El Pensar Psicológico y la Mente Interior
Con el propósito de comprendernos realmente, es claro que ustedes están aquí presentes para escucharme, y yo estoy aquí para hablarles; pero es necesario que entre nosotros haya una verdadera comunión de almas, que nos propongamos inquirir por sí mismos; indagar, buscar, tratar de saber, con el objetivo evidente de lograr una orientación en el camino de la Auto Realización Intima del Ser.
Saber escuchar es muy difícil, saber hablar es más fácil. Sucede que cuando se escucha, se necesita estar abierto a lo nuevo, con mente espontánea, libre de preconceptos, de prejuicios, etc. Mas sucede que el Ego, el “yo”, el “mí mismo”, no sabe escuchar, todo lo traduce a sus prejuicios, todo lo interpreta de acuerdo con lo que tiene almacenado en el centro formativo.
¿Cuál es el centro formativo? La memoria. ¿Por qué se le llama centro formativo? Porque allí tiene lugar la formación intelectual de los conceptos. Entendido esto, se hace urgente aprender a escuchar con mente nueva, no repito con lo que se tiene almacenado en la memoria.
Después de este preámbulo, vamos a tratar de ponernos de acuerdo, ustedes y yo, sobre conceptos, ideas, etc. Ante todo, es urgente saber si el intelecto por sí mismo, puede llevarlo alguna vez a uno, a la experiencia de lo Real. Existen brillantes intelectos, eso no lo podemos negar, pero éstos nunca antes han experimentado eso que es la Verdad.
Ante todo, no está de más saber que existen tres mentes en nosotros. A la primera podríamos denominarla “mente sensual”; a la segunda la consideramos como “mente intermedia”, y la tercera es la “mente interior”. Pero pensemos un poco en lo que es esta mente sensual que todos usamos diariamente. No hay duda que elabora sus conceptos de contenido con los datos aportados por los cinco sentidos, y con esos conceptos de contenido, forma sus razonamientos. Miradas las cosas desde este ángulo, es obvio que la razón subjetiva o sensual, tiene por basamento las percepciones sensoriales externas.
Si como único resorte de sus funcionalismos, están exclusivamente los datos aportados por los cinco sentidos, indubitablemente no tendrá acceso tal mente, a algo que se escape del círculo vicioso de las percepciones sensoriales externas, eso es obvio. Nada podrá saber tal mente sensual sobre lo Real, sobre los Misterios de la Vida y de la Muerte, sobre la Verdad, sobre Dios, etc. ¿Pues de dónde podría sacar tal mente información, si su única fuente de nutrición son los datos aportados por los sentidos? Obviamente, no tiene con qué poder conocer lo Real.
Me viene en estos momentos a la memoria algo muy interesante. Hubo una vez un gran congreso en Babilonia, en la época de los esplendores egipcios. Vinieron gentes de Asiria, Egipto, Fenicia, etc., al citado congreso. Es claro que el tema resultaba inquietante: se quería saber, a base de puras discusiones analíticas, si el ser humano tenía o no Alma. Entonces, obviamente ya los cinco sentidos se habían degenerado demasiado, sólo así podemos explicarnos que las gentes escogieran ese tema como motivo de todo un congreso. En otros tiempos, un congreso así hubiera resultado ridículo; nunca se le hubiera ocurrido a los lemures celebrar un congreso de este tipo. La gente del Continente Mú, le bastaba salirse del cuerpo y saber si tenía o no tenía Alma; lo hacían con una facilidad sorprendente, no estaban propiamente atrapados por el organismo físico. De manera que un tema de este tipo, solamente podría ocurrírsele a una humanidad ya involucionada, decadente, degenerada.
Lo cierto fue que, tanto en favor como en contra de la cuestión “Alma”, hubieron muchas discusiones. Al fin subió a la tribuna de la elocuencia un gran sabio asirio ese hombre se había cultivado en Egipto; había estudiado pues, en los Misterios–, y habló con voz muy fuerte, diciendo: “La razón nada puede saber sobre la Verdad, sobre lo Real, sobre el Alma, sobre lo inmortal.
La razón, lo mismo sirve para sostener una teoría espiritualista que una materialista; podría elaborar una tesis espiritual con una lógica formidable, también podría estructurar por oposición, una tesis de tipo materialista, con una lógica de tipo similar. De manera pues, que la razón subjetiva, sensualista, nutrida con los datos aportados por los cinco sentidos, da para todo. Puede fabricar cualquier tesis de tipo espiritualista o de tipo materialista; entonces, no es algo en que se pueda confiar. Existió un sentido diferente, que es el “sentido instintivo de la percepción de las Verdades Cósmicas”, es una facultad del Ser. Pero la razón subjetiva por sí misma, no puede verdaderamente darnos ningún dato sobre la Verdad, sobre lo Real. Nada puede saber la razón sensualista, sobre los Misterios de la Vida y de la Muerte”.
Así habló aquél sabio y dijo aún más: “ustedes me conocen, tengo prestigio entre ustedes. Saben muy bien que vengo de Egipto, no ignoran que mi vida ha sido de estudio y mi mente sensualista no podría aportar datos sobre lo Real”. Así habló aquel hombre, y les concluyo diciendo: “ustedes no pueden saber con su racionalismo, nada sobre la Verdad, sobre el Alma o sobre el Espíritu porque la mente racionalista no puede saber nada de esas cosas”. Bueno, habló aquél hombre con mucha elocuencia, y luego se retiró. Se apartó definitivamente de todo escolasticismo; prefirió dejar a un lado el racionalismo subjetivista, y permitir o desarrollar en sí mismo mejor dijera aquella facultad del Ser ya citada por mí que se conoce como “percepción instintiva de las Verdades Cósmicas”, facultad que otrora tenía la humanidad en general, pero que se atrofió conforme el “yo psicológico”, el “mí mismo” o el “sí mismo”, se fue desarrollando.
Aquél sabio asirio educado en Egipto, dicen que apartado de toda escuela, se fue pues a cultivar la tierra y a confiar exclusivamente en esa prodigiosa facultad del Ser, conocida como “percepción instintiva de las Verdades Cósmicas”. Pero vamos aún un poco más lejos: hay una mente diferente a la mente sensual; quiero referirme en forma enfática, a la mente intermedia. En esa mente intermedia encontramos las creencias religiosas de todo tipo. Obviamente los datos aportados por las religiones, al fin y al cabo tienen cabida en la mente intermedia. Y por último existe la mente interior, esto es algo que debemos esclarecer. La mente interior en sí misma y por sí misma, funciona exclusivamente con los datos aportados por la Conciencia del Ser. La mente interior no podría jamás funcionar sin esos datos que proporciona la Conciencia interior del Ser. He ahí las tres Mentes.
La mente sensualista, en el Evangelio es conocida con todas sus teorías y demás, como la “levadura de los Saduceos”. Jesús el Cristo advierte diciendo: “Cuidaos de la levadura de los Saduceos”, es decir, de las doctrinas materialistas, ateístas, como la dialéctica marxista. Ese tipo de doctrinas corresponde exactamente a la doctrina de los Saduceos, de que habla el Cristo.
Mas también advierte el Señor de Perfección sobre la “doctrina de los Fariseos”. Esa “doctrina de los Fariseos” corresponde a la mente intermedia. ¿Quiénes son los Fariseos? Son aquéllos que asisten a sus templos, o a sus escuelas, o religiones, o sectas, etc., para que todos los vean. Escuchan la Palabra, pero no la hacen dentro de sí mismos; son como el hombre que se mira en un espejo y da la espalda y se va. Unicamente asisten para que otros los vean, pero nunca trabajan sobre sí mismos, y eso es gravísimo. Tales gentes se contentan con las meras creencias, no les interesa la transformación íntima; total, pierden su tiempo miserablemente y fracasan. Cuidémonos pues de la “levadura de los Saduceos y de los Fariseos”, y pensemos en abrir la mente interior. ¿Cómo la abriremos? Pues sabiendo pensar psicológicamente.
Ustedes aquí reciben clases para el pensar psicológico, si uno aprende a pensar psicológicamente logra al fin abrir la mente interior. La mente interior repito, funciona con los datos de la Conciencia superlativa del Ser; entonces experimenta gracias a eso, la verdad de los diversos fenómenos de la Naturaleza. Con la mente interior abierta, podemos nosotros hablar por ejemplo, sobre la Ley del Karma, ya no por lo que otros digan o dejen de decir, sino por experiencia directa.
También con la mente interior abierta, quedamos suficientemente preparados para hablar sobre Reencarnación, o sobre la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas, o sobre la Ley de la Transmigración de las Almas, etc. Pero –epito, ya no basados en lo que leímos o en lo que escuchamos de algunos autores, sino en lo que por sí mismos experimentemos en forma real, directa, eso es obvio.
Don Enmanuel Kant, el filósofo de Königsberg, hace pues una distinción clara entre “La Crítica de la Razón Práctica” y “La Crítica de la Razón Pura”. No hay duda de que la razón subjetiva, racionalista, jamás podría aportarnos nada que no perteneciese al mundo de los cinco sentidos. El intelecto por sí mismo es racionalista y subjetivo. Si un intelectual oye hablar un tema sobre Reencarnación, sobre Karma, exigirá pruebas, demostraciones, como si las verdades que sólo pueden ser percibidas por la mente interior, pudiesen ser demostradas a la mente sensualista. Exigir pruebas sobre eso en el mundo sensorial externo, equivale tanto como a exigirle a un bacteriólogo que estudie los microbios con un telescopio, o como exigirle a un astrónomo que estudie Astronomía con un microscopio.
Pruebas exige, pero las pruebas no se las puede dar a la razón subjetiva, porque la razón subjetiva o sensualista, no tiene que ver nada con aquello que no pertenezca al mundo de los cinco sentidos. Y temas como el de la Reencarnación, el Karma, la vida post mortem, etc., son de hecho exclusividad de la mente interior, jamás de la mente sensual. A la mente interior sí se le puede demostrar, pero ante todo se exige del candidato a una demostración que haya abierto su mente interior, si no la ha abierto, ¿cómo haríamos para hacerle una demostración de ese tipo? Obviamente aquello sería imposible, ¿verdad?
Visto esto con claridad, conviene que ahondemos ahora un poco, en la cuestión de “facultades”. El intelecto por sí mismo, es una de las facultades más toscas en los niveles del Ser. Si queremos volver todo intelecto, jamás llegaremos a la aprehensión de las Verdades Cósmicas. Indubitablemente, existe más allá del intelecto, otra facultad de cognición; quiero referirme esta vez en forma enfática, a la Imaginación. Mucho se ha subestimado a tal facultad; algunos hasta la denominan despectivamente con el título de “la loca de la casa”; título injusto, porque si no fuera por la Imaginación, no tendríamos esta grabadora, no existiría el automóvil, no existiría el ferrocarril, etc. El sabio que quiere hacer un invento, deberá primero imaginárselo, y luego plasmar su invento en el papel; el arquitecto que quiere hacer una casa, tendrá primero que imaginarla, y después la podrá trazar en el plano.
De manera que la Imaginación ha permitido crear todo invento, no es pues algo despreciable. ¿Qué hay varias clases de Imaginación? No lo podemos negar. La primera podríamos denominarla nosotros “Imaginación mecánica”; tal tipo de Imaginación es la mismísima fantasía. Obviamente ella está constituida con los desechos de la memoria, no sirve y es hasta perjudicial... Más existe en verdad, otro tipo de Imaginación: es esta en realidad la Imaginación Intencional, o sea la Imaginación Consciente.
La Naturaleza misma posee Imaginación, eso es obvio; si no fuera por la Imaginación, todas las criaturas de la Naturaleza estarían ciegas; mas gracias a esa poderosa facultad, existe la percepción, se forman las imágenes en el centro perceptivo del Ser, o centro perceptivo de las sensaciones... La Imaginación Creadora de la Naturaleza, ha dado origen a las múltiples formas existentes en todo lo que es...
...Me refiero a épocas como la de los hiperbóreos o prelemures, no se usaba el intelecto, sino la Imaginación. Entonces el ser humano era inocente, y el maravilloso espectáculo del Cosmos se reflejaba como en un lago cristalino sobre su Imaginación; era otro tipo de humanidad. Hoy causa dolor ver cómo muchas gentes, han perdido ya hasta la mismísima Imaginación, es decir, se ha degenerado espantosamente esta preciosa facultad.
Es posible desarrollar la Imaginación, esto nos llevaría más allá de la mente sensual, esto nos enseñaría a nosotros a pensar psicológicamente. Ya dijimos y repetimos que sólo el pensar psicológico puede abrirnos las puertas de la mente interior; si uno desarrolla la Imaginación puede aprender a pensar psicológicamente. Imaginación, Inspiración, Intuición, son los tres caminos obligatorios de la Iniciación. Mas si nos quedamos nosotros embotellados exclusivamente en los funcionalismos sensoriales del aparato intelectual, no será posible en modo alguno subir por los escalones de la Imaginación, de la Inspiración y de la Intuición.
No quiero decirles a ustedes que el intelecto no sirva, lejos estoy de hacer tamaña afirmación; lo que estoy es aclarando conceptos. Toda facultad dentro de su órbita, es útil, fuera de su órbita es inútil. Un planeta cualquiera es útil dentro de su órbita, fuera de su órbita es inútil y catastrófico. Lo mismo son las facultades del ser humano: tienen su órbita, querer sacar la razón de su órbita a la razón sensualista, es absurdo.
¿Por qué caer en el escepticismo materialista? Muchas gentes. ¿A qué se debe que a unos estudiantes del pseudo-esoterismo y pseudo-ocultismo, tan en boga por estos tiempos, estén luchando siempre contra las dudas? ¿Por qué muchos andan “mariposeando” de escuela en escuela, y al fin llegan a la vejez sin haber realizado nada? A través de la experiencia he podido observar, que aquéllos que se quedan embotellados en el intelecto fracasan; o aquéllos que quieren comprobar con el intelecto las Verdades que no son del intelecto, fracasan. Cometen estos el error de querer estudiar Astronomía hablando en forma simbólica, con el microscopio, o estudiar Bacteriología con el telescopio. Dejemos a cada facultad en su lugar, en órbita, no la saquemos de su órbita.
Necesitamos pensar psicológicamente y es obvio que debemos rechazar “de plano”, la doctrina o la “levadura de los Saduceos y de los Fariseos”, y aprender a pensar psicológicamente. No sería esto posible si continuáramos embotellados dentro del intelecto. Entonces, más vale que empecemos a subir por la escala de la Imaginación; posteriormente pasaremos al segundo escalón, que es el de la Inspiración, y al fin llegaremos a la Intuición.
¿Pero veamos cómo se desarrolla la Imaginación? Se pueden empezar con ejercicios sencillos. Muchas veces hablé yo sobre el ejercicio del vaso con agua, un ejercicio fácil. Si uno pone un vaso con agua a esta distancia; si en el fondo del vaso deposita un espejito; si añade al agua azogue algunas unas gotas, y si luego se concentra uno en el centro mismo vaso en todo el centro, es decir sobre el agua, en forma tal que la vista atraviese el cristal, pues obviamente tendrá un ejercicio espléndido para el desarrollo de la Imaginación. Tratará de ver en esa agua la Luz Astral, sí, hará un gran esfuerzo por verla; en principio no verá nada, eso es obvio.
Después de algún tiempo de ejercicios, verá el agua de colores, comienza a percibir la Luz Astral; aquel sentido de la auto-observación psicológica entra en actividad. Y si mucho más tarde pasa un carro por la calle –por ejemplo–, se verá en el agua una cinta de luz, y se verá el carro caminando por esa cinta de luz; esto indica que ya comienza a percibir con la facultad trascendental de la Imaginación. Por último, llegará el día en que no necesitará para nada del vaso de agua para ver, sino que verá el aire de distintos colores, verá el Aura de las gentes. Bien sabemos que cada persona carga un Aura de luz a su alrededor; esa Aura tiene diversos colores.
El escéptico lleva siempre un Aura de color verde, verde brillante. El devoto lleva un Aura de color azul; el amarillo revela mucho intelecto; el verde sucio escepticismo; el gris, tristeza; el gris plomo, mucho egoísmo; el negro representa al odio; el rojo sucio, la lujuria, la fornicación; el rojo brillante, centelleante, la ira, etc. Obviamente, para llegar a ver así el Aura de las gentes, pues hay que trabajar mucho; con este ejercicio habrá que trabajar por lo menos durante tres años, diez minutos diarios, sin dejar un solo día de trabajar.
Obviamente, si tiene esa firmeza como para practicar el ejercicio diez minutos diarios, pues llega el momento en que tiene que desenvolverse en él la facultad de la Imaginación o Clarividencia, que es otro término que le pondríamos a la Imaginación. Pero ese no sería el único ejercicio para el desarrollo de esa preciosa facultad; se necesita algo más, se necesita de la meditación.
Sentado uno en un cómodo sillón, con el cuerpo perfectamente relajado, o acostado su lecho pero con el cuerpo relajado y con la cabeza hacia el Norte, debe imaginar algo: la semilla de un rosal, por ejemplo. Esta ha sido cuidadosamente sembrada en una tierra negra y fértil; imaginemos que la regamos con el agua pura de vida. Continuando con este proceso imaginativo, trascendental y trascendente a su vez, visualicémosla en el proceso de crecimiento, como el tallo brota al fin, como se desenvuelve maravillosamente, como surgen las espinas entre aquél tallo, y al fin hecha ramas diversas. Imaginemos como a su vez aquéllas ramas se cubren de hojas, hasta que al fin aparece un capullo que se entreabre deliciosamente, y es la rosa.
En estado de Manteia como dijeran los Iniciados de Eleusis, hablando “a lo griego”, y tal vez hasta a lo órfico, diríamos que conviene hasta sentir en sí mismos el aroma que escapa de entre los pétalos, rojos o blancos, de la preciosa rosa. La segunda parte del trabajo imaginativo, consistiría en visualizar con entera claridad meridiana el proceso del morir de todas las cosas. Bastaría imaginar como aquéllos pétalos olorosos van cayendo poco a poco, marchitos y sin vida; como aquéllas ramas otrora fuertes, se convierten después de algún tiempo en un montón de leños, y al fin llega el huracán, el viento y arrastra a todas las hojas y todos los leños.
Es una meditación de fondo sobre el proceso del nacer y del morir de todas las cosas. Este ejercicio practicado en forma asidua, diariamente, es claro que a la larga vendrá a darnos la percepción interior, profunda, de aquello que podríamos denominar Mundo Astral. Ante todo es bueno advertir a todo aspirante, que cualquier ejercicio esotérico incluyendo éste ya citado, requiere de parte del discípulo la continuidad de propósitos, porque si practicamos hoy y mañana no, cometemos un gravísimo error. Sólo habiendo de verdad aplicación en el trabajo esotérico, es posible el desenvolvimiento de esa facultad preciosa de la Imaginación.
Una vez que durante la meditación surja en nuestra Imaginación algo nuevo, algo distinto a la rosa, es señal evidente que ya estamos progresando. En principio las imágenes carecen de colorido, pero conforme trabajamos, ellas se van revistiendo de múltiples encantos y colores; así progresaremos en el desarrollo interior profundo. Un paso más avanzando en esta cuestión, nos llevaría a la recordación de nuestra vida, y de nuestras vidas anteriores. Incuestionablemente, quien haya desarrollado en sí mismo la facultad imaginativa, bien podría tratar de capturar o de aprehender, con este diáfano o traslúcido, el último instante de su pasada existencia. Entonces, en ese espejo lúcido de su Imaginación, se reflejaría un lecho de moribundo, si es que en cama fallecimos. (entre paréntesis alguien podría morir en un campo de batalla o por un accidente). Sería interesante ver a sus seres queridos, a esos que en la pasada existencia nos acompañaban en la hora suprema.
Continuando con este proceso tan maravilloso, relacionado con la Imaginación, podría intentarse conocer, ya no solamente el último instante de su vida anterior, sino el penúltimo, el trasantepenúltimo, los últimos años, los penúltimos hasta la juventud, la adolescencia, la niñez, y así venir a recapitular preciosamente toda la vida pasada. Similarmente esto, llevado más lejos, nos permitiría también capturar cada una de nuestras vidas anteriores, y así vendríamos por experiencia directa, vivida, a verificar la realidad del la Ley del Eterno Retorno de todas las cosas. Mas no es el intelecto precisamente, el que puede verificar esas realidades; con el intelecto podemos discutir tal tema, o afirmarlo, o negarlo, pero eso no es verificación. Así pues, los invito a ustedes a la comprensión.
La Imaginación les abrirá las puertas de los Paraísos Elementales de la Naturaleza. Pues si con la Imaginación tratamos de percibir un árbol, si meditamos en él mismo, veremos que está compuesto de multitud de pequeñas celulosas; percibiremos su fisiología, sus raíces, su fruto, mas también lograremos ahondar un poco más y ver directamente la vida íntima del árbol. No hay duda de que éste posee eso que podríamos denominar Esencia o Alma.
Fecha última actualización: 14/08/2020
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