GilgameshGilgamesh

Así comienza la historia del rey de Uruk, Gilgamesh, cuyo nombre parece significar “El Antiguo (aún está) en la plenitud de su vida”.

De manera circular evoca que el destino designado a los hombres en “la noche de los tiempos” está inscrito en su corazón; de forma análoga, aquellos escribas reiteraron este gesto salvaguardando su memoria a través de grafías inscritas en arcilla…

La epopeya de Gilgamesh del cual se dice que por su nacimiento era “dos tercios dios y un tercio hombre” es de una riqueza simbólica tan grande que el análisis detallado de cada una de sus posibles interpretaciones excedería por su extensión el cometido del presente artículo.

Más si cabe, al tener en cuenta el carácter fragmentario de las tablillas encontradas, y sobre todo el misterio de una civilización, la mesopotámica, desconocida en buena parte para nosotros, aunque ha llegado lo suficiente para reconocer su vínculo con la Tradición Primordial que se revela a través de sus mitos y cosmogonía.

Volviendo a los orígenes, la más arcaica de estas culturas es la sumeria.

Las gentes de este pueblo, de origen desconocido, se denominaban a sí mismas “cabezas negras” (sag-gig-ga) y se consideraban originarias de Melukhkha, la tierra negra, designación que es una clara referencia al Misterio y al Secreto, el lazo que une a todo aquello que puede considerarse tradicional o perteneciente al ámbito metafísico.

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