Esoterismo y ocultismo

Ocultismo orientalVamos a hablar sobre esoterismo, sobre ocultismo, en una forma dijéramos, muy amplia y generalizada. Vamos a analizar un poquito eso de espiritualismo, teosofismo, pseudo-rosacru­cismo, magia, hechicería, brujería, etc., etc., etc. Conviene en verdad, que nosotros conozcamos todas esas cosas, para saber ciertamente por dónde andamos.

Obviamente, existen muchas escuelas en el mundo, nadie lo ignora, pero es necesario tener algún conocimiento sobre ellas, saber algo también sobre los estados post-mortem, etc.

A todo eso vamos; necesitamos estudiar todas estas cosas. Muy joven, tal vez a la edad de niño, podría decirse que estudié el espiritualismo; hasta asistí a muchas sesiones espiritualistas, que también las denominan “espiritistas”. Algunas obras sobre tal materia hube de estudiar.

Conocí por ejemplo, las obras de Alan Kardec, León Denis, Richard Icharcof, César Lombroso, Camilo Flamarión, Luis Zea Uribe, etc. Puedo decirles a ustedes que desde la edad de los 12 años hasta los 16, poco más o menos, estuve dedicado a ese tipo de investigaciones. El espiritualismo tiene como instrumento a los médiums. El médium es un sujeto pasivo que cae en estado de trance hipnótico, o mediunimico; entonces cualquiera de las entidades del más allá, se mete dentro del cuerpo del mismo, y o habla, o escribe, o hace mover objetos, etc.

Existen “médiums escribientes”, los médiums escribientes escriben. La entidad venida del más allá, sumerge al médium en estado de trance y éste, dormido, escribe. ¿Qué escribe? Lo que le dictan los espíritus del más allá. “Médiums motores”: delante de ellos se mueven mesas, se sienten golpes y se producen muchos fenómenos físicos. “Médiums parlantes”: a través de ellos hablan los espíritus venidos del más allá. “Médiums de materialización”: por medio de ellos se materializan las entidades del más allá. 

Ahora voy a decirles a ustedes lo que me consta, no lo que otros digan, porque es bueno decir lo que uno ha experimentado por sí mismo. Pues en verdad, recuerdo el caso de un caballero X-X, cuyo nombre no menciono. Por donde quiera andara yo con él, siempre él portaba en su mano derecha una cajita; sobre la misma tenía pintada una cruz. Nunca decía el hombre qué era lo que cargaba en esa caja, pero un día me invitó a una sesión, “que de espiritualismo”, decía. Me llevó por allá a su rancho, puso una mesa ahí, en el centro de una sala, de piso de pura tierra esto fue a las 12 de la noche, y alrededor nos sentamos algunas otras personas.

Abrió la cajita aquélla yo estaba interesado en saber qué cargaba ese hombre en esa cajita, pues el “yo” de la curiosidad me estaba tragando vivo. No abandonaba ese hombre esa caja ni un solo instante, y siempre con esa cruz pintada ahí, pues francamente me tenía bastante intrigado. ¿Qué fue lo que sacó de dentro de la caja? ¡Una calavera! “Que la calavera de un indio”, decía. La puso sobre la mesa; luego comenzó a hacer algunas oraciones y nosotros aguardamos. El cielo se llenó de negros nubarrones; comenzaron a caer rayos y truenos por todas partes. La mesa comenzó a balancearse y al fin se sostuvo completamente sola, en el aire, violando totalmente las leyes de la gravedad universal.

No era un truco, porque aquel hombre no tenía ningún interés en sacarnos dinero. Era un hombre rico, primero; segundo, su fe religiosa era esa tan fanático sería, que nunca abandonaba la cajita; tercero, a nadie le contaba esas cosas, fue una suerte que a mí me las contara; y cuarto, como cosa muy excepcional, me invitó a su celebración religiosa. Así pues, no tenía por qué engañarme. Además yo no cargaba ni un quinto entre la bolsa, como para que me fuera a estafar, ni a él le interesaba estafarme, pues aquél hombre era sumamente rico; luego un ranchero, pero rico de verdad.

Así pues, el fenómeno de hecho era cierto. Además, yo no soy tan tonto; no me las hecho de muy, muy, pero tampoco soy tan, tan, como dicen. Es claro que miré bien, a ver si la mesa de verdad estaba en el aire. ¡Estaba en el aire, no había duda! La calavera aquélla también se movió solita, y vino hacia mí. Yo tenía los brazos así y luego me dio por cruzarlos. Pero bueno, ahí se acostó entre mis brazos la calavera, hasta se veía simpática; sí, con su cara ahí de calaca, sus terribles ojos.

En fin, en todo caso a mí no me causaba terror, francamente. Pero los rayos y los truenos continuaban. De pronto una sombra materializada físicamente que eso me consta, entró en aquella sala, avanzó y pasó por junto de mí; alcanzó a tocarme el cuerpo y la vi materializada físicamente, y la mesa sostenida en el aire. 

Mas vi que el hombre aquél palidecía. Para colmo de los colmos, noté que estaba que temblaba, lleno de temor. Unos cuantos rayos y tremendo chaparrón de agua encima, fueron suficiente como para que aquél hombre se pusiera de pie y dijera: “¡Basta, esto está muy peligroso! ¡Así, a medianoche, y cayendo rayos y con esta tempestad, puede sucedernos algo!” Lo vi rápidamente echar unos conjuros y exorcismos, como para que la mesa esa volviera a quedar en el piso. Después, la calavera, solita, se pasó en la mesa otra vez. Por último, cogió su calavera, la metió entre una caja, le echó un candado ahí, y dijo: “¡Ya no más, vámonos!” No hay duda de que el hombre estaba visiblemente asustado, espantado, aterrorizado. En materia de espiritualismo me consta eso; yo digo lo que he visto.

En otra ocasión, por ahí, vi el caso de una médium. Sucedió que me invitaron a una casa; decían que allí había una mujer que constantemente veía un fantasma, que el tal fantasma llegaba y que le indicaba con el dedo el lugar donde había un tesoro. Bueno, fuimos un grupo de gentes a ese lugar. En aquella ocasión, a mí también me gustaba investigar esas cosa de tesoros y demás. Bueno, lo cierto fue que cuando entré en aquella sala, aquella mujer se reía de mí, se burlaba, y parece que a mi querido Ego no le gustó mucho la cuestión. Total, me propuse hipnotizarla, como para demostrarle en su pellejo la realidad de estas cosas. Y a esa mujer nunca la había hipnotizado nadie en su vida; más, ella ni creía, y se reía de todo eso.

Con eso me acabó de picar más, ¿no? Y dije: “Le voy a demostrar que estas cosas son serias.” Yo era muy joven todavía, un muchacho; por ahí andaba pues, en todas esas tonterías. Pero sí vale la pena investigar, si no, no podría estar hoy en día hablando con ustedes sobre estas cosas, ¿verdad? Bueno, conclusión: la miré fijamente en el entrecejo, estuve un rato haciendo uso de toda mi fuerza mental con el propósito de sumergirla en un sueño hipnótico profundo.

Después le hice algunos pases magnéticos fuertes, y con gran asombro vi que se desplomó; a pesar de que se reía, se desplomó riéndose, pero se desplomó. Ya desplomada, pues no fue difícil poderla desdoblar: la desdoblamos y después la volvimos a desdoblar. Ya desdoblada pues, entonces la hice entrar en contacto con el tal fantasma, ese que se aparecía por esos lugares. 

El fantasma le dijo que sí, que cavara, que rascara bien la tierra, que rascando a no sé cuanta profundidad iba a encontrar nada menos que la “mera lana”. ¿Conclusión? ¡Sí señor! Después de hecho el experimento, procedimos a despertarla. ¡Y ya no quería despertar! ¡Vaya, vaya, vean ustedes en qué problema me metí! Para dormirla fue fácil, pero luego para despertarla, “ni modo” que quería despertar, parecía una difunta ahí. No dejé de sentir cierto temor, ¿no? Allá en mi interior, pero me cuidé mucho de que los demás no me vieran el temor.

Me dije: “Si esta mujer se llega a quedar ahí muerta, al “bote”, ¿qué más? ¿Qué más? A responder por homicidio y quién sabe qué clase más de delitos”, ¿no? Pero afortunadamente, después de tanta lucha, haciéndole pases de abajo hacia arriba, conseguí que se despertara. Para dormirla, le hice pases de arriba hacia abajo, de acuerdo con el hipnotismo vedantino. Cogí la cabeza etérica y la hice colgar aquí, de la cabeza física hacia abajo; pero para volverla otra vez a su estado normal, había que hacer pases de abajo hacia arriba, colocar la cabeza etérica dentro de la cabeza física.

Bueno, después de un rato de lucha, al fin, y dándole agua, echándole agua en la cara y cincuenta mil cosas, ¿no? Al fin logramos que despertara esa mujer. ¡Vaya, vaya, qué susto el que nos metimos! Eso estaba “refeo”, ¿verdad? ¿Qué tal si no se despierta? Por lo menos veinte años de cárcel, ¿qué más? ¡Pero se despertó! Cuando ya despertó esa mujer. ¡Ah! Tuve muy buen cuidado de dejarle el recuerdo. Le dije: “Te acordarás de todo lo que has visto y oído, no te olvidarás de nada”. Bueno, conclusión: ya despierta, miró a todos lados, me miró a mí, y ya la vi que no se rió más. Dijo: “¡Ah, condenado, me durmió!” 

Desde entonces, la mujer quedó respetando estas ciencias, se le acabó su burlita, una burlita que se traía, pero en verdad de muy mal gusto. Y claro, yo con ese Ego allá del amor propio, me sentía molesto, me sentía picao, ¿no? Y me propuse hacer el experimento. Menos mal que me resultó, si no, hubiera quedado hasta en un ridículo. Bueno, ya ven ustedes ese caso. Bueno, lo curioso del caso fue la cuestión: inmediatamente fuimos a rascar; dele al pico y a la pala, a sacar tierra todo el mundo, a buscar el tesoro de Kuauhtemok, como se dice por ahí. Todo el mundo tenía ganas de “lana”. Pero sí vi entre las gentes, una codicia tan terrible. ¡Qué barbaridad, cómo se pone la gente por el dinero, cómo se vuelven; ya se les transforma la cara, ya no son los mismos! ¡Eso estaba poniéndose hasta peligroso!

Bueno, conclusión: pues en el lugar donde ella dijo que había el tesoro, no se encontró nada. Como no se encontró nada, después se le apareció el fantasma y le dijo que “ahí no, que más allá, que era en otro lugar”. Y todo el mundo “a volar”, con picos y palas, al otro lugar, ¿no? Hasta que les dije: “¡Paz, basta, eso que ella ha visto, no es más que una forma mental de ustedes mismos, ahí no hay tal tesoro; de manera que entonces es mejor dejemos de rascar más esa tierra, que dejemos esto por la paz.” Sí, si no les digo, les aseguro que hubieran echado abajo la casa, ¡la tumban! Paredones y todo hubiera ido para abajo, no habría quedado una barda en pie. Así estaban las cosas; mejor me paré y pedí por la paz. Bueno, eso en cuanto a espiritismo, les estoy diciendo.

Otro caso que me consta, el de un herrero. Ese hombre, pues hacía herraduras para caballos; ese hombre le ponía herraduras a los caballos, las hacía porque era herrero y tenía una forja donde trabajaba el hierro y ahí herraba a los caballos. Decían que era médium. Bueno, me hice amigo de él y lo invité. Pues, nos sentamos alrededor de una mesa; claro, de pronto la mesa comenzó a balancearse, entró en trance aquel hombre. Y era “médium parlante”, se expresó a través de él un demonio llamado Belcebú, príncipe de los demonios.  Y habló, dijo: Soy Belcebú, príncipe de los demonios, ¿qué queréis de mí?” Bueno nosotros quisimos decirle que nos hablara algo, que nos dijera algo importante.

Dijo que firmaría un pacto con nosotros para ayudarnos, y luego escribió en el papel el médium aquél, como pudo, así temblando, escribió: “Bel, tengo mental la petra y que a el le andube sedra; bao, genizar le des.” Un lenguaje allá, pues, entiendo que de la Lengua Universal, ¿no? Y luego firmaba con una firma tan rara, firma de demonio: Belcebú decía, pero con una rúbrica extraña y todo; demoníaco todo aquello.

Bueno, nos costó mucho trabajo poderle sacar el demonio a ese pobre hombre. Era un herrero fuerte, acostumbrado a lidiar con los caballos, ¿no? No era tampoco, pues una mansa oveja, ¿no? Pero el demonio aquel lo tiraba contra el suelo, contra las bardas, lo golpeaba fuertemente, y yo conjurando allí, rezando todo lo que sabía porque no me quedó más remedio, ¿no? Allí echábamos la Conjuración de los Cuatro, de los Siete, todos los exorcismos habidos y por haber y todo lo que se ha escrito y dejado de escribir, etc., etc., etc., porque la cosa estaba fea, ¿no? De pronto avanzaba ese hombre temblando, poseso por un demonio, sobre todos los asistentes; corrían todos asustados, horrorizados, con los ojos fuera de órbita. Y había desarrollado una fuerza tal, que yo creo que ni mil policías lo hubieran podido domar. ¡La cosa estaba grave!

Bueno, yo por ahí apelé una vara de hierro, y conjuraba y exorcizaba y cincuenta mil cosas, hasta que al fin se desplomó. ¿Qué tal si no se desploma? Eso estaba grave, hubiera podido matar a alguien de los asistentes. Y la forma como hablaba era cavernosa, era una voz de caverna, ¡era una voz, allá, que salía de entre las grietas de la tierra! No era voz normal de un hombre; no, era una voz de caverna.

Al fin el hombre se cayó desplomado, durmió un rato y despertó. Cuando se miró, estaba todo lleno de golpes, “moreteado” todo el cuerpo. Al fin lo llevaron por allá, para su herrería. Yo quedé intrigado por la cuestión y al otro día, muy de mañana, dije: “Voy a pasar por ahí a ver en qué quedó esta cosa”. Pasé, tenía un libro: el devocionario de Alan Kardec; estaba leyendo ahí algo de las oraciones de Alan Kardec, muy arrepentido, compungido de corazón, por haber servido de vehículo a un demonio.

Entonces me mostró todas las manchas y máculas negras en el cuerpo; el demonio lo había golpeado muy feo, y me dijo: “que de ahí en adelante se iba a esforzar por no servirle de vehículo a los demonios”. Estaba todo arrepentido, rezando las oraciones de Alan Kardec. Dije: “Bueno, menos mal que este hombre por lo menos ya está compungido de corazón, arrepentido. Bueno, no está mal eso”. Al fin, no volví a saber de ese pobre herrero. ¿Quién sabe en qué pararía?

Les estoy narrando pues, estos aspectos que son interesantes para que ustedes vayan conociendo algo sobre mediumnismo. Saqué una conclusión de todo eso, y es que los médiums sirven de instrumento, no propiamente al Espíritu de los fallecidos, porque una cosa es el Ser de uno, su Ser, y otra son los “yoes”. ¿No han oído ustedes hablar que Jesús de Nazaret expulsó del cuerpo de la Magdalena siete demonios? Pues son los siete pecados capitales: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc., y otras tantas hierbas. Conclusión, como decía Virgilio, el poeta de Mantua: “aunque tuviéramos mil lenguas para hablar, y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente”. 

¡Son tantos, y cada uno de esos defectos es un demonio que uno carga adentro! Bueno, esos demonios que uno carga adentro, son los que se meten en los cuerpos de los médiums para hablar, eso es todo. No es el Alma ni el Espíritu del difunto, el que se mete entre el cuerpo de un médium, no hay tal. Eso lo pude evidenciar mucho más tarde, a través de los experimentos. Bueno, a grosso modo, les estoy diciendo algo pues, de lo que me consta, en cuestión de espiritismo.

William Crookes logró materializar difuntos. William Crookes fue el que presentó la “materia radiante” en sus tubos de cristal. Materializó entidades, materializó a una tal Katie King, muerta hacía no sé cuantos años atrás, y la hacía visible y tangible en un laboratorio. Eso de por sí, pues es interesante, ¿verdad? El cuerpo de aquella médium, lo amarraban dentro de una cámara hermética, lo envolvía el científico aquel con alambres eléctricos. Esos alambres los hacía pasar a través de los agujeros de los oídos, de manera que con cualquier movimientito que tratara de hacer, sonaba un timbre; no había posibilidad, ni remota siquiera, de poder hacer fraude.

Y se materializaba en presencia de dos médiums, que eran las señoritas Fox, Katie King. AHí estuvo materializándose durante tres años, en presencia de científicos incrédulos, materialistas, que no creían ni jota de lo que allí se estaba haciendo. Y aquélla entidad se dejó fotografiar; la sometieron a distintos análisis y luego, en presencia de los mismos científicos, se fue desmaterializando, poquito a poquito; desmaterializando, y en presencia de las cámaras fotográficas y todo. Y además, todavía y como por si eso fuera poco, les dejó un bucle de cabello materializado; fue más que suficiente.

Todavía no pienso que fue el Espíritu o el Alma de Katie King, pienso que fue uno de los yoes de Katie King, porque se hizo visible y tangible, ¿no? Pero de todas maneras, el experimento resultó interesante. Pensemos ahora en la cuestión de la Magia. Indudablemente, ser Mago es uno de los anhelos más grandes de mucha gente. Yo considero que Magos han habido, y muy buenos, blancos y negros. El doctor Fausto, por ejemplo, era un Mago tremendo, terrible; yo digo que era Mago Blanco. Por ahí, en una de mis obras, precisamente “La Doctrina Secreta de Anawak”, cito algo extraordinario: un grupo de gentes en Viena, en pleno banquete les dio por llamar al doctor Fausto, y éste estaba en Praga. 

De pronto, alguien golpea en la puerta: el doctor Fausto; se había apeado de su caballo. Informan los criados al señor de la casa; éste se sorprende, se asoma: no hay duda, el doctor Fausto. Abren la puerta y entra Fausto. El caballo lo pasan al establo, y el doctor Fausto se sienta a la mesa de los invitados; comparte con ellos el vino, feliz en el festín. Por ahí, a las tres de la mañana, relincha el caballo. El doctor Fausto dice: “¡Me voy!” Ellos intentan detenerle. Por segunda vez, vuelve a relinchar la bestia, y a la tercera, ya no más, se levanta el doctor Fausto, se va despidiendo de todos y se fue. Dicen los que lo vieron, que montó en su caballo, que salió y que se alejó por el aire, como el caballo de Pegaso; como el famoso Pegaso, caballo mitológico.

¡Maravillas que la gente es libre de creer o no creer! Cada cual puede pensar como quiera, ¿no? A mí me parece muy interesante y no le veo imposibilidad. Sencillamente, entiendo que ese caballo es el mismo Lucifer del doctor Fausto, pues cada uno de nosotros tiene su Lucifer particular, individual. Eso de que Lucifer es un personaje sentado allá, sobre un trono con un tenedor de hierro en su mano derecha, pues, único en todo el Universo; pues eso es absurdo, eso es una fantasía, eso no existe, pero sí cada uno tiene su propio Lucifer. 

¿Qué es Lucifer dentro de nosotros? Una reflexión del Logos Solar en nosotros, la sombra misma del Logos en nosotros. ¿Para qué la tenemos dentro? ¿Con qué objeto? Yo digo que el Lucifer realmente, es el Cristo disfrazado dentro de nosotros mismos. Pero dirán: “Y ¿para qué se disfraza de esa forma?” Pues para algo. “¿Que con qué objeto?” ¡Servirnos de escalera señores, servirnos de escalera para echarnos para arriba! 

¿Ustedes no han leído “La Divina Comedia” del Dante? Les aconsejo que la estudien, ¡vale la pena! En “La Divina Comedia” aparece Lucifer en el corazón de la Tierra. “Encima –dice–, estabá andando sobre la superficie de la Tierra y bajando verticalmente está el corazón de la Tierra y en ese corazón está Lucifer, ahí”. Y dice el Dante Alighieri que: “por seis ojos llora Lucifer”... ¿Verdad? Es el Arcano 6 del Tarot: Tiphereth. En el Arcano 6 del Tarot aparece un hombre entre el vicio y la virtud, es decir, metido en el callejón de las tentaciones, entre el vicio y la virtud. Y no olviden que el número de la Gran Ramera, según dice el Apocalipsis de San Juan, es el 6 repetido tres veces. ¿Qué tal, ya van entendiendo por qué por seis ojos llora Lucifer? 

Cuando Virgilio quiso bajar allá, al noveno círculo dantesco, junto con el Dante, no le quedó más remedio que bajar dice, por la espalda de Lucifer, que le sirvió de escalera. Cada pelo de Lucifer era como una viga enorme que le servía de escalera; por ahí bajaron. Cuando quisieron subir, no les quedó más remedio que usar también a Lucifer como escalera. Es bueno ir entendiendo esto, es bueno irlo entendiendo; todo esto es simbólico. Obviamente, Lucifer es escalera para bajar y escalera para subir. 

Ahora comprenderán ustedes por qué el Cristo se disfraza de Lucifer. No sería posible subir por otra parte, tenemos que subir por esa escalera. Tampoco podemos bajar por otra parte; no, Lucifer es escalera para bajar y escalera para subir. Lucifer nos da el impulso sexual. ¿Cómo podríamos trabajar en la Forja de los Cíclopes, en la Novena Esfera dantesca, sin ese impulso luciférico? Claro que en ese impulso hay rebeldía; sí, la rebeldía de Lucifer. Pero el impulso existe, y sin ese impulso no es posible trabajar en la Novena Esfera. Es decir, la unión sexual sin el impulso de Lucifer, no existiría. Lucifer está en el sexo y Lucifer nos da el empujón. 

Ahora, si uno, durante la cópula metafísica o coito químico, refrena el impulso animal, y en vez de cometer el crimen de derramar el Vaso de Hermes, transmuta el esperma sagrado en energía, incuestionablemente sube por la escala de Lucifer. Y si sigue repitiendo eso, cada vez que lo siga subiendo o repitiendo, seguirá subiendo, porque Lucifer quiere hacerlo caer y si uno no cae, pues sube, sube, y lo aprovecha uno para subir. Pues si uno le da la lanzada a Lucifer, como lo hizo Miguel, y lo vence, entonces sobre esa base, uno echa para arriba, sube y va subiendo de grado en grado, hasta que se convierte en un Mago de verdad, pero en un Mago Blanco, con poderes sobre el fuego, sobre el aire, sobre las aguas, sobre la tierra.

Vean ustedes la íntima relación que existe entre Lucifer y Cristo. Se dice que Cristo bebió en la última cena en el Cáliz, y ese Cáliz lo andaban buscando después, en la Edad Media, los caballeros de las cruzadas eucarísticas. Ese Cáliz no es otra cosa sino el Santo Grial. Pero, ¿por qué Cristo sufrió tanto en presencia del Santo Cáliz? 

Estoy hablando asuntos muy esotéricos; si ustedes le ponen un poquito de atención a esto, hasta se auto-realizan, se liberan, pero si ustedes no le ponen la atención, pues van a perder el “chance”. El todo está que le pongan atención. Si tienen sueño, pues despiértense, en una sacudida así, despiértense. Que lo que sucede es que al Ego, al Ego no le gusta que le hablen de estas cosas, porque peligra su vida. Esto es grave para el Ego, y prefiere que el cuerpo se le duerma, o que se canse, que se sienta aburrido, algo así. Pero bien vale la pena que ustedes pongan atención a esto. 

¿Por qué Jesucristo en presencia del Cáliz dice: “Padre mío, si es posible pasa de mí este Cáliz, más no se haga mi voluntad sino la tuya”. ¿Ustedes van entendiendo qué cosa es ese Cáliz? Ese Cáliz sagrado es el mismo Vaso Hermético, es la Copa de Salomón, es la Urna Sagrada de los Grandes Misterios, es el Santo Yoni, es decir, el órgano creador del Eterno Femenino; es obvio. Sin ese Vaso Sagrado, nadie puede llegar a la Auto-Realización Intima del Ser.

Dice la leyenda de los siglos que cuando la revuelta aquella, terrible, de los Angeles contra Dios, que entonces Miguel de un lanzazo que le dio, golpeó la cabeza de Lucifer con la Lanza, y allí en la cabeza, en la frente, llevaba un Cáliz en forma de esmeralda. Ese Cáliz cayó al suelo, eso dicen. Desde entonces, se asegura que ese Cáliz está en el Templo de Montserrat, en España, Cataluña.

¿Cómo fue a dar ese Cáliz al Templo de Montserrat? Voy a decirles. Primero que todo se asegura que el Rey del Mundo Melchisedek, le entregó el Cáliz a Abraham. Pero, ¿cómo se lo entregó? Cuando venía Abraham de la guerra contra los reyes de Sodoma y de Gomorra; eso hace en los tiempos de Matusalén, pero bien vale la pena citarlo. Ya victorioso encontró, donde más tarde se edificó Jerusalén, encontró una gran fortaleza de piedra, una fortaleza militar. En esa fortaleza halló al Rey del Mundo, a Melchisedek. Cuenta la tradición que con Melchisedek, Abraham celebró la Santa Unción Gnóstica, y Abraham le pagó a Melchisedek los diezmos y primicias. También se dice que Melchisedek entregó a Abraham el Santo Grial; es el Cáliz. 

Más tarde ese Cáliz, no se por qué motivo, lo tuvo la Reina de Saba. La Reina de Saba, se lo trajo a Salomón, pero antes de entregarle el Cáliz a Salomón, lo sometió a tremendas pruebas. Salomón, en todas las pruebas, salió bien. La última prueba fue la definitiva: traía la Reina de Saba, a 25 jóvenes de ambos sexos, varones y hembras, vestidos en forma igual –tanto las hembras como los varones, todos arreglados en la misma manera y con la misma moda. Los varones tuvieron el cuidado de rasurarse muy bien y hasta iban ligeramente pintados, de manera que no se sabía si eran hombres o eran mujeres. 

Y el Rey Salomón tenía que decir quiénes eran hombres y quiénes eran mujeres; ese fue el problemita que le planteó la Reina de Saba. Pero Salomón Rey era muy sabio y les hizo a todos lavarse las manos, y en la forma como se lavaron las manos, él conoció quienes eran hombres y quiénes eran mujeres. Bueno, a la Reina de Saba le faltó un poquito de más astucia digo yo, ¿no? Si les hubiese entrenado antes, para que se hubieran lavado las manos en la misma forma, quién sabe cómo le habría ido a Salomón Rey, ¿no? Pero le faltó ese detalle. De manera que, claro, cada cual se lavó sus manos a su modo. Entonces él decía: “Este es hombre, este es mujer, este es hombre, aquella es mujer”. Bueno, total, salió muy bien en la prueba y le entregó la Reina de Saba el Santo Grial. 

Dicen que Jesús de Nazaret, cuando celebró la última cena, entonces bebió el vino ahí mismo, en esa Sagrada Copa, y cuando ya lo llevaron al Gólgota, José de Arimatea se acercó al Calvario y en esa Copa recogió la sangre que caía de la Cruz y llenó todo el vaso con esa sangre. Luego escondió la Copa y también escondió la Lanza con que Longinus hirió el costado del Señor. Cuando la policía romana invadió la casa, pues sencillamente ya no encontraron ni el Cáliz ni la Lanza. Entonces, por no haber entregado él esas joyas, lo metieron a la cárcel, pasó una larga prisión. Cuando salió de la cárcel, que dicen que estuvo cuarenta y nueve años preso; a mí me parece, francamente, que en eso hay una exageración, ¿cuarenta y nueve años en el “bote” y ya viejo? Me parece que exageran los que han narrado esto. 

Yo creo que lo tuvieron preso un poco de tiempo y lo echaron para fuera, eso es todo. Entonces sacó las joyas aquellas y se fue en busca de cristianos a Roma, pero encontró la persecución de Nerón contra los cristianos. Siguió por las orillas del Mediterráneo y una noche, en sueños, se le apareció un Angel y le dijo: “Ese Cáliz es muy sagrado, en ese Cáliz está contenida la sangre del Redentor del mundo, entiérralo allá”. Y él lo llevó al Templo de Cataluña, Templo de Montserrat, Cataluña. Desde entonces, ese Cáliz está allí. 

En la Edad Media, los caballeros lo andaban buscando, cuando los que fueron a la Tierra Santa, y no lo encontraron. Como recuerdo todavía de esa búsqueda, existe la copa que se entrega a los campeones olímpicos. De manera que esa copa que se entrega a los distintos campeones, ese trofeo, viene como una remembranza de la época en que se andaba buscando el Santo Grial.

Así pues, vean ustedes: para poder triunfar y tener el Santo Vaso en el poder, y llegar a la Auto-Realización Intima del Ser, se necesita pelear con el Señor Lucifer y él está dentro de uno mismo, no fuera de uno. Pero esto no lo entienden las gentes, miran al pobre Diablo de tan mala manera, ¿no? Sin embargo necesitamos blanquearlo. Está negrito, como el carbón, pero así lo tenemos nosotros. Está “feíto”, pero si nosotros nos proponemos ir eliminando el Ego, pues lo vamos blanqueando y un día, estará vestido con la túnica resplandeciente, brillante; eso es obvio. Cuando eso sea, él se integrará con nosotros, nosotros con él, y nos convertiremos en Arcángeles.

Vean ustedes cuánto es el amor del Cristo: ¡disfrazarse de diablo para podernos servir de escalera y echarnos para arriba! Es un poquito abstracto esto, y la mente, la razón, se resiste a entenderlo, pero si ustedes agudizan un poquito su intuición, lograrán intuirlo muy bien; es fundamental en Magia. Ahora, hay Magos Negros, eso sí es gravísimo, ¿no? Por ejemplo, si un individuo desarrolla la fuerza mental supongamos, y no disuelve el Ego, se convierte en un Mago Negro, pues eso es obvio, ¡pero es que eso es obvio! Un individuo armado de poderes: clarividente, clariaudiente, con fuerza mental terrible, pero que no disuelve el Ego, ¿qué cosa es? Es un Mago Negro, eso es claro. De manera que uno necesita volverse pero Mago Blanco, no Negro.

Jinas: hay Jinas Blancos y hay Jinas Negros. ¿Qué se entiende por “Jinas”? Hablemos sobre Jinas. ¿Qué se entiende por “Jinas”? Si uno mete su cuerpo físico dentro de la Cuarta Vertical, entra en estado de Jinas. Así pues, en la Cuarta Vertical hay muchas gentes que tienen cuerpo físico. En la Cuarta Vertical hay poblaciones humanas que están viviendo, hay ciudades mágicas, con gentes de carne y hueso, ciudades que están metidas entre la Cuarta Vertical.

Precisamente los Thuata de Danand, era una raza Jinas. Vinieron de la Atlántida, caminaron por toda Europa fundando ciudades mágicas. Ellos llevaban siempre cuatro símbolos: primero, una Espada; el segundo, una Copa, el Cáliz; lo tercero, llevaban una Lanza; y lo cuarto, una Piedra Cúbica, la Piedra de la Verdad. 

La Lanza de Longinus, que no es otra cosa sino el Asta de Minerva, o el Arma Sacra de Aquiles, el Phalus, sin el cual nadie se puede auto-realizar; sin el poder viril, sexual, ¿quién se puede auto-realizar? ¡Nadie, ningún eunuco se puede auto-realizar, ningún impotente se puede auto-realizar! La Copa, el Cáliz, el Yoni Sagrado, es del Eterno Femenino. ¿Quién podría realizarse sin el Santo Grial? El órgano sexual de la mujer es bendito, es divino, porque es el Santo Cáliz, en el que Jesús el Cristo bebió la última cena.

Y luego tenemos nosotros la Piedra de la Verdad, que no es otra cosa sino la Piedra Filosofal, la Piedra de la Verdad. El día que nosotros hayamos conseguido fabricar los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, y más aún: el día que estos Cuerpos se hayan perfeccionado y estén hechos en oro puro, el Cristo Intimo se vestirá con ellos. Esa es la Piedra Filosofal, la Piedra Cúbica. Quien tenga esa Piedra en su poder, puede realizar maravillas: transmutar el plomo en oro, hacer diamantes de la mejor calidad, desatar las tormentas, aplacar los volcanes, hacer temblar la tierra, etc., inmortalizarse con cuerpo de carne y hueso, físicamente, y muchas maravillas más. Pero hay que tener la Piedra; esa Piedra se consigue trabajando de verdad sobre sí mismo.

De manera pues, que estos Thuata de Danand llevaban esos cuatro símbolos y fundaron ciudades mágicas en la Cuarta Dimensión. Cuando ellos regresaron a Irlanda porque primero los habían “corrido” de ahí, regresaron en estado de Jinas y se enfrentaron a una tribu de Magos Negros que existía en Irlanda. La batalla de Madura fue terrible y ellos ganaron la batalla, derrotaron a los tenebrosos. Esa es la realidad sobre los Thuata de Danand. ¿Y ustedes creen que los Thuata de Danand murieron para siempre? ¡No hay tal! Es cierto que después de la sumersión de la Atlántida, los Thuata de Danand desaparecieron; pero lo que sucedió fue que se sumergieron dentro de la Cuarta Dimensión, vivieron en la Cuarta Dimensión, se reproducen en la Cuarta Dimensión, tienen cuerpo de carne y hueso, son personas como nosotros.

Pero no quiere decir que todo en esta vida sea de color de rosa; al lado de las rosas, siempre hay espinas: existen también los Jinas Negros. Yo los conozco, conozco a los unos y conozco a los otros. Entre los Jinas Negros, pues están todos lo que llaman las “brujerías” y los “aquelarres.” Hay una broma, un chiste que dice, una broma: “No hay que creer en brujas, pero de que las hay, las hay”.

Bueno, ¿quienes son esas famosas brujas? Todos se ocupan de eso, ¿no? Al fin y al cabo, ¿qué son? Eliphas Levi dice que hirió alguna vez a una bruja con una punta metálica. Pero propiamente, no fue Eliphas Levi quien la hirió sino Papus, el Conde Papus. Se aparecía en Astral, quería invadir el recinto, y al fin un día, este hombre no pudo soportar más, apeló por ahí a una lanza metálica y cuando la figura brillante apareció dentro de su sala, él le pegó el tremendo lanzazo. 

¿O estoy recordando mal? No fue con una lanza, sino con una bayoneta, le pegó con la bayoneta. Lo cierto fue que al otro día le comunicaron que la señora fulana de tal, conocida de él, había amanecido herida de muerte, con un golpe de arma metálica en la cabeza. Conclusión: murió. Bueno eso lo hizo pues, Papus, o “la murieron”, mejor dicho; la eliminó, la desencarnó. ¿Qué fue un delito de homicidio? Sí, pero en esas condiciones, pues él considera que no cometió falta. Yo digo que sí la cometió; él cree que no.

Vale la pena reflexionar en esto: ¿fue el Astral de esa bruja como dice el Conde Papus, lo que apareció ahí, o qué fue lo qué apareció? ¿Qué fue lo que la desencarnó? Dice Eliphas Levi, dice el mismo Papus, que la vibración llegó al cuerpo aquél de la bruja y que murió.  Me estoy acordando en este momento, de algo que me relataron por allá, en el pueblito este de Santiago de Tepalkatlan; es un caso concreto. Santiago de Tepalkatlan, tiene fama por ser la tierra de los brujos, allá cerca al Distrito Federal. Bueno, estoy hablando esto, “un poquito feo”, porque si hubiera aquí algún santiaguero, posiblemente reaccionaría furioso, ¿no? Pero estamos afortunadamente en estos estudios; si no, ¡válgame Dios y Santa María! ¿A dónde iríamos a parar?

Bueno, lo cierto fue que me cuenta este amigo y yo se lo creo, porque es un hombre bastante serio, que unos perros grandotes andaban siempre molestando, que se llegaban a una puerta, esos perros, una puerta de una casa y que siempre los tales perros esos, molestando en la puerta de la misma casa –la casa por ahí, de un fulano X-X. Hasta que un día de esos tantos, ese XX fulano, ya no soportó más los perros y dijo: “Por aquí como que hay gato enmochilado; esto debe ser un Mago Nawatl”. Y manos a la obra, “macheteó” fuertemente a uno de esos perros, los otros huyeron. Pues al otro día, aparece una citación en la Delegación de Santiago de Tepalkatlan: “Citado el señor que golpeó al perro”. 

Mas el perro desapareció, ¿qué fue? Pues el mismo brujo puso la queja: “Que el señor fulano de tal me macheteó anoche y estoy gravemente herido.” Las autoridades comprobaron que sí, que estaba gravemente herido, con varios machetazos en el cuerpo. No valió que el señor aquél pues, el acusado, pues dijera: “No, no sabía que esa era una persona, yo lo que macheteé fue a un perro”. Y entonces contestó el brujo: “Sí señor, yo era ese perro y usted me venía a machetear.” Conclusión: pues la cosa se puso gravísima y no sé al fin en que paró. Pero parece que eso se volvió pleito en la Delegación. Es un caso pues, concreto, físico, concreto.

Ahora valdría la pena que yo dijera algo, ¿no? ¿Qué me consta a mí? Porque muy bonitos los relatos, y a usted ¿qué le consta? Pues bueno, a mí si me consta y yo voy a decirles lo que me consta. Dicen que por allí había una mujer, dizque era de esas, era una arpía. Por cierto que no sería muy hermosa, cuando era una arpía, ¿no? Bueno, procuré yo hacerme amigo de la arpía, porque siempre he sido investigador, me ha gustado explorar directamente, no atenerme única­mente a la cuestión de los libritos, sino ir a ver, a ver, a ver qué es lo que hay de verdad en cada cosa, ¿no? Y les aconsejo a ustedes lo mismo: ser atrevidos en la investigación.

Uno tiene que investigar para descubrir por sí mismo. Yo me hice amigo de la arpía por no decirle bruja. Bueno, y costó trabajo que me dijera que sí sabía algo, pero al fin logré que me lo dijera. ¡Cómo no! Hizo experimentos; me dijo: “Bueno, esta noche lo invito a usted”. “Sí, perfectamente. ¿A dónde?” “Bueno, no se preocupe usted a dónde; lo invito”. “Está bien.”  Me acosté en decúbito dorsal, con el cuerpo relajado a media noche, aguardando a ver que sucedía. Doce, bueno yo estaba tan despierto; una, no pasaba nada. Las horas se iban y se iban y yo dije: “Aquí lo que va es amanecer a mí todo desvelado. Mañana tendré unas tremendas ojeras, pero vamos a aguardar para ver qué sucede”. Como me había dicho aquella dama, que tenía fama de tener poderes, que me invitaba a un paseo de esos extraños, dije: “Vamos a ver qué pasa”. 

Bueno, de pronto sentí despierto, así como estoy aquí, sentí un peso sobre mi cuerpo. Los focos los había dejado encendidos, debí de haberlos dejado apagados, ¿no? Fue tontería mía, haberlos dejado encendidos; pero bueno, los dejé encendidos, ya ni modo pues. Y sentí un peso así, en el cuerpo, sobre el pecho; iba a respirar y no podía, sentía que me ahogaba. Luego la voz de esa señora: “¡Pero vamos, aquí estoy; camine!” Pero como se me había acostado encima, sentía que los pies de ella, como que no eran pies comunes y corrientes; parecía como una cola de pez que se movía sobre las partes inferiores de mi cuerpo, es decir, sobre los pies. 

Pero como yo no tengo miedo, francamente, y me gusta ser atrevido en la investigación, dije: “Vamos a ver qué sucede, pues yo miedo no tengo. Y ¿me dice que vamos? Bueno”. Me fui levantando y ella se retiró de encima de mí, para que yo pudiera levantarme y hasta me ayudó a levantarme. Me levanté, me puse de pie para ver qué pasaba. Ya de pie, me dice: “¡Vamos, no tema!” Dije: “¡Como no, yo no temo a nadie!” Dijo: “¡Sígame!” “Sí, como no, pues sí la voy a seguir, ya mismo”. Y me fui detrás de ella, caminando. Atravesé un patio que había a la media noche. 

Lo que sí no me había era pues, quitado era la ropa, la tenía puesta “por si las moscas”. Eso de ir a resultar con paños menores, en plena calle con ese frío, ¡válgame Dios! Por eso, así lo hice. Bueno, ya en la calle, al salir de puerta de la calle, hacia afuera, a esas horas viene un grupo de damas a mí; señoras muy respetables. “Tengo mucho gusto de presentarles a este amigo”. Venían todas a saludarme: “Mucho gusto”. Las conté: era un grupo de sesenta personas, por todas, damas muy respetables. Bueno, luego me hicieron una venia con mucho respeto, aquellas sesenta damas y me dijeron: “¡Síganos!” “¡Está bien!” Las fui siguiendo.

Así pues que ellas me dijeron: “Siga usted adelante”. Yo seguí. Luego llegué a la orilla de un precipicio. Dijeron: “¡Salte, y no tema!” Bueno, yo francamente vi el abismo abajo, y en cuerpo de carne y hueso, vestido así, como estoy ahora y todo, pero pensé para mis adentros: “¡Me la juego, no voy a temer. Si temo, puede que pierda un chance, una oportunidad; mejor no temo!” Me tiré al aire. Bueno y con gran asombro floté en la atmósfera. No había duda, mi cuerpo físico había entrado en la Cuarta Vertical. Así, flotando en el ambiente, me fueron llevando a través del océano. Sé que hasta vi hacia abajo, el océano Atlántico no había duda, y yo flotando en el ambiente, y aquellas sesenta personas Jinas me acompañaban.

Yo no vi nada de eso que dijeran, que hay brujas y así por el estilo; ahí no había nada de eso: vi a esas sesenta señoras, venerables todas, muy respetables, flotando en el ambiente circundante y animándome a no tener miedo; esa era la cruda realidad de los hechos. Dije: “Bueno, vamos a ver en qué va a parar toda esta cosa”. Al fin llego; ¿a dónde? “¿Qué lugar es este?” Me dijeron: “Es España, señor.” “¡Ah, esta es España!” Avanzo un poco más y me encuentro ante un extraño edificio. “Este edificio, ¿qué es? ¡Válgame Dios y Santa María! ¿Dónde estoy yo metido ahora?” Pues ese edificio era nada menos que el Castillo de Klingsor. Entonces dije: “¡Ajá, con que entonces la opera maravillosa de Richard Wagner, el Castillo de Klingsor existe. Entonces Richard Wagner no era un tonto: se las sabía todas, y de todas, todas”. 

De Inmediato supe, por intuición, que ese Castillo de Klingsor era la antítesis de aquel otro Castillo, que es el Castillo de Montsalvat, donde está el Santo Grial, nada menos. Bueno, seguí al lugar; ahí pude ver que tenían un Cristo, pero el Cristo lo tenían debajo de un gran cazo de cobre. “¿Con que aquí vine a dar?” Bueno el Castillo estaba rodeado de jardines espléndidos, todo era maravilloso. En el centro, dentro del Castillo, había un gran salón con una alfombra de esas, estilo siglo XVIII. ¡Qué de espejos de cristal de rocas, con qué lujo exorbitante! ¡Todo era espléndido allí. Un candil que caía, iluminando la estancia, y debajo del candil aparecía una mesa; una mesa!

Bueno señores, les cuento que allí estuve. Allí vi que danzaban las parejas, alegres, a la medianoche, hombres y mujeres danzando. Encontré con que esa era una población de seres humanos que llevan el cuerpo físico en estado de Jinas y que viajan por entre la Cuarta Vertical. Pero hay algo sí que me dejó estupefacto: estaba prohibido nombrar a la Divina Madre Kundalini, estaba prohibido nombrar al Cristo. 

Entonces ya me di cuenta que estas gentes eran Jinas Negros. Al nombrar uno al Cristo, le dicen: “¡Cuidado con esas malas palabras!” O nombrar uno a la Divina Madre, a la Virgen Madre, es suficiente para que se enfurezcan inmediatamente esas gentes, y de amigas se tornan en terribles enemigas a muerte. Entonces dije yo: “Jinas Negros, bueno ya conocí esta cosa, ni modo”. Salí de aquel recinto solo, por mi propia cuenta, y a través de la atmósfera nuevamente, dije: “Voy a irme para mi casa”. Pude regresar sano y salvo, nada me había pasado, pero sí había tenido una linda experiencia: había conocido los Jinas Negros.

Así pues, si hay Jinas Blancos, también hay Jinas Negros y conozco los Jinas Blancos, porque yo he estado personalmente en el Templo de Chapultepek, en México. Más aún, les voy a decir una gran verdad, se las voy a confesar: yo soy miembro activo del Templo de Chapultepek, en México. En ese Templo tenemos una copia del Santo Grial. En ese Templo, tenemos nosotros un precioso altar, tenemos nosotros un salón maravilloso y allí se reúnen hermanos gnósticos. Quien está dirigiendo ese Templo ahora, es el Maestro Rasmussen y su esposa, ambos son gnósticos. Allí se sigue al Cristo, son Jinas Blancos. De manera que vean ustedes las dos antípodas: Jinas Negros y Jinas Blancos y a ambos los conozco por experiencia directa, no por lo que otros digan o dejen de decir.

Invocaciones: Hay muchos modos de hacer invocaciones. En mi pasada existencia les enseñé a algunos, por ejemplo, a llamar a Lucifer Nawatl. ¿A cuál Lucifer? ¿Al Diablo ese de los curas? ¡No, al Lucifer Interior de cada uno, a hacerlo visible y tangible! Y entonces nuestro gran amigo Arturo, que en aquella época se llamaba Antonio Vargas, se salvó nada menos de que lo fusilaran. El estaba “metido en la bola”, allá en la época de la Revolución, y lo llevaban ya para fusilarlo un grupo de soldados. Y se acordó él de la clave que yo le había dado: la Clavícula de Salomón, para invocar a Lucifer Nawatl. 

La pronunció, la invocó, la vocalizó: mas conclusión, ¿qué? Logró hacerse invisible. Se montó en un caballo; todos vieron que iba un caballo, pero sin jinete. Los soldados dijeron: “¿pero qué pasó?” Bueno, hicieron un escándalo enorme en aquella época en los periódicos, y lo buscaron “como aguja”. Nunca lo encontraron. Se comentó por donde quiera el asunto: “¡Brujería decían, brujería, ese es un brujo!” Le dio buen resultado, se salvó el pobre. Si no, ¿qué tal? Vean: “le dan chicharrón, ni más, ni más!” De manera que es cierto que hay claves para hacerse invisible. 

Pero en este momento me viene a la memoria algo muy interesante: el doctor Fausto le enseñó a un sujeto X-X a invocar a Lucifer Nahuatl. El sujeto le había pedido que le diera las clasecitas y el doctor Fausto se las dio, le enseñó la Clavícula del Rey Salomón. Se fue el sujeto aquél, a un lugar donde pasaban dos caminos, se paró en el centro, pronunció la Clavícula del Rey Salomón varias veces, invocando, y nada, que no aparecía el Señor Lucifer. 

Al fin apareció: horrible, espantosamente feo. ¿Por qué? Porque a este discípulo todavía le faltaba mucho, era muy nuevo y tenía el Ego bien gordo, y Lucifer refleja exactamente el estado en que uno se encuentra; no es otro sino el estado psicológico en que uno se encuentra. Bueno, total, no resistió el pobre hombre: salió corriendo, espantado. Llegó a su casa y, ¡zas! Dio el changazo, privado. A los tres días murió. Alcanzó cuando mucho el pobre hombre, a confesarse y comulgar, y exhaló su último aliento. ¿Ya ven? Se metió en camisa de once varas. 

De manera que lo primero que hay que tener en la vida es mucho valor, para poder meterse a hacer una invocación de esa talla. Bueno, si se trata de llamar uno, ya con conciencia, que es su propio Lucifer, puede que no tenga uno tanto miedo, ¿no? Pero normalmente, la gente siempre se horroriza de esas cosas. Así pues, que eso es muy cierto y de toda verdad, en materia de Magia, pues sencillamente se necesita haber despertado la Serpiente Sagrada, haber dijéramos, marchado firmemente por el Sendero de la Gran Luz.

Hay Jinas Negros, hay Jinas Blancos, etc. Considero que las mejores invocaciones se deben hacer siempre estando uno fuera del cuerpo físico, o bien con el cuerpo físico metido dentro de la Cuarta Vertical. Si uno, por ejemplo, pone su cuerpo físico en la Cuarta Vertical, puede hacer todas las invocaciones que quiera y con muy buen éxito. Pero, ¿cómo se mete el cuerpo físico dentro de la Cuarta Vertical? Pues es cuestión de tener un poquito de Fe, señores, ¡Fe! Se acuesta uno del lado izquierdo, pone uno su cabeza acá, sobre la palma de la mano izquierda, luego se concentra en Harpócrates. Pero hay que saberlo llamar; dice uno: HAR-PO-CRAT-IS; concentración plena en Harpócrates. Dicen que es un Deiduso que maneja una variante de la Fuerza Crística, de la Fuerza Crística.

Si uno invoca a Harpócrates. Voy a ponerles aquí como se pronuncia el mantram de Harpócrates, vean. Así es como se pronuncia, véanlo. De manera que no dejen de tomar la nota respectiva: HAR-PO-CRAT-IS. Se concentra uno invocando a Harpócrates, pero profundamente, así: HAR-PO-CRAT-IS. Y luego, cuando ya se sienta uno como que le está rascando mucho el cuerpo, no rascarse, porque si uno se rasca, se dañó el experimento. 

Tiene uno que acostarse del lado izquierdo y en la forma como están metidos los pollitos dentro del huevo, en el cascarón. Tiene uno que hacerlo en esa forma, y obtiene muy buen éxito. Conviene, por ejemplo, poner un cascarón de esos de huevo, encima del buró, pintadito de azul. Pero para eso, hay que hacer una operación mágica: se despunta un huevo, se le saca la yema y la clara pero antes de hacer esa operación, se hace pasar el huevo por agua tibia, entibiarlo; luego sí se despunta, se le saca la yema y la clara. 

Se pinta de azul, se coloca sobre el buró y luego enseguida, sí, a imaginarse, a imaginarse, de darse con la imaginación que uno está metido entre ese cascarón, y debe tomar la forma de un polluelo dentro de un cascarón, bien concentrado en Harpócrates. Es un Deiduso, un Ángel de la Luz. Entonces no vayan ustedes a confundirlo con ninguna arpía de la medianoche; no señor, es un Ángel de la Luz.

Entonces bien concentrados en Harpócrates, cuando comiencen a sentir “rasquiña”, no se rasquen, porque al rascarse se dañó el experimento; tiene uno que no rascarse. Luego entonces, cuando se comience uno a ver así como un poco “medio infladón”, como hinchado, es la señal de que ya se ha entrando en la Cuarta Dimensión. Al verse así, sentarse suavemente en la cama. Se sienta uno suavemente, con los pies en el suelo, y se va poniendo uno de pie. Y ya de pie, dar un saltito alargado, con la intención de flotar. Si flota en el ambiente circundante, es porque ya lo logró, ya está el cuerpo metido en la Cuarta Dimensión. 

Con el cuerpo en la Cuarta Dimensión, ustedes pueden viajar a donde quieran; solamente les está prohibido llevar su cuerpo físico a otros planetas, es un factor inviolable. Conténtese entonces con viajar dentro del planeta Tierra, no vayan a violar leyes. Se puede viajar, por ejemplo, a las ciudades mágicas que fundaron los Thuata de Danand. En Europa hay ciudades mágicas. 

Los Mayas en Yucatán tienen otras ciudades mágicas, y allí se pueden recibir instrucciones. Pueden viajar también al Templo de Chapultepek, en México. Eso sí, no les aseguro que los dejen entrar. Ustedes golpean a ver, cumplen con golpear; si los dejan entrar, bien; y si no los dejan entrar, ni modo; conformidad. Al no dejarlos entrar, se dan cuenta que todavía hay que trabajar mucho sobre sí mismos, que tienen que disolver el Ego animal, eso es claro. Esto se llama pues, viajar con el cuerpo físico en estado de Jinas, de Jinas, y resulta extraordinario.

Samael Aun Weor

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