Las Siete Copas son Derramadas
"Y oí una gran voz del templo, que decía a los siete ángeles: Id y derramad las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra" (Ap. 16: 1). "Y fue el primero (Gabriel) y derramó su copa sobre la tierra; y vino una plaga mala y dañosa sobre los hombres que tenían la señal de la bestia, y sobre los que adoraban su imagen" (Ap. 16: 2). La desmoralización social con todos sus vicios, fornicaciones y adulterios escandalosos, es una plaga mala y dañosa.
Todos los seres humanos que tienen la señal de la bestia y que adoran a la imagen de la bestia, han pecado contra la diosa Luna. Los crímenes cometidos contra la diosa Luna, son más amargos que la muerte. Cada cual recoge el fruto de sus malas obras. El que siembra rayos cosecha tempestades. Mujeres abandonadas, hombres burlados por sus adúlteras esposas, violaciones, raptos, licores, etc., todo eso es una plaga mala y dañosa, es el resultado de los crímenes contra la diosa Luna.
Gabriel es el regente de la Luna. Por estos tiempos del fin, sólo existe degeneración social, crímenes contra natura, cáncer incurable, madres abandonadas con sus hijos, adulterios horribles, divorcios a millares, enfermedades espantosas, uxoricidios, etc. Toda esta maldad social, todas estas lágrimas, todos estos huérfanos, son el resultado de nuestras malas obras. Todo eso es una plaga mala y dañosa. Gabriel, el regente de la Luna, administra la ley y castiga.
La hora actual es grave y definitiva. Sólo entrándonos por el óctuple sendero Enseñado por el Budha, seremos salvos. Ese óctuple sendero es totalmente sexual. El número ocho, representa el signo del infinito. El número ocho simboliza las dos serpientes enroscadas en la médula espinal; los dos testigos, el caduceo de mercurio, el santo ocho. El camino es la espina dorsal. El sendero intermedio, es la espina dorsal. Esa es la senda del filo de la navaja.
El gran Maestro Francisco A. Propato, ha dicho que en el signo del infinito están simbolizados el cerebro, corazón y sexo del genio de la tierra. La lucha es terrible. Cerebro contra sexo. Sexo contra cerebro. Corazón contra corazón. Hilariux IX dijo: "El fuego del Flegeronte y el agua del Aqueronte se entrecruzan en la novena esfera, formando el signo del infinito".
Las ocho etapas del óctuple sendero en la novena esfera son las siguientes: Primera: Comprensión creadora. Segunda: Intenciones justas. Tercera: Palabra justa. Cuarta: Sacrificio absoluto. Quinta: Recta conducta. Sexta: Castidad absoluta. Séptima: Batallar constante contra los magos negros. Octava: Suprema paciencia en todas las pruebas y dolores.
Los dos testigos enroscados en la médula espinal forman el santo ocho. En la Orden Sagrada del Tibet se le Enseña al estudiante el signo del infinito. El número del Logos es 888. Si multiplicamos al ocho por tres, tenemos las 24 vocales de la Gran Lira Zodiacal resanando en todos aquellos que encarnaron al Cristo Cósmico. Así, pues, el óctuple sendero Enseñado por el Budha, es absolutamente sexual. Empero, el Budha habló veladamente, porque entonces estaba terminantemente prohibido a los Iniciados divulgar el Gran Arcano. El óctuple sendero es el canal central de la médula espinal.
El caduceo de Mercurio tiene la forma de un ocho. Ese caduceo es el signo del infinito. Ese caduceo es la espina dorsal con los dos cordones simpáticos Idá y Pingalá. Las ocho etapas del óctuple sendero están en la médula espinal. Estamos en los tiempos del fin y si queremos salir de este valle de las amarguras, necesitamos entrar en el óctuple sendero.
Existen cuatro grandes verdades que tienen el poder de aniquilar al príncipe de este mundo: 1. La primera verdad es hacer conciencia absoluta, del dolor y de la amargura. 2. La segunda verdad tremenda, es que el dolor es hijo de la fornicación, y que todo aquél que derrame el semen, es fornicario. 3. La tercera verdad es que tenemos un yo que debemos decapitar y disolver para encarnar el verbo. 4. La cuarta verdad es que sólo con el arcano A.Z.F. podemos decapitar y disolver al príncipe de este mundo.
Todo aquel que haya decapitado al yo, puede encarnar al Cordero inmolado. En estos tiempos del fin necesitamos encarnar el verbo, para ser salvados del gran cataclismo. Es urgente comprender las cuatro verdades. Aquel que recorre el óctuple sendero, se convierte en un dragón de las cuatro verdades.
Todo dragón de las cuatro verdades es un Budha. ¡Escuchadme, Oh Buddhas! Necesitáis encarnar al Cristo. Sólo renunciando al nirvana por amor a la humanidad y trabajando con intensidad en la fragua encendida de Vulcano (el sexo), pueden los Buddhas encarnar al Cristo. Al que sabe la palabra da poder, nadie la pronunció, nadie la pronunciará, sino solamente aquél que lo tiene encarnado. ¡Hay que encarnarlo!
"Y el segundo ángel (Raphael) derramó su copa sobre el mar, y se convirtió en sangre como de un muerto; y toda alma viviente fue muerta en el mar" (Ap. 16: 3). Cuando todos nosotros los hermanos, investigamos este segundo ángel cuyo nombre es Raphael, y este versículo terrible, vemos entonces la época actual con todos sus horrores. Ese mar son pueblos y muchedumbres y lenguas. Cada cual, entre en la barca de su vida. Todos en el arcano de la amargura y cuando el ángel derrama su copa en el mar, las aguas se convierten en sangre.
Todos los pueblos de la tierra se han Ensangrentado. Ríos de sangre corren por las montañas del dolor. Por doquier dictaduras y persecuciones. Por toda la faz de la tierra, revoluciones y muerte. Unos contra otros y todos contra todos. Por doquier golpes de Estado; por todas partes gestapos espantosas; policías temibles, llanto y supremo dolor. Los pueblos de la tierra están pagando el Némesis, el Karma de sus propios errores. Todos los pueblos de la tierra han sido llamados ante el Tribunal Divino. Esa es la Ley. Ese es el Karma.
Las aguas de la vida se convirtieron en sangre y esto no tiene remedio. Es inútil enviar más profetas a la tierra. La humanidad odia mortalmente a los profetas. Y nadie puede salvar esto, ya nadie puede arreglar esto. La evolución humana es un fracaso total. Las aguas se han convertido en sangre y por doquier sólo se escuchan gritos de supremo dolor. "Y el tercer ángel (Uriel) derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre" (Ap. 16: 4). Entonces la constelación de Cáncer azotará con su plaga (el cáncer) a todos los fornicarios de la tierra.
"Y oí al ángel de las aguas que decía justo eres tú, Oh Señor, que eres y que eras, el Santo porque has juzgado estas cosas. Porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas; también tú les has dado a beber sangre pues lo merecen" (Ap. 16: 5, 6). Y multitud de enfermedades azotarán a los ríos humanos y a las fuentes sexuales del organismo humano. La radiactividad producirá enfermedades desconocidas que la ciencia no podrá curar.
"Y oí a otro del altar que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos" (Ap. 16: 7). Y el cuarto ángel (Michael) derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria" (Ap. 16: 8, 9). El cuarto ángel, Michael, no tiene cuerpo físico por estos tiempos del fin.
El sol es el símbolo del Cristo Cósmico. Cristo es amor. La antítesis del amor es el odio. Sabed vosotros pueblos, muchedumbres y lenguas, que el odio se convierte en fuego que quema. Habrá guerras atómicas horribles, la humanidad se quema con fuego vivo. Las grandes ciudades se convertirán en cenizas, y sin embargo los hombres blasfemarán el nombre de Dios que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
Oíd ¡Oh pueblos! Sabed que el monstruo más terrible que existe sobre la tierra es el odio. ¿Quién podría ya salvar esto? El odio desatará todas las guerras y ya no habrá remedio. Esto está fracasado ¡Sálvese quien pueda!. "Y el quinto ángel (Samael) derramó su copa sobre la silla de la bestia; y su reino se hizo tenebroso, y se mordían lenguas de dolor. Y blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores, y por sus plagas, y no se arrepintieron de obras" (Ap. 16: 10, 11).
El quinto de los siete es el que más ha sufrido, y fue un maestro caído, pero ya no lo es. El quinto de los siete ahora está levantado. El quinto de los siete derramó su copa sobre la silla de la bestia, y su reino se hizo tenebroso. Millones de seres humanos ya tienen la marca de la bestia en la frente y en las manos. Millones de almas humanas ya se separaron totalmente del íntimo.
La vida urbana de todas las ciudades y pueblos del mundo se ha trasplantado ahora al abismo. En las regiones sumergidas del abismo los seres humanos continúan viviendo en sus mismos sistemas de la vida urbana; y compran y venden "mercadería de oro y de plata, y de piedras preciosas, y de perlas y de lino fino, y de escarlata, y de seda y de grana, y de todo vaso de marfil, y de todo vaso de madera preciosa; y de cobre y de hierro, y de mármol" (Ap. 18: 12).
En el abismo viven los tenebrosos la vida urbana a la cual están acostumbrados. El abismo es más material que el mundo físico y los seres humanos se atormentan unos a otros peor que en el mundo físico. El reino del abismo se ha vuelto ahora más tenebroso que nunca, y casi la totalidad de la humanidad ya entró al abismo. El quinto de los siete y sus legiones colaboran con el plan del Logos; y los tenebrosos se sumergen en el abismo.
Millones de mujeres y de distinguidos caballeros que actualmente viven en el mundo, ya no tienen el íntimo, y son perversos demonios aun cuando estén todavía reencarnados. La tierra es un mundo fracasado. ¡Esto será destruido! ¡Esto ya no lo puede salvar nadie! El quinto de los siete vigila a los tenebrosos. Muchos han calumniado al quinto de los siete, porque es un vigilante. Los tenebrosos blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores y por sus plagas, y no se arrepintieron de sus obras.
Cuando el yo psicológico logra controlar absolutamente los cuatro cuerpos de pecado (físico, etérico, astral y mental), entonces el ÍNTIMO se retira, y el hombre se convierte en demonio. Millones de personas que viven en el mundo, ya son demonios terriblemente perversos. El reino de la bestia es ahora más tenebroso que nunca.
Dentro del hombre existe un rayo divino. Ese rayo, quiere volver a su estrella que siempre le ha sonreído. La estrella que guía nuestro interior es un átomo súper divino del espacio abstracto absoluto. El nombre cabalístico de ese átomo es el sagrado Ain Soph. Sabed vosotros que el Ain Soph se halla secretamente relacionado con el loto de los mil pétalos. La estrella que guía nuestro interior (el Ain Soph) envió su rayo al mundo para hacer conciencia de su propia felicidad. La felicidad sin conciencia, de su propia felicidad, no es felicidad, el rayo tuvo conciencia mineral, vegetal y animal.
Cuando el rayo (el espíritu), encarnó por primera vez en el cuerpo humano salvaje y primitivo, despertó como hombre y tuvo auto-conciencia de su propia felicidad. Entonces el rayo pudo haber regresado a la estrella que guía su interior. Desgraciadamente entre el seno profundo de la vorágine de la espesa selva, el deseo salvaje hizo nacer el yo. Las fuerzas instintivas de la naturaleza atraparon la mente inocente del hombre. Y surgió el falso miraje del deseo. Entonces el yo se siguió reencarnando para satisfacer sus deseos. Así quedamos sometidos a la ley de la evolución y del Karma.
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