despertar en tanto continúe embotellada entre agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo, el yo, la catexis suelta. Necesitamos pasar por la Muerte Mística aquí y ahora. Necesitamos morir de instante en instante. Sólo con la muerte adviene lo nuevo. Si el germen no muere, la planta no nace. Necesitamos aprender a vivir, liberarnos de esa herencia lunar que tenemos. Samael Aun Weor