La edad de hierro
Distinguidos caballeros, damas y jóvenes, además del AÑO TERRESTRE, existe también el AÑO SIDERAL. Entiéndese por Año Terrestre, el movimiento de la Tierra alrededor del Sol, en 365 días y algunas fracciones, con minutos y segundos.
Obviamente, este Año Terrestre tiene Cuatro Estaciones: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. Más también existe el Año Sideral, tal año se realiza en 25.968 años, con fracciones de minutos, segundos, etc.
Durante el viaje de nuestro Sistema Solar, acaecen cosas insólitas. Sucede que el Sistema Solar viaja alrededor del Zodiaco desde su punto de partida original. Cuando regresa nuestro Sistema Solar, al punto de partida original, después de haber recorrido todo el Cinturón Zodiacal, concluye el Año.
Obviamente, tal Año tiene también CUATRO ESTACIONES: Primavera, Verano, Otoño e Invierno. Primavera, la EDAD DE ORO; Verano, la EDAD DE PLATA; Otoño, la EDAD DE COBRE; Invierno, la EDAD DE HIERRO.
UNA RAZA DURA tanto tiempo, CUANTO DURA EL VIAJE del Sistema Solar alrededor del Cinturón Zodiacal. Nuestra Raza actual (la RAZA ARIA), que puebla los cinco Continentes del mundo, nació después del Diluvio Universal, y durará exactamente hasta esta Era del Acuarius, la cual ya comenzó.
Obviamente, el viaje de nuestro Sistema Solar SE INICIÓ EN ACUARIUS Y TERMINA EN ACUARIUS. Antes de que este viaje (en el que estamos) se hubiera iniciado, nuestro Sistema Solar, previamente, había realizado otro viaje. En aquel pasado viaje, es decir, en aquél pasado Año Sideral, existió una Raza. Quiero referirme, en forma enfática, a la Raza Atlante.
Los ATLANTES tenían cuerpos hasta de tres metros de estatura y llegaron a poseer una poderosa civilización. Los Atlantes vivieron en un continente que se llamó “ATLÁNTIDA” y esto nos recuerda a ATLANTEOTL y también a ATLAS. El Continente Atlante era inmenso, corría de Sur a Norte, desde las regiones Australes hasta el Septentrión. Tuvo la Raza Atlante sus Cuatro Estaciones: Su Primavera, es decir, la Edad de Oro.
Entonces no existían fronteras, todo era amor, la inocencia reinaba sobre la faz de la Tierra; aquél que sabía tocar la Lira, estremecía al Universo con sus melodías. Entonces, realmente, la Lira no había caído sobre el pavimento del Templo, hecha pedazos; gobernaban las DINASTIAS SOLARES. Más tarde vino la Edad de Plata, todo pareció decrecer. Sin embargo, los Hombres seguían comunicándose con los Seres Inefables (con los Ángeles del Cristianismo, con los Arcángeles, con los Principados, etc.).
Cuando llegó la Edad de Cobre, la Luz se obscureció, ya no hubieron los mismos esplendores de antes, comenzaron a establecerse fronteras, se iniciaron las guerras, nacieron los odios, el egoísmo, la envidia, etc., y al fin, llegó la Edad Negra, la Edad de Hierro. Obviamente, la Edad de Cobre fue la precursora de la Edad de Hierro Atlante. La Edad de Cobre fue el Otoño, la Edad de Hierro fue el Invierno.
En la Edad de Hierro, los Atlantes desarrollaron una poderosa civilización: Crearon COHETES ATÓMICOS que podían viajar hasta la Luna, crearon cohetes atómicos que pudieron viajar a Mercurio, a Venus, a Marte, y en general, a todos los planetas del Sistema Solar.
Los Atlantes fueron expertos en TRANSPLANTES. No solamente trasplantaron vísceras, como las del corazón, riñones, páncreas, etc., sino que también aprendieron a traspasar cerebros. Esto de trasplantar cerebros, fue ya el colmo en la ciencia de los trasplantes. Así, hubieron sujetos que pudieron continuar viviendo con cuerpos diferentes y sin interrupción, trasplantando su cerebro de un organismo a otro.
La Ciencia de los Atlantes fue formidable. Aún hay cavernas secretas en los Himalayas donde se conservan ciertos aparatos mecánicos que pueden TRANSMITIR TELEPÁTICAMENTE EL CONOCIMIENTO a quien lo desee. No necesitaban pues, los Atlantes devanarse tanto los sesos para adquirir conocimiento.
El ALUMBRADO de los Atlantes, era ATÓMICO; y bien sabemos que hay ciertas cavernas en el Asia donde aún se conservan lámparas atómicas que devienen de los Atlantes. Aprendieron los Atlantes, también, a utilizar la ENERGÍA SOLAR. Lo peor de todo fue que desarrollaron PODERES MÁGICOS para el mal. Los Atlantes además de ser científicos, eran MAGOS; podían construir un robot mecánico y dotarlo de un Principio Inmortal Inteligente.
Bien sabían los Atlantes que los Elementos del Fuego, de los Aires, de las Aguas, de la Tierra, están habitados. Para ellos, los ELEMENTALES de la Naturaleza, eso que los cuentos de niños pequeños llaman “Hadas” o “Gnomos”, o “Salamandras”, o “Silfos”, eran una tremenda realidad.
Aún poseían el sentido de la CLARIVIDENCIA, y es obvio que mediante ese sentido podían perfectamente ver, no solamente el Mundo Tridimensional de Euclides, sino aún más, podían ver también la Cuarta Coordenada y la Quinta, y aún la Sexta y Séptima. Entonces, repito, se apoderaban de cualquiera de esas criaturas de los Elementos, criaturas invisibles para los sentidos ordinarios y la metían dentro de su robot. Tales robots, de hecho se convirtieron en seres inteligentes, en seres que servían a sus amos.
EL RITO más poderoso de la Atlántida fue el DEL DIOS NEPTUNO. Aquel culto duró muchos siglos; más sucedió que los Atlantes degeneraron. En la Edad del Kali-Yuga, tremendos poderes poseían…
Aún me viene, a la memoria, el caso de KETABEL, “la de los tristes destinos”. Esa Ketabel era extraordinaria, una Reina que se hizo inmortal. Cuando alguna glándula se le envejecía o trataba de atrofiársele, los científicos se la extraían y reemplazaban por otra. Mas no solamente manejaban la endocrinología, los Atlantes, sabían que las glándulas de secreción interna, están relacionadas con los TATTVAS, es decir, con las Fuerzas Sutiles de la Naturaleza, y conocían esas vibraciones de los Tattvas, entonces las manejaban.
Ketabel, “la de los tristes destinos”, vivió millares de años. Desgraciadamente, Ketabel estableció en la Atlántida la ANTROPOFAGIA. Se inmolaban niños, mujeres, jóvenes, en aras de sus cultos religiosos a las Potestades de la Tinieblas, y después las multitudes se lanzaban sobre aquellos cadáveres de los cuales se había extraído el corazón y naturalmente, trataban de devorar sus carnes.
Mas antes de que estos cadáveres fueran arrojados a las multitudes, eran llevados al laboratorio; entonces se les extraía las glándulas para servicio de Ketabel, “la de los tristes destinos”. La Atlántida degeneró en MAGIA NEGRA Y ANTROPOFAGIA. Podían, los Atlantes, fabricar un monstruo mental y luego cristalizarlo con la voluntad. Posteriormente lo alimentaban de sangre. Las GUERRAS Atlantes, en los últimos tiempos, fueron espantosas. Se usó la energía nuclear; bombas atómicas acabaron con las preciosas ciudades de la Atlántida…
Mas al fin, terminó el Sistema Solar su viaje alrededor del Cinturón Zodiacal. Cuando eso sucedió, hubo una revolución de los ejes de la Tierra y los mares se desplazaron cambiando de lecho: Lo que eran Polos, se convirtieron en Ecuador; lo que era Ecuador, se convirtió en Polos.
Perecieron millones de personas; todas esas poderosas ciudades de la Atlántida, quedaron sumergidas entre el Océano que lleva su nombre. Adviéneme a la memoria, en estos momentos, el caso de las multitudes que invadieron cierto Templo: Entre los terremotos, el fuego y las inundaciones. Las gentes desesperadas clamaban al Gran Sacerdote RAMU, y decían: ¡Ra Mu, Sálvanos!…
Ra Mu apareció ante todos, diciendo: Ya os lo había dicho; vosotros pereceréis con vuestras mujeres y con vuestros esclavos y con vuestros hijos. Si la futura Raza va a seguir el camino de vosotros, si va a seguir vuestro ejemplo, perecerá también… Dicen, cuentan las tradiciones que las últimas palabras de Ra Mu, fueron ahogadas por el humo y las llamas…
Tres fuertes terremotos hundieron al Continente Atlante, entre las enfurecidas olas del océano que lleva su nombre. Concluida aquella Gran Catástrofe, se inició la Nueva Raza. Obviamente, de entre aquéllas multitudes que perecieron, antes de que la catástrofe sucediera, se escapó un pueblo.
Dicen las Tradiciones que un Gran Maestro llamado VAIVASWATA (el Noé bíblico), indudablemente, llamó a las gentes para decirles lo que iría a suceder; más las gentes no le creían, se burlaban, se mofaban de él, y en vísperas de la Gran Catástrofe, comían, bailaban, se divertían y se daban en casamiento, y al otro día eran cadáveres. Los Santos Seres que rigen el destino de la humanidad dieron orden al Manú Vaivaswata para que saliera con su pueblo, antes de que el Continente Atlante se sumergiera entre las tormentosas aguas del océano.
Y el Manú, al frente de su pueblo supo escaparse; tuvo que huir de noche. Como quiera que los “Señores de la Faz tenebrosa” (los Reyes, los dueños de aquellos famosos y poderosos robots), tenían aviones maravillosos para viajar a través del espacio, entonces los líderes del Selecto Pueblo del Manú Vaivaswata, se apoderaron de aquellos aviones o los destruyeron.
Cuando los “Señores de la Tierra”, cuando los perversos moradores de aquella tierra despertaron de su sueño (porque el viaje fue nocturno), con gran asombro notaron que las aguas estaban invadiendo sus tierras. Fueron inmediatamente en busca de sus naves aéreas, más no las hallaron; comprendieron lo que pasaba y trataron de perseguir al Pueblo Selecto, mas sólo lograron matar a algunos pocos.
En realidad, aquéllos “Señores de la Faz Sombría” (los Atlantes), murieron, fueron devorados por las aguas. Hoy, en el fondo del océano Atlántico, subyacen ciudades maravillosas y ricos palacios. Donde antes existieran salas espléndidas, con gentes que por allí se deslizaban, ahora sólo hay focas y peces…
Pasada la Gran Catástrofe Atlante, repito, el Sistema Solar inició un nuevo viaje alrededor del Cinturón Zodiacal. Los que se salvaron de la Gran Catást