El superhombre

Samael discipline origDistinguidos caballeros, damas: vamos a dar esta noche comienzo a nuestra disertación. Ciertamente, dentro de cada uno de nosotros hay un enigma que debe ser conocido; ¿de dónde venimos?  ¿A dónde vamos?  ¿Cuál es el objeto de nuestra existencia?  ¿Por qué existimos? ¿Para qué?

Esos interrogantes nos invitan a la reflexión, si nos llegásemos a conocer a sí mismos, conoceríamos al mundo y al Universo. Es pues necesario cumplir con la máxima de Tales de Mileto, “gnosce te ipsum”: “hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y a los Dioses”.

En la sabiduría de Anawak se habla sobre Omeyokan, el lugar dos, donde todo es dos, para hacerse uno y saberse dos. Cuando uno investiga algo sobre eso que llama Omeyokan, llega incuestionablemente al ombligo del Universo. En realidad de verdad, todo lo que surge del Omeyokan aparece en forma de esfera.

Las esferas se desdoblan hacia afuera y luego se reinvierten hacia adentro, hasta el punto de partida original, hacia el Omeyokan. Son revertibles las esferas, como bien dijera el licenciado presidente José López Portillo en  su  magistral  obra titulada  “Don  Q.”.  Las  esferas  se  multiplican  hacia  afuera,  hacia adentro y hacia los lados.

Dice el ciudadano presidente López Portillo y así es, y así será, se desdoblan hacia fuera para luego recogerse en sí mismas y regresar, y disolverse en el Omeyokan. Este nuestro mundo  Tierra  surgió  del  Omeyokan  como  una  esfera  meramente  mental;  se  desdobló hasta aparecer en la forma física actual. Mucho más tarde en el tiempo, como quiera que las esferas son reversibles, nuestro mundo se recogerá hasta disolverse en el Omeyokan, así  lo  enseña  la  doctrina  de  Ketzalkoatl,  así  lo  comenta  el  ciudadano  presidente  José López Portillo en su magistral obra titulada “Don Q.”.

Conviene   que   nosotros   analicemos   estas   cuestiones   antes   de   entrar   en   el   tema trascendental   del   Super-Hombre. Partiendo   de   afirmaciones tan trascendentales, llegaremos a conclusiones maravillosas. Obviamente nuestro mundo antes de aparecer en forma sensible, existió en las dimensiones superiores de la Naturaleza y del Cosmos.

Incuestionablemente, todo lo que es,  ha sido y será incluyendo el organismo humano, hubo de procesarse en dimensiones superiores de la Naturaleza, antes de hacerse sensible en este mundo tridimensional de Euclides. Esto es precisamente lo que molesta tanto a la antropología  materialista.  No  quieren  entender  los  secuaces  de  Darwin  y  Engels,  de Haeckel y de Marx, que el mundo tridimensional de Euclides no es todo.

Obviamente, el punto matemático al moverse se convierte en línea, la línea al entrar en acción, al correrse a sí misma se convierte en superficie; la superficie al girar sobre sí misma se convierte en sólido; el sólido a su vez se transforma en hipersólido.

Es un razonamiento correcto que molesta a los fanáticos de la dialéctica materialista, el punto matemático nos permite el razonamiento objetivo, más si reemplazamos el punto matemático por el querido “yo”, entonces no comprenderemos el misterio de la Creación. El “yo” nos vuelve torpes, y hasta espantosamente ridículos. El “yo” no es más que una suma de pasiones, odios, egoísmos, teorías, apetencias y temores, lujuria, ira, etc.

Necesitamos en verdad ser sinceros en el análisis, buscar el camino de la Verdad cueste lo que cueste: si aceptamos una tierra protoplasmática surgiendo entre el caos, estamos en buena posición para conocer eso que es la Verdad. Obviamente, antes de que este mundo existiera  como  un  simple  protoplasma,  hubo  de  desenvolverse  en  las  dimensiones superiores del Universo.

Este  mundo  tridimensional  de  Euclides  no  es  todo.  Si  nosotros  nos  concretamos únicamente al mundo tridimensional de Euclides, caeríamos en la falsedad, quedaríamos embotellados en la dialéctica materialista. Aunque los chinos califiquen a los rusos de revisionistas, la cruda realidad de los hechos es que en Rusia, ya la dialéctica de Marx resulta extemporánea, pasó de moda; ahora se investiga mejor.

Se ha llegado a descubrir el fondo vital del organismo humano, se ha podido evidenciar claramente que el cuerpo físico no es todo. Tenemos un doble organismo, a este se le ha denominado con el título muy especial: “Cuerpo Bioplástico”, ese es su nombre. Se le ha fotografiado, ya en relación con el organismo vivo, ya fuera del organismo vivo se está estudiando, y como consecuencia o corolario, la dialéctica materialista cayó hecha polvo ante el veredicto solemne de la conciencia pública.

Amigos: preparando pues el tema para el Super-Hombre, prosigo. La primera raza que apareció sobre la faz de la Tierra fue la Raza Protoplasmática. En materia de antropología, nosotros aceptamos el protoplasma, no la física aquella de sal, de Haeckel, buena como para  un  Moliere  y  sus  caricaturas,  nosotros  aceptamos  el  protoplasma  radial,  la  Raza Protoplasmática Polar que otrora viviera en el casquete polar del Norte.

Entonces la fisonomía geológica de nuestro mundo era diferente, los polos estaban en la zona  ecuatorial,  y  el  Ecuador  en  los  polos.  Puede  que  esto  moleste  demasiado  a  los fanáticos  del  materialismo  ateo,  pero  está  debidamente  comprobado  hasta  la  saciedad gracias a ciertos cálculos matemáticos exactos. Y es que en estos momentos con horror están viendo los secuaces del materialismo cómo se derrumban sus utopías, cómo caen hecha  polvo,  como  las  torres  aquellas  de  sus  opiniones  se  vuelven  cenizas,  y  sufren demasiado porque adoran al dios materia.

Ha llegado la hora en que nosotros reflexionemos profundamente. Incuestionablemente, los  Hombres  Protoplasmáticos  eran  diferentes;  sería  absurdo  suponer  que  tuviesen  la consistencia  física actual.  Si  dijésemos que  eran  más  bien  de una  sustancia gelatinosa protoplasmática,   estoy   seguro   de   que   no   mentiría.   Que   tuviesen   otra   forma   de multiplicación de la especie, lo demuestra el organismo humano, bien sabemos que las células se multiplican en nuestro organismo mediante la división celular; de alguna parte tuvimos que heredar ese sistema de multiplicación celular.

Sí, en realidad no podemos negar, lo heredamos de la Raza Protoplasmática. Aquellos organismos se dividían en uno o dos, hasta tres vástagos, que podían seguir alimentándose con los pechos del padre-madre absurdo dirían, bueno, van a tener que decirle absurdo a la célula viva que se multiplica de esa manera.

Mucho más tarde en el tiempo surgieron los Hiperbóreos, raza que se multiplicó mediante el sistema de brote o retoñación. Cualquier brote del organismo humano surgía en determinado instante, y este seguía viviendo del padre-madre.

Al fin apareció la Raza Lemúrica en el continente Mú o Lemur, aceptado por Mr. Darwin. Dicho  continente  existía  en  las  procelosas  aguas  del  Pacífico.  La  Raza  Lemúrica  era hermafrodita, ¿pruebas, demostraciones? Las tienen ustedes mis queridos amigos en su mismo  organismo.  Bien  sabemos  nosotros  que  las  tetillas  del  varón  son  glándulas mamarias atrofiadas; bien sabemos que el clítoris en la mujer es un phalus atrofiado y recogido  con  ligamentos  nerviosos,  ¿quieren  más  pruebas?  Sería  absurdo  exigir  más pruebas,  cuando  las  cargamos  en  el  organismo  humano.  En  el  tiempo  suceden  cosas extraordinarias,  que  se  haya  dividido  la  raza  humana  en  sexos  opuestos  antes  de  la desaparición del Continente Lemúrico, es algo que no podríamos en modo alguno rebatir.

Las mismas escrituras hebraicas nos dicen que Adán vivía solo en el paraíso terrenal. Ese Adán de la mitología hebraica es tan solo un símbolo, se refiere a la humanidad antigua. Antes de que la humanidad se hubiese dividido en sexos opuestos existía el Adán Solus, más  en  verdad  Eva  fue  sacada  de  la  costilla  de  Adán.  No  pensemos  en  una  Eva antropomórfica,   en   una   extraña   mujer,   no,   pensemos   en   el   eterno   femenino. Incuestionablemente, a través del tiempo los sexos se fueron dividiendo poco a poco.

¿Que la reproducción en la Lemuria era por gemación? Es cierto; incuestionablemente el óvulo expedía siempre un huevo, era siempre expedido del ovario, era un huevo perfecto, cuando  se  abría,  surgía  de  ahí  una  nueva  criatura  que  tenía  el  poder  de  moverse  de inmediato,  el  poder  de  caminar.  Sin  embargo,  a  través  del  curso  de  los  siglos  fueron naciendo niños con un sexo más desarrollado que otro, y pasaron edades enteras antes de que los sexos se hubiesen dividido.

Cuando la humanidad se dividió en sexos opuestos, entonces fue necesaria la cooperación para crear. Antes de que se hubiesen dividido en sexos opuestos, es obvio todo el mundo lo puede entender, que el óvulo aquel que salía del ovario de la Raza Lemúrica, devenía fecundado maravillosamente, puesto que había salido de un organismo hermafrodita; pero cuando la humanidad se dividió en sexos opuestos, ese óvulo ya salía sin fecundación, entonces se hizo necesaria la cooperación sexual para crear y volver nuevamente a crear.

Por aquella época el sexo se consideraba sagrado, la raza humana realizaba larguísimos viajes  por  el  Continente  Lemúrico,  guiada  por  sus  dirigentes  espirituales,  hacia  los templos donde debía recibir el sacramento sexual. Hombres y mujeres se apareaban en los patios sagrados de los templos de misterios y el acto sexual se verificaba bajo la dirección de los sabios lemures. Nadie se hubiera atrevido en aquella época a realizar el acto sexual fuera del templo.

La primera, la segunda y la tercera raza en realidad fueron razas de Hombres en el sentido más  trascendental  de  la  palabra.  El  ser  humano  parlaba  en  el  idioma  universal,  y platicando en ese idioma realizaba prodigios. Mediante el poder del verbo dominaba el fuego, al aire, a las aguas y a la tierra. Los sentidos de percepción no se habían atrofiado, cuando el Hombre levantaba la vista para mirar a las estrellas, veía los mundos rodeados de  una  aureola  muy  especial,  y  también  veía  a  otras  humanidades  planetarias  con  las cuales se comunicaba telepáticamente.

En  aquella  edad,  todo  ser  humano  podía  percibir  totalmente  casi  la  totalidad  de  un “holtapamnas”. Un holtapamnas equivale a cinco millones y pico de tonalidades de color. Los  oídos  percibían  sonidos  que  hoy  para  nosotros  son  inaudibles,  se  usaban  muchas vocales y consonantes. Viejas tradiciones que hemos encontrado, todas antiquísimas, nos dicen que los lemures usaban 300 consonantes y 51 vocales, es decir, poseían un poder hablativo  superior;  también  tenían  indudablemente  sentidos  desarrollados  millones  de veces mejor que nosotros.

La Raza Lemúrica era perfecta en el sentido más completo de la palabra. Esa capacidad hablativa  lemur  se  perdió  a  través  de  los  siglos,  a  medida  que  el  ser  humano  se  fue degenerando. Cuando los antropólogos materialistas dicen que nosotros hemos llegado al máximun de la perfección en estos instantes, mienten de verdad, se ve que no saben nada de antropología, que no han estudiado a fondo las piedras antiguas, los viejos manuscritos, las antiguas pirámides, nichos, sepulcros, etc., que existen por todas partes.

Hay piedras como la que se encontró en cierto lugar del Perú, donde está demostrado hasta la  saciedad,  de  que  existieron  civilizaciones  millones  de  veces  más  poderosas  que  la nuestra,  y  en  los  tiempos  mesozoicos.  ¿Esto,  aceptarlo  la  antropología  materialista? ¡Jamás! Ellos no darían su brazo a torcer así porque sí, pero hechos son hechos, y ante hechos tenemos que rendirnos cueste lo que cueste.

Hay procesos evolutivos e involutivos. Si dijéramos que todo es evolución, mentiríamos, caeríamos   en   el   dogma   de   la   evolución.   Existen   también   procesos   involutivos ¿demostraciones?  Muchas;  el  germen  que  evoluciona  está  claro,  y  vemos  nosotros como el tallo se va levantando milímetro a milímetro, cómo se va desenvolviendo, cómo echa ramas, hojas, eso es evolución, mirémoslo cuando da fruto, ¡cuánta belleza! He ahí la evolución,  pero  más  tarde  el  árbol  se  marchita,  van  cayendo  las  hojas,  las  flores  se desvanecen como si fuesen tan solo un sueño, y al fin, el árbol se convierte en un montón de leños, eso es involución. Querer acomodar a la fuerza los procesos involutivos dentro de nuestro tan querido dogma de la evolución, es un absurdo. Necesitamos de una mente elástica,  dúctil,  capaz  de  pensar  con  claridad.  Más  no  nos  alejemos  tanto  del  tema, volvamos al Hombre Lemur.

Dije que las tres primeras razas fueron de Hombres, esto debe invitarnos a la reflexión. Desgraciadamente en la vida suceden cosas insólitas, al final de la época lemúrica, los verdaderos  Hombres  se degeneraron.  Antes  de la degeneración –repito lo que ya dije, aunque  me  vuelva  cansón–,  que  la  reproducción  se  consideraba  sagrada.  Hombres  y mujeres copulaban en los patios empedrados de los templos, sin llegar jamás a eso que en fisiología orgánica se conoce como espasmo u orgasmo, es decir, no existía la eyaculación del Ens-Séminis, porque, como dijera Paracelso; “dentro del Ens-Séminis está contenido todo en Ens-Virtutis del fuego”.

Cualquier zoospermo maduro se escapaba de las glándulas endocrinas para realizar una fecundación. Así se reproducían los seres humanos reales, los Hombres verdaderos antes de su degeneración. ¿Cómo lo sabemos nosotros?  Por tradición, a través de los siglos heredamos este conocimiento gnóstico, ¿no se había publicado? Lo estamos publicando; que  no  lo  acepte  la  humanidad  actual  es  apenas  normal,  porque  ese  sistema  de reproducción solo era utilizado por verdaderos seres humanos que han existido sobre la faz de la tierra.

Amigos: no se escandalicen, esta noche pienso hablarles a ustedes cosas terribles, pero les ruego tengan paciencia, sepan escuchar, estamos entre hombres y mujeres cultas. Creofirmemente que nos hemos reunido aquí con un sólo propósito: saber algo, sí, y esta noche se va a saber, cueste lo que cueste.

 Los verdaderos  seres humanos  repito,  los  de  la Lemuria,  degeneraron  al  final  de  la última raza, entonces se mezclaron con bestias horrible, pero cierto, así nos lo dicen los viejos códices antiguos. Hay tradiciones del Tíbet, de la China, de la India; hay piedras, hay monolitos, hay códices que nos lo están afirmando, y nosotros como estudiantes de antropología, no podemos callarlos. ¿Qué se mezclaron los Hombres y las bestias? Fue verdad,  esto  sucedió  naturalmente  en  épocas  muy  arcaicas  de  nuestro  mundo,  en  el continente Lemúrico.

No es cuestión del hombre paleolítico, no, era más bien del hombre plioceno, el resultado de tales cruzas, de Hombres reales con bestias de la naturaleza. La Civilización Atlante fue  poderosa,  creció,  los  hombres  hablo  esta  vez  en  forma  convencional,  tuvieron aviones  atómicos,  cohetes  que  dirigieron  a  la  Luna.  Mucho  antes  de  que  nuestros astronautas pisaran la Luna, ya los atlantes lo habían hecho, no es la primera vez que los seres humanos llegan a la Luna, ya llegaron en el pasado, y si creemos ser los primeros, estamos ciertamente equivocados.

El Continente Atlante surgió después de la Lemuria, y se hundió entre las embravecidas olas del océano que lleva su nombre. La Lemuria todavía fue más grande que la Atlántida, ocupó todo el océano Indico y la Malasia, y llegó hasta la misma Australia, y por el sur avanzó hasta cerca de donde hoy es Sudamérica, pero desapareció entre el fondo de las olas a través de diez mil años de terremotos incesantes.

Cuando  la  Atlántida  surgió  del  fondo  del  océano,  ya  la  Lemuria  estaba  terminando. Amigos: los atlantes que siguieron a los lemures ya no fueron humanos en el sentido más completo de la palabra,  fueron simplemente  animales intelectuales y de ellos venimos nosotros. Se hundió la Atlántida debido a una revolución de los ejes de la Tierra, después de haber tenido una civilización poderosa.  Tuvieron automóviles  movidos por energía atómica; anfibios que así como podían navegar, también podían deslizarse sobre la tierra o flotar en la atmósfera. Movían sus industrias con la fuerza nuclear; aprendieron a manejar la energía solar y tuvieron barcos volantes.

En  algunas piedras  que  se  han  encontrado  en  el  Perú  se  ha  podido  evidenciar por  los testimonios de las mismas, que conocieron la ciencia de los trasplantes, lograron hasta trasplantar cerebros; también trasplantaron con éxito corazones, riñones, hígados, etc., y no fallaron en sus trasplantes. Nosotros, los arios no hemos ido tan lejos hasta ahora, los trasplantes no han sido un verdadero éxito, sobre todo los trasplantes de corazón, no han dado  el  resultado  apetecido,  pocos  son  los  que  han  podido  sobrevivir  algunos  años después de tales trasplantes; pero los atlantes no solamente trasplantaron corazones, sino hasta cerebros, alturas a las cuales todavía no hemos llegado nosotros, y sin embargo, creemos  que  somos  el  centro  de  todas  las  civilizaciones  pasadas  y  futuras,  cuán equivocados estamos.

Nosotros  en  realidad  de  verdad,  tenemos  una  civilización  que  ni  es  la  última,  ni  será tampoco la primera. Obviamente, debemos ser más revolucionarios en nuestra forma de pensar. Eso de creer que nuestra civilización es la más poderosa, resulta falso, todavía a estas horas de la vida nos estamos transportando en carritos movidos por gasolina, y nos creemos supercivilizada. Vale la pena que reflexionemos un poco.

Somos  descendientes  de  los  atlantes,  los  atlantes  a  su  vez  fueron  descendientes  de  la mezcla de Hombres y bestias. Hijos: resulta un poco crudo esto que estoy diciendo, y a muchos no les gusta estas crudezas, pero más vale ser franco, se ha engañado a la raza humana. Se le ha hecho un daño espantoso al decírsele que ya llegó al estado del Hombre. En verdad, yo grito con todas las fuerzas de mi alma, ¡que el Hombre todavía no existe! Y no soy el único en gritar, lo gritan los mayas, y allá pusieron sus escritos, hasta sobre los mismos mármoles invictos del museo de antropología en México, D. F.

Recordemos  a  la  obra  magistral  de  López  Portillo;  aquel  pasaje  precioso,  cuando  las gentes   se   dirigieron   a   Quetzalcóatl   diciéndole:   “Señor,   Quetzalcóatl   se   acaba; Quetzalcóatl se acaba”. Recordemos ese otro pasaje extraordinario y formidable que está escrito  en  la  obra  de  López  Portillo,  cuando  alguien  hablando  en  pleno  juicio  contra Quetzalcóatl, dice: “Quetzalcóatl no quiere a Tula, Quetzalcóatl quiere a los Hombres, y los Hombres no existen”. Eso se dice en plena época de los Toltecas, y quedó escrito en los  códices  para  siempre;  por  eso  lo  comenta  también  en  su  magistral  obra  el  señor presidente José López Portillo.

En realidad de verdad, los Hombres no existen, estoy de acuerdo con lo que se dijo en aquella  época:  ahora  existe  el  animal  intelectual,  pero  el  animal  intelectual  no  es  el Hombre. Si  colocáramos  a  un  Hombre  frente  a  un  animal  intelectual,  los  veremos  físicamente parecidos, pero observemos sus procesos psicológicos, son diferentes. Una cosa son los procesos psicológicos del Hombre, y otra cosa son los procesos psicológicos del animal intelectual, equivocadamente llamado hombre.

En la facultad de medicina, un profesor dijo: “Nosotros somos mamíferos intelectuales”, los alumnos no protestaron, yo tampoco; estoy de acuerdo con lo que dijo el profesor. Si fuéramos Hombres, no estaríamos matándonos unos a otros en los campos de batalla. Si fuéramos Hombres, no estaríamos asesinando a los delfines entre las borrascosas olas del océano. Si fuéramos Hombres, no existirían los cazadores que se internan en las montañas para acabar con las criaturas de la Naturaleza. Si fuéramos Hombres, no seríamos ateos materialistas, enemigos del Eterno. Si fuéramos Hombres de verdad, en el sentido más completo de la palabra, no seríamos borrachos, ni adúlteros, ni fornicarios, ni asesinos, ni perversos.

El Hombre, es el Hombre. El Hombre es el rey de la Creación, y si nosotros no somos reyes  de  nosotros  mismos,  mucho  menos  podemos  ser  reyes  de  la  Creación.  No  es concebible un rey que no sea rey de verdad; no es posible concebir un rey de la Naturaleza que no sea rey de sí mismo. Si no somos capaces de manejar a los elementos; si no somos capaces de ordenar al fuego de los volcanes o a los huracanes, o a las aguas tormentosas del océano; si no somos capaces de dominar los terremotos, no somos Hombres. Porque el Hombre es el rey de la Creación.

Así pues, somos reyes o no somos; hasta ahora hemos demostrado que somos víctimas de las circunstancias. No somos reyes de la Creación, tampoco somos reyes de sí mismos; por lo tanto, el Hombre como dicen los viejos códices de Anawak, todavía no existe. Sin embargo, el Sol en estos instantes está realizando una maravilloso experimento en el tubo de ensayo de la Naturaleza: quiere crear Hombres.

Durante la época de Adán, cierto grupo de Hombres fueron creados. Durante los primeros ocho siglos del cristianismo, hubo una cosecha de Hombres. En estos instantes de crisis mundial, de bancarrota de todos los principios, en estos instantes en que nos encontramos enfrentados ante el dilema del Ser y no ser de la filosofía, el Sol está haciendo un nuevo ensayo  en  el  tubo  del  laboratorio  de  la  Naturaleza:  quiere  crear  Hombres,  ese  es  el objetivo de toda raza.

El Sol ha creado toda raza para hacer su famoso experimento, más cuando una raza ya no sirve  para  tal  experimento,  es  destruida  de  inmediato.  Esta  raza  nuestra  se  ha  vuelto terriblemente atea, materialista, fornicaria, espantosamente perversa y por lo tanto va a ser destruida cueste lo que cueste.

En realidad de verdad ha llegado el momento en que nosotros debemos cooperar con el Sol, para que surja el Hombre de nosotros. Ante todo necesitamos de la disponibilidad al Hombre. Es necesario, que el Hombre se forme dentro de nosotros, como la mariposa dentro de la oruga. Tenemos los gérmenes para el Hombre, están depositados en nuestras glándulas sexuales, si nosotros cooperamos con el Sol, esos gérmenes se desarrollarán y dentro de nosotros mismos, en las profundidades de nuestra psiquis, nacerá el Hombre de verdad.

Ante todo, si queremos que surja el Hombre en nosotros, si queremos que esos gérmenes del Hombre se desarrollen en nuestra constitución biológica y psicosomática, se hace necesario que aceptemos el sistema sexual de los Hombres, el sistema de Kriya Shakti, ese que tanto odian  las  escuelas  de  tipo  pseudo-esotérico  y  pseudo-ocultista,  eso  que  tanto  abominan algunos místicos equivocados.

El sistema de reproducción humana como ya dije, es grandioso. Leía yo por ahí algo en “Don  Q.”,  la  obra  extraordinaria  de  nuestro  señor  Presidente  López  Portillo,  decía  lo siguiente: “¡Qué doloroso es el camino que conduce a la fecundación, perder o consumir tantos millones de zoospermos para una sola fecundación!”

En verdad yo creo que entre el derroche, precisamente, y la avaricia de fuerzas o poderes, debemos  meter  la  Ley  de  la  Balanza.  Eso  hacían  los  lemures:  nunca  llegaban  a  la eyaculación  seminal.  Repito,  cualquier zoospermo  podía  escaparse  en  forma  automática para hacer fecunda una matriz; entonces, como resultado, existía el Hombre verdadero con poderes sobre el fuego, sobre los aires, sobre las aguas y sobre la perfumada tierra, parlaban el verbo de luz que como un río de oro corre siempre bajo la selva espesa del Sol.

Esa era una época distinta, esa era la edad de los Titanes, esos eran los tiempos en que los ríos de agua pura de vida manaban leche y miel. En esa época no existía ni “lo mío” ni “lo tuyo”; todo era de todos y cada cual podía comer del árbol del vecino sin temor ninguno. La humanidad era inocente y perfecta: platicaba con los Dioses de la Aurora y podía mandar a los elementos; entonces las tempestades servían de alfombra para aquellos colosos que se movían imponentes sobre la faz de la Tierra.

Esa era la Edad de Oro, la Edad de la Luz, la Edad del Amor. En esa época no había guerras, odios y perversidades, como las hay ahora. En esa época, el Sol de la Verdad resplandecía en todas las mentes y las rosas del Espíritu se mostraban galantes y bellísimas en la vera del camino. Todo estaba perfumado con la espiritualidad, no había aparecido –sobre este mundo desafortunado–,   el   materialismo   ateo,   ni   el   crimen,   ni   el   delito,   ni   todas   esas monstruosidades que hoy se ven por todas partes, por aquí, por allá y acullá.

Era la época de los Titanes; era la época de los Edenes, era la época de la verdadera felicidad auténtica, no existían fronteras, no existía el odio, todo era amor y se reverenciaba al Sol por el poder que tiene de darnos la vida, se reverenciaba en la misma forma en que Zaratustra le adoraba, se reverenciaba en la misma forma  que los Hijos de la Arcadia acostumbran a reverenciar los poderes creadores del Universo.

Era una época distinta, mis queridos amigos. Había verdadera dicha en todos los corazones porque el Hombre mandaba los elementos, vivía en los ricos palacios y no había hambre entre las multitudes. Era la Edad de los Edenes milenarios. Mas cuando el ser humano comió del  fruto  prohibido,  que  se  le  dijo:  “No  comeréis”,  entonces  se  perdieron  sus  preciosas facultades,  se  encorvó,  se  volvió  miserable,  tuvo  que  andar  de  “pródigo”  de  ciudad  en ciudad. Abandonó el “Jardín de las Hespérides”, la simbólica “Tule”, el Edén hebraico, y vino por todas partes sufriendo terriblemente, hasta nuestros días. Por eso en la mitología hebraica se dice: “trabajareis con el sudor de tu frente para sostener a tu mujer y a tus hijos”. Y a ella se le dice: “Pariréis tus hijos con dolor”.

¡Grave fue la degeneración del hombre cuando derramó el “Vaso de Hermes Trismegistro”, cuando cayó en la “generación animal”, cuando devino como un monstruo de perversidad! Si aceptamos el sistema de reproducción de Kriya Shakty, el de los Hombres reales, el de los Hombres verdaderos que en el mundo han sido, se desarrollarán los “gérmenes” del Hombre Real dentro de nosotros mismos y nos convertiremos en Hombres.

Por ahí leyendo un códice de Anawak, leí una frase que decía: “Los dioses crearon a los hombres  de  madera,  y  después  de  haberlos  creado  los  fusionaron  con  la  Divinidad”. También  añade:  “No  todos  los  hombres  logran  fusionarse  con  la  Divinidad”.  Esto  me recuerda a José y María en el Bíblico Evangelio Crístico, él como un carpintero para ganarse la vida, esto me recuerda a muchos otros carpinteros de distintas mitologías.

Ciertamente se necesita ser un maestro de artes, un maestro de la Gran Obra, un Hombre que de verdad esté dispuesto a sacrificarse, renunciando a los placeres de la bestialidad para que pueda  llegar  un  día  a  la  unión  con  lo  Divinal.  Cuando  hablo  de  lo  divinal,  no  quiero referirme a un Señor allá, detrás de una nube lanzando rayos y centellas contra este triste hormiguero humano. Cuando hablo de lo divinal, quiero referirme  a un Quetzalcóatl, al Logos, Unidad Múltiple Perfecta, a los Principios Inteligentes que gobiernan todo lo que es, ha sido y será.

Obviamente, podemos integrarnos con lo Divinal si eliminamos de sí mismos el Ego animal. En verdad que el Ego animal existe dentro de cada uno de nosotros. Vuelvo a decir lo que antes dijera: es un manojo de odios, pasiones, iras, envidias, celos, etc., eso es el “yo”. Si en verdad nosotros cometemos el error de reemplazar el “punto matemático” de la creación por el  “querido  Ego”,  obviamente  ya  no  entenderíamos  repito,  lo  que  es  la  Creación. Necesitamos nosotros eliminar el Ego, el “yo”, el “mí mismo”, acabar con nuestros defectos de tipo psicológico, si es que queremos algún día integrarnos con la Divinidad.

Primero hay que crear al Hombre dentro de nosotros mismos y más tarde debemos crear dentro de nosotros mismos al Super-Hombre. El Super-Hombre es terriblemente divino, está más allá del bien y del mal. Federico  Nietzche,  hablando  sobre  el  Súper-Hombre,  dijo:  “Ha  llegado  la  hora  del Súper-Hombre,  el  hombre  no  es  más  que  un  puente  tendido  entre  el  animal  y  el Súper-Hombre, un peligroso bache en el camino, un peligroso mirar atrás; todo en él es peligroso, ha llegado la hora del Súper-Hombre”.

El Súper-Hombre, en realidad de verdad, está más allá de todos los códigos morales. Bien sabemos que la moralidad es hija de las costumbres y de los tiempos. Lo que en un tiempo fue “moral”, en otra época es “inmoral”, lo que en un país puede ser “moral”, en otro país no lo  es.  Así  pues  que  la  moral  es  meramente  convencional.  Necesitamos  de  una  ética revolucionaria, necesitamos de la ética del Súper-Hombre.

El Hombre, después que se integra con lo divinal, indubitablemente adquiere los poderes que antes tuvieran los lemures. Cuando el Hombre se integra con lo divinal, puede mandar al fuego, al aire, a las aguas y la tierra; cuando el Hombre se integra con lo divinal, empuña la espada de la Justicia Cósmica para gobernar todas las fuerzas de la Naturaleza.

En el mundo han existido verdaderos Súper-Hombres, todos presentimos, en el fondo de nuestro corazón, que algún un día caminó sobre la faz de la Tierra el Súper-Hombre. Todos presentimos la existencia del Súper-Hombre, todos parece que lleváramos en el fondo de nosotros mismos, reminiscencias olvidadas del Súper-Hombre.

El Súper-Hombre es un Buddha, Gautama Sakya-Muni; Súper-Hombre es un Moisés, ese que pudo mandar a los elementos de la Naturaleza, ese que aterrorizó a los egipcios, ese que abrió las aguas del Mar Rojo para que los israelitas atravesaran por allí. Súper-Hombre en realidad  de  verdad,  es  un  Ketzalkoatl,  viva  encarnación  del  Logos.  Súper-Hombre,  en realidad  de verdad,  fue un  sabio  como  aquél  que  se conocía  con  el  nombre de  Hermes Trismegistro, el tres veces grande Dios Ibis de Thot.

Hoy por hoy seamos sinceros con nosotros mismos, somos vulnerables, débiles; hoy por hoy   somos   criaturas   indefensas,   llenos   de   odios,   de   guerras   y   de   abominaciones. Necesitamos que surja en nosotros el Hombre, necesitamos que aparezca en nosotros el Súper-Hombre.  Podemos  crear  primero  al  Hombre  y  mucho  más  tarde,  con  el  tiempo, entonces nacerá en nosotros el Súper-Hombre. El Súper-Hombre, en realidad de verdad, tiene que llegar a dominar el Universo entero; el Súper-Hombre debe surgir en nosotros con poderes extraordinarios, como para mandar en esta creación.

Amigos:  en  el  sexo  está  el  camino,  el  camino  es  eminentemente  sexual.  Inútilmente andaremos  buscando la  verdad  en  escuelas,  teorías,  sectas,  etc.  Necesitamos  aprender  a manejar la energía creadora del Tercer Logos, si es que en verdad deseamos convertirnos en verdaderos Súper-Hombres, en el sentido más completo de la palabra.

Cuando un hombre y una mujer se unen, algo se crea, aunque sea una larva o un hijo. Si nosotros aprovechamos las fuerzas extraordinarias de la Creación que rodean a la pareja durante la  cópula  química,  podemos  con tales energías,  transformarnos,  convertirnos en Hombres verdaderos y mucho más tarde en Súper-Hombres.

Desgraciadamente la humanidad se ha metido por el camino de la degeneración sexual, hoy en día la humanidad ha llegado al máximo de la degeneración. Bien saben ustedes que hay países donde el homosexualismo y el lesbianismo están legalizados, donde los hombres se casan con los hombres y las mujeres con las mujeres. También es muy cierto y de toda verdad que la degeneración es tan grande, que hay países ya en donde se quiere legalizar hasta el mismísimo incesto. Por ese camino llegaría el día en que el padre se casará con la hija, el hijo con la madre, y el hermano con la hermana, etc. Eso llaman hoy en día, dizque “emancipación”, “civilización” y no sé que más.

Los hogares se han desintegrado, ahora la mujer anda por una parte y el hombre por la otra. Se ha perdido la unidad familiar y los vicios corroen esta raza hasta el tuétano de los huesos. La humanidad está involucionando espantosamente en estos tiempos, y no hay duda de que a  medida  que  la  humanidad  involuciona,  también  la  Tierra  se  precipita  por  el  camino involutivo, descendente.

Los  mares  en  estos  momentos  se  hayan  contaminados,  multitud  de  especies  están desapareciendo. La Tierra se está esterilizando, se está convirtiendo toda en un desierto. La atmósfera   está   contaminada   con   el   abominable   “smog”,   muchas   criaturas   mueren diariamente debido al “smog”.

Por donde quiera hay hambre y desolación, son millones los seres humanos que mueren cada año. Los terremotos se multiplican espantosamente y a todas éstas, hay un “monstruo” que  viene  a  “devorar”  la  Tierra.  Quiero  referirme  a  “Barnard  I”,  como  lo  llaman  los astrónomos, o también “Hercolubus”. Es un mundo gigante, un mundo mucho más grande que Júpiter se calcula que es, seis veces más grande que Júpiter, el titán de los cielos. Se dirige  hacia  la  órbita  terrestre  a  velocidades  extraordinarias.  Los  astrónomos  lo  están estudiando detalladamente; se nos ha dicho que muy pronto llegará cerca de éste, nuestro planeta  Tierra.  Cuando  eso  sea,  habrá  cataclismos  tan  tremendos  como  aquellos  que acabaron con la Lemuria y con la Atlántida. Con el acercamiento de “Hercólubus”, el fuego líquido del interior de la Tierra saltará a la superficie y entonces se quemará, en realidad de verdad, todo aquello que tenga vida.

En el máximun de acercamiento de “Hercólubus”, habrá una revolución de los ejes de la Tierra, los mares cambiarán de lecho, los continentes actuales, donde vive esta humanidad perversa, se hundirán entre las embravecidas olas del océano. De esta perversa “civilización de víboras” no quedará piedra sobre piedra, esta civilización será destruida. Sin embargo, en la Atlántida hubo sobrevivientes y en Lemuria también. Obviamente, de esta raza serán salvados algunos; habrán de formarse un pequeño núcleo de gentes de buena voluntad que serán llevados secretamente a determinado lugar del Pacífico, a un lugar colocado en cierta meridiano de longitud y latitud y donde nada acaecerá, porque la catástrofe no sucederá en la misma forma en todos los lugares del mundo.

Esa raza selecta, esa gente de buena voluntad tendrá que pasar por muchos procesos de purificación antes de que pueda servir de raíz para la futura gran Raza. Quiero decirles a ustedes que la futura gran Raza vivirá en tierras nuevas y bajo cielos nuevos; quiero decirles que la futura gran Raza habrá reconquistado la inocencia en la mente y en el corazón, quiero decirles que la futura gran Raza será de Hombres verdaderos, de Hombres que hayan en verdad  surgido  de  entre  los  mismos  “gérmenes”  que  llevamos  en  nuestras  glándulas endocrinas sexuales. Virgilio, el poeta de Mantúa, dijo: “Ya llegó la Edad de Oro y una nueva progenie manda”.

Todos los libros sagrados de los tiempos antiguos nos hablan de la gran catástrofe que se avecina,  todos  nos  dicen  que  esta  humanidad  perversa  perecerá  por  el  fuego.  Leamos cuidadosamente los libros de los mayas, leamos la Biblia antigua, leamos nosotros el Corán y los libros del Asia, y podremos verificar lo que ya está profetizado.

Obviamente,  lo que  estoy diciendo no  será aceptado jamás  por el  Anticristo de  la  falsa ciencia. En verdad que el Anticristo no es un individuo como pretenden algunos, que “viene realizando prodigios y maravillas por todas partes”. El Anticristo es el Ego, el “yo”, el  “mí  mismo”  el  “sí  mismo”  que  llevamos  dentro.  Nosotros  necesitamos  eliminar  al Anticristo de sí mismo para que surja en nosotros el Hombre y más tarde el Súper-Hombre.

El Anticristo de la ciencia materialista odia todas estas cosas, está llena de auto-suficiencia y orgullo, cree que ya domina el Universo, cree que ya conoce toda la Sabiduría del Infinito, más miente. Hasta aquí mis palabras de esta noche, muchas gracias

Samael Aun Weor 

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