KaliLa diosa kali

En el panteón Hinduista, la Diosa Kali es conocida también como 'La Diosa Negra' o 'la mujer negra' y se le representa de un aspecto temible y feroz.

Piel negra, cuatro brazos armados a cada lado del torso; porta un collar sobre el cuello trenzado de calaveras de muchos hombres decapitados. Se le plasma en los mandalas y en milenarias obras de arte, parada triunfante sobre un hombre que parece muerto .

Este hombre es su esposo Shiva, quien según la leyenda cayó 'entre los muertos' ante la furia incontenible de su esposa, luego que ella hubo vencido a Raktavija, un gigante demoníaco.

La boca entreabierta de la Diosa, muestra afilados y blancos dientes. Hay determinación destructiva en su rostro y muestra su lengua de fuera en signo de voracidad. Ojos de fuego, ceño fruncido, el cuerpo bañado de sangre. Un cinturón confeccionado con las manos de los demonios a quienes destruyó.

En la teogonía de la India, es uno de los nueve aspectos de la divina madre, del eterno femenino. Se le asocia con el fuego y con la renovación. También entre los budistas se le considera como la Diosa de las aguas embravecidas.

Es la principal Diosa del tantrismo hindú y budista, y por ello mismo asociada a Agní, el Dios del fuego sagrado. El fuego, poder oculto de la energía sexual cristónica, la guía en el sendero de la liberación del deseo, a través del deseo mismo.

Su color negro nos evoca la urgencia de 'blanquear al latón' Negro es el color tántrico primario por excelencia, que urge a que debemos blanquear nuestro aspecto psicológico frío y decadente, nuestro latón psicológico de penumbras, de todos los elementos inhumanos que nos convierten en verdaderos demonios en lo cotidiano.

Es el color negro de la alquimia, la energía sexual bestial, animal, sin transmutación, que debe ser sublimizada. La guirnalda de calaveras enseña la doctrina de la decapitación del ego.

En algunos grabados Kali tiene un pie sobre un moribundo demonio, representado por una figura de un sujeto ordinario y alza con sus brazos la cabeza ensangrentada de la repugnante criatura; o le hiere mortalmente con una lanza, que alegoriza el triunfo y decapitación sobre nuestros demonios interiores a través del sabio uso de la energía sexual: la lujuria, la ira, el orgullo, la pereza… entre cientos o miles de nuestros propios diablos psicológicos

Para quienes adoran a Kali, la divina madre, su aspecto terrorífico desaparece. Es en cambio, la amorosa madre que sostiene en su seno al recién nacido, al niño súper hombre dueño de sí, al que logra la cristificación.

Kali es la Diosa del renacer, quien nos libera de los infiernos atómicos, quien empuña la lanza de Eros y decapita todo lo decadente en la psicología cotidiana. Quien vence y destruye al mismo demonio en nuestros propios infiernos psicológicos. 

A ella apelamos de instante en instante, en lo áspero de la vida cotidiana. Suplicando por la destrucción de éste o aquél agregado psicológico que hayamos comprendido a profundidad. “Es muy triste vivir comiendo teorías. Lo mejor es transmutar la sabiduría en amor”

Samael Aun Weor. Catecismo Gnóstico.

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