PentagramaLa Pentalfa

Si estudiamos a fondo la Pentalfa, podemos ver en el ángulo superior un cuatro. Ese es el símbolo de Júpiter, el Padre de los Dioses, el símbolo del Espíritu Divino de toda criatura que viene al mundo, el símbolo del Eterno Dios viviente.

Debajo de ese cuatro verán ustedes unos ojos, siempre abiertos. Son los ojos precisamente de la Divinidad, de Dios. Ante ese símbolo de Júpiter, con los ojos del Espíritu siempre abiertos, tiemblan las columnas de ángeles y demonios. Tal símbolo hace huir horrorizados a los tenebrosos.

Se abre la Pentalfa con sus brazos en forma extraordinaria, como cuando un hombre está de pie con sus piernas y brazos abiertos. Pero si observamos cuidadosamente esos brazos de la Pentalfa, abiertos, veremos en ellos el signo de Marte, el planeta de la guerra, y ya sabemos que el ocultismo marciano es terrible.

En las esferas, no superiores sino inferiores de Marte, encontramos terribles magos negros que tiemblan ante ese signo terrible de la Pentalfa. Obviamente tal signo marciano, puesto en los brazos de la Estrella de cinco puntas  nos da fuerza. 

No la fuerza física, que es una fuerza de tipo muy inferior; no, nos da la fuerza del Espíritu, para vencer a los malvados. Los dos ángulos inferiores abiertos son las dos piernas de cada uno de nos, llevan la signatura de Saturno, y ya sabemos lo que es el aspecto negativo de la Esfera de Saturno, lo que es la terrible magia negra.

Obviamente, los tenebrosos la entienden, si está colocado ese signo con las piernas hacia abajo. Si arriba tenemos a Júpiter con los ojos del Espíritu siempre abiertos, es obvio que los tenebrosos, viendo esto se horrorizan, no pueden resistir, se retiran.

Al lado derecho, colocando la imagen frente a frente, vemos la Luna y a la izquierda vemos al Sol. Pero si colocamos la imagen, no de frente a frente, sino a nuestro lado, es claro que a la derecha estará el Sol, ¿verdad? Y a la izquierda la Luna. El Sol está representado por un círculo, con un punto en el centro. Ese Sol radiante del Espíritu nos ilumina el camino. A la izquierda está la Luna. El Sol representa a las fuerzas solares, a las fuerzas positivas, masculinas.

La Luna representa a las fuerzas negativas, femeninas. En el centro aparece el Caduceo de Mercurio, bajo el signo precisamente de Mercurio. Ese Caduceo de Mercurio es muy importante, y encima va el signo del planeta Mercurio. Es obvio que Mercurio es el “Mensajero de los Dioses”, es el planeta que está más cerca del Sol, es el “Ministro del Sol”. Sin Mercurio no sería posible llegar a la Auto-Realización Intima del Ser.

Bajo Mercurio, precisamente, aparece su “Caduceo”, con las alas del Espíritu siempre abiertas. Tal “Caduceo” está en la espina dorsal del hombre, en nuestra médula espinal, en ese par de cordones simpáticos, conocidos en Oriente como Idá” y “Pingalá”: un par de cordones que se enroscan en la forma que ustedes lo ven en el Caduceo de Mercurio.

Por ese par de cordones nerviosos, sube la Energía Creadora hasta el cerebro. Ahora nos extenderemos, después de esta explicación somera, aún más. Bueno, también aquí tenemos, en esta Pentalfa, el Bastón de los Patriarcas, la Vara de Aarón, la caña de bambú de siete nudos, el Cetro de los Reyes, la Vara de José florecida, que es la espina dorsal.

Obviamente, por el canal medular espinal es por donde debe subir el Fuego Sagrado hasta el cerebro, para pasar de allí al Templo Corazón. También aparece, en la Pentalfa, la Espada Flamígera, que no es más que el Fuego Sagrado en cada uno de nos. Sin la Espada Flamígera, no seríamos verdaderamente dignos. Cuando un Ángel pierde su Espada, ese Ángel se ha caído, y entonces es precipitado hacia los infiernos atómicos.

Aparece también, en la Pentalfa, en la parte superior, el cáliz. De manera que vemos el cáliz, el báculo y la espada. Ese cáliz, indudablemente, representa el Yoni es decir, al Útero, así como el báculo representa el Phalo, el principio masculino, y la espada al Fuego Sagrado. Indudablemente, tenemos que aprender a manejar el báculo y la espada, y tenemos que trabajar también con el “Vaso de Hermes”, si es que queremos realizar la Gran Obra.

La palabra “Tetragrámaton”, es bastante interesante. “Tetra” es la Unidad dentro de la trinidad de la Vida. “Tetragrámaton” es exactamente el cuatro, pues. Porque el Padre es el número uno, el Hijo es el dos, el Espíritu Santo es el tres; pero ellos, los tres, emanan del Ain Soph, es decir, de la Estrella Atómica Interior “que siempre nos ha sonreído”, y los tres, emanando del Ain Soph, forman el cuatro: el Tetragrámaton. Esta palabra, Tetragrámaton, es mántrica.

Alguna vez quise experimentar con el Tetragrámaton: lo vocalicé en los mundos superiores de Conciencia Cósmica y entonces muchos Inefables, de los nueve cielos: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, emergieron para ver qué pasaba, como diciendo: “¿Por qué habéis pronunciado el nombre del Eterno en vano?” Yo mismo me sentí perplejo, confundido. Si colocamos el Pentagrama en esta forma, es decir, con el ángulo superior hacia abajo y los dos ángulos superiores hacia arriba, tenemos el signo de la magia negra: en vez de concurrir a nuestras invocaciones las columnas de ángeles, concurrirían las columnas de demonios.

Cuando un Iniciado se cae, cuando derrama el Vaso de Hermes Trimegisto, entonces es fulminado por el Arcano 16 de la Kabala, y cae con la cabeza hacia abajo y las piernas hacia arriba, en la forma de la Pentalfa invertida. Así es como han caído los grandes Iniciados. Si a la entrada de nuestra habitación pintamos con carbón el signo de la Pentalfa, con el ángulo superior hacia adentro y los dos rayos inferiores hacia afuera, huirán de nuestra recámara los tenebrosos. Pero si los pintáramos con el ángulo superior hacia afuera y los dos rayos inferiores hacia adentro, vendrían a nuestra recámara los tenebrosos.

Cuando se pone el Pentagrama en vidrio en un cuadro, es decir, eso espanta terriblemente a los malvados. Y si se pinta en vidrio, también los hace huir despavoridos, y si se lleva sobre el pecho, ya en oro, o en plata, esteremos bien protegidos contra las fuerzas de las tinieblas. Es pues, el Pentagrama, de un poder mágico realmente sorprendente. Vemos, en los brazos, varias letras hebreas. Aparece  IOD-HE-VAU-HE. Esa palabra “IOD”, como principio masculino, o partícula divina, más bien como Chispa Virginal, es terrible. HIOD HE, he ahí el sexo masculino y femenino de la divinidad. IOD, principio masculino divino; HE, principio femenino-divino; VAU, principio masculino sexual o sea el lingam; HE, el yoni, el yoni femenino.

Hay un modo de pronunciación de las letras hebraicas IOD-VE-VAU-HE, pero es terriblemente divino y no en vano se deben cantar esos mantrams, porque esas cuatro letras hacen vibrar la Divinidad Interior se dice que es el nombre del Eterno, y nunca en vano se deben pronunciar. Esto nos invita a la reflexión. Aparecen otras letras hebraicas ahí, para recordarnos ciertos procesos de la Divinidad, pero sobre ellos ahora guardaré silencio. Aparecen números, como para recordarnos la Trinidad dentro de la Unidad el Tetragrámaton, pero no es obligatorio que esos números vayan ahí; esos ya son perfectamente convencionales. Lo importante es que vaya el Tetragrámaton, que ya sabemos que es la Trinidad dentro de la Unidad de la Vida: el Santo Cuatro.

Indudablemente, mis caros hermanos, el Pentagrama es el ser humano, el microcosmos, dentro del cual he dicho, está el Infinito. ¡Hay que trabajar con ese “Caduceo de Mercurio” que aparece en la Pentalfa, es decir, hay que transmutar el esperma en energía, para despertar el Fuego Sagrado y hacerlo subir por la espina dorsal hasta el cerebro. Solo así será posible desarrollar todas nuestras facultades y poderes!

Hay que trabajar con el “Caduceo de Mercurio” que tenemos en nuestra espina dorsal. Obviamente, cuando nosotros sabemos transmutar el esperma en energía, cuando no cometemos el crimen de derramar el “Vaso de Hermes Trismegisto”, entonces el esperma no eyaculado, se transforma en energía seminal. Esa energía a su vez, se bipolariza en átomos solares y lunares de altísimo voltaje que suben por dos cordones nerviosos que se enroscan en la espina dorsal. 

Los dos cordones que aparecen en el Caduceo de Mercurio. Entonces los átomos solares y lunares hacen contacto en el Tribeni, cerca del coxis, y entonces por inducción despierta una tercera fuerza. Quiero referirme, en forma enfática, al Fuego Sagrado de la espina dorsal, al Fuego Pentecostal, al Fuego Jehovístico, al Fuego Sexual. Tal Fuego, ascendiendo lentamente, de vértebra en vértebra, va despertando distintos poderes en el hombre. Hay que trabajar, indudablemente, con el Sol y con la Luna los principios masculino y femenino, es decir, el hombre con su mujer, la mujer con el varón. Solamente así es posible despertar ese Fuego Sagrado que nos ha de transformar radicalmente.

Hay que aprender a manejar el báculo y la espada, hay que aprender a manejar el Vaso de Hermes” la Copa Sagrada. Sólo así es posible la transformación total. En mi pasada plática decía que cuando un hombre se casa con una mujer que no le pertenece por esposa, sino que caprichosamente la toma, violando la Ley, es fácil reconocerla porque el día de la boda aparece calva. Ella, inconscientemente con el velo, viene a cubrir en tal forma el cabello, que realmente no se ve su pelo: aparece como si no tuviera cabello, calva.

Esto no lo saben, naturalmente, las mujeres todas. Si lo supieran, pues buscarían la forma de no verse calvas, de que su cabello saliera por todas partes. Entonces, se dice, que el hombre es marcado con una estrella fatal en la frente, es decir, con la Pentalfa invertida, con el fuego luciférico. Cuando un hombre es también infiel a su esposa, a la esposa que le ha dado la Gran Ley, entonces cae como la Pentalfa invertida, con la cabeza hacia abajo y las dos piernas hacia arriba, y llevará en la frente el símbolo fatal de la estrella invertida.

En la Edad Media existieron los grandes misterios esotéricos gnósticos. Aquél neófito que era candidato a la Iniciación, se le conducía con los ojos vendados hasta una gran sala: allí se le quitaba la venda. Lo primero que se presentaba ante su vista, era el Macho Cabrío de Méndez, el Diablo con la estrella en su frente con el ángulo inferior hacia arriba y los dos ángulos inferiores hacia abajo. 

Se le ordenaba, al neófito, besar el trasero del Diablo. Si el neófito temblaba, no obedecía, se le volvía a poner la venda y luego se le sacaba por otra puerta. Jamás sabía él por dónde había entrado, nunca por dónde había salido. Más si obedecía, desde entre las piernas mismas del Diablo, sobre ese cubo en el cual aparecía él sentado, sobre esa piedra cúbica sobre la cual aparecía él sentado, salía una hermosa doncella que lo recibía con ósculo de paz y brazos abiertos. Entonces era recibido por toda la hermandad y aceptado como caballero gnóstico.

Esos eran Gnósticos-Rosacruces, puesto que conocían verdaderamente los Misterios de la Rosa y de la Cruz. No quiero decir que ya fueran Rosa-Cruces de verdad “Rosa-Cruz” es una palabra mayor. Rosa Cruces existen solamente allá arriba, en los mundos superiores; aquí abajo sólo existen aspirantes a Rosa-Cruces. Para llegar a pertenecer a la auténtica Orden Rosa-Cruz, hay que ser gnóstico.

Pero, ¿qué es la Rosa? ¿No es, acaso, el símbolo del Logos Divino? ¿Qué es la Cruz? Ya sabemos mis queridos hermanos que el Lingam yoni conectados hacen cruz. ¿Que florezca la rosa en esa cruz? ¿Ustedes saben lo que significa, que el Logos llegue a florecer mediante el trabajo sexual en nosotros? ¡Eso es algo muy terrible, indecible! Solamente cuando se llega a eso, somos Rosa-Cruces, Gnósticos Rosa Cruces. Antes de tal instante, podemos ser aspirantes a Rosa-Cruces.

Nadie podría entrar a la Rosa-Cruz de Oro, sin ser gnóstico, sin la “G” de la generación. ¿Cómo, de qué manera, si es necesario que la rosa florezca mediante el trabajo sexual en nosotros? ¿Cuál es la Rosa? Ya lo dijimos: el Logos. Pero, ¿que florezca el Logos en el sexo y mediante el sexo? ¿Habrán visto ustedes algo más terrible?

Un cuadro de Cungat, en la Edad Media, es maravilloso: aparece en él, el Cristo crucificado, pero he ahí lo grande, con el Phalus erecto, hecho luz. Sólo así es posible ser Gnósticos Rosa Cruces. En la Edad Media repito, eran aceptados en esos templos gnósticos los aspirantes a Rosa-Cruces, después de aquella Iniciación. Pero, ¿qué en sí significaba, incuestionablemente, aquél Macho Cabrío de Méndez? ¡Obviamente, al Tiphon Bafometo! ¡Yo creo en el Misterio del Bafometo!” Declara el Gnosticismo Universal. Y es que el Bafometo-Lucifer, es una de las partes variadas de nuestro Ser. Nuestro Ser Intimo particular tiene muchas partes, una de ellas es Lucifer: reflexión del Logos, sombra de nuestro propio Logoi Intimo, proyectada en nosotros mismos y dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, para nuestro propio bien.

He ahí el Misterio del Bafometo y del Abraxas. El Gallo de los Abraxas es tan gnóstico, que bien vale la pena que lo recordemos, indudablemente representa la Resurrección. Pero, ¿podría ser acaso posible la Resurrección sin Lucifer? Imposible, ¿verdad? Esto lo sabían los Nawatls: El Lucifer Nawatl, tan amado en el Templo de Chapultepec por los Gnósticos-Rosacruces, el Xolotl, va en cada uno de nos. Ese es el Fuego viviente y filosofal que yace en el fondo profundo de nuestras aguas seminales, en las honduras vivas de nuestro Caos Metálico, Sexual.

En la raíz de todo esto, ¿podría trabajarse sin Lucifer? ¡INRI, dicen los gnósticos! Ese INRI está puesto sobre la cruz del Salvador del mundo. Pero, ¿dónde está esa cruz? Vuelvo a repetir que el Lingam yoni phalo útero, conectados sexualmente, hacen cruz. Entonces la cruz la carga cada uno de nos y debemos trabajar con la cruz, porque allí está el INRI, e INRI es: Ignis Natura Renovatur Integram el Fuego renueva incesantemente la Naturaleza.

Así pues, Lucifer Nawatl Xolotl, el Macho Cabrío de Méndez, escondido en el fondo de nuestro sistema seminal, es ese Fuego viviente y filosofal, mediante el cual podemos transformarnos radicalmente. En la catedral de Notre-Dame de París, aparece un signo muy interesante: el cuervo. El mira hacia allá, hacia un rincón, y en ese rincón hay una piedrecita: la “Piedra del Centro” le dicen, la “Piedra Superior del Angulo”, la “Piedra Maestra”, el Diablo. Pero qué curioso es ese Diablo de la catedral de Notre-Dame de París: allí todos los fieles apagan sus veladoras, después de sus ritos y oraciones. Sí, esa es la Piedra Filosofal, realmente.

Las antiguas Sibilas decían: “Verdadero filósofo es aquel que sabe preparar el vaso”. Pero, ¿Cuál vaso? Pues el “Vaso de Hermes Trismegisto”. ¿Dónde está ese Vaso? Aquí aparece en el Pentagrama: es el Cáliz Sagrado, es el Cáliz en el que bebió Cristo la Ultima Cena. Sí, es el Santo Grial, sobre el cual hay tanta y tanta literatura caballeresca. Copia de él tenemos en el Templo de Chapultepec, hay uno que resplandece allá, en el Templo de Montserrat, España, Cataluña. Ese “Vaso de Hermes Trismegisto” hay que prepararlo: es el Vaso aquél donde está contenida la materia prima de la Gran Obra, el “Vaso de Hermes”, donde está contenido el Esperma Sagrado, el Ens Seminis.

¡Ay de aquél que derrama el Vaso de Hermes, porque entonces cae como la Pentalfa invertida: con el ángulo superior hacia abajo y los dos rayos inferiores hacia arriba! Caer así en el fondo del Abismo, es realmente doloroso, mis queridos hermanos. Continuemos ahora con el Sello de Salomón, que aparece también aquí, en este dibujo mágico de la Pentalfa, con los dos triángulos enlazados. Es obvio que para poderlo entender, necesitamos ser alquimistas. ¿Cómo podríamos entenderlo, sin la Alquimia Sagrada? ¿De qué manera?

Vienen a mi memoria en estos momentos, acontecimientos trascendentales de mi presente reencarnación. Era yo muy joven todavía, y ella se llamaba “Urania” el Infinito. Vivía yo siempre enamorado de “Urania”, de ese cielo poblado por innumerables galaxias, por torbellinos de mundos que como gotas de oro, se precipitan en el abismo sin fin. Un día en estado de “Shamadí”, abandoné todos mis vehículos para sumergirme, totalmente, en el “Paracleto Universal”, más allá del bien y del mal, mucho más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

En estado, dijéramos, de súper-nirvánica felicidad, dichoso entre aquella región inmaculada del Espíritu Universal de Vida, hube de entrarme por las puertas del templo. Entonces abrí el Gran Libro de la Naturaleza y estudié sus leyes. El éxtasis aumentaba, de instante en instante, de momento en momento no hay mayor dicha que aquélla de sentirse el Alma desprendida, porque entonces el pasado y el futuro se hermanan dentro de un eterno ahora. 

Cuando regresé de aquelShamadí”, cuando volví a este cuerpo físico, cuando penetré dentro de mi vehículo por esa glándula Pineal, tan citada por Descartes como “la puerta del Alma”, hube de recibir una extraordinaria visita: ciertas Damas-Adeptos, surgidas de aquél “Paracleto Universal”, se hicieron para mí visibles y tangibles en el mundo de la forma densa, y así físicamente pude platicar con ellas. 

Una de las mismas, llena de extraordinaria dulzura, poniendo en el dedo anular de mi mano derecha un anillo con el Sello de Salomón, exclamó: “Habéis pasado la Prueba del Santuario; muy pocos son los seres humanos que han podido pasar esa terrible prueba”. Me bendijo y se fue, quedando mi anillo en el dedo anular de la diestra. Me levanté muy quedito, y desde entonces me sentí dichoso. Cada vez que lograba escaparme de este cuerpo denso, veía en mi diestra el prodigioso anillo, formado, sí, con aquella substancia inmaculada blanquísima y divinal de aquella región del “Paracleto Universal”, donde el tiempo no es.

Más hay acontecimientos trascendentales y trascendentes. Cualquiera de esas noches del misterio. Después de hallarme en un jardín lleno de flores sublimes, viva representación alegórica de las virtudes divinales, tuve la dicha, sí, de penetrar en un templo de belleza. Entre el aroma que se escapaba de los pebeteros, flotaba con mi Vehículo Sideral, dichoso. La música de las Esferas hacía vibrar el Cosmos Infinito y cada melodía me estremecía íntimamente. De pronto, deteniéndome ante el Ara Sacra, frente al Mahatma de aquel lugar divino, en aquel rincón del Amor, miré el anillo allí estaba y lo toqué con la mano izquierda, lleno de gran curiosidad.

Entonces exclamó el Mahatma: ¡Ese anillo ya no te sirve, porque lo habéis tocado con la mano izquierda. Sin embargo, voy a consultarlo! Después me dio ciertas explicaciones sobre el mismo. Me dijo que tal anillo representa vivamente al Logos del Sistema Solar, que las fuerzas sexuales, masculinas y femeninas, allí trabajan; que las seis puntas son masculinas, que las seis ondas de entrada, entre punta y punta, son femeninas. 

Estuvo explicándome que las seis puntas y las seis ondas, entre punta y punta, forman doce radiaciones, y que las doce radiaciones, mediante la Alquimia Logoica, vienen a cristalizar en las doce constelaciones del Zodíaco, el cual es, para nuestro Sistema Solar, una verdadera matriz cósmica. El Mahatma guardó después silencio y se retiró. Pasaron los tiempos, nunca más volví a ver mi anillo en la diestra. Siempre inquiría, siempre buscaba, siempre clamaba por aquel anillo.

A diversos esoteristas, les escuché comentarios, más nadie sobre la faz de la Tierra podía darme una explicación satisfactoria. ¿Cuándo había de volver a conquistar el prodigioso anillo? Pasaron los años y al fin entendí. Amigos: el triángulo superior es el Azufre de la Filosofía Secreta, el Fuego viviente de los alquimistas. El triángulo inferior, que se enlaza con el superior, es el Mercurio.

Yo había realizado la Gran Obra, allá en el continente “Mu”, o “Lemuria”, que se hundió entre las ondas embravecidas del Pacífico, hace unos 18 millones de años. Entonces había logrado laintegración completa del Azufre y del Mercurio, había realizado en mí mismo la Piedra Filosofal. Por tal motivo, se me había entregado el prodigioso anillo. En esos tiempos idos, había pasado la Prueba del Santuario. Sí, había realizado la Gran Obra, esa que realizó Nicolás Flamel, la misma que realizó Raimundo Lulio, Jeshúa Ben Pandirá, Kout Humí, San Germán, el enigmático y poderoso Conde Cagliostro, Ketzalkoatl y muchos otros.

Más es verdad y de toda verdad que después de haber realizado la Gran Obra, es decir, después de haber pasado la Prueba del Santuario, después de haber estudiado el Gran Libro y de desatar sus Siete Sellos, cometí el error de tocarlo con la mano izquierda, hace tal vez un millón de años, poco más o menos no digo “tal vez”; seguramente, hace un millón de años. Es decir, después de haber logrado la unión de los dos triángulos la integración del Azufre y del Mercurio, hice esto: me lancé como la Pentalfa invertida, con la cabeza hacia abajo y las puntas hacia arriba. 

Ya estaba prohibido del sexo y cometí el error del conde Zenón Zanoni, volver al sexo. Si el conde Zenón Zanoni se enamoró de Viola, la gran Napolitana, yo también cometí el error de enamorarme de una hermosa doncella de la primera sub-raza de la gran raza-raíz, en la Meseta Central de “Ashac”, hoy Asia. Fue entonces, cuando perdí el prodigioso anillo, fue entonces cuando sobrevino en mí la “Reducción Metálica”, y así, como Boodhisattwa caído, anduve de existencia en existencia, hasta que en la presente existencia resolví ponerme de pie otra vez, para servir de instrumento al Padre, porque Él es el que inicia la Nueva Era del Acuarius, “entre el augusto tronar del pensamiento”.

Amigos, ese Azufre es el Fuego Sagrado que hay que despertar, para desatar los Siete Sellos del Gran Libro de la Sabiduría, del Gran Libro de la Naturaleza. ¿Que ese Libro esté citado en el “Apocalipsis” del vidente de Patmos? ¡Es verdad! Cuando se desata el primer sello, viene un gran acontecimiento, y con el segundo, y el tercero, y el cuarto sello y el quinto, y así sucesivamente, pero cuando se rompe el séptimo sello, son hechos rayos, truenos, granizo y terremotos. Cada uno de nosotros tiene obligación de desatar los Siete Sellos del Gran Libro, mediante el Fuego Sagrado. En forma residual, elemental, decimos que cuando el Kundalini va subiendo por la espina dorsal, se van desatando los Siete Sellos pero eso es elemental, ¿verdad?. Decimos que se desata el primer sello cuando se abre la Iglesia de Efeso, el Chacra Coxígeo, que nos da poderes sobre los gnomos de la tierra.

Y cuando el Fuego Sagrado sube a la altura de la próstata, decimos que hemos desatado el segundo sello, que nos da poder sobre las aguas de la vida. Y cuando el Fuego Sagrado sube a la altura del plexo solar, decimos que hemos desatado el tercer sello, que nos da poder sobre el fuego flamígero. Y cuando sube a la altura del corazón, decimos que hemos desatado el cuarto sello, que nos da poder sobre las criaturas de los aires. 

Y cuando sube a la altura de la laringe creadora, decimos que hemos desatado el quinto sello, que nos da poder sobre el Akasha Puro y la Clariaudiencia. Y cuando llega a la altura del entrecejo, se abre ese Loto maravilloso que nos permite ver las grandes realidades de los mundos superiores entonces se dice que hemos desatado el sexto sello. Y el séptimo, se dice que es cuando llega el Fuego a la glándula Pineal, porque adquirimos la poli videncia y muchas otras facultades.

Pero eso es elemental, completamente elemental; ese es tan solo el primer trabajo. Desatar los Siete Sellos en forma magistral, es algo más terrible, mucho más terrible. Como quiera que esto pertenece a la Alquimia, voy siquiera a dar algunas nociones, sobre eso que es terrible. Se dice, mis caros hermanos, en lenguaje ya alquimista, que debemos pasar por Tres Calcinaciones, y eso está representado con el símbolo viviente de la Salamandra.

La Primera Calcinación pertenece a la Montaña de la Iniciación. ¿Qué “calcinamos” allí? ¿Qué es lo que vamos a “cocer” y “recocer” y “volver a cocer”? La Sal Roja se nos ha dicho, que no es más que Fuego Petrificado, Azufre Petrificado, porque el Fuego en Alquimia está representado por el Azufre. Esa Sal Roja son los elementos inhumanos que llevamos dentro, que deben ser reducidos a cenizas. He ahí la Primera Calcinación.

La segunda es más avanzada, pertenece a la Segunda Montaña: hay que volver a calcinar las cenizas de esa Sal Roja, para sacar de ella diversos elementos espirituales. Es bastante interesante esto: allí se trabaja con las esferas de Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. La Tercera Calcinación va más lejos: hay que volver esa Sal Roja a las cenizas que ya han quedado, a recocerlas y volverlas a cocer, para extraer por fin, de allí, la “Sal Metálica, incombustible y fugaz”, es decir, los elementos divinales más profundos, que embotellados están normalmente entre el Ego.

Ya extraídos, se fusionan con la Conciencia, para que esta resplandezca abrasadoramente, entre el seno del Universo. Sólo después de la Tercera Calcinación, canta el Gallo de la Pasión, que representa a la Resurrección. Por ello es que el Cristo dijo: “antes de que el gallo cante, me negarás tres veces”. La Primera Negación corresponde a la Primera Calcinación de la Alquimia, al primer cocimiento de la Sal Roja, porque tenemos que hundirnos en los mundos infiernos para trabajar, obviamente, porque ese es el “Palacio” de la Alquimia. Entonces de dice que “hemos negado al Cristo”, porque en los mundos infiernos debemos trabajar como demonios, vivir como demonios, pero destruyendo nuestros elementos inhumanos.

Con la Segunda Calcinación, se dice que “hemos negado al Cristo por segunda vez”, porque nos toca volver a los mundos infiernos a trabajar, a seguir desintegrando los defectos psicológicos que llevamos muy sumergidos.  “Pedro debe negar al Cristo tres veces. Escrito está: Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces”. “Estas son las tres purificaciones, a base de hierro y fuego, antes de la Resurrección del Cristo Intimo en nosotros”. “Tres veces debe descender Pedro al Abismo, para trabajar entre las tinieblas”. “El Gallo es Gaio: IAO, el Mercurio de la Filosofía Secreta. “El triunfo de Gaio es el éxito del Mercurio Azufrado, la Resurrección del Señor”

Todo aquel que trabaja en la “Forja de los Cíclopes” tiene que ir hacia abajo, porque no es allá arriba donde hay que buscar. Hay que ir hacia abajo, porque si uno no baja, tampoco tiene derecho a subir eso va acompañado de terremotos. Pero el que tiene que bajar, baja, se sumerge en el infierno. Es allá, entre la Súper Oscuridad y el Silencio Augusto de los Sabios, donde hay que forjar el Oro, hacer el Oro del Espíritu. Cuando uno baja al noveno círculo dantesco, todo se llena de tinieblas, es la hora de las tinieblas, y uno queda allí, como un demonio entre los demonios, y el que no sabe dice:

“El Iniciado fulano de tal, se cayó”. ¡No hay tal de que “se cayó” , sino que “echó para abajo”! Lucifer es escalera para bajar, Lucifer es escalera para subir. Son tres purificaciones, a base de Hierro y Fuego. Ya sabemos que el phalus vertical hace inserción dentro del ecteris formal; por lo tanto, forman cruz. De manera que la cruz se relaciona con los Misterios del Sexo, es sexual.

Si uno baja, pues, tiene que trabajar con la Santa Cruz, en la “Forja de los Cíclopes”. Si miramos la cruz, veremos que tiene tres clavos. Los tres clavos significan las Tres Purificaciones. También vemos, sobre la cruz, la palabra “INRI”, que traducida correctamente significa: Ignis, Natura Renovatur Integram. El Fuego renueva incesantemente la Naturaleza. “INRI”: tiene uno que trabajar con el Hierro y con el Fuego, en la “Forja de los Cíclopes”, y con la Santa Cruz.

Es pues, allí abajo, en las tinieblas, donde se tiene que hacer la Gran Obra. Hay que arrancarle la luz a las tinieblas; el “Vellocino de Oro”, no es allá arriba, en los cielos, donde uno lo encuentra. Es a los infiernos donde tiene uno que bajar, al noveno círculo dantesco. Allá, en el interior de la tierra, se encuentra el “Vellocino de Oro”, y eso está muy bien custodiado por el Dragón, el Dragón es Lucifer. No vayan ustedes a pensar que es un demonio terrible, único y soberano. No, cada cual carga su propio Lucifer Interior profundo, eso es indubitable, nadie lo puede negar.

Lucifer es terrible; él es escalera para bajar y es escalera para subir, también. Por eso Lucifer es grandioso. Claro está sin el impulso luciferino, rebelde, revolucionario, sexual, nadie baja, nadie puede trabajar en la “Forja de los Cíclopes”; por eso es escalera para bajar y escalera para subir; por esa escalera se baja, por esa escalera se sube. Lucifer aporta el impulso ígneo, sexual, pero tiene uno que darle con la lanza y quebrantarlo. Si el alquimista no derrama el “Vaso de Hermes” y usa la lanza, para romper la coraza de Lucifer, lo hiere, y cada vez que eso hace, sube un grado por la espalda de Lucifer. Así, cuando uno ha logrado subir por todos los grados de la espina dorsal, se encuentra con el “Monte de las Calaveras”, donde el Señor fue crucificado. Posteriormente viene la Muerte y la Resurrección del Señor.

Así pues, son tres purificaciones por las que hay que pasar. La primera es la de la Primera Montaña, de la Iniciación, cuando uno recibe las Ocho Iniciaciones. La segunda es cuando uno está trabajando, intensivamente, en las esferas de Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Y la tercera purificación es ya sobre la cima de la Segunda Montaña, en vísperas de la Resurrección.

Yo estoy ahora en la tercera purificación, en vísperas de la Resurrección, abajo, con los demonios, trabajando, para destruir los demonios que tengo en la Luna Negra. Así como ven ustedes que hay una Luna blanca, o mejor dicho, que hay una Luna que nos da luz en la noche y que tiene dos caras: la que se ve y la que está oculta, escondida, así también sucede con la Luna Psicológica. 

Cada cual lleva la Luna Psicológica, dentro de sí mismo, y ella está gobernada por 96 leyes. En ese mundo de la propia Luna Psicológica, cada cual carga sus demonios: los que se ven a simple vista, los que resaltan, y también están en la cara oculta de la Luna Psicológica los que no se ven, los ocultos. En la tercera purificación, tiene uno que destruir los demonios de la Luna Negra, quebrantarlos, y esto solamente es posible con la fuerza eléctrica sexual, trabajando en la “Forja de los Cíclopes”.

Sólo así es posible destruir con la lanza de Longibus, volver pedazos, todos esos “elementos inhumanos” e “indeseables” que se cargan en la parte oculta de la Luna Negra, la que no se ve. El trabajo en la parte oculta de la Luna, es denominada la “Iniciación de Judas”, Entonces el Iniciado, en vísperas de la Resurrección, se ve traicionado, se ve criticado, se ve odiado, incomprendido por todo el mundo. Nadie lo entiende, lo califican de “malo”, de “perverso”.

La Pasión del Señor es el hondo significado de la “Iniciación de Judas”. Yo estoy pasando ahora por eso, en vísperas de la Resurrección. La Resurrección la tendré para 1.978; entonces el Señor será levantado de su Sepulcro de Cristal y hablará, se manifestará, a través de la forma densa, para bien de la humanidad. De manera que el Maestro, entonces, nunca es entendido: es descalificado por los “virtuosos”, odiado por los ancianos, perseguido por las gentes de experiencia, aborrecido por los intelectuales de su época, recriminado por los sacerdotes, por las gentes religiosas. Así es Cristo Intimo. El Cristo Resurrecto, viviendo dentro del cuerpo de un Hombre, hace, de este Hombre, un Súper-Hombre.

El Cristo Rojo es lo que cuenta; no el Cristo de los mojigatos, ese Cristo afeminado que nos ponen en las iglesias; no, sino el Cristo-Hombre, el Cristo que tiene su sacerdotisa, su esposa; el Cristo que viaja por el Mediterráneo, el Cristo que va al Tíbet, el Cristo que va al Indostán, el Cristo que trabaja en Persia y Caldea, y que luego llega a la Tierra Santa para hablarle a las multitudes.  El Cristo que escribe obras, el Iniciado que tiene poder sobre los elementos: sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas, sobre la tierra; el Cristo Hombre, Hombre de verdad; no el Cristo castrado, no el Cristo mutilado, sino el Cristo-Hombre, macho en un ciento por ciento, y muy macho, ¡estoy hablándoles a ustedes a lo macho! Así pues que, hay necesidad de trabajar, pero trabajar de verdad dentro de uno mismo, aquí y ahora, para poder lograr lo que hay que lograr; de lo contrario, no se logrará nada. Tiene uno que romper con los prejuicios de la época, trabajar como se debe trabajar. Sólo así se puede uno levantar.

El Cristo Intimo tiene su círculo esotérico y jamás podría enseñar la Doctrina del Súper-Hombre públicamente, porque las multitudes no entienden la Doctrina del Súper-Hombre. El Cristo nunca público sus enseñanzas esotéricas; si las publicara, las gentes no las entenderían; entonces se destruirían unas con otras. El Cristo Secreto, el Cristo Vivo, el Cristo Rojo, El Cristo Rebelde, tiene que escribir su Doctrina en forma muy distinta para el público; pero la enseñanza secreta solamente la enseña a los que en secreto instruye, nada más. De lo contrario, no sería entendido.

Hay necesidad de comprender, cada vez más, lo que es el Cristo Intimo. Las gentes, todas, piensan en el Cristo histórico, en el Gran Kabir Jesús, en el Súper-Hombre que enseñó a la humanidad la Doctrina Secreta del Cristo Intimo. A nosotros nos toca seguir la Doctrina del Cristo Intimo, conocer los Misterios del Cristo Rojo. El Cristo Intimo es lo que cuenta.

Ese Cristo Intimo tiene que nacer en el corazón del hombre, porque, ¿de qué serviría que el Cristo naciera en Belem, si no nace en nuestro corazón también? ¿De qué serviría que fuese muerto y resucitado, si no muere y resucita en nosotros también? Es necesario, pues, que el Cristo nazca en el corazón del hombre, pero, para eso tiene uno que hacerse Hombre. Primero que todo, tiene uno que trabajar sobre sí mismo. Después que se ha hecho Hombre, Hombre de verdad, entonces tiene la dicha de poder encarnar al Cristo, o de recibir al Cristo, así es el acontecimiento de Belem.

El Cristo, encarnado en el corazón del Hombre, es lo que cuenta; pero ese Cristo Intimo tiene que vivir todo el Drama Cósmico, tal como está estipulado en los Cuatro Evangelios. Los Cuatro Evangelios tiene uno que vivirlos, dentro de sí mismo, aquí y ahora vivir intensamente los cuatro Evangelios, y luego que haya pasado por todos esos procesos, entonces tiene uno que ser juzgado por los tres traidores y condenado por las multitudes, o sea los “yoes”, gritando: “¡crucifixia, crucifixia, crucifixia”.

Los tres traidores lo condenan: Judas, el demonio del deseo, ese malvado lo vende por treinta monedas de plata, es decir, por todos los placeres de la tierra. Pilatos, ese terrible Pilatos que siempre justifica sus peores maldades, ese demonio de la mente que siempre busca evasivas, disculpas, que no hace frente a sus errores, lo entrega. Y en cuanto a Caifás, el sumo sacerdote, traiciona al Cristo Intimo miserablemente, vende los sacramentos, etc.

Así pues que, en verdad, los tres traidores lo traicionan, definitivamente, y eso es muy grave. Y por último el Señor, después de ser azotado, coronado con corona de espinas en el interior del Alma, es crucificado. Después de la crucifixión, posteriormente, el Cristo Intimo es depositado en su Santo Sepulcro. Cuando esto sucede, viene la tercera purificación el trabajo más terrible, para que el Cristo Intimo pueda resucitar en el corazón del hombre. Y resucita, es claro que sí resucita, pero hay que trabajar muy duro para que él pueda resucitar en el corazón del hombre. 

Ya Resurrecto, he ahí el Súper-Hombre, que está más allá del bien y del mal: se aparta del bien y se aleja del mal, porque nada tiene que ver ni con lo bueno ni con lo malo. El Súper-Hombre está más allá de las virtudes y de los defectos, domina el fuego, tiene poder sobre los aires, sobre las aguas y sobre la tierra. ¡Ese es el Súper-Hombre! Pero hay necesidad de que el Cristo Intimo resucite en nosotros, para que pueda uno convertirse en Súper-Hombre. Nadie podría llegar a la altura del Súper-Hombre, sin el Cáliz y sin la Lanza. Por eso es que esas dos joyas figuran en todos los antiguos Misterios.

Longibus hiere al Cristo con la lanza, Anfortas es sanado con la lanza, con sólo aplicársela luego en el costado. Y en cuanto al Santo Cáliz la Urna Sagrada de los grandes Misterios, el Santo Grial, nunca falta en los templos de misterios. Yo no puedo concebir el Templo de un Mahatma, de un Hierofante, donde no exista el Santo Cáliz. Él siempre está en el altar; en ese Santo Cáliz está la bebida de los dioses, el Néctar de la Inmortalidad, con el que se alimentan los dioses. 

Porque si las glándulas sexuales no se aprovechan para la transmutación, se degeneran, entra en decrepitud, y si se degeneran, se degenerará también la Epífisis y la Hipófisis y todas las glándulas de secreción interna; todas se degeneran y se degeneran las áreas del cerebro, comienza el proceso de la vejez y llega la muerte. Es imposible que el Súper-Hombre se deje degenerar; el Súper-Hombre vive del Néctar de la Inmortalidad, del Néctar de los dioses, del Elíxir de Larga Vida. Así pues que, el Cáliz nunca falta en los templos de misterios, en el altar siempre está el Santo Grial, y si se mira con mucho cuidado, a uno y otro lado del altar está la lanza. Esas son las joyas sagradas, por eso es que el sexo es sagrado, y hay que utilizar la potencialidad del sexo para lograr la Auto-Realización Intima del Ser; eso es obvio.

¡Ay de aquellos que abusan del sexo, ay de aquellos que lo utilizan como instrumento de placer animal, ay de aquellos que lo miran con morbosidad, porque es sagrado en un ciento por ciento, y solo debe ser usado para la regeneración, nada más que para la regeneración! Pero hacer también del sexo, algo “tabú”, “pecado”, “motivo de vergüenza” o “disimulo”, es un absurdo. Pentagrama Esotérico o la Estrella de Cinco Puntas, simboliza al Hombre auto-realizado, es la Estrella de la omnipotencia. Es el signo del Verbo hecho carne, de allí su nombre: Pentagrama, vocablo derivado del griego “penta” que significa cinco y “gramma” significa letra,

RESUMEN Enseñar sin develar, equivale a no enseñar”. El Pentagrama Gnóstico es la humana figura, con cuatro miembros y una punta única, que es la cabeza. El signo del Pentagrama se llama, igualmente, “signo del microcosmos”, y representa lo que los rabinos cabalistas del Libro del Zohar llaman el “Microprosopio”. El Pentagrama, elevando al aire su rayo superior, representa al Salvador del mundo. El Pentagrama, elevando al aire sus dos patas inferiores, representa al Macho Cabrío del aquelarre. Una figura humana, con la cabeza hacia abajo representa, naturalmente, a un demonio, es decir, a la subversión intelectual, al desorden, o a la locura.

El Pentagrama, llamado en las Escuelas Gnósticas la Estrella Flamígera, es el signo de la Omnipotencia Mágica. La comprensión del Pentagrama Mágico, es la clave de los Dos Espacios. El signo del Pentagrama debe componerse de los siete metales, o por lo menos ser trazado, con oro puro, sobre mármol blanco. Los siete metales son los siguientes: plata, mercurio, cobre, oro, hierro, estaño y plomo. El Pentagrama, con el rayo superior hacia arriba, hace huir a las columnas de demonios. El Pentagrama, con los dos rayos inferiores hacia arriba, atrae a los tenebrosos. El Pentagrama, trazado con carbón, con los dos rayos inferiores hacia afuera, en el umbral de la habitación, no permite la entrada a los tenebrosos.

Se consagra el Pentagrama con los cuatro elementos, recitando los exorcismos del fuego, de los aires, del agua y de la tierra. Se sopla cinco veces sobre la figura mágica; se asperje cinco veces sobre la Estrella Flamígera, con el agua ritual; se seca la figura del Pentagrama con el humo de cinco perfumes: incienso, mirra, aloe, azufre y alcanfor. Después se coloca, alternativamente, el Pentagrama en el suelo: en el Norte, en el medio día, al Oriente y al Occidente. Se pronunciará el nombre de Aleph y el del Thau Sagrado, reunidos en el nombre cabalístico del Azoth. Al soplar cinco veces sobre la Estrella Flamígera, se invocará a los Cinco Auxiliares Mágicos. Los Cinco Auxiliares son los Cinco Genios: Gabriel, Rafael, Uriel, Michael y Samael. “Todo poder mágico se encuentra en la Estrella de cinco puntas. En la Estrella Flamígera se halla resumida toda la Ciencia de la Gnosis”.

Samael Aun Weor

 

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