Las psiquis

PsiquisAnte todo hemos de empezar por la base: el Hombre. ¿De dónde venimos, para dónde vamos, cuál es el objeto de nuestra existencia, para qué existimos, por qué existimos? He ahí una serie de interrogantes que debemos aclarar y resolver.

 Nace un niño, y de hecho recibe el cuerpo físico en forma gratuita es es obvio, un cuerpo maravilloso, con unas quince mil millones de neuronas, etc., a su servicio nada le ha costado. Conforme el niño va creciendo, la Mente Sensual se va abriendo poco a poco, y ésta ultima, en sí misma y por sí misma, se informa mediante las percepciones sensoriales externas.

Y es precisamente con los datos aportados por tales percepciones, como la Mente Sensual elabora siempre sus conceptos de contenido, motivo por el cual ella jamás puede saber algo sobre lo Real; sus procesos razonativos son subjetivos, se mueven dentro de un círculo vicioso: el de las percepciones sensoriales externas; eso es obvio.

 Ahora comprenderán ustedes, un poco mejor, lo que es la Razón  Subjetiva en sí misma, Más ha de hacerse una plena diferenciación entre Razón Subjetiva y Razón Objetiva.

 Es obvio que el niño tiene que pasar por todos los procesos educacionales: kínder, primaria, secundaria, preparatoria y hasta universidad. La Razón Subjetiva se nutre con todos los datos que las distintas instituciones escolásticas le aportan, más en verdad que ningún instituto docente podría dar al niño, o al joven, o al adolescente, datos exactos sobre eso que no es del tiempo, sobre eso que es lo Real.

 En verdad, hermanos, que las especulaciones de la Razón Subjetiva vienen a conducir, pues, al intelectual, al terreno absurdo, dijéramos, del utopismo, o en el mejor de los casos, al de las simples opiniones de tipo subjetivo etc., más nunca a la experiencia verdadera de eso que no es del tiempo, de eso que es la Verdad. En cambio la Razón Objetiva que desgraciadamente no recibe ninguna instrucción y para la cual no hay escuelas, permanece siempre abandonada.

Indubitablemente, los procesos razonativos de la Razón Objetiva, obviamente nos conducen, dijéramos, a postulados exactos y perfectos, pero el niño, de sitio en sitio, es educado subjetivamente, para él no existe ninguna forma de instrucción superior. Los datos de los sentidos aportan a la Mente Subjetiva del adolescente a la Mente Sensual, dijéramos–, todas las cuestiones escolásticas, de familia, etc., son meramente empíricas y subjetivas, y eso es lo lamentable.

 En principio, el niño no ha perdido todavía la capacidad de asombro. Obviamente, se asombra ante cualquier fenómeno; un hermoso juguete, despierta en él ese asombro, y se divierten los niños con sus juguetes. Más, conforme va creciendo, conforme su Mente Sensual va recibiendo datos de la escuela, del colegio, la capacidad de asombro va desapareciendo, y al fin llega el instante en que el niño se convierte en joven y el joven ya ha perdido por completo esa capacidad.

 Desafortunadamente, los datos que uno recibe en los colegios, en las escuelas, en los centros educacionales, sólo sirven para nutrir como ya dije a la Mente Sensual, pero nada más. En esa forma, y con esos sistemas de educación actuales, lo único que realmente se logra es forjarnos en la escuela, en la academia, en la universidad, una personalidad artificiosa.

 Téngase en cuenta, mis caros hermanos, que en realidad de verdad, los conocimientos que se estudian en humanidades, jamás servirían para formar al Hombre Psicológico. En nombre de la verdad hemos de decir, claramente, que las materias que se estudian actualmente en los institutos docentes, no tienen relación alguna con las distintas partes del Ser. Por eso es que sólo sirven para falsear los cinco cilindros de la máquina orgánica, quitarnos la capacidad de asombro, desarrollar la Mente Sensual y forjar en nosotros una personalidad falsa, y eso es todo.

 Así pues, que se entienda, claramente, que la Mente Sensual en forma alguna podría producir en nosotros una transformación radical. Es conveniente entender que la Mente Sensual, por muy culta que parezca, nunca podría sacarlo a uno del automatismo y de la mecanicidad en que se encuentra toda la gente, todo el mundo

 Una cosa es el hombre meramente animal, es decir, el “animal intelectual”, y otra cosa en verdad muy diferente, por cierto es el verdadero Hombre Psicológico. Al citar la palabra “hombre” incluyo también naturalmente a la mujer, y esto se debe sub-entender claramente.

 Nacemos con un cuerpo físico maravilloso, pero en realidad de verdad necesitamos hacer algo más. Formar el cuerpo físico, no es difícil lo heredamos, pero formar al Hombre Psicológico, sí es difícil.

 Para formar el cuerpo físico no necesitamos trabajar sobre sí mismos, pero para formar al Hombre Psicológico, sí debemos trabajar en sí mismos, eso es obvio. Se trata, pues, de organizar la psiquis que está desordenada, para crear al Hombre Psicológico, que es el verdadero hombre, en el sentido más completo de la palabra. Decía el maestro Grudjieff que la máquina orgánica no tiene ninguna psicología, tengo que disentir bastante con él en esa cuestión.

Sí existe psicología en cualquier máquina orgánica llamada “orche” (equivocadamente por cierto), lo que sucede es que está desorganizada, y esto es distinto. Organizar esa psicología dentro del animal intelectual es lo urgente, lo inaplazable, lo impostergable, si es que queremos en verdad crear el verdadero hombre, que es el Hombre Psicológico.  Distíngase, pues, entre el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, y el verdadero y auténtico Hombre Psicológico.

 Nosotros necesitamos trabajar sobre sí mismos, si es que queremos crear a tal Hombre. Sin embargo, hay lucha en nosotros: la Mente Sensual es enemiga declarada de la Mente Superior.

 La Mente Sensual se identifica con cualquier circunstancia. Si, por ejemplo, de pronto nos hallamos en opíparo banquete, nos identificamos tanto con las viandas que nos convertimos en glotones. Y si se nos brinda una copa, nos identificamos tanto con el vino que terminamos embriagados. Y si encontramos en nuestro camino a una persona del sexo opuesto, fascinante, interesante, nos identificamos tanto con aquella, que al fin terminamos nosotros en fornicarios, o convertidos simplemente en adúlteros. En estas circunstancias, y de este modo no es posible crear al Hombre Psicológico.

 Si por alguna parte hemos de iniciar el trabajo de crear al Hombre Psicológico, será en realidad de verdad, trabajando sobre sí mismos, no identificándonos, jamás, con ninguna circunstancia, y auto-observarnos de instante en instante, de momento en momento. Hay quienes yerran el camino. Existen sociedades, escuelas, órdenes, logias, religiones, sectas, que pretenden organizar la psiquis humana mediante ciertas máximas que llamaríamos de oro; comunidades que pretenden, mediante tal o cual máxima, comportarse en todas las circunstancias de la vida, a fin de conseguir algo que ellos llamarían “purificación”, “santidad”, etc.

Todo esto es urgente analizarlo. Es obvio que una máxima cualquiera, de tipo ético, religioso, nunca podría servir de patrón para los distintos aconteceres de la vida. Una máxima, aún estructurada con la lógica superior de un Ouspensky, por ejemplo, en verdad que jamás podría crear un nuevo Cosmos, ni una nueva Naturaleza. Supeditarnos estrictamente a una máxima, con el propósito de organizar nuestra psiquis, sería absurdo. Esto significaría convertirnos en esclavos obviamente.

 De manera que, conviene que reflexionemos sobre muchos catálogos éticos y códigos morales, con máximas de oro. Ellas no pueden transformar, o todas esas reglas o máximas jamás pueden transformar a nadie, eso es obvio. Además, hay factores que hay que analizar, antes de poder entrar uno en el trabajo de organizar la psiquis.

 Incuestionablemente, un enunciado demostrativo, por ejemplo, por muy rico que él fuese, y perfecto, podría ser falso, y lo que es peor: intencionalmente falso.

 Así que, al intentar nosotros una transformación de sí mismos, tenemos que volvernos un poco más individuales no quiero decir “egoístas” sub-entiéndase esto como aprender a pensar mejor y en una forma más independiente y perfecta, porque muchas sentencias sagradas, máximas de oro, como ya dije, aforismos que todo el mundo considera perfectos, realmente no podrían servir de patrón de medida para conseguir una transformación auténtica y una organización de la psiquis dentro de nosotros.

 Se trata de organizar la psiquis interna, y tenemos que salir de tanto racionalismo de tipo subjetivo, e ir  como se dice “al grano”, a los hechos: afrontar nuestros propios errores, como son; no querer nunca justificarlos, no tratar de huir de ellos, no intentar disculparlos. Se necesita que nos volvamos más serios; en la analítica, tenemos que ser, dijéramos, más juiciosos, más comprensivos. Si en verdad no buscamos escapatorias, entonces sí podemos trabajar sobre nosotros mismos para conseguir la organización del Hombre Psicológico y dejar de ser meros “animales intelectuales”, como hasta ahora somos.

 La auto-observación psicológica es básica. Se necesita, en verdad, auto-observarnos de instante en instante, de segundo en segundo. ¿Con qué objeto? ¡Uno! ¿Cuál? Descubrir nuestros defectos de tipo psicológico, pero descubrirlos en el terreno de los hechos, observarlos directamente, juiciosamente, sin evasivas, sin disculpas, sin escapatorias de ninguna especie.

 Una vez que un defecto ha sido debidamente descubierto, entonces y sólo entonces, podemos nosotros comprenderlo, y al intentar comprenderlo, debemos –repito–, ser severos consigo mismos.

 Muchos, cuando intentan comprender un error, lo justifican, o lo evaden, o lo esconden de sí mismos, y eso es absurdo. Hay también algunos hermanitos gnósticos que al descubrir tal o cual defecto en sí mismos, comienzan con su mente dijéramos, teorética a hacer especulaciones y eso es gravísimo, porque como ya dije y lo repito hasta ahora, en este momento, las especulaciones de la mente –meramente subjetiva– van a desembocar, forzosamente, en el terreno del utopismo, eso es claro.

 Así, pues, si se quiere entender un error, las especulaciones meramente subjetivas deben ser eliminadas, y para que sean eliminadas, se necesita haber observado el error directamente. Sólo así, mediante una correcta observación, es posible corregir la tendencia a la especulación.

 Una vez que uno ha comprendido íntegramente cualquier defecto psicológico, en todos los niveles de la Mente, entonces sí puede darse el lujo de quebrantarlos, de desintegrarlos, de reducirlos a cenizas, a polvareda cósmica. Sin embargo, no debemos olvidar nunca que la mente, por sí misma, no puede alterar radicalmente ningún defecto, nunca, la mente por sí misma, puede rotular cualquier defecto con distintos nombres, puede pasarlo de un nivel a otro, esconderlo de sí misma, esconderlo de los demás, pero nunca desintegrarlo.

 Muchas veces les he hablado aquí, les he dicho que necesitamos de un poder que sea superior a la mente, de un poder que, en verdad, pueda reducir a cenizas a cualquier defecto de tipo psicológico.

 Afortunadamente, ese poder existe en el fondo de nuestra psiquis. Me refiero, claramente, a Stella Maris, la Virgen del Mar, es una variante de nuestro propio Ser, pero derivada, o derivado. Si nosotros nos concentramos en esa fuerza variante que existe en nuestra psiquis y que algunos pueblos la denominaron “Isis” y otros “Tonantzin” y aquellos “Diana”, etc., seremos asistidos. Entonces, el defecto en cuestión puede ser reducido a polvareda cósmica.

 Cualquier agregado psíquico, viva personificación de tal o cual error, una vez que ha sido desintegrado, libera algo, eso se llama “Esencia”. Es claro que, dentro de cualquiera de esas “botellas” conocidas como “agregados psíquicos”, existe Esencia o Conciencia anímica enfrascada, y al quebrantarse éste o aquél error, el porcentaje de Esencia, allí depositado, o embotellado, es liberado.

 Cada vez que un porcentaje de Esencia Búddhica es liberada, aumenta de hecho y por derecho propio el porcentaje de Conciencia. Y así, conforme nosotros vamos quebrantando los agregados psíquicos, el porcentaje de Conciencia despierta se irá multiplicando, y cuando la totalidad de los agregados psíquicos sea reducida a cenizas, la Conciencia habrá despertado, también en su totalidad.

 Si tan sólo hemos quebrantado un cincuenta por ciento de “elementos psíquicos”, inhumanos, indeseables, poseeremos obviamente un cincuenta por ciento de Conciencia Objetiva, despierta. Más si nosotros conseguimos quebrantar el ciento por ciento de los agregados psíquicos indeseables, lograremos de hecho y por derecho propio, un ciento por ciento de Conciencia Objetiva. Así es que, a base de multiplicaciones incesantes, nuestra Conciencia irá resplandeciendo cada vez más, eso es obvio.

 Lograr el absoluto despertar, es lo que queremos nosotros. Y es posible lograrlo, si marchamos por el camino correcto. De lo contrario, no sería posible lograrlo; eso es claro.

 En todo caso, a medida que nosotros vayamos quebrantando los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos, distintos Siddhis o Facultades luminosas irán aflorando en nuestra psiquis, y cuando se haya conseguido la aniquilación buddhista, entonces en verdad, habremos conseguido la más absoluta iluminación.

 Esta palabra, aniquilación buddhista, molesta mucho a determinadas organizaciones de tipo pseudo-esoterista y pseudo-ocultista. A nosotros, en vez de fastidiarnos, tal palabra nos agrada realmente. Conseguir el ciento por ciento de conciencia, es algo anhelable. Son muchos los que quisieran tener la iluminación, son muchos los que se sienten amargados, los que padecen entre las tinieblas, los que sufren por las distintas circunstancias amargas de la vida. La iluminación, es algo muy anhelable, pero la iluminación tiene una razón de ser; la razón de ser de la iluminación es el Dharmadatu –esta palabra, de tipo sánscrito, sonará un poco extraña a los oídos de los aquí presentes: “Dharmadatu”, que viene de su raíz “Dharma”.

Podría alguien desintegrar los elementos psíquicos indeseables que en nuestro interior cargamos, y sin embargo no por ello lograría la iluminación radical –aquí entra en juego eso que se llama el Tercer Factor de la Revolución de la Conciencia, el del Sacrificio por la Humanidad. Si nosotros no nos sacrificamos por la Humanidad, no sería posible conseguir la iluminación absoluta, porque –repito– la razón de ser de la iluminación es el Dharmadatu.

 Es obvio que si desintegramos el Ego, se nos paga. Es cierto y de toda verdad que si creamos los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, se nos paga. No podemos negar que si nosotros nos sacrificamos por nuestros semejantes, se nos paga. Todo eso es indubitable.

 Para conseguir la iluminación absoluta, se necesita trabajar con los Tres Factores De La Revolución de la Conciencia: Nacer: es decir, crear los Vehículos Existenciales Superiores del Ser; Morir: desintegrar el Ego en su totalidad, y Sacrificio por la humanidad. He ahí los Tres Factores de la Revolución de la Conciencia.

 Pero como les decía a ustedes, tenemos que saber trabajar sobre sí mismos eso es obvio; necesitamos organizar al Hombre Psicológico dentro de sí mismos. Primero que todo, antes de conseguir nosotros la iluminación absoluta, el Hombre Psicológico debe nacer en nosotros, y nace en nosotros cuando se organiza la psiquis, hay que organizar la psiquis dentro de sí mismos, aquí y ahora.

 Si nosotros trabajamos correctamente, organizamos la psiquis. Por ejemplo, si no malgastamos las energías del centro emocional, si no malgastamos las energías de la mente, o del cerebro motor-instintivo-sexual, es obvio que con tal reserva, creamos o venimos a crear, a dar forma al segundo cuerpo psicológico en nosotros: el nuevo cuerpo para las emociones denominémoslo “Eidolón”.

 Es indubitable que si nosotros nos libertamos de la Mente Sensual, conseguiremos en realidad de verdad ahorrar energías intelectuales, con las cuales podríamos nutrir al tercer cuerpo psicológico, a la mente individual.

 Y al pronunciarme contra la Mente Sensual, quiero que entiendan los hermanos, claramente, que no dejo de reconocer la utilidad de la Mente Sensual y que necesitamos vivir en perfecto equilibrio: saber manejar la Mente Superior y saber usar la Mente Sensual. Porque si uno no sabe usar la Mente Sensual, se olvida de que tiene que pagar la renta, se olvida de que debe de comer para existir, se olvida de que tiene que vestirse: anda por la calle en el más completo desaliño, no cumple uno con sus deberes en la vida. Entonces, la Mente Sensual es necesaria, pero hay que saberla manejar inteligentemente, con equilibrio. Es decir, la Mente Superior y la Mente Sensual deben equilibrarse en la vida; eso es obvio.

 Hay gentes que se preocupan únicamente por la Mente Superior. Ejemplo: determinados eremitas que viven en cavernas, en los Himalayas, y olvidan que tienen una Mente Sensual. Desecharla, simplemente “así porque sí”, es absurdo. Se necesita que la Mente Sensual funcione en forma equilibrada, para cumplir uno con sus deberes en la vida.

 La pugna entre la Mente Superior y la Mente Sensual, es espantosa. Recordemos nosotros al Cristo, cuando estuvo en su ayuno en el desierto. Se le presenta un demonio y le dice: “Todos estos reinos del mundo te los entregaré, si te arrodillas y me adoras” es decir, la Mente Sensual tentándole–. Y responde la Mente Superior diciendo: “¡Satán, Satán, escrito está: al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo obedecerás!” –no se dejó Jesús dominar por la Mente Sensual. Pero esto  no quiere decir que no sea útil tal mente; lo que sucede es que hay que tenerla bajo control y que debe marchar en perfecto equilibrio con la Mente Superior.

 Al tratar de organizar al Hombre Psicológico, obviamente sucederá una pugna espantosa entre las dos Mentes: entre la Superior la Psicológica y la Sensual. La Mente Sensual no quiere nada que se relacione con la Mente Superior. La Mente Sensual goza cuando se identifica con una escena de lujuria, o cuando se identifica con un acontecimiento doloroso en la calle, o cuando se identifica con una copa de vino, etc., la mente psicológica se opone violentamente.

 Voy a ilustrar esto con un ejemplo: Iba, de pronto, en un carro; alguien conducía el automóvil. Marchábamos por el carril izquierdo de una calle; por el carril derecho, una dama conducía otro carruaje. De pronto sucede que el carruaje que conduce aquélla dama, cambia de dirección, intenta meterse a un supermercado. Es obvio que, yendo por la derecha, debía quebrar para alguna parte, para meterse en el supermercado.

Si el supermercado hubiera estado a su derecha, pues se hubiera metido hacia la derecha, pero desafortunadamente estaba a su izquierda y el carril izquierdo estaba ocupado por el carruaje en  que nosotros viajábamos. No le importa a aquella dama, absolutamente nada, y definitivamente quiebra hacia la izquierda claro, viniendo a chocar con el carruaje en el que nosotros íbamos. Los daños no fueron graves, fueron mínimos para aquél otro carro, pero aquí viene lo interesante.

Como quiera que en el carro en el que viajara mi insignificante persona, el conductor reconoció no tener la culpa y en verdad, no la tenía, él no era culpable de que otro carruaje se le metiera por delante, quebrando violentamente, en momentos en que él marchaba–, naturalmente alegó eso, a la dama en cuestión. La dama insistía en tener su razón. Claro, su razón era manifiestamente absurda, y cualquier perito de tránsito la habría descalificado de inmediato. Sin embargo, ella insistía: “llama al Seguro dijo ella para arreglar el problema”. Después de 1 ó 2  horas, el Seguro no llegaba.  La dama insistía en que se le pagaran unos 300 pesos que costaba el daño, la reparación de su vehículo, que ella misma había destruido.

 Los tripulantes del carro en que viajaba, y su conductor, definitivamente estaban airados, en gran manera, y aunque cualquiera de ellos hubiera podido pagar, no estaban dispuestos a hacerlo era tal la ira que tenían. Por mi parte, resolví no identificarme con aquella circunstancia, pues nuestra disciplina psicológica, nuestro judo psicológico dijéramos, nos indica que en tales casos, uno no debe identificarse. Es obvio que permanecí sereno, de acuerdo con nuestro judo psicológico.

 Bueno, pero el tiempo se pasaba: 2 horas, y posiblemente muchas más tendríamos que aguardar, pues el Seguro no aparecía. Al fin, la dama aquella llegó muy respetuosamente hacia mí, pues vio que era el único que estaba sereno, los demás tripulantes vociferaban. Me dice: “Señor, si me diera usted siquiera 300 pesos, dejamos esta cuestión a un lado. Porque estoy perdiendo el tiempo y todos lo estamos perdiendo”. Le dije:

Observe usted la posición en que están esos dos carros. Si quería usted quebrar a la izquierda, debería haber traído el carril izquierdo; pero usted va por el carril derecho y sin embargo intenta entrar a ese supermercado. No es posible entrar por el carril derecho, cuando el izquierdo va ocupado. Cualquier perito en tránsito la descalifica. Señor, ¿pero qué hacemos perdiendo el tiempo? ¡No viene el Seguro…! Bueno, tome sus 300 pesos y vaya usted en santa paz. No hay problema, siga su viaje…

 Es obvio que hubo una protesta general de los tripulantes, se indignaron, no solamente contra aquella dama, sino contra mí también. Era tal el estado en que se encontraban, que no podían menos que protestar se encontraban absolutamente identificados con la escena. Y claro que a mí me calificaron de “tonto”, etc., etc., etc., y “otras tantas hierbas”.

 Claro, uno de los tripulantes avanzó directo hacia las damas, con el propósito de insultarlas, pues eran varias; la que conducía y las acompañantes. Yo me adelanté un poquito y le dije a aquella señora “Vayase usted en santa paz y no haga caso a los insultadores”. Bueno, la mujer muy feliz desde lejos me alcanzó a dar el último saludo, y el carro se perdió allá, por esas calles de la ciudad.

 Hubieran podido seguir aguardando 3, 4, 6 horas, toda la tarde y posiblemente hasta la noche, hasta que llegara el Seguro, para concluir en cualquier arreglo tonto. Realmente, no había problema grave; los daños de aquél carro eran mínimos, pero aunque los tripulantes aquellos tenían dinero, de ninguna manera estaban dispuestos a pagar. Se encontraban tan identificados con la escena, que obviamente, no tenían ganas como se dice de “dar a torcer su brazo”.

 Los salvé, ciertamente, de una cantidad de pormenores y detalles molestosos; les evité, si es posible, ir a la “Delegación”; les evité cincuenta mil sandeces y tonterías, amarguras y discusiones, pero ellos se encontraban tan identificados con aquel hecho, que ni cuenta se daban del bien que se les había hecho ¡así es la gente!

 De manera que, mis queridos amigos, en realidad de verdad, deben ustedes entender que al identificarse con las circunstancias, trae problemas. ¡Es absurdo identificarse con las circunstancias, completamente absurdo! –Se gastan las energías–. ¿Con qué energías organizaría uno, por ejemplo el Cuerpo Astral, si se deja llevar de esos estallidos de ira, de esos “berrinches” espantosos, de esos corajes que no tienen razón de ser, todo por identificarse con las circunstancias? ¿Con qué fuerzas podría uno darse el lujo de crearse una Mente Individual, si uno –en verdad de verdad, despilfarra sus energías intelectuales, las malgasta en tonterías, en hechos similares a los que les he contado?

La creación del segundo Cuerpo nos invita a ahorrar energías emocionales, y la creación de un tercer Cuerpo llamaríamoslo “intelectual mente individual”, nos hace comprender la necesidad de ahorrar un poco nuestra energía mental.

 Ahora bien, si nosotros no aprendemos en verdad, a dejar las antipatías mecánicas; si nosotros estamos siempre llenos de mala voluntad hacia nuestros semejantes, ¿con qué energías crearíamos entonces el Cuerpo de la Voluntad Consciente, es decir, el cuarto Cuerpo Psicológico? Y hay que crear todo ese juego de Vehículos Superiores, si es que queremos en verdad crear, dentro de sí mismos, o fabricar dentro de sí mismos, o dar forma dentro de sí mismos, al Hombre Psicológico.

 Bien sabemos que alguien, que posea el Cuerpo Físico y un segundo Cuerpo de tipo Emocional, Psicológico, y un tercer Cuerpo de tipo Mental, Individual, y un cuarto Cuerpo de tipo Volitivo, Consciente, puede darse el lujo de recibir sus principios anímicos para convertirse en hombre, eso es indubitable. Pero si uno verdaderamente malgasta sus energías motrices, vitales, emocionales, mentales y volitivas, identificándose con todas las circunstancias de la vida, etc., pues es obvio que nunca podrá organizar esos Cuerpos Psicológicos, en nosotros tan indispensables para que dentro de sí mismos aparezca el Hombre.

 Así que, cuando hablo de organizar la psiquis, debe saberse entender. Tenemos que manejar energías, saberlas utilizar no identificarnos para no malgastar nuestras energías torpemente, no olvidarnos de sí mismos.

 Cuando uno se olvida de sí mismo, se identifica, y cuando se identifica, entonces, no puede dar forma a la psiquis, no puede hacer, pues, que la psiquis se estructure inteligentemente en sí misma, porque malgasta las energías torpemente. Esto es urgente entenderlo, mis queridos hermanos.

 Así pues, un Hombre verdadero es un Hombre que ha ahorrado sus energías y que, mediante las mismas, ha podido crear los cuerpos existenciales superiores del Ser. Un Hombre verdadero es aquel que ha recibido sus principios anímicos y espirituales, un hombre perfecto es aquel que ha desintegrado, dijéramos, todos los elementos psíquicos inhumanos, y que en vez de tales elementos indeseables, ha dado forma al hombre interior. ( El hombre interior nace en uno como resultado de sus propias reflexiones. )

 El  hombre interior es lo que cuenta, el  hombre interior recibe su pago, la Gran Ley le paga. El hombre interior está despierto porque ha desintegrado el Ego; el  hombre real, verdadero, que se sacrifica por sus semejantes, obviamente consigue la iluminación.

 Así, crear al Hombre es lo primero, es lo fundamental, y esto se consigue organizando la psiquis. Pero muchos, en vez de dedicarse a organizar su propia psiquis íntima, se preocupan exclusivamente por desarrollar poderes o shiddis inferiores. ¡Y eso es absurdo! ¿Con qué vamos a empezar nosotros, a organizar la psiquis, o a desarrollar poderes inferiores? ¿Qué es lo queremos? Tenemos que ser juiciosos nosotros en el análisis, juiciosos en nuestros anhelos.

Si es poderes lo que estamos buscando, perdemos el tiempo miserablemente. Creo que lo fundamental es que organicemos nuestra psiquis inferior; eso es lo básico. Si ustedes lo entienden en sí mismos y trabajan en sí mismos, conseguirán darle forma a la psiquis. Entonces el hombre real, el hombre verdadero, habrá nacido en ustedes. Entiendan esto: mejor es que en vez de andar buscando shiddis inferiores, o poderes inferiores, como decimos nosotros, demos forma a la psiquis.

 Hay un poder trascendental, que nace en cualquier hombre que verdaderamente ha trabajado sobre sí mismo. Me refiero, en forma enfática, a la intuición. La intuición y cito esto para que dejen ustedes de codiciar poderes.

 Pero, ¿cuál es esa facultad? Se nos ha dicho que está relacionada con la Glándula Pineal. No lo niego, pero lo interesante es explicar cuáles son sus funciones.

 ¿Cómo definiríamos  la Intuición? “Percepción directa de la verdad, sin el proceso deprimente de la opción”. Bueno, está buena esa forma de definirla, pero la encuentro muy incipiente la usan todas las escuelitas por ahí, de tipo pseudo-esotérico y pseudo-ocultista, pero la analítica nos invita a ahondar más en este asunto.

 ¿Qué es la Intuición? Es una facultad de interpenetración, posiblemente Hegel, en su dialéctica, trate de definirla con aquello de los “concretos universales”, pero me parece mejor definirla con la Filosofía China, de la raza amarilla, pues.

 Una emperatriz china no entendía bien esta cuestión de la Intuición. Un sabio le explicó que era la facultad de interpenetración, está correcta esa definición, pero ella no la entendía. Entonces el sabio trajo una veladora encendida y la colocó en el centro de un recinto, y a su alrededor colocó también diez espejos. Es claro que la lumbre de aquella veladora se reflejaba en un espejo y ese espejo la proyectaba a otro espejo, y el otro espejo la proyectaba al otro, y el otro al otro, y así total que los diez espejos mutuamente se proyectaban la luz, uno a otro. Se formó un juego de luces maravilloso, un juego con interpenetración; la emperatriz entendió. He ahí la facultad de la Intuición.

 Si alguien ha logrado la aniquilación buddhista, si alguien ha conseguido fabricar los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, si verdaderamente es un Hombre de verdad, en el sentido trascendental de la palabra, entonces la facultad de interpenetración será en él un hecho.

 Téngase en cuenta que uno está contenido en el Cosmos, mejor dicho, uno es una parte de un Todo. Dentro del Microcosmos-Hombre, hay mucho, existe mucho, y sin embargo la totalidad de uno, no es sino una parte del Todo. Ya sabemos que por ejemplo, dentro del Ayocosmos, o sea, el Infinito, está contenido el Macrocosmos. Dentro del Macrocosmos, que es la Vía Láctea, está contenido el Deuterocosmos, el Sistema Solar. Dentro del Deuterocosmos, está contenido el Sol Cósmico, y dentro de éste, está contenido el Cosmos-Tierra, el Mesocosmos. A su vez, dentro del Mesocosmos está contenido el Microcosmos-Hombre, y dentro del Microcosmos-Hombre está contenido, pues, la vida de lo infinitamente pequeño: el Tritocosmos.

 Como dentro de un Cosmos hay otro Cosmos, y dentro de ese Cosmos hay otro, y por todo hay siete cosmos, unos contenidos en otros. De manera que dentro de nosotros hay un Cosmos inferior eso es claro: el Tritocosmos y un Cosmos superior eso es claro: el Mesocosmos; es decir, nosotros estamos entre un cosmos superior y un cosmos inferior.

 Estamos también muy relacionados con nuestros padres, pues nos dieron origen. A su vez, de nosotros devienen los hijos y los nietos; todos estamos interpenetrándonos mutuamente. Así, la interpenetración es una ley, perfectamente definida por la dialéctica