Los 12 apóstoles

ApostolesSon doce partes autónomas y autoconscientes de nuestro propio Ser. Los doce apóstoles o doce potestades trabajan bajo la dirección del Cristo Intimo y se expresan a través del Iniciado, cuando se está trabajando por la humanidad doliente. Son los doce cimientos de la Jerusalén Celestial y allí están escritos los nombres de cada uno de ellos. Las doce perlas de la perfección.

La Jerusalén Celestial tiene 144 codos en su muro, es símbolo de la novena esfera. 12000 estadios que son igual al Apostolado. 12 puertas cada uno con su guardián, que es cada uno de los doce apóstoles. 12 frutos del árbol de la vida. Sólo con una caña de oro se puede medir esta ciudad santa, sus muros, sus puertas, son la espina dorsal, el Bastón de Brahma, la Vara de Aarón o de los Patriarcas.

Los doce poderes de la Luz (12 apóstoles) tienen una herencia perdida, esa herencia secreta debe ser reconquistada, y esta herencia son los poderes cósmicos especiales, conocimientos extraordinarios que vienen de todas las eternidades. Necesitamos de un cristianismo vivo, esotérico, revolucionario. No histórico y muerto. Las doce potestades son vestidas por el Cristo Intimo en el vientre de la Madre Divina.

JUDAS ISCARIOTE:  El no traicionó a su Maestro, se aprendió su papel, el mismo Jesús lo preparó, se lo aprendió de memoria y lo representó a conciencia, lo ensayó a conciencia como un actor ensaya su papel; lo ensayó varias veces para no contradecir en nada a las escrituras. Era y sigue siendo el discípulo más exaltado de Jesús; el Judas logró la Cristificación. El Judas Interior nos enseña con entera claridad meridiana la Doctrina de la Eliminación del Ego, por eso se ahorca para indicar que el Ego debe reducirse a cenizas.

La Iniciación de Judas Iscariote la pasamos en la tercera purificación por el fuego y por el hierro (la 1ª y 2ª purificación corresponde a la primera y segunda montaña), en la tercera purificación hay que hacerle frente a los horrores que ni remotamente sospechamos. Hay que eliminar errores y “elementos” que nunca aceptamos tener y sólo aquí se eliminan.

Otro aspecto de Judas Iscariote es la representación del Ego que vende al Cristo por treinta monedas de plata (símbolo de: apegos, lo mundano, vicios, placeres, etc.). El arcano 30 del Tarot (el intercambio) indica en su axioma modelador lo siguiente: “la expansión individual por medio de la convivencia comercial”.

El axioma trascendente: “Siega tu tierra con esmero, más no espigues tu haz con avaricia”. Dentro de nosotros mismos está Judas; no aquel Judas que entrega al Cristo por treinta monedas de plata, ¡no! Un Judas diferente, un Judas que entiende a fondo la cuestión del Ego.

PEDRO: Llamado Simón, hermano de Andrés. Es el Hierofante de los Misterios Sexuales, muere crucificado con la cabeza hacia abajo, para recordarnos el trabajo en la novena esfera, para trabajar con el fuego y el agua. Pedro y la mujer serpiente (Stella Maris) están íntimamente relacionados.

Bien sabe el Cristo Intimo que el Pedro Interior de cada uno de nos, comprende en forma íntegra el arrepentimiento que Pistis Sophía pronunciará. Pedro, Patar; sabe muy bien (con sus tres letras radicales) que el arrepentimiento está en el sexo (P.T.R.) el arrepentimiento verdadero tiene origen sexual. Pedro es el que tiene que expresar el arrepentimiento delante de sus hermanos (Donum Dei, para comprender la Gran Obra).

El Cristo Intimo instruye a Pedro, le revela los Misterios, el Cristo Intimo tiene el poder de perfeccionar a Pedro en todo su esplendor, le entrega todos los misterios de todas las regiones del Padre y todas las regiones del Primer Misterio. “Admitido será en la luz de la altura quien admita en la tierra, y aquel a quien expulse en la tierra, expulsado será del reino del Padre en los cielos”.

Pedro tiene el poder de abrir y cerrar las puertas de los cielos en nosotros y dentro de nosotros, tiene las llaves del reino (el sexo) es el poder secreto que abre o cierra las puertas del Edén, la energía correcta o equivocadamente orientada abre o cierra las puertas del paraíso.

El Azufre y el Mercurio son las llaves del reino, una es de oro y la otra es de plata y en manos de Pedro hacen cruz. Hablar mal del sexo es hablar mal del Pedro Interior. Antes de que el GAIO (IAO, Mercurio de la Filosofía Secreta) cante, Pedro debe negar al Cristo tres veces; esto significa las tres purificaciones a base de hierro y fuego antes de la Resurrección del Cristo en nosotros. Tres descensos de Pedro al abismo a trabajar en las tinieblas.

La primera purificación, trabajo de agua y fuego, la segunda enfrentarse a todos los horrores del Cosmos. En la primera es el descenso a la novena esfera, a los mundos infiernos a trabajar con UR (fuego) y ANAS (agua) origen de los mundos, bestias, hombres y dioses. Perseo, Hércules, Marte, en la segunda deben bajar a los infiernos de las esferas planetarias, pasar más allá del Aqueronte (en la barca de Caronte) a la otra orilla; sufrir lo indecible en el trono de Dite, en la ciudad maldita. Vivir por un tiempo entre los condenados, pasar tremendos horrores. Y por último la tercera es la Iniciación de Judas.

SAN ANDRES: El treceavo Aeón, 13 serpiente, resulta espantosamente divina; en la corona de la mujer serpiente 13, resulta la cruz de San Andrés; el Mercurio y el Azufre cruzan y cruzándose, a través de la Gran Obra, nos lleva al Aeón 13.

Andrés y su Cruz es algo profundamente significativo. La cruz de San Andrés en la cual muriera crucificado, es alquimista. Son terribles las torturas psicológicas por las cuales hemos de pasar para desintegrar al Mercurio Seco, esto es los agregados psíquicos, viva personificación de nuestros defectos psicológicos. El Azufre (fuego) y el Mercurio (agua), se cruzan en X, y se vuelven a cruzar intensamente en la Gran Obra.

Andrés y su doctrina, es la lucha por desintegrar los agregados psíquicos. Andrés con su cruz, debe cristalizar el Azufre y el Mercurio en la forma de los Cuerpos Superiores Existenciales del Ser. El Andrés Interior se perfecciona cuando los Cuerpos Superiores Existenciales del Ser se han perfeccionado y no se perfeccionan estos últimos si no se elimina el Ego. Andrés debe desintegrar el Mercurio Seco y el Azufre Arsenicado para cristalizar el Mercurio Filosofal preparado.

Andrés sufre desintegrando Mercurio Seco; si no se elimina el Mercurio Seco no es posible la Cristificación. Obviamente, Andrés con su cruz en X y su trabajo complicado y terriblemente difícil, cual es cristalizar lo que se debe cristalizar y desintegrar lo que se debe desintegrar, se perfeccionará en los Misterios de la Luz.

Las torturas de Andrés son suficientes para su purificación. Cada uno tiene su Andrés Interior, no debemos olvidarlo y perfeccionarlo desde los interiores de los interiores hasta los exteriores de los exteriores. He allí lo terriblemente difícil. Andrés en la Gran Obra, sufriendo en la Cruz Sexual, debe perfeccionarse de lo inefable hacia abajo, hasta las tinieblas de las tinieblas, de la Luz de las luces, hasta las tinieblas de la materia, desde todos los dioses hasta los demonios.

Andrés debe perfeccionarse mediante trabajos conscientes y padecimientos voluntarios, desde todos los señores hasta todos los decanos, desde todas las autoridades hasta los servidores, etc., etc. Andrés es una parte autónoma y autoconsciente de nosotros mismos que una vez perfeccionado se integra con el Padre. Andrés, dentro de nosotros mismos, es esa parte autónoma y autoconsciente de nuestro propio Ser que se ocupa de los Tres Factores de la Revolución de la Consciencia.

La Cruz de Andrés suele ser terriblemente dolorosa, los padecimientos del iniciado crucificado en la Cruz de Andrés son indecibles. No es posible purificar y perfeccionar los cuerpos mercuriales si renunciamos a la desintegración del Mercurio Seco. Se necesita pasar por grandes crisis emocionales si en realidad queremos desintegrar el Ego animal.

“Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. El supremo arrepentimiento necesario para la desintegración de cualquier agregado psíquico, exige llanto y remordimiento. Sin lágrimas, arrepentimiento y supremo dolor, no es posible desintegrar los agregados psíquicos. Sería imposible comprender a Andrés, sin la ciencia transmutatoria de “Yesod-Mercurio” y la desintegración de los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos. Perforación y desintegración egoica en la fragua encendida de Vulcano.

Ahora comprenderemos mejor los sufrimientos indecibles de nuestro Andrés Interior. Sacrificio supremo del Andrés Interior es urgente, inaplazable, impostergable. (Bodhisatwas de corazón compasivo y los Buddhas de Contemplación, el Bodhisita); sin el trabajo completo del Andrés Interior jamás podríamos convertirnos en verdaderos Bodhisatwas: (Sacrificio por la Humanidad).

La Cruz de San Andrés tiene la forma de equis (X) que es el jeroglífico extraordinario de las radiaciones luminosas y divergentes emanadas del Logos Creador. En el centro de la Cruz de San Andrés resplandece la rosa, símbolo del Logos Solar. La Cruz de San Andrés simboliza iluminación, revelación, después de pavorosos sacrificios.

La Cruz griega (K) (Crestos), la de San Andrés (X) tienen en Ciencia Hermética el mismo significado. No está de más recordar que el phalus vertical dentro del ecteis formal hacen cruz. Phalus-Uterus conectados forman la cruz, empero cruz en equis (X) indica el trabajo completo en la Gran Obra. Si resplandeciere la rosa sobre la Cruz de San Andrés, la Obra ha sido gloriosamente concluida.

Andrés nos indica con precisión meridiana lo que son los Tres Factores de la Revolución de la Consciencia. Se dice que Andrés en Nicea, conjuró a siete demonios perversos y los hizo aparecer ante las multitudes en forma de siete perros y que huyeron despavoridos.

El drama de San Andrés fue magníficamente simbolizado por el gran monje Bacon, en su más extraordinario libro “El Azud”. Pone una lámina en la que se ve claramente a un hombre muerto, sin embargo trata como de levantarse, como de resucitar, mientras dos cuervos negros le van quitando las carnes en el acerado piso, el alma y el espíritu se alzan del cadáver, esto viene a recordarnos la frase de todos los iniciados que dice: “la carne abandona los huesos”.

SANTIAGO: Es el bendito patrón de la Gran Obra, en el interior de nuestro Ser. El Padre de todas las luces de cada uno de nos, puede iluminarnos con la Sabiduría a través de Santiago. Santiago es el Mercurio dentro de cada uno de nos, es el Mercurio de la Filosofía Secreta, el fundamento mismo de la Gran Obra.

Quien estudie la Epístola Universal de Santiago, entenderá los principios de la Gran Obra. El Padre de todas las luces, a través de nuestro propio Santiago Interior, nos enseña los misterios de la Gran Obra. Es pues una parte autónoma y autoconsciente e independiente de nuestro propio Ser.

Santiago-Mercurio se encuentra íntimamente relacionado con la ciencia transmutatoria de Jesod-Mercurio. El libro fundamental de la Gran Obra, que Santiago lleva en sus manos, es el Apocalipsis, (libro de Sabiduría solo comprensible para los alquimistas). Sólo los trabajadores de la Gran Obra pueden comprender el Apocalipsis. Las leyes de la Química superior (alquimia), los principios, el orden del magisterio del fuego, se hallan depositados en el Apocalipsis.

Cada uno de nos tiene su propio Santiago, que se entienda bien, todos los poderes que crearon el Universo se encuentran en nuestro propio Ser. Todos los invisibles, y todos los dioses dentro de nosotros, y todos los regidores del treceavo Aeón y del doceavo Aeón se inclinan reverentes ante Santiago. Todos los antes nombrados no son más que las múltiples partes soberanas y autoconscientes de nuestro propio Ser individual.

A nosotros los gnósticos, nos interesa muy especialmente nuestro Santiago Interior, el bendito Patrón de la Gran Obra, que es nuestro Mercurio. Santiago el Apóstol, con su sombrero de calabaza y una estrella en la frente formada con una concha marina, es algo profundamente significativo.

Bien sabemos que el Agua bendita, se llevaba entre alguna calabaza en la Edad Media. El cayado de Santiago con cierto adorno que le hace parecer al Caduceo de Mercurio nos invita a la reflexión. Lleva Santiago en su mano el Libro de la Gran Obra, que sólo entienden los alquimistas. Su epístola es una cátedra fundamental sobre la Gran Obra. Santiago se resigna y aguarda el veredicto del Señor.

Nos dice Santiago que hay que aprender a refrenar la lengua, aquel que sabe refrenar la lengua, puede refrenar todo el cuerpo; y nos pone como ejemplo el caso del caballo, al caballo se le pone el freno en la boca, en el hocico, y así es como logramos manejarlo; lo mismo sucede con nosotros mismos si refrenamos la lengua, nos hacemos dueños de todo nuestro cuerpo. Dice Santiago: miremos los barcos cuan grandes son y sin embargo el que los gobierna es un pequeño timón, comparado con el enorme tamaño que tienen los buques. La lengua es muy pequeña pero qué grandes incendios forma.

Se nos enseña en esa epístola a no ser jactancioso de sí mismos, ni de nuestras obras. Porque además de jactanciosos seríamos soberbios, pedantes, y fracasamos en la Gran Obra. Debemos ser humildes para alcanzar la Sabiduría y una vez alcanzada hay que ser más humildes. Hay que humillarse ante la Divinidad, ser sencillos y fabricar la fe a base del estudio y de la experiencia.