Conferencia

Conferencia dictada por el V. M. Samael Aun Weor, en el auditorio de la Cultura de Hermosillo, México 

Samael aun weor 006Distinguidas damas, nuevamente nos dirigimos hoy a ustedes con el propósito de platicar un poco sobre el amor y el sexo.

El amor comienza con un destello de simpatía, se substancializa con la fuerza del cariño y se sintetiza en adoración. Un Matrimonio Perfecto es la unión de dos seres: uno que ama más, otro que ama mejor; el Amor es la mejor religión accesible.

Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Thot, escribió en la Tabla de Esmerada la siguiente frase: “te doy Amor, en el cual está contenido todo el sumun de la sabiduría”. Realmente el Amor en si mismo es el extracto de toda sapiencia, escrito está, que la sabiduría en última síntesis se resume en Amor y el Amor en felicidad.

Cuando el ser humano está enamorado se torna noble, caritativo, servicial, filantrópico, se encuentra en estado de éxtasis. Si se haya ausente del ser que adora, bastaría un simple pañuelito, o un retrato, o un anillo o cualquier recuerdo para entrar en estado de éxtasis, así es el Amor. Realmente el Amor es una efusión, una emanación energética que fluye desde lo más hondo de la Consciencia. Es dijéramos un sentido superlativo de la Conciencia.

La energía cósmica que fluye del fondo de nuestro corazón estimula a las glándulas endocrinas de nuestro organismo y las pone a trabajar, entonces muchas hormonas son producidas y ellas inundan los canales sanguíneos y nos llenan de una gran vitalidad.

En la Grecia antigua la palabra hormona significa “ansia de ser, fuerza de ser”. Observemos nosotros a un anciano decrépito, bastaría ponerlo en contacto con la mujer, bastaría que estuviese enamorado para que místicamente se exaltara; entonces sus glándulas endocrinas producirían abundantes hormonas, que inundando los canales sanguíneos los revitalizarían extraordinariamente, así es el Amor.

En realidad de verdad, el Amor revitaliza, el Amor despierta en nosotros innatos poderes del Ser. Cuando verdaderamente se está enamorado, se torna el ser humano intuitivo, místico. En tales instantes presiente lo que en un futuro le ha de suceder y muchas veces exclama: “me parece que esto es un sueño, me temo que más tarde tú, habrás de encontrar a otra persona en tu camino”. Tales presentimientos intuitivos a través del tiempo y de la distancia se cumplen exactamente, así es el Amor.

En Europa y también en los Estados Unidos existe una orden maravillosa, quiero referirme a la “Orden del Cisne”. Tal institución analiza científicamente los diversos procesos del eso que se llama Amor. En la India el Amor ha sido siempre simbolizado por el “Cisne Kala-Hansa”, el cual flota maravillosamente sobre las aguas de la vida. Realmente el cisne alegoriza en forma enfática las dichas inefables del Amor. Observemos un lago cristalino en donde el cisne se desliza sobre las purísimas aguas donde se refleja el cielo. Cuando uno de la pareja muere el otro sucumbe de tristeza, así es que el Amor se alimenta con Amor.

¡Amar, cuán grande es amar; solamente las grandes almas pueden y saben amar! Así dijo un gran pensador. Observemos a las estrellas girando alrededor de sus centros de gravitación universal, se atraen y repelen, de acuerdo con la Ley de la Imantación Cósmica, se aman y se vuelven nuevamente a amar.  Muchas veces se ha visto que los mundos se acercan, resplandecen, brillan en el firmamento de la noche estrellada; de pronto algo sucede, una colisión de planetas exclaman los astrónomos desde sus torres maravillosas. Amor sí, se han acercado demasiado, se han fusionado sus masas, se han integrado por la fuerza del cariño, se han convertido en una nueva masa. He ahí el milagro del Amor en el firmamento.

Observemos nosotros a la flor, los átomos de la molécula en la perfumada rosa de ambrosia, bañada por los rayos de la luna en la noche estrellada a la orilla de la fuente cristalina, nos hablan de Amor. Giran esos átomos alrededor de sus respectivos centros nucleares, obviamente, la molécula en sí misma es un sistema solar en miniatura. ¿Por qué los átomos así giran alrededor de su centro de gravitación como los planetas alrededor del Sol? Atraídos por esa fuerza maravillosa que se llama Amor.

Escrito está, que si todos los seres humanos sin diferencia de raza, sexo, casta o color, abandonaran siquiera por un minuto sus resentimientos, sus venganzas, sus guerras, sus odios y se amaran entrañablemente, hasta el veneno de las víboras desaparecería. Y es que el Amor es una fuerza cósmica, una fuerza que surge del vórtice de todo núcleo atómico, una fuerza que surge del vórtice de cualquier sistema solar. Una fuerza que surge del centro de cualquier galaxia, una fuerza extraordinaria que debidamente utilizada, puede realizar prodigios y maravillas como aquellos que realizara el divino Rabí de Galilea a su paso por la tierra; así es el Amor.

El beso en sí mismo, mirado por muchos en forma morbosa, es en realidad de verdad, la consagración mística de dos almas ávidas de expresar en forma sensible, lo que interiormente viven. El acto sexual es la consustancialización del Amor en el realismo sico-fisiológico de nuestra naturaleza.

En el Asia, jamás se levantaron monumentos a los grandes héroes, ni a un Gengis Kan con sus cruentas batallas, sino al Amor, a la mujer. Y es que los asiáticos comprendieron que sólo mediante la fuerza maravillosa del Amor podemos transformarnos radicalmente. La maternidad, el Amor, la mujer, he ahí algo grandioso que resuena en el coral del espacio, en forma siempre perenne.

La mujer es el pensamiento más bello del Creador, hecho carne, sangre y vida. A nosotros los varones, un cuadro hermoso nos fascina. Una bella puesta de sol nos encanta, un eclipse observado por ahí desde algún observatorio nos admira, pero la mujer de inmediato provoca en nosotros el ansia de poseerla, el ansia de hacernos uno con ella, el ansia de integrarnos con ella, para participar de la plenitud del Universo. Sin embargo, no debemos en modo alguno mirar al Amor y a la mujer en forma morbosa. Debemos recordar que el Amor en si mismo es puro, santo, noble.

Cuando uno profana a la mujer con la mirada morbosa, indubitablemente marcha por el camino de la degeneración. Debemos verla en toda su plenitud natural. La mujer, para la Santa Predestinación nacida, es la única que a nosotros los varones puede liberarnos de la cadena del dolor.

El varón para la mujer es algo similar; ella ve en el varón toda esperanza, toda protección. Ella quiere completarse en el varón, ella ve en él precisamente el Principio Masculino Eterno, la fuerza misma que ha puesto en actividad todo lo que es, todo lo que ha sido, todo lo que será. Hombre y mujer, en realidad de verdad son las dos columnas del templo. Estas dos columnas no deben estar exageradamente cerca, ni tampoco exorbitantemente lejos, debe haber un espacio como para que la luz pase por en medio de ellas.

Cuando se estudia la fuerza del cariño, cuando se comprende lo que es eso que se llama Amor, sentimos que debe existir en el fondo del sexo, un algo que puede en realidad de verdad traernos la iluminación. Una cuestión mística que podría transformarnos en Súper-Hombres, no es que no presienta que mediante el Amor se puede cambiar, si en verdad es que sólo mediante esa fuerza maravillosa es posible cambiar.

Adán y Eva salieron del paraíso terrenal juntos, y juntos, abrazados, deben regresar al paraíso. Adán y Eva salieron del Edén por haber comido del fruto que se les dijo: “no comeréis”. Es obvio que dejándolo de comer volveremos al Edén.

Si por las puertas del sexo salimos del Edén, sólo por esa fuerza maravillosa podremos retornar al Edén. El Edén es el mismo sexo. En el Esperma Sagrado combaten las potencias atómicas del bien y del mal, luchan por la supremacía. El Esperma Sagrado realmente es formidable, en él se encuentran los principios místicos, étnicos y científicos, que podrían hacer de nosotros algo distinto, un Súper-Hombre.

Federico Nietzsche nos habla del Super-Hombre. Recordemos aquellas frases de Nietzsche cuando dice: “Cuando Zaratustra tuvo treinta años, abandonó su casa y el lago de su casa y se fue al bosque, allí permaneció diez años meditando. Una mañana mirando al sol naciente dijo: ‘óyeme astro grandioso, hace diez años subo diariamente a mi caverna, si no fuera por ti, por mi águila y por mi culebra ya me habría cansado de mí y de este lugar’.

“Y Zaratustra descendió del bosque, un santo que le vio dijo: ‘¿a dónde vais Zaratustra? Hace diez años que subisteis por aquí. ¡Oh, Zaratustra se ha vuelto un niño!’ Me voy –dijo Zaratustra– a ver a la humanidad, amo a los seres humanos. No es acaso por Amor a la humanidad –exclamó el santo– que yo estoy aquí y en este lugar. Yo canto cantos y los canto, y así alabo a Dios que es mi Dios” “Oyeme Zaratustra voy a darte un pequeño regalo”. El santo envolvió un látigo entre un paño y se lo dio diciendo: “si vais donde la mujer no olvidéis el látigo”.

Esta frase dolorosa ha sido mal interpretada; ¿por qué se ha creído que Zaratustra le aconsejara al hombre azotar a la mujer, o algo semejante? No, Nietzsche, el autor del Zaratustra era sumamente dulce y amaba a la mujer. En realidad de verdad solamente se quiso insinuar la idea de utilizar el látigo de la voluntad para dominarnos a sí mismos y no dejarnos llevar de las pasiones animales. Así que el látigo no es contra la mujer, sino contra nosotros mismos y eso es simbólico o alegórico.

Y cuando Zaratustra llegó a la ciudad dijo: “vengo a hablaros del Súper-Hombre, el hombre no es más que un puente tendido entre el animal y el Súper-Hombre, un peligroso paso en el camino, un peligroso mirar atrás, todo en él es peligroso”

Nietzsche, habló del Súper-Hombre, pero se olvidó del Hombre. Primero debemos crear dentro de nosotros mismos al Hombre, sólo después podríamos darnos el lujo de elevarnos al nivel del Súper-Hombre. Realmente es necesario que dentro de nosotros nazca el Hombre. Hoy por hoy, escrito está que tan sólo somos animales racionales. Un profesor de medicina exclamaba en México diciendo: “nosotros somos mamíferos intelectuales”. Está bien, que nos digan lo que quieran, pero en realidad de verdad necesitamos crear al Hombre dentro de nosotros mismos, se necesita de la disponibilidad al Hombre.

Existen los gérmenes para el Hombre y están ubicados exactamente dentro de nuestras glándulas sexuales. Sé que estoy ante un público culto y en el auditorio de la Cultura de Hermosillo, por eso al hablar de estas cosas, aparentemente morbosas, lo hago con la seguridad absoluta de que me encuentro ante un auditorio decente, culto, así que, en realidad de verdad, si digo que somos animales intelectuales, no creo que nadie se moleste, pues desde siempre hemos oído decir que somos animales racionales, si decimos intelectuales, pues da lo mismo.

Así que en realidad de verdad, necesitamos de la disponibilidad al Hombre, eso es claro. Dentro de nuestras glándulas endocrinas sexuales –dije–, existen los gérmenes para el Hombre, estos gérmenes podrían desarrollarse o perderse definitivamente. Si nosotros los desarrollamos, nacerá dentro de nosotros el Hombre, más si nosotros no trabajamos sobre sí mismos, se perderán definitivamente.

El Hombre debe formarse dentro de nosotros, en la misma forma en que la misma forma en que la mariposa se forma dentro de la crisálida y esto solamente es posible mediante la fuerza maravillosa del Amor y del Sexo. Ya dije y lo repito que el sexo es la consubstancialización del Amor en el organismo psico-fisiológico de nuestra naturaleza, así que desarrollando esos gérmenes del Hombre nos transformaremos, esos gérmenes indubitablemente pueden y deben desarrollarse dentro de nosotros mediante procedimientos científicos y amorosos.

En este momento el Sol está haciendo una nueva creación: él quiere crear Hombres, durante la época de Abraham el Sol hizo un ensayo en el tubo de la Naturaleza, en el tubo de ensayo, y logró algunas creaciones. Durante los primeros ocho siglos del cristianismo, el Sol realizó nuevos experimentos y consiguió crear un grupo de Hombres, y en estos precisos instantes de crisis mundial y de bancarrota de todos los principios el Sol está haciendo un nuevo esfuerzo en el laboratorio de la Naturaleza, quiere crear Hombres y es posible crearlos.

Lo importante es conocer la clave, el sistema, el método. En cuestiones de sexología transcendental, la Sociedad Oneida de los EE.UU., controlada por médicos ilustres está realizando experimentos notables. 25 parejas fueron sometidas a observación científica, se les enseñó a esas 25 parejas el acto sexual mediante el cual es posible la transformación de la Energía Creadora.

Incuestionablemente, tal acto se fundamenta en la siguiente clave: “Inmisio menbri virilis in vagina feminae sin eyaculatiun seminis”. Es decir, puede lograrse la conexión del Ligam-Yoni durante la cópula química, pero dicen los doctores de la Sociedad Oneida: sin eyaculación del Ens Seminis. Es decir sin derramar el Vaso de Hermes Trismegisto, el tres veces grande Dios Ibis de Thot.  Esto significa que no hay que llegar a la consumación del acto sexual. “Coitus interruptus”, exclaman los doctores en la medicina. Algunos se pronuncian contra esta formula, otros la aceptan.

Quienes la aceptan pueden transmutar el Esperma Sagrado en Energía Creadora, ese tipo finísimo de energía llegará asta el cerebro a través de ciertos conductos nerviosos que se relacionan con el Vago y con el Simpático. Cuando se transmuta el Esperma Sagrado en energía, el cerebro se seminiza y el semen se cerebriza. He ahí un camino de revitalización extraordinaria, un camino que puede transformarnos radicalmente, he ahí un método para producir energía sexual.

Esa es una energía más poderosa que la electricidad, esa energía fluye en todo lo que es, en todo lo que ha sido y en todo lo que será. Ese tipo de energía puso en existencia al Universo, ese tipo de energía puso en existencia a nuestro sistema solar, ese tipo de energía fluyendo desde todo núcleo, puso en actividad a la galaxia en que vivimos.

Así que en realidad de verdad la Energía Creadora del Universo tiene un poder formidable. En nuestro organismo hay toda una planta eléctrica –dijéramos–, mediante la cual es posible conducir tan finísima energía hasta la masa cerebral. No se trata de hacer subir el Esperma Sagrado hasta el cerebro, porque entonces la gente enloquecería, sería absurdo; lo que se quiere es transmutar el esperma en energía y eso es diferente. Ya dijo el sabio Einstein: “la masa se transforma en energía, la energía se transforma en masa”. Es posible transformar la masa seminal en Energía Creadora para dinamizar el cerebro y despertar facultades transcendentales que existen en nuestra fisiología orgánica.

Quienes acepten esta clave maravillosa, formidable, se convertirán en Hombres de verdad. Hay gérmenes que deben desarrollarse para dar origen al Hombre, me refiero al germen –por ejemplo–, del Cuerpo Astral. Cuando ese germen se desarrolla el Esperma Sagrado entonces convertido en energía viene a cristalizar en una octava superior, en la forma maravillosa y esplendente del Cuerpo Astral.

Tal Cuerpo viene a quedar en relación con el sistema nervioso gran simpático. Uno sabe que tiene el Cuerpo Astral cuando puede usarlo, cuando puede salir del cuerpo físico a voluntad cuando puede viajar tal vehículo a través del inalterable infinito.

El esperma transmutado en energía en una segunda octava aún más alta, viene a cristalizar dentro de nuestro organismo en la forma extraordinaria y maravillosa del Cuerpo Mental. Uno sabe que posee un Cuerpo Mental cuando puede aprehender, capturar, las grandes verdades cósmicas contenidas en la Naturaleza. Poseer un Cuerpo Mental es algo extraordinario. El Esperma Sagrado trasmutado en energía mística viene a cristalizar por último en una tercera octava aún más alta, en la forma más magnífica del Cuerpo de la Voluntad Consciente.

Cuando alguien posee los cuerpos, físico, Astral, Mental y Causal, recibe sus Principios Anímicos Espirituales, y nos convierte en Hombre de verdad, antes de ese instante no se es Hombre, antes de ese instante se es únicamente “mamífero intelectual”, como dicen los profesores de medicina... ...algo muy interesante, decían: “los Dios crearon a los hombres de madera y después de haberlos creado los fusionaron con la Divinidad, –y luego añaden–, no todos los hombres logran integrarse con la Divinidad”.

Obviamente quienes lo logran se convierte en Súper-Hombres en el sentido más trascendental de la palabra. El Hombre que quiere alcanzar las alturas del Súper-Hombre, debe eliminar de sí mismo todos sus defectos de tipo psicológico, en otros términos diría: debe eliminar de si mismo al “yo psicológico”, al “mí mismo”. Hay necesidad de que en nosotros nazca el Hombre verdadero. Sin embargo –como ya dije– la semilla, los gérmenes del Hombre pueden perderse y lo normal es que se pierdan. Cuando uno trabaja con tales gérmenes, logra entonces que no se pierdan y germina, nace dentro de nosotros el Hombre.

El Hombre es el rey de la creación, el Hombre tiene poder sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas, sobre la tierra.

Un puñadito de Hombres nada más, fue suficiente como para producir “el apagón” de Nueva York. Recuerden ustedes mis queridos amigos el caso aquel del “el apagón” de Nueva York. Realmente dos naves cósmicas aparecieron en el espacio vital de los EE.UU., entonces la fuerza armada envió contra ellos aviones muy bien armados con ametralladoras y cohetes atómicos, etc. Las naves flotaron en el espacio, serenas y cuando se vieron ametralladas se separaron. Una se perdió en el firmamento, la otra descendió muy suavemente sobre una torre de la energía eléctrica, entonces vino el “apagón” de Nueva York, que fue extraordinario.

El tránsito se interrumpió, hubo muchos accidentes, las gentes parecían como locas por las calles y avenidas de esa ciudad de los rascacielos. Se investigó de inmediato con cerebros electrónicos a ver dónde estaba el daño, más no se halló, no hubo daño de ninguna especie y sin embargo, la luz se apagó, llenos de desesperación los generales de los EE.UU., dijeron: “he aquí el talón de Aquiles de la poderosa nación norteamericana”. Realmente, ¿de qué le servirían todos sus cohetes si no tiene en realidad de verdad energía eléctrica? Los extraterrestres, un grupo de Hombres, de Hombres Reales en una nave cósmica, pero lo suficientemente fuertes como para paralizar a los EE.UU., y a una parte del Canadá; así es el Hombre, es Rey y Señor, tiene poder como está escrito, sobre la Naturaleza entera.

Otra cosa es el animal intelectual, él no tiene ese poder, es víctima de todas las circunstancias, es débil, nace, muere, pelea, sufre, llora, es un infeliz. Necesitamos que dentro de nosotros nazca el Hombre y eso es posible mediante el Amor, mediante la mujer, mediante el acto sexual.

Ha llegado la hora en que nosotros dejemos para siempre de profanar el sexo, con revistas pornográficas, la lujuria, la forma como se mira el sexo, como si fuera en realidad de verdad algo inmundo, causa horror. Un Hombre Real nunca profanaría el sexo, un Hombre Real sabe que el sexo es sagrado, sabe que esa fuerza maravillosa puso en existencia el Universo, sabe que el día que dejara de fluir esa energía sexual en la Naturaleza, las plantas dejarían de reproducirse, los animales dejarían de reproducirse, desaparecería todo lo que existe, la Tierra se convertiría en un desierto; entonces, ¿por qué hemos de ver en el sexo la morbosidad? ¿Por qué hemos de escupir en el santuario sagrado del Amor? ¿Por qué hemos de mirar con lujuria lo que es sagrado, la cópula química o metafísica?

Reflexionemos un poco, ha llegado la hora de reflexionar, ha llegado la hora en que nosotros debemos aprender a transmutar el Esperma Sagrado en Energía Creadora. Desgraciadamente el mundo ha entrado en el ciclo involutivo, descendente; actualmente hay países donde la homosexualidad se ha extendido en forma alarmante.

Hay un país por ahí donde el 95% de los seres que viven son homosexuales y lesbianas, así el mundo ha entrado por la vía involutiva descendente, la auténtica masculinidad se está perdiendo, los varones ahora tienen tendencia a feminizarse y las mujeres tendencia a masculinizarse. Es necesario que la mujer regrese al hogar, que sea la reina del hogar, que instruya a sus niños, es necesario que el hombre reconquiste sus valores varoniles y que se exprese con la potencialidad del varón. El hombre debe ser bien hombre y la mujer debe ser mujer de verdad.

Ha llegado el instante de comprender que nosotros debemos aprender a transmutar, para que los gérmenes del Hombre se desarrollen dentro de nosotros mismos aquí y ahora. Está haciendo el Sol –repito– un gran ensayo en estos momentos en el laboratorio de la Naturaleza, quiere crear Hombres Solares.

Cualquier raza humana que exista sobre la faz de la Tierra no tiene sino un objetivo: servir para el experimento del Sol, un experimento muy difícil, porque si nosotros no cooperamos con el Sol es imposible que dentro de nosotros pueda nacer el Hombre. Si no cooperamos con el Sol, fracasamos. Desgraciadamente la humanidad se ha vuelto espantosamente mecanicista, lunar, en estos tiempos se está perdiendo todo interés por las ideas solares, ahora las gentes no piensan sino en cuentas de banco y celuloides, desafortunadamente aquel encanto del Amor parece huir, ahora los matrimonios solo piensan en cuentas de banco y celuloide, cálculos aritméticos y eso es todo.

En Rusia ya no quieren casarse los jóvenes y eso es lamentable, el gobierno ruso está alarmado, ¿acaso tienen razón los jóvenes? Se les quiere pues, someter una y otra vez a tantos reglamentos, que han perdido interés por el matrimonio; en cambio la degeneración, el homosexualismo, el lesbianismo se multiplica en todos los países de la Tierra y hay dolor supremo.

Pronto habremos de ver una 3ª guerra mundial y un gran holocausto atómico, porque cuando verdaderamente no se encauzan las energías sexuales correctamente, lo único que se provoca sobre la faz de la tierra son guerras y amarguras.

Todos nosotros somos los culpables de una futura tercera guerra mundial, todos nosotros estamos encauzando las energías creadoras en forma equivocada, todos nosotros hemos dejado de ver en la mujer a la belleza del Amor para convertirla únicamente en una figura pornográfica, los seres humanos de estos tiempos, se revuelcan en el lecho de Procusto, las enfermedades venéreas se extienden por todas partes, esto es infinitamente lamentable.

Aun hay países donde existe una especie de recuerdo de lo que fueron los encantos del Amor en los tiempos idos. Recordemos a las gehisas del Japón, ellas atienden a los varones con infinita decencia; su misión consiste exclusivamente en el saberlo atender, se preparan para ello durante muchos años, se tornan políglotas, etc.

Cuando ellas quieren a un hombre letón, le conducen a una fuente cristalina llena de flores, le bañan, le untan con lociones y ungüentos maravillosos del mundo oriental, le veneran y religiosamente le llevan a su recamara para la cópula química, más no es el acto sexual violento, brutal del mundo occidental, va precedido de muchas ceremonias místicas, así es en el Japón.

Desafortunadamente se está metiendo en ese país el mundo occidental, y antes de poco hasta el perfume más bello del Japón habrá desaparecido. Se acuerdan ustedes que hace 30 años todavía los hombres y mujeres del Japón se bañaban desnudos, no había morbosidad, nadie sentía lujuria al contemplar al sexo opuesto, parecían niños grandes jugueteando en las playas. Mas un día llegó el general MacArtur y prohibió el baño al desnudo en las costas del Japón, aduciendo para ello, principios de moralidad. Los japoneses que nunca habían pensado en morbosidad, se miraron entonces a sí mismos y se vieron –como dice el Génesis bíblico–, desnudos y así como el Génesis dice que: hombre y mujer se taparon entonces con hojas de higuera, así también los japoneses se cubrieron sus carnes.

Fue desde esa época cuando comenzaron a ver lo que ellos antes no veían: malicia en el sexo, si antes lo veían con respeto, no sentían lujuria, ahora todo ha cambiado, el mundo occidental está también corrompiendo, dañando al Japón.

No sé por qué las gentes quieren ver tabú, pecado, donde no lo hay, no sé porque quieren ver en el sexo algo indigno y morboso. Observemos las flores, sus órganos sexuales están en el centro que ellas levantan hacia el Sol, y muestran al astro rey sus órganos creadores, sin malicia de ninguna especie, ¿por qué habríamos de nosotros de ser inferiores a las flores? ¿Por qué no queremos comprender la santidad del sexo y del Amor? ¿Por qué no queremos entender nosotros, que el sexo, que la Energía Creadora es una fuerza maravillosa que deviene originalmente de lo divinal? del Espíritu Santo, se diría en cristianismo puro.

Desgraciadamente las gentes marchan por el camino involutivo, descendente, y la faz de la Tierra está carcomida hasta el tuétano de los huesos; la corrupción ha llegado al máximo, eso de que haya países donde el 95% de los seres humanos sean homosexuales y lesbianas resulta horrible, monstruoso, en el sentido más tremendo de la palabra.

Ha llegado la hora de entender estas cuestiones, en instantes en que me dirijo a ustedes, me acuerdo también que en Roma, las sacerdotisas del Amor, hacían de éste un culto sagrado. Hasta las mismísimas mujeres que formaban parte de las orgías en las noches atenienses, miraban al Amor con profundo respeto, nunca un hombre y mujer se tiraron en el lecho de Procusto en la forma tan brutal y despiadada como lo hace la gente del siglo XX.

Cultos sagrados diversos que practicaban hasta las mismas vestales, precedían siempre al encanto mirífico del Amor y del acto sexual; siempre se vio el sexo en los tiempos antiguos con profunda veneración, con gran respeto. Estoy seguro que si los hombres y las mujeres aprendieran a amar, el mundo se transformaría totalmente.

Y en estos instantes me viene a la memoria la Lemuria, ese viejo continente extraordinario que otrora se hallara situado en el océano Pacífico. La Lemuria estaba habitada, es claro que cuando llegó el mundo gigante: Hercólubus, (entre paréntesis, también ahora se acerca para acabar con nuestra Raza Aria) hubo entonces acontecimientos catastróficos en el viejo continente Mu. El fuego de los volcanes brotó a la superficie, por todas partes el fuego líquido quemó la faz de la Tierra, horribles terremotos y espantosos maremotos acabaron con las grandes ciudades del continente lemúrico y al fin, este, poco a poco se fue hundiendo entre las embravecidas olas del Pacífico. Restos de Lemuria son la Isla de Pascua y también la Oceanía.

Sucedió que por la época de la tercera sub-raza lemúrica, los hombres y las mujeres que se amaban, en determinadas épocas eran conducidos hasta los templos sagrados de misterios, entonces, bajo la dirección de los grandes sabios, se unían sexualmente para crear y volver nuevamente a crear.

El acto sexual en aquellos tiempos de la Arcadía, cuando los ríos de agua pura de vida manaban leche y miel, era un sacramento inefable, nadie en aquellas ciudades antiguas se hubiera atrevido a realizar el acto sexual fuera del templo; hasta los reyes de las distintas ciudades amuralladas concurrían al santo lugar para copular ante el Ara. Era sagrado el acto sexual, más los seres humanos se reproducían por Kriya Sakty, el poder de la voluntad y del yoga; nadie derramaba el Esperma Sagrado, hombres y mujeres se retiraban del acto sexual sin derramar el semen, el esperma se convertía en Energía Creadora y despertaba extraordinarias facultades en aquellos hombres cíclopes.

Era otra época, ya hay aparatos en estos momentos, que van a demostrar la realidad de lo que estoy diciendo, pronto se habrán podido descomponer las ondas sonoras de la Lemuria, y transformadas ellas en imágenes van a demostrar con hechos concretos ante los televisores la realidad de estas afirmaciones. En realidad de verdad, el sexo era sagrado, cualquier zoospermo podía escaparse de las glándulas endocrinas para hacer fecunda una matriz, así venían al mundo los hijos de la sabiduría, los hijos de la voluntad y el yoga.

En aquella antigüedad los ríos de agua pura de vida manaban leche y miel, todo era de todos y cada cual podía comer del árbol del vecino sin temor alguno, era la época paradisíaca, la época de los titanes, los seres humanos no habían degenerado, poseían un sexto sentido que les permitía ver el aureola de las estrellas y comunicarse con los habitantes de otros mundos.

No negamos que eran gigantes, sí, de cuatro metros de estatura, vivas representaciones de eso que tenemos nosotros en las esculturas maravillosas de Tula. Dichas esculturas se ha dicho que son atlantes, pero en verdad nos vienen a recordar a la humanidad lemúrica, a los hijos de la sabiduría, a aquellas gentes que entonces platicaban deliciosamente en el Gran Verbo Universal, que como un río de oro corre siempre bajo la selva espesa del Sol.

No existía el dolor, era la época en que la humanidad vivía en estado paradisíaco, era la época en que el que sabía también tañir la lira, cantaba con deliciosas melodías. Todavía en aquella antigua edad, la lira de Orfeo no había caído sobre el pavimento del templo hecha pedazos. Era la edad en que la humanidad se consideraba una sola familia; la mujer no sufría en el parto, gozaba cuando traía al mundo una nueva criatura. No existía el odio sobre la faz de la Tierra, no había guerras, todo era Amor y belleza espiritual.

Pero cuando los seres humanos degeneraron, cuando comenzaron a fornicar, cuando derramaron el Vaso de Hermes Trismegisto, perdieron sus preciosas facultades, y entonces salieron del Edén, esto que estoy diciendo, será algún día corroborado, cuando ciertos aparatos que actualmente se están perfeccionando, puedan captar las ondas del continente Mu y transformarlas en imágenes.

Amigos, cuando la humanidad degeneró en el mismo continente Mu, a finales de tal continente, entonces fue cuando las gentes comenzaron a reproducirse en la forma similar, como la actual, ya no concurrieron a los templos para el acto sexual, no, se reprodujeron en sus chozas, en sus casas, en sus palacios, eyaculando el Ens-Seminis y fue desde aquella época que comenzó el proceso involutivo descendente.

La Lemuria se hundió en el Pacífico y surgió la Atlántida famosa, cantada por Platón. Esa Atlántida estaba situada de Sur a Norte, tuvo una poderosa civilización, cohetes atómicos que pudieron atravesar el infinito, para descender no solamente en la Luna sino en otros planetas de nuestro sistema solar.

El alumbrado era atómico, sus carros anfibios o aéreos eran animados o propulsados por energía solar. Los atlantes, en principio tuvieron también una gran cultura espiritual, no conocieron las guerras, reinaba el Amor, los hombres y las mujeres hacían del Amor un culto, recordaban los finales de la época lemúrica y en modo alguno deseaban volver a caer en la involución.

Desgraciadamente, a finales de la Atlántida, como nosotros en estos momentos, a finales que nos encontramos de nuestra Raza Aria, degeneraron espantosamente y se entregaron también a las orgías sexuales, un día de esos tantos se produjo una revolución de los ejes de la Tierra cuando el planeta Hercólubus se acercó en el espacio estrellado, entonces los mares cambiaron de lecho y la Atlántida con todos sus millones de habitantes se hundió entre las tormentosas olas del océano que lleva su nombre.

Surgió un poco más tarde, la nueva Tierra, estos continentes donde actualmente nosotros habitamos perversos, en principio la raza nuestra fue bella, hermosa, recordemos a las gentes paradisíacas del antiguo México, recordemos nosotros en este momento, las poderosas culturas espirituales de la Meseta Central del Tíbet. Recordemos nosotros en estos momentos a la antigua Ítaca, no hay duda de que en esa época los dioses arios se comunicaban con las gentes y reinaba la felicidad por todas partes, pero los diversos ciclos históricos fueron cambiando y en estos momentos de crisis mundial, de bancarrota de todos los principios, la humanidad se precipitó definitivamente por el camino de la degeneración sexual.

Obviamente, necesitamos transformarnos, antes de que sea muy tarde; podemos y debemos nosotros dar nacimiento al Hombre dentro de sí mismos, debemos cooperar con el Sol, debemos interesarnos por las ideas solares, debemos convertirnos en Hombres Solares en el sentido más completo de la palabra. El Amor en sí mismo ha surgido desde el alba de la Creación, este mundo, este Universo brotó del Caos, mediante la fuerza maravillosa del Amor.

El Ejército de la Voz, el Ejército de la Palabra, también sabía amar, y fue en la aurora de esta Creación, dentro del mismo Caos, cuando seres inefables dieron origen al Universo actual. Obviamente, solo mediante el Amor pudo surgir esta Creación, hubiera sido imposible que pudiera surgir el Universo de entre el Caos sin la fuerza magnífica del Amor, prueba de que el Amor fue la causa de la existencia de este Universo, tenemos nosotros que el Amor fluye –como ya lo dije– desde el centro de cada núcleo atómico, de cada flor, de cada sistema solar y de cada galaxia.

Han venido aquí al mundo seres inefables, han venido por Amor, Gautama el Budha Sakyamuni, vino por Amor, y entregó a la humanidad un mensaje de Amor, el tenía su esposa Yasodara, él era feliz con su esposa, la amaba. Y ¿qué diremos nosotros de Quetzalcoatl? El también supo amar, y ¿qué diremos de Hermes Trismegisto, el tres veces grande dios Ibis de Thot? El amó y por eso dijo: “te doy Amor en el cual está contenido todo el sumum de la sabiduría”. Y ¿qué diremos nosotros de hombres como Krisnha? Bien sabemos cuánto amó a su esposa.

Todos los grandes iniciados que han venido al mundo han sabido amar, pero la humanidad a unos los ha envenenado, envenenado fue el Budha Gautama Sakyamuni; envenenado fue Milarepa el gran santo tibetano, envenenados fueron otros grandes iniciados, los que no fueron envenenados fueron también apuñaleados o colgados, ahorcados, desterrados, etc., como Apolonio de Tiana.

Por último se envió al gran Kabir Jesús de Nazaret y se le crucificó. Junto a los grandes líderes iluminados del pasado nunca falta una mujer, junto a Jesús, resplandece más maravillosa María Magdalena como junto a Gautama el Budha Sakyamuni resplandece formidable su esposa, discípula Yosudara. La mujer siempre ha estado al lado de los grandes hombres.

Ella les ha animado, ella les ha dado ideas, ella les ha impulsado en la lucha, ella los ha levantado sobre el pedestal, ella los ha orientado para que hagan gigantescas obras.

La mujer verdaderamente en sí misma, es como ya dije el pensamiento más bello del Creador hecho carne, sangre y vida. Ella ha nacido para una Santa Predestinación, para traer hijos a la tierra, también ha nacido para transformar al hombre para hacer de él algo grandioso, nosotros debemos aprender a ver a la mujer, debemos aprender a comprenderla, resulta absurdo que nosotros le insultemos, le hiramos, le paguemos mal, ha llegado la hora de pagar, de saber pagar a la mujer con sabiduría y amor...

Samael Aun Weor

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