Atributos del Cristo

El cristo intimo 1Este Niño de Oro, nuestro Cristo Intimo, tiene los mismos atributos de Hermes, el “Tres Veces Grande”, Hijo del Altísimo, Hijo del Espíritu e Hijo del Alma.

Por eso, los Tres Reyes Magos le ofrendan con sus regalos, en calidad de Hijo de Dios (del Anciano de los Días), Hijo de Rey (nuestro Espíritu Divino, el Intimo) e Hijo de Hombre (el Alma Humana).

Gaspar, Rey de la India, le lleva nardo, cinamono, canela, incienso y otras esencia aromáticas, que esparcieron un perfume de inmortalidad en la gruta. El aroma del espíritu del Anciano de los Días.

“Y el rey Gaspar contestó: Reconocí en Él al hijo de Dios encarnado, sentado en un trono de gloria, y a las legiones de los ángeles incorporales, que formaban su cortejo.” Baltasar, Rey de Arabia le ofreció oro, plata, piedras preciosas, perlas finas y zafiros de gran precio.

Las virtudes del Rey coronado de la alquimia, el Intimo. “Baltasar contestó: Se me presentó a modo de un hijo de rey, rodeado de un ejército numeroso, que le adoraba de rodillas.”

Melkon, Rey de Persia, le presentó mirra, áloe, muselina, púrpura, y cintas de lino. Objetos sagrados para la muerte. “Melkon, expuso: Yo le vi como hijo del Hombre, como un ser de carne y hueso, y también le vi muerto corporalmente entre suplicios, y más tarde levantándose vivo del sepulcro.”

Y  EL  NIÑO  CRECIA...El Alma Humana que ha recibido el “Don preciso del Sol”, el Niño de Oro, tiene en si misma una responsabilidad de lesa majestad: cuidar a ese niño mientras va creciendo.

“José y su esposa permanecieron secretamente en la caverna, teniéndole oculto, para que persona alguna supiese nada. Y, tomando todos los tesoros aportados por los magos, José los escondió cuidadosamente en la gruta...

Recogidos en la gruta, permanecieron allí largos días, hasta el año nuevo, sin aparecer en público, por miedo al impío rey Herodes. Y, a los  nueve meses, Jesús dejó espontáneamente de amamantarse en los pechos de su madre. Y, al notarlo ésta y José, se admiraron en gran manera, y se preguntaron el uno al otro: ¿Cómo es que no come, ni bebe, ni duerme, sino que está siempre alerta y despierto? Y no podían comprender el imperio de voluntad que ejercía sobre sí mismo.”

El Cristo Intimo encarnado en el Alma Humana del Iniciado le confiere a ésta la capacidad de velar y el estado de alerta percepción. Desde este momento los enemigos internos creados desde edades muy antiguas saben que este niño les traerá su perdición y, por esto, lo buscan para matarlo. De ahí que el Alma Humana (José) y la Divina Madre (María) son los responsables mientras el Cristo Intimo esta débil de protegerlo, y peregrinan de ciudad en ciudad, para que el niño no sea descubierto.

“Un Ángel del Señor apareció a José, y le dijo: Levántate, y toma a Jesús y a su madre, y huye a Egipto, porque Herodes busca al niño, para matarlo... Y recorrieron etapas numerosas, y, en los sitios en que hacían alto, Jesús tomaba agua de las fuentes, y les daba de beber.”

El Cristo Intimo conforme va creciendo toma posesión de toda nuestra naturaleza de pecado y tiene que destruir a los falsos ídolos que hemos adorado en todas nuestras existencias, también derrumba los muchos altares de los que hemos comido con un falso amor, para restituir al único Dios y Padre del cual Él procede.

“Y sucedió que José, al llegar a otra ciudad de Egipto, se albergó cerca de un templo idolátrico, consagrado a Apolo, y permaneció allí varios días. Y uno de ellos, Jesús consideraba atentamente el palacio de los ídolos, que, por su altura y por su longitud, era como una ciudad pequeña...

Y Jesús tenía entonces tres años y cuatro meses. Y como el año nuevo se aproximase, celebróse un día la fiesta de Apolo. Toda la multitud se apretaba a las puertas del templo de los ídolos con numerosos dones y presentes, para ofrecer en sacrificio a los grandes dioses animales y toda especie de cuadrúpedos...

Y las águilas y las bestias feroces, es decir, las estatuas de estos animales, cuando vieron a Jesús entrar en el templo de los ídolos, se pusieron de nuevo a gritar y clamaron: ¡Mirad todos! He aquí que el hijo del gran rey ha entrado en el templo de Apolo...

Y en tanto que ellos se entregaban a estos pensamientos homicidas, Jesús continuaba sentado en el templo de Apolo. Y consideraba atentamente aquella imagen incustrada en oro y plata, por encima de la cual estaba escrito: Este es Apolo, el dios creador del cielo y de la tierra, y el que ha dado vida a todo género humano.

Al ver esto, Jesús se indignó en su alma, y, levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, glorifica a tu hijo, para que tu hijo te glorifique. Y he aquí que una voz salió de los cielos, que decía: Le he glorificado, y le glorificaré de nuevo.

Y, en el mismo instante en que habló Jesús, el suelo tembló, y todo el armazón del templo se desplomó de arriba abajo. Y el ídolo de Apolo, los sacerdotes del santuario y los pontífices de los falsos dioses, quedaron sepultados en el interior del edificio, y perecieron. El resto de la población que se encontraba allí huyó de aquel lugar. Todos los ídolos y todos los altares de los demonios que había en la ciudad, se abatieron en ruinas.

Y todos los edificios religiosos y todas las estatuas mágicas que rodeaban la ciudad, imágenes inanimadas de hombres, de fieras y de animales, cayeron a tierra con gran destrozo. Entonces los demonios lanzaron un grito, y dijeron: Mirad todos, y compadeceos de nosotros, porque un niño muy pequeño nos ha destruido, con ser lo que somos, arruinado nuestra morada, exterminado a nuestros servidores, y haciéndoles perecer con mala muerte. Apoderaos, pues, de él, y matadle sin piedad.”

Al mismo tiempo este Niño Infante se va poniendo en contacto con las distintas Partes del Ser, su familia espiritual, que a lo largo de la Obra le van a ayudar, y él a su vez va a rescatar para el Padre. Sin la ayuda de las diversas Partes más elevadas del Ser, como virtudes, facultades, atributos, etc., el triunfo del Cristo Intimo se hace muy difícil; Marta y María, Humildad y Amor, las dos virtudes del Ser que acompañan al Cristo Intimo desde su más tierna infancia.

“Y José permaneció en aquella ciudad largo tiempo, en la mansión de un príncipe, que era de raza hebraica. Eleazar había por nombre, y tenía un hijo, llamado Lázaro, y dos hijas, llamadas Marta y María. Y acogió a José y a los suyos con gran consideración y diferencia... Y la sagrada familia permaneció tres meses completos en aquella población.

José y Eléazar se trataban como dos hermanos, unidos por una afección y una bondad recíprocas, Marta y María recibieron a la Virgen y al niño en su casa, con una caridad perfecta, como si no hubiesen tenido más que un corazón y un alma. Marta cuidaba especialmente de su hermano Lázaro, y María, que era de la misma edad que Jesús, acariciaba a éste, como si fuese su propio hermano.”

EL  ENEMIGO  SECRETO  Y  EL  CRISTO  NIÑO Conforme el Cristo Niño va creciendo, las Serpientes de Luz se van levantando, pero a lo largo de muchas edades el Alma Humana caída, introdujo en la Ciudad de Dios templos al diablo. Ahora este Niño recorre todas estas ciudades interiores; todavía no ha llegado su hora, es infante, pero los enemigos del Eterno, lo perciben y saben que mientras Él esté en esta tierra, nuestra tierra filosofal, sus días están contados; por eso arman gran revuelo para aniquilar a este niño, pero el niño esta protegido.

“Y, levantándose muy de mañana, fueron a ganar el país de Moab, frente a Mambré, y recorrieron numerosas etapas en su ruta. Y llegaron a una ciudad de los árabes llamada “Malla gpir mtín”, que quiere decir “gran ciudad de Dios”. Cuando Jesús pasó por el territorio de la ciudad, se encontraban allí altares. Junto al camino, había una montaña de gran elevación, y en su cima un templo, espléndidamente adornado con toda especie de imágenes y consagrado al culto de los demonios.

Y estos, congregados, cerca del camino, deliberaban entre sí, y decían: Nos encontramos bien aquí, en nuestra morada, y estamos en reposo. Pero hemos oído decir que ha aparecido en el mundo el hijo de un pobre viejo, que conoce y que discierne todas nuestras prácticas, y que es un perseguidor y un enemigo de nuestra estirpe. Con él en la tierra, ¿qué va a ser de nosotros en adelante?...

Es el mismo que nos precipitó de lo alto de los cielos, nuestra mansión pristina, y nos redujo a la perdición. Y ahora ha venido a la tierra, para expulsarnos del género humano... Y lanzando un grito, exclamaron medrosos: ¡He aquí que el niño Jesús viene a la ciudad! Abandonemos este sitio, no sea que dejemos nuestra vida entre sus manos. Y otros demonios advirtieron: Lancemos un grito de alarma en la ciudad. Quizá se apoderen del niño, y lo maten, con lo que quedaremos tranquilos en nuestro albergue...

Y , como Jesús penetrase por la puerta de la ciudad, todas las edificaciones de los templos se desplomaron de súbito, desfondándose en ruinas, y no quedando una sola en pie. Cuanto a los sacerdotes y a los ministros del culto, fueron invadidos por la demencia de un furor demoníaco. Y se golpeaban a sí mismos, y clamaban a gran voz: ¡Desventurados e infortunados de nosotros, que hemos sido expulsados de nuestros templos! ¿Quién es el autor de esta catástrofe? Y no podían explicarse aquel hecho y la destrucción de la ciudad

INDEPENDENCIA  DEL  CRISTO  NIÑO DEL  ALMA  HUMANA El niño sigue creciendo y empieza a tener independencia, aunque el Alma humana no se percate de todo, el Cristo Intimo ha venido a ayudar a las distintas Partes del Ser y también a otros niños (iniciados) que necesitan su guía, a los cuales les enseña, los dirige y los protege para que no se extravíen.

“Y Jesús tenía entonces cuatro años. Y, llegando a esta edad, no quedaba ya confinado en su casa, sino que salía con otros niños, y tomaba parte en sus conversaciones y en sus juegos. Y éstos acudían de buen grado a su encuentro, y se prestaban a sus deseos más mínimos.

Por su amenidad afectuosa, los ponía a todos de acuerdo con él, y merced al encanto de su palabra, se convirtió en conductor y en jefe de todos los niños. Y, cualquier cosa que les mandaba hacer, la cumplían ellos con gusto. No dejaba a ninguno abandonarse a la ociosidad, y, si ocurría que algunos se pegasen y se maltratasen entre sí, Jesús les pasaba la mano por encima, los curaba, y les exhortaba a todos amistosamente.

Y reconciliaba a los descontentos, y les hacía recobrar su buen humor. Empero, si surgía entre ellos algún motivo de disputa, iban a casa de sus padres, y colgaban a Jesús la causa de las faltas que habían cometido. Entonces los padres se dirigían en busca de Jesús, y no le encontraban. E interrogaban, diciendo: ¿Dónde está? Y los niños respondían: No lo sabemos, porque es hijo de un anciano extranjero, que reside aquí como transeúnte.”

Doctrina gnóstica develda por Samael Aun Weor


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