Retorno

Reencarnación

Yo estuve encarnado en la China antigua y me llamé Chou Li, fui iniciado en la Orden del Dragón Amarillo; tengo órdenes de entregar las Siete Joyas del Dragón Amarillo.

Allí aprendí los "Siete Secretos Indecibles", conocí las Siete Joyas del Gran Dragón; allí nos dedicábamos principalmente a la meditación de fondo. Un hermano chino hacía vibrar un aparato musical maravilloso que daba las 49 notas; la síntesis de aquel extraño aparato era el sonido Nirioosnisiano del Universo.

Cuando vibraba la primera nota, nosotros tratábamos de tener la mente quieta y en silencio. Al dar la segunda nota pasábamos al segundo nivel del subconsciente. También nos enfrentábamos a los "yoes" con el propósito de recriminarlos y de obligarlos a guardar silencio, mas si la mente
no lograba aquietarse, recriminábamos más fuerte al ego.

Cuando sonaba la tercera nota ahondábamos un poco más, nos dirigíamos a la tercera nota del subconsciente para pelear con los "yoes", para obligarlos a guardar silencio. Y así, en cada nota de aquel misterioso aparato, el "Aya Tafan", nos sumergíamos en cada uno de los 49 niveles del
subconsciente, peleándonos con los diversos "agregados psíquicos" que llevamos en nuestro interior.

En conclusión, el que llegaba a la nota 49 y había trabajado correctamente, lograba una quietud absoluta de la mente en los 49 niveles del subconsciente. Entonces la esencia, el buddhata, momentáneamente se escapaba de entre el ego para precipitarse en el "Vacío Iluminador". Experimentábamos en esta forma la Verdad, lo real.

Mi amigo Lee Chang se distinguió por aquella edad en la ciencia profunda de la meditación. Él, Lee Chang, ya no vive sobre la faz de la Tierra, mora en un planeta del Cristo, en un planeta de un lejano universo de esa galaxia. Allí vive de instante en instante dentro del éxtasis y es feliz. Mas fue que este Lee Chang alcanzó a recibir el Tao.

Pero ¿qué es el Tao?, el Tao es el Ser, el Tao es el Inri, el Tao es el Cristo Íntimo. Lee Chang recibió pues el Tao.

Todavía recuerdo que cierta vez, estando en el estado denominado nirvi kalpa samadhi, me transporté a las regiones del cosmos infinito, atravesé las galaxias por el espacio infinito. Por un momento tuve la sensación de bajar, pasé por múltiples constelaciones que resplandecían gloriosamente; posteriormente la sensación de bajar se cambió por la de avanzar a través del firmamento.

Luego descendí intencionalmente en un mundo del espacio infinito; pasé por entre una arboleda y me posé suavemente en un jardín delicado. Flores y árboles eran todos semejantes al vidrio transparente de colores y la dicha embriagaba mi espíritu. Avancé por el sendero hacia una puerta, di tres golpes acompasadamente en la puerta de la morada y ésta se abrió. Adentro, un grupo de iniciados, algunos de raza amarilla, antiguos habitantes de la vieja China, otros de raza morada.

Reconocí entre ellos a mi viejo amigo Lee Chang. ¿Todavía vives en la Tierra?, me pregunto Lee Chang. Tú sabes, Chang -respondí-, que tuve una caída allá en ese planeta y quedé atrapado en el
espantoso karma. ¡Quédate aquí con nosotros!, comentó Chang. Lo siento, Lee Chang, no me es posible -dije- estoy reencarnado, tengo mi cuerpo físico en estos instantes acostado allá en una ciudad de América y debo regresar cuanto antes; empero te digo que hoy vuelvo acá.

Dichas esas palabras, salí de aquella estancia maravillosa y atravesé el espacio infinito, volviendo a este mundo doloroso y entré a mi cuerpo físico por la glándula pineal, que como dijera Descartes, es el "asiento del alma”. Doctrina Gnóstica develada por Samael Aun Weor

Cuando nace un individuo verdadero en el sentido completo de la palabra decimos que él es una reencarnación. Los viejos lamas del Tíbet supieron siempre reconocer las reencarnaciones, y celebraron esos casos con grandes fiestas religiosas. El Santo Lama fue una Reencarnación; Buddha fue una reencarnación, Jesús fue una reencarnación, etc., etc., etc.

Aclaramos para mejor comprensión de este capítulo que el yo pluralizado, ha tenido en este mundo millones de personalidades, pierde una personalidad y se reviste de otras, la vuelve a perder y vuelve a crearse otra, pero eso no se puede llamar reencarnación, eso es únicamente retorno, y todo vuelve a ocurrir tal como ocurrió, y el pasado se convierte en futuro porque el tiempo es redondo.

Se hace imposible conocer a fondo la repetición cíclica de los acontecimientos históricos de los hombres y de los pueblos, sin haber estudiado a fondo la leyes del Retorno, Ritmo y Recurrencia. Es necesario que nuestros lectores no confundan las leyes de Retorno y Recurrencia con la doctrina teosófica de la Reencarnación.

El yo siendo pluralizado no tiene individualidad y por lo tanto su reencarnación es imposible. Si el yo es legión no existe individualidad reencarnante, realmente el yo retorna y continúa en nuestros descendientes, pero eso no es reencarnación, eso es únicamente Retorno y Recurrencia.

Es claro que el yo reconstituye nuevas células con sus percepciones  y  sensaciones,  se reviste de nuevo, pero no es en eso Reencarnación porque no existiendo individualidad no se puede hablar de reencarnación.

Es estúpido afirmar que una legión de yoes se reencarna, mejor es decir que el yo pluralizado retorna. Sin embargo, no queremos con esto negar la reencarnación, únicamente aclaramos lo que son las leyes de Retorno, Recurrencia y ritmo.

Es claro que a veces se dan casos de auténticas reencarnaciones, nosotros consideramos como reencarnación la de un Buddha, un Jesús, un Hermes, etc. Entiéndase por reencarnación el nacimiento de verdaderos individuos, es difícil encontrar en este mundo verdaderos individuos.

Sólo aquellos que ya disolvieron el yo pluralizado, lograron establecer dentro de sí mismo un Centro Permanente de Conciencia. Realmente sólo esos que ya poseen un centro de gravedad permanente, pueden ser seriamente considerados como individuos. El trío Ritmo, Retorno, Recurrencia, sirve de base a toda la mecánica de la naturaleza.

Doctrina Gnóstica develada por Samael Aun Weor

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