Capítulo 7º La Medicina de Dios ALQUIMIA
Si comer el fruto prohibido, o la manzana de la discordia, nos hizo salir de la Arcadia o Edén, nos hizo vulnerables, propensos a todo tipo de enfermedades, sería injusto pensar en que El Creador, Aquel que está por encima “del bien y del mal”, Aquel que da la vida, Aquel que hace que, todo nazca y renazca, no haya puesto a nuestro alcance, el remedio para esta enfermedad que hoy padecemos todos los hombres y mujeres del planeta tierra.
La medicina de Dios. Si aceptamos que estamos enfermos de ira, codicia, lujuria, envidia, pereza, gula, orgullo, vanidad, celos, etc., así como de otros estados psicológicos que tienen su raíz en el egoísmo y la creencia en la separación de la Fuente primordial, estamos predisponiéndonos de manera positiva para poder curarnos.
Pero si no aceptamos que somos víctimas de la legión de yoes que cargamos en nuestras psiquis, nunca podremos sanarnos, y, nuestras vidas seguirán siendo las mismas, sin opción a la verdadera revolución interior, nada cambiará en nuestra alma. La medicina de Dios o medicina hermética, es última síntesis, El Cristo; el amor último y excelso, incondicional y sin límites.
Él viene a salvarnos a redimirnos a curarnos, desde el fondo de nuestro afligido corazón. Tal como lo hiciera el niño Jesús en Belem, naciendo en un pesebre con sus correspondientes animales.
Él fue capaz entre otras cosas, (a medida que iba creciendo), de expulsar a los mercaderes del Templo que lo profanaban. Él dio su vida para llegar hasta El Padre, por nosotros, para mostrarnos un camino: Curó a cuantos enfermos se le cruzaban en su camino, resucitó a los muertos, expulsó a las entidades diabólicas (llamadas legión) y realizó toda clase de prodigios con el milagro del amor consciente.
El Cristo llega cuando se le ofrece un escenario idóneo para que pueda proseguir con su trabajo. Es decir que el iniciado, haya creado sus cuerpos existenciales, pues de lo contrario, su alta energía no podría ser contenida en los cuerpos vulgares. Pablo de Tarso dice: Deseo disolverme y estar en Cristo. El V.M. Samael Aun Weor, en su libro “El Matrimonio Perfecto”, dice: “El Hijo del hombre nace del agua y del fuego. Cuando el Cristo interno entra en el alma se transforma en Ella. Él se transforma en Ella y Ella en Él. Él se humaniza y Ella se Diviniza. De esta mezcla alquimista Divina y Humana, deviene eso que con tanto acierto llamó nuestro Adorable Salvador, El Hijo del Hombre”.
Los alquimistas dicen que debemos transformar a la luna en sol. La luna es el alma. El sol es el Cristo, la transformación de la luna en sol, sólo es posible con el fuego, y éste, sólo se enciende con el connubio amoroso del Matrimonio Perfecto: Mujer, yo te amo... Hace muchas noches, Por eso es considerada Que lloro mucho... mucho... Y al fin de la jornada escucho tus cantares,
Y tiemblan de amor los soñolientos astros,Y se besan las musas celestiales con tus cantos... Eres un libro sellado con siete sellos. No sé si eres dicha o veneno. Estoy en el borde de un abismo que no entiendo: Siento miedo de ti, y de tu misterio. Mujer yo te adoro. Quiero beber licor de mandrágoras, Quiero besar tus manos. Quiero sentir el canto de tus palabras Y encender mis fuegos. Mujer, no me puedes olvidar, Me dijiste que me amabas Y me juraste tu cariño, En noches adoradas... En noches de idilio... En noches perfumadas... Y de cantos y de nidos...
Vieja sacerdotisa, enciende mi pabilo, Enciende mi llama de triple incandescencia; Núbil vestal de templo divino... Entrégame los frutos de la ciencia... (V.M. Samael Aun Weor). “La Turba” dice: “Honrad a nuestro Rey saliendo del fuego, coronado con una diadema de oro; obedecedle hasta que haya llegado a la edad de la perfección; alimentadle hasta que sea grande”. “Su padre es el Sol, su madre es la Luna; la luna es el cuerpo imperfecto.
El Sol es el cuerpo perfecto”. San Agustín añade: Nuestro muy verdadero y muy poderoso Purificador y Salvador ha asumido al hombre enteramente. La piedra filosofal es el Cristo íntimo, vestido con sus cuerpos de oro, el cuerpo de oro del Hombre Solar. Cuando uno posee la piedra filosofal (nos dicen los adeptos) tiene poder entero sobre toda la naturaleza. Y posee el elixir de la larga vida, la medicina Universal.
“El hermafrodita es aquel Ser que está formado por los dos sexos; es decir, la piedra filosofal que reúne en sí las naturalezas masculina y femenina. Así denominan al hijo de la Sabiduría. (C.G. Jung) “Yo soy aquel que es, que era y que viene” dice El Cristo. Pero no nos quedemos con la letra muerta. ¿Cómo es posible que venga, si estamos enfermos? Un ser incorrupto no llega al corrupto si no ha dado muestras sinceras y reales de curarse, o de expulsar a la legión que cargamos... Retomando las declaraciones que se hicieran en el Shangrila, al matrimonio formado por Anne y Daniel transcribimos lo siguiente: “Recordad bien la melodía en que queremos basar nuestro canto, y ojalá vuestros corazones puedan preservarla con cuidado. Antaño era a los profetas a quien recibíamos aquí, hoy son sembradores.
Seguid el curso de nuestra voluntad, vemos que concuerda con el vuestro. Así pues, amigos, dadnos vuestra mano. De todo lo que veréis y oiréis en este sitio, he aquí ahora la piedra angular de la tarea perseguida por los Hermanos Mayores y también lo esencial de vuestra contribución; grabad este mensaje en letras de oro a fin de que trasluzca bajo cada una de las palabras que utilizaréis. No es el regreso del Cristo físico lo que debe esperar el hombre, ante todo, sino la nueva llegada de su principio a su corazón. Es eso lo que os va a desgarrar y lo que hará florecer de nuestro planeta”.
Debemos enfrentarnos a nuestras creaciones negativas, no es suficiente unas pocas lágrimas para borrar todos nuestros pecados, necesitamos demostrar con hechos claros y definitivos que nuestro arrepentimiento es verdadero. La Gran Obra, requiere de haber creado los cuerpos existenciales superiores del Ser y encarnar al Cristo; para que sea Él quien utilice esos cuerpos y le sirvan en todas las dimensiones.
Será entonces, cuando el Cristo Íntimo, como Hércules, realizará los doce trabajos oportunos para vencer al enemigo oculto. Los 12 trabajos de Hércules, son la tarea del prototipo del Hombre auténtico. Indican y señalan la vía secreta que ha de conducirnos hasta los grados de Maestro Perfecto o Gran Elegido... Uno de esos grandes trabajos de Hércules es, por ejemplo, la limpieza de los establos de Augías, según Fulcanelli: “Hay que hacer pasar sobre nuestra tierra todas las aguas del diluvio. Labor que exige la purificación perfecta, obra simple, fácil, pero tan fastidiosa que ha desanimado a gran cantidad de alquimistas más ávidos que laboriosos y más entusiastas que perseverantes”.
Pero veamos de forma esquemática en qué consisten los 12 trabajos de Hércules: El primero: la captura y muerte del León de Nemea que representa a la fuerza de los instintos y pasiones incontroladas que, todo lo devasta y lo devora...
El segundo: la destrucción de la Hidra de Lerna, monstruo simbólico de origen inmortal, dotado de nueve cabezas... Es el deseo viviendo en los nueve estratos infernales.
El tercero: la captura de dos animales, suave el uno, como veloz, turbulento y amenazador el otro, la cierva Cerenita y el jabalí de Erimanto. Ambos opuestos a domeñar.
El cuarto: la limpieza extraordinaria de los famosos establos de Augías, rey de la Elida. Purificación total.
El quinto: la caza y destrucción de las aves antropófagas que tenebrosas habitan las lagunas de Estinfal o los instintos bestiales.
El sexto: la captura del toro de Creta. Personificación de la descomunal ira.
El séptimo: la captura de las yeguas de Diómedes, hijo de Marte. Reconquistar la fuerza marciana sin emplear la ira.
El octavo: la muerte del ladrón Caco. El mal ladrón que despilfarra su energía.
El noveno: la conquista del cinto de Hipólita o la asimilación y comprensión de la psiquis femenina.
El décimo: la conquista del rebaño de Gerión. Trabajo con el altruismo. El undécimo: apropiarse de las manzanas de las Hespérides, “sin comerlas” El duodécimo: sacar del dominio de Plutón al perro Tricípite, el guía sexual.
Los 12 trabajos de Hércules, resumen la perfección y laboriosidad que entraña la vía Crística. Continuemos analizando las palabras de los sabios, tratemos de reflexionar, de comprenderlas en su más crudo significado. Jacob Boehme, escribe: “El sabio buscador debe considerar toda la Gran Obra, en relación con la humanidad del Cristo”. Dice la palabra del nazareno “Nadie llega al Padre sino por Mi”.
La caña de siete nudos o columna vertebral, será nuestro testigo de los progresos que se realicen en éste orden. Continuaban los antiguos: “Escribe sobre tu vara tu salvación, pues sin ella sería imposible medir tu desarrollo espiritual.” El amor universal predicado por Apolo es hijo de la Voluntad y de la Sabiduría divina, y Dios lo ha mandado a la tierra en forma corpórea, para que los hombres puedan reconocerlo. Este es el postulado gnóstico atemporal: “El amor universal del que hablan los sabios es denominado Cristo. El más grande de todos los misterios de todos los tiempos reposa en la forma en que ese Cristo vive en el corazón. Ese Cristo no puede vivir en las cavernas viscosas de las cosas carnales.
Hay que librar las siete batallas, hay que ganar las siete victorias, antes de liberarse de las cosas carnales, tales como el miedo, el egoísmo, las emociones y los deseos. Cuando esto se ha conseguido El Cristo toma posesión del alma, el trabajo está hecho y el hombre y Dios son Uno. (Matheno) Es necesario que, el sincero buscador no se engañe, que no mire a su hermano con orgullo intelectual, por tener un conocimiento prestado en el intelectualismo académico social.
Es necesario que, vea con humildad a tantos hombres y mujeres que caminaron por la senda de la santidad, humildemente sin arrogancia mental. Es necesario que, considere la relatividad de sus contenidos sensuales. Reflexionar, indagar, cuestionarse y pedir, para alcanzar el conocimiento objetivo de todas las cosas sin dejarse engañar por el más astuto de los engañadores, el ego.
La medicina de Dios fue producida para toda la humanidad, mas, sin embargo, no toda la humanidad está dispuesta a medicarse con ese suero Divino. El Cristo histórico de Jesús de Nazaret nos la mostró, mediante el Amor. Él no solo la administró, sino también por su carne y su sangre, invitó a quien quisiera seguir sus pasos para aplicarla como dice Pablo a los efesios (3:2): “Si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros” Mencionamos a otros sabios cristificados, personajes históricos y mitológicos de distintas culturas que supieron aplicar la medicina de Dios en su época y sociedad:
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