Nosotros necesitamos aprender a VIVIR POLÍTICAMENTE. El ser humano, ante todo, es un ente político, un “animal político”, y el mismo hombre es un “hombre político”. Si uno no sabe vivir políticamente, se crea problemas en la vida. Uno tiene que aprender a vivir políticamente y en vez de sentir Antipatías Mecánicas, vale la pena que nos investiguemos a sí mismos. Sí, en verdad que proyectamos nuestros propios defectos psicológicos sobre los demás.
¿Por qué juzgamos equivocadamente al prójimo? ¿Por qué todos tenemos tendencia a ver, en el prójimo, toda clase de defectos? Sencillamente, porque proyectamos en el prójimo nuestros propios defectos; los juzgamos equivocadamente: Suponemos que fulano es “así” o “asao”, y resulta que ni es “así” ni es “asao”:
Es completamente diferente, y nuestro juicio resulta equivocado, falso. Vemos los hechos ajenos y tenemos la intensa tendencia a interpretarlos erróneamente; nunca somos capaces de ver los hechos ajenos con ecuanimidad, con serenidad; siempre los calificamos equivocadamente. Recuerden ustedes que “hay mucha virtud en los malvados y que hay mucha maldad en los virtuosos”...
Los defectos que cargamos en nuestro interior, nos vuelven injustos para con el prójimo. Nosotros nos amargamos (a sí mismos) la vida con nuestros propios defectos, y lo más grave, se la amargamos a los demás. El defecto de los celos, por ejemplo, ¡cuánto daño ha hecho! Existen celos políticos, existen celos de tipo religioso, celos de tipo profesional, celos pasionarios o vulgares (del hombre por la mujer, de la mujer por el hombre), etc., etc., etc. Ése es un Yo, el Yo de los celos; y es ciego, no sabe de lógica, no sabe de razonamientos, no entiende nada de ciencia ni escucha razones...
¿Cuántos casos de muerte se ven por los celos? Los celos profesionales, ¿cuánto daño hacen? Algunos curanderos magníficos, que sabían sanar de nuestras enfermedades al prójimo (magníficos botánicos), muchas veces fueron a dar a la cárcel. ¿Quién los metió en prisión, si no estaban haciendo mal a nadie, si sólo sanaban al prójimo? ¡Los celos profesionales! ¿De quién? De sus colegas titulados. En el campo profesionista, los celos parecen multiplicarse espantosamente, en círculos y círculos: Círculo artístico, círculo político, círculo religioso, pero en cada círculo hay terribles celos, espantosos...
Sufren los celosos y hacen sufrir (también) a sus semejantes; los celos han causado mucho daño, gravísimo. Y si eso decimos de los celos, ¿qué diremos nosotros de todos los otros defectos que tenemos? Ahora, las apariencias engañan. Muchas veces juzgamos un acto ajeno en forma equivocada, de acuerdo con nuestros Egos, y el resultado viene a ser precisamente eso: La calumnia.
Y todos calumnian a todos (¡eso está ya demostrado!) Hay tendencia, siempre, a dejarnos llevar de las apariencias. Determinado acto puede ser juzgado en una forma, y la realidad (correspondiente al mismo) es otra. Un hecho cualquiera podría ser juzgado en determinada forma y de cierto modo, y no coincidir el juicio con el hecho, porque resulta que el hecho tiene otro sentido diferente al juicio, entonces el juicio sale equivocado.
Al haber juicio equivocado, se ofende al prójimo, y quien emite el juicio equivocado también se ofende a sí mismo, se causa dolor. SABER VIVIR es muy difícil, porque vivimos en un mundo de apariencias, ilusorio, y tenemos la tendencia siempre a identificarnos con las apariencias, olvidando lo esencial, que es el SER; ¡he ahí lo grave! En nosotros, dentro de nosotros, existen factores psicológicos espantosos que ignoramos y que jamás admitiríamos tener. Ante todo deben recordar ustedes que el Yo no es algo, dijéramos, perenne; que el Yo es una suma y también una resta, una multiplicación y una división de elementos inhumanos (cada “elemento” de esos, es un Yo).
Así, pues, no tenemos un solo Yo, tenemos muchos Yoes. Nuestro Yo es pluralizado, no singularizado, y eso es algo que ustedes deben comprender, porque existe el YO TEMO, el YO AMO, el YO ODIO, el YO ENVIDIO, el YO TENGO CELOS, el YO TENGO CORAJE, etc., etc., etc. Cada uno de esos Yoes tiene TRES CEREBROS: El Intelectual, ubicado en la cabeza; el Emocional, en el corazón, y el Motor-Instintivo-Sexual en la espina dorsal (cada uno de esos Yoes, es una persona diferente). Así, pues, tenemos muchas personas viviendo dentro de nuestra persona.
Lo más grave es que la CONCIENCIA (lo más digno, lo más decente que hay en nosotros) está EMBOTELLADA entre todas esas PERSONAS INTERNAS que cargamos. Y se procesa la Conciencia de esa forma, de modo Subconsciente, en virtud de su propio condicionamiento; es decir, está dormida, y he ahí lo grave. Si tenemos la Conciencia dormida, ¿cómo podríamos, en verdad, conocernos a sí mismos? Ahora, ¿creen ustedes acaso, qué alguien que no se conoce a sí mismo, puede conocer a los demás? Si a sí mismos no nos conocemos, ¿cómo podríamos afirmar, nosotros, que conocemos a los demás, que conocemos a nuestros amigos, que conocemos a las gentes?
Si queremos conocer a los demás, debemos de empezar por CONOCERNOS A SÍ MISMOS. Más somos necios, no conociéndonos a sí mismos, creemos que conocemos a los demás (¡cuán necios somos!, ¡cuán absurdos!) Si nos conociéramos a sí mismos, todo sería distinto. Desgraciadamente, no nos conocemos a sí mismos.
Si un hombre no se conoce a sí mismo, si no conoce sus propios Mundos Internos, ¿cómo podría conocer los Mundos Internos del planeta Tierra, o cómo podría conocer los Mundos Internos del Sistema Solar, o de la Galaxia en que vivimos? Si alguien quiere conocer los Mundos Internos de la Tierra, o del Sistema Solar o de la Galaxia, o de las Galaxias, debe empezar por conocer sus propios Mundos Internos, empezar por conocerse a sí mismo. Más, ¿cómo podríamos conocernos a sí mismos, si no dirigimos jamás la Conciencia, la Inteligencia hacia adentro, hacia el interior; si no nos acordamos nunca de nosotros mismos, debido a que estamos identificados, precisamente con las apariencias de la vida? ¿Cómo podríamos conocernos a sí mismos, si jamás dirigimos la Inteligencia hacia adentro, debido a que estamos fascinados por los distintos eventos, sucesos o acontecimientos que llegan a nosotros?
¿Cómo podríamos conocernos a sí mismos, si nunca dirigimos la Conciencia hacia adentro, debido a que los múltiples problemas de la existencia nos tienen atrapados, los vemos insolubles, creemos que son eternos, no nos damos cuenta de que tienen un principio y de que tienen un fin? Nosotros estamos atrapados por lo que es inestable, por lo que no tiene verdadera realidad; estamos metidos dentro de una máquina que gira incesantemente.
Juzgamos a los demás de acuerdo a cómo somos (¡he ahí tantos y tantos errores!), y no coinciden nuestros juicios con los eventos que mal interpretamos, sean éstos propios o ajenos. Obviamente, estamos metidos dentro de una máquina que gira incesantemente, pero andamos sonámbulos, inconscientes, dormidos; nada sabemos sobre sí mismos, porque nunca nos acordamos de sí mismos, de nuestro propio Ser; tenemos la Mente demasiado ocupada en las cosas ilusorias, en lo que es pasajero... Nosotros debemos buscar la Autorrealización Íntima del Ser, no vivir más como autó matas, no; vivir en Estado de Alerta Percepción, Alerta Novedad...
¡Estamos en un “estado de coma” espantoso! Reflexionen en esto: No nos conocemos a sí mismos, primero. Segundo, proyectamos nuestros defectos psicológicos sobre los demás, y vemos en los demás nuestros propios defectos. Tercero, juzgamos equivocadamente las acciones de los demás. Cuarto, tales acciones no coinciden con el juicio que nosotros emitimos. Quinto, el juicio que nosotros emitimos, es en verdad el propio defecto Psicológico que sobre el prójimo hemos proyectado. Conclusión: El prójimo nos está SIRVIENDO DE ESPEJO, pero nosotros no nos damos cuenta, en nuestra inconsciencia, de que el prójimo está únicamente reflejando nuestros propios defectos, nuestro propio Yo psicológico.
El prójimo es un espejo donde nosotros nos reflejamos, más no comprendemos que el reflejo (que hay en el espejo) es nuestro propio reflejo; ni siquiera nos damos cuenta de que nos estamos reflejando en el prójimo. Antes bien, estamos tan identificados con el evento, con el suceso, con las circunstancia, o circunstancias, que ni remotamente se nos ocurre reflexionar en todas estas cuestiones, y vivimos en un estado de fascinación, de inconsciencia y de sueño psicológico. Si en estos asuntos de la vida práctica (diríamos, terrenales), andamos tan inconscientes, ¿qué podríamos decir nosotros con respecto a las cosas celestiales?
En verdad que podríamos mal interpretar todos los postulados de la Ciencia Hermética; podríamos mal interpretar, debido a nuestros juicios erróneos, las actitudes de los otros Iniciados, la vida de los Adeptos, etc. Podríamos mal interpretar, debido a nuestro Estado de Inconsciencia, hasta el mismo Drama Cósmico; y obviamente el Drama Cósmico, tal como está estipulado en los Cuatro Evangelios, ha sido mal interpretado.
¿Por qué podríamos interpretar erróneamente la vida de los Adeptos de la Blanca Herman-dad, o por qué podríamos mal interpretar el Drama Cósmico, o por qué podríamos mal interpretar los postulados de la Sabiduría Hermética, etc.? Por un solo motivo: Que nuestro juicio no es libre, es un juicio condicionado por nuestros propios defectos. Nuestro juicio es el resultado del embotellamiento psicológico en que nos hallamos; nuestro juicio es, dijéramos, la proyección de nuestros propios defectos.
Proyectamos nuestros defectos sobre los Cuatro Evangelios, proyectamos sobre los postulados de la Ciencia Hermética, como proyectamos sobre los actos de los Iniciados, sobre la vida de los Adeptos, etc. Así es que también para las cosas celestiales no estamos preparados. Proyectamos, y una Mente que proyecta sus propios errores, no es una MENTE LIBRE, no es una Mente que pueda aprehender, capturar la realidad de las cosas, la realidad de los fenómenos, de los hechos, de las circunstancias que por todas partes nos rodean.
Una Mente así, si no sirve para comprender las cosas terrenales, ¿cómo serviría para entender la vida de los Grandes Iniciados, las cosas celestiales? Incuestionablemente fallaría, porque si lo terrenal no se puede entender, mucho menos lo celestial. Así pues, creo yo que lo vital en la vida es no dejarnos llevar por las apariencias, no dejarnos capturar por los eventos, por las circunstancias. Antes bien, estar alertas para descubrir, en tales eventos, nuestros propios defectos de tipo psicológico.
Cada circunstancia de la vida (sea ésta en la casa, en la calle, en donde sea), nos brinda maravillosas oportunidades, y si estamos alertas y vigilantes, como el vigía en época de guerra, logramos aprehender nuestros propios defectos, que se proyectan sobre el prójimo. El prójimo es el espejo donde podemos ver nuestros mismos defectos: Si vamos por la calle y vemos a un ebrio, a un borrachito ¿qué haremos? No burlarnos del borrachito. Antes bien, decir: “¡Ahí voy yo! ¡Vea, ese borracho soy yo; vea como hago de pantomimas, cuán cómico estoy! ¡Ése soy yo, ahí voy!...”
Debemos aprender a vernos en los demás: Si descubrimos allá un individuo que truena y relampaguea, que rasga sus vestiduras como Caifás, debemos decir: “¡He ahí, ahí estoy yo! Sí, cuán iracundo soy, cómo rasgo mis vestiduras y cómo blasfemo, ése soy yo”... En verdad, estamos reflejándonos sobre los demás, en el prójimo nos estamos reflejando... Claro, podrían ustedes decirme, en forma enfática, o tal vez objetarme: “¡No, yo no soy ladrón, yo no soy un asaltador de casas; yo no me subiría jamás a la azotea a meterme a una casa ajena, para robarme los dineros o las joyas”... Eso dirían, ¿verdad?
Juzgaríamos al ladrón diciendo: “¡Ladrón es, y que a la cárcel lo metan!...” Mas sucede que, dentro de nosotros, también existe el Yo-Ladrón. No lo conocemos, no lo hemos descubierto, pero existen. Ahí sí, como dijo Galileo: “Eppur si muove, si muove” (“pero se mueve, se mueve”). Cuando a Galileo le preguntaron: “¿Jura usted que la Tierra no es redonda y no se mueve?”. Entonces dijo “¡Juro, eppur si muove, si muove!”.
(Es decir: “Lo juro, pero se mueve, se mueve”). Así dijo Galileo, y se evitó que lo quemaran vivo en la hoguera de la Inquisición. Así, ¿cómo podemos decir nosotros que no tenemos el Yo del robo? Habrá, entre ustedes, personas tan honradas que sean incapaces de quitarle “un quinto” a nadie, y sin embargo tienen el Yo del robo. Increíble, pero cierto; algún día lo descubrirán...
¿Quién podría pensar que, por ejemplo, una dama virtuosa, magnífica esposa, tenga, por ejemplo, un Yo de prostitución? Imposible. O no vamos tan allá: Pensemos en una niña pequeña, que es todavía más escandaloso... ¿Qué una niña de doce años (inocente, bien criada religiosamente), tenga el Yo del prostíbulo? ¡Es algo que causa asco!, ¿no? Dirán ustedes: “¡Imposible, absurdo!” Más, sí puede ser...
Recuerden también, ustedes, que así como hay una Luna allá arriba brillando entre el firmamento, que tiene DOS CARAS (una, para iluminar la noche, y hay otra escondida, oculta, que nunca se ve), así también hay una LUNA PSICOLÓGICA (dentro de cada uno de nosotros) con dos caras: La que se ve y la que no se ve, la manifiesta y la oculta.
En la cara manifiesta de esa Luna Psicológica, tenemos los defectos que a simple vista resaltan: Ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc., y otras tantas hierbas. Pero detrás de esa Luna Psicológica, tras de esa cara que siempre se ve, que a simple vista se ve, en nuestra Luna Psicológica existe la parte oculta, la que no se ve.
Allí tenemos defectos que ignoramos, allí todos resultamos Magos Negros, allí todos resultamos hechiceros, brujos, allí resultamos ladrones, allí las damas (más aristocráticas) resultan prostitutas, etc., etc., etc. En esa cara oculta de la Luna (que no se ve), de la Luna Psicológica, hay Yoes de prostitución, hay Yoes de adulterio, hay Yoes de asesinato, hay Yoes de robo, etc., etc. Yoes que normalmente ignoramos, porque si alguien nos dijera que nosotros tenemos tal o cual Yo de esos, nos ofendería, no lo aceptaría de ninguna manera, más sí los tenemos.
Si a un SANTO DEL NIRVANA se le dijese que él tiene todavía Yoes del asesinato, de la prostitución o del robo, se le ofendería terriblemente. El Santo nos bendeciría diciendo: “¡Que Dios te perdone, hijo mío; estás perdonado, no guardo rencor contra ti, pero sé, hijo mío, que yo no tengo nada de eso!” Diría aquel Santo del Nirvana. ¿Por qué? Porque no es más que un Santo. En esa forma, aquel Santo detiene su avance hacia el Eterno Padre Cósmico Común.
Y muchos son los Santos que así están detenidos en su avance; en verdad, aunque sean del Nirvana, en la cara oculta de la Luna (que no se ve), en esa cara oculta de la Luna Psicológica, cargan todos esos Yoes, y esto es lo que no entienden muchos. Esto es, en verdad, lo grave. Todos tenemos la tendencia a justificarnos, a dejarnos llevar por las apariencias. En cuanto a lo que a mí se refiere, ni soy Santo ni me interesa ser Santo. ¿Por qué no me interesa ser Santo? Porque me detendría, en mis progreso esotérico. Sé muy bien que en la parte oculta de mi Luna Psicológica, tienen que existir (e indubitablemente que existen) Yoes de tiempos antiguos, escondidos entre las tinieblas.
Eso lo sé; y sé también que sólo penetrando heroicamente (con la Espada en la mano) en esa zona de nuestra Luna Psicológica, podremos, en realidad de verdad, eliminar tales defectos, mas esto es muy avanzado. Normalmente, las gentes pueden eliminar los defectos de esa parte de la Luna Psicológica, esos defectos que resaltan, que a simple vista se ven. Ya, cuando se trata de penetrar en la parte oculta de la Luna Psicológica, en la parte escondida, pues se requiere de un esfuerzo mayor. Eso pertenece ya a la INICIACIÓN DE JUDAS, corresponde a la PASIÓN POR EL SEÑOR. Nadie podría penetrar en esas zonas, si no empuñara la Lanza en la Forja de los Cíclopes, es decir, en la Novena Esfera ¿Misterios? ¡Sí, y muy grandes!...
El Santo no llega tan lejos: Se contenta con eliminar los Yoes-Defectos que posee en la cara visible de su Luna Psicológica. Luego se beatifica y de ahí no pasa, y entonces se estanca. He ahí el motivo por el cual yo no soy Santo, ni quiero ser Santo. Únicamente amo la Comprensión, y eso es lo fundamental: LA COMPRENSIÓN de sí mismos. En realidad, de verdad, el Adepto está más allá de los Santos. Cuando alguien dijo: “Los Santos Maestros”..., ese alguien estaba equivocado, porque los Maestros están más allá de los Santos. Primero está el PROFANO, luego el SANTO y después el MAESTRO. El Maestro está más allá de la Esfera de los Santos; en el Maestro está la Sapiencia.
Más, es posible juzgar equivocadamente a los Maestros, a los Adeptos. Tenemos siempre la tendencia a proyectar, hasta sobre los Adeptos, nuestros propios defectos de tipo psicológico. Si juzgamos equivocadamente a los Adeptos, sobre ellos también lanzamos nuestros juicios equivocados, porque si no es posible juzgar rectamente los actos del prójimo común y corriente, mucho menos es posible juzgar los actos de los Adeptos en forma correcta. Normalmente, tenemos la tendencia a tirar lodo contra los Adeptos. Así como tiramos lodo contra nuestro prójimo, también tiramos lodo contra los Adeptos de la Blanca Hermandad.
Por eso, éstos han sido crucificados, envenenados, metidos en prisiones, apuñalados, perseguidos... Es muy difícil juzgar a un Adepto. Si es casi imposible juzgar al prójimo, mucho menos podríamos juzgar a un Adepto. Así que los invito esta noche a la reflexión, a no dejarse llevar jamás de las apariencias, porque las apariencias engañan; a no endilgar nuestros defectos a nadie. Y hasta aquí mis palabras. Para ver el video del "Falso mundo de las apariencias" hacer CLIC aqui. Samael Aun Weor ¡Paz Inverencial!